Capítulo 17- Síntomas
Ha pasado casi un mes y no he tenido mi periodo, y eso ¡Me está preocupando! ¿Estaré embarazada? No, no lo creo. Aparte últimamente me he sentido sin fuerza y quiero dormir todo el tiempo, también he notado que mis senos crecieron algo en esta semana y a veces me duele pero eso no se lo he dicho a mi mamá por que no quiero que piense mal, pero tengo miedo.
Mi madre miró que me ocurría algo y me preguntó:
—Hija últimamente te noto rara, ¿Te pasa algo? Porque he notado que bebes muchos líquidos y comes demasiado ¿En verdad te sientes bien?
—Sí mamá, tranquilízate, si he tomado muchos líquidos y he comido demasiado es porque hace mucho calor y he tenido mucha hambre y sed, es sólo eso.
Subí a mi habitación a llorar quería desahogarme, extrañaba mucho a Omar, cerré la puerta de mi habitación con seguro y eché a llorar, algo que no me ocurría a menudo. ¿Sería un presagio diciéndome que estaré embarazada?
Era Sábado, mi madre compró pizza y comimos yo, ella y mi padre.
—Hija, cómete ésa última rebanada.
Le dije:
—No mamá no me apetece comérmela, me siento llena.—En verdad me sentía llena, pero pensaba que quien me lo decía era lo que cargaba en mi vientre—.
Mi madre me dijo:
—¡Pero si ni llevas la mitad Fernanda! ¡Anda cométela!
Le dije:
—No gracias.
Mi padre me vio algo rara y me preguntó:
—Hija ¿Te sientes mal?
—Sí.
El vio que en verdad me sentía mal y me dijo:
—Si quieres vamos al medico para que te recete algo.
Me levanté de la cocina y les dije:
—No me siento bien... Disculpen voy al baño.
Subí rápidamente a vomitar, cuando regresé de ese terrible asunto, no quería ni ir a ver a mis padres que de seguro sospechaban algo. Tocaron a la puerta de mi habitación y grité:
—¡Quién!
—Soy yo ¡ábreme!—Abrí—.
Mi madre me dijo:
—Fernanda te noto rara, ¿Segura que te sientes bien?
Escondiendo mi pánico cuando mi madre me formuló esa pregunta le dije:
—Si, ¿Por qué?
Me dijo:
—Es que escuché a alguien vomitando en el baño, ¿Acaso eras tú?
Me quedé paralizada cuando me preguntó eso, no sabia que decirle, después de unos segundos me calmé, respiré y le dije:
—Si, era yo pero ya me siento bien mamá, de seguro fue algo que comí . —Mentí—.
—No creo. ¡Anda vamos con un médico para que te revise!.
Disimulando un poco más mi miedo le dije:
—No madre, no es necesario en serio me encuentro bien.
Un mes después:
Era Septiembre aún seguía con vómitos, pero eso me ocurría en ayunas y cuando terminaba de comer algo, pero comía bien aunque a veces tenia mucho asco y las comidas y bebidas que me encantaban no soportaba ni verlas y menos olerlas porque si a mí se me ocurría sólo oler un pedazo de pizza así fuera Hawaiana —Que es el sabor que me encanta—al poco rato me sentía mareada y con ganas de volver el estómago.
Iba caminando junto con mi mamá y de repente sentí un fuerte calambre.
—¡Ay!, Creo que tengo un calambre.
Mi mamá me dijo:
—¡Tranquila!, ven siéntate en esa banca y estira tu pie.
Estiré mi pie lo más que pude, mi madre me sobó donde tuve el calambre. A mí se me caían algunas lágrimas por el dolor tan fuerte. Mi madre me consolaba. Después de eso regresamos a casa, ella muy preocupada me preguntó:
—Hija, ¿Desde cuándo empezaste con esos síntomas? Porque a mí no me parece como de gripe.
Me quedé callada y le dije:
—No sé madre, pero ... ¿Por qué me lo preguntas?
Mi madre me miró y me dijo un poco seria:
—Te voy a llevar con un Ginecólogo, porque se me hace muy extraño tu comportamiento.
Estaba aterrada y muy asustada casi a punto de llorar. Mi madre se fue de mi habitación, seguía muy nerviosa por miedo a decirle que creía que estaba esperando un hijo de mi primo Omar.
En cuanto se fue mi madre tomé mi celular y le marqué a mi tía Rosy.
—¿Bueno? si, ¿Quién habla?
—¡Hola tía Rosy! ¿Cómo estás?
—¡Muy bien hija! ¿Y tú? ¿Por qué te escuchas nerviosa?
—Es... es que ¡Ay! No sé cómo decírtelo, bueno es más no se si contártelo tía.
—¿Porqué? ¿Hay algo de lo que quieres platicar? Acuérdate que puedes confiar en mi.
—Bueno, ¿Lo platicamos en una cafetería?
—De acuerdo.
Mi tía y yo quedamos de vernos en una cafetería. Al llegar la vi sentada en una mesa y me senté.
—¡Hola Fernanda!
—Hola tía, ¿Cómo estás?
—Bien, te noto triste y preocupada ¿Qué es lo que te ocurre?
—Ando así porque... Bueno no se como decírtelo tía, espero y no te enfades.
—¡Ja,ja,ja! ¿Enfadarme? Pero ¿Porqué?
—Porque creo estar esperando un hijo.
—¡Qué emoción! ¡Felicidades hija!
—Gra.. gracias.
—Pero ¿Por qué balbuceas?
—Es que creo que el hijo que estoy esperando es de mi primo Omar.
—¡De Omar! ¿Por qué? ¿Cómo lo sabes?
—Po.. porque, solo con él he tenido relaciones.
Mi tía me dijo risueña:
—Fernanda ¡si tú y el son primos! Has de estar soñando.
—¡No tía Rosy! Lo que te digo es cierto.
Viendo que estaba demasiado nerviosa, me preguntó:
—¿Quieres que vayamos con el medico, para que te haga los exámenes correspondientes y no estés tan alterada?
—Pe.. pero tengo miedo. —Le dije sollozando y colocándome las manos sobre mi cabeza, temblando de miedo—.
Ella tomándome de la mano me dijo:
—Tranquila, no tengas miedo. —Y a decir verdad sentía que mi tía Rosy no mentía, entonces fui al médico sólo con ella—.
En el hospital el medico me hizo los exámenes correspondientes y... ¡Oh sorpresa! ¡Tenía ya 6 meses de embarazo!
El Ginecólogo me miró y dijo:
—Así es señorita, eso quiere decir que sus síntomas anteriores ya son historia. Lo curioso es que lo pudo ocultar tanto tiempo y probablemente eso causó tantas molestias. Pero ahora a cuidarse y a ponerse contenta porque todo va bien. Me puse a llorar en vez de emocionarme, porque mi tía Rosy ya sabía que estaba esperando una criatura.
Ella me dijo:
—¿Por qué lloras Fernanda?
—Es.. es que estoy feliz y a la vez tengo miedo.—Le dije y la abracé— Ella algo confusa me preguntó:
—¿Miedo? ¿Por qué razón?
La volví a mirar y comenzando a llorar de nuevo le dije:
—Porque mi bebé puede nacer mal, y porque ¡se nota que estás enfadada!
Me abrazó y me dijo:
—Sobrina no estoy enfadada, más bien estoy contenta.
Tranquilamente me acaricia la cabeza y soltando algunas lágrimas me dijo:
—¡Muchas Felicidades! Estar embarazada es una bendición de DIOS.
La miré y me separé unos centímetros y le pregunté:
—¿Estás contenta? ¿Porqué razón? tú no sabes quien es el padre.
Ella esbozó una sonrisa.
Al verla me puse a temblar, y tímidamente le pregunté:
—¿Acaso lo sabes?.
Ella asintió con la cabeza.
Le dije:
—¡Pero se supone que tú deberías estar enfadada conmigo tía! porque Omar y yo no tuvimos la suficiente precaución para cuidarnos y evitar que esto ocurriera.
Me miró con un semblante realmente relajado que me asustó.
Me dijo:
Sobrina, realmente estoy contenta y por lo de Omar no te preocupes ya sabía que ustedes dos escondían algo, pero como soy muy respetuosa no me he metido hasta ahora.
—Hasta ahora, ¿Cómo? —Le dije con algo de pavor en mi voz—.
—Si, ¿Desde cuando comenzaron a andar ustedes y a tener relaciones?
Me quedé callada, tragué saliva y le dije:
—Pues... desde que estábamos en la prepa —mentí—, pero al ver la tranquilidad, seriedad y parsimonia con que me lo dijo mi tía me asombré, realmente no podía creer que no me dijera nada.
Me bajé del auto y mi tía acariciándome una mejilla me dijo:
—De momento quédate tranquila y aún no le digas a tu madre.
—Pero ¿Por qué?
—Voy a hablar personalmente con ella.
Eso fue lo último que me dijo y se arrancó.
No comprendía lo que sucedía, pero por un lado me sentía contenta y por otro muy preocupada porque no sabia como lo tomaría mi madre y en el fondo temía que me matara. Al llegar a mi casa vi que mis padres no estaban, suspiré de alivio y me subí inmediatamente a mi habitación a reflexionar todo lo acontecido el día de hoy.
Sábado
¡ Por fin era Sábado! Después de reflexionar por un largo rato, me sentía mucho más tranquila que de costumbre, ya no sentía miedo.
Bajé a Desayunar y en eso veo a mi madre muy enojada y me dijo:
—¡Fernanda! ¿Dónde estuviste? Me tenías muy preocupada.
Asombrada por el susto que ella me dio le dije:
—Acompañé a mi tía Rosy a beber un café, y se me pasó avisarte, no vuelve a ocurrir te lo prometo.
—Está bien.
Tía Rosy :
El secreto que tenía guardado debía ser revelado. O por lo menos eso creía yo.
Cuando llegó mi marido, me saludó cómo siempre y yo nerviosa le dije:
—Alberto ven, tenemos que platicar algo.
—Dime querida.
—El secreto que teníamos guardado debe revelarse.
—¿Cómo?, No te entiendo.
—Ven, platiquémoslo en la cocina.
Tomándonos nuestra taza de abundante café, lo platiqué con él.
—Mira, esto es lo que ocurre dentro de la familia.
—¡Ja, ja, ja! ¿Dentro de la familia? ¿Cómo? No te entiendo.
—Si, es que a Fernanda le ocurrió algo.
—¡A Fernanda! Pues ¿Qué es lo que le pasó?
—Mira ella está... ¡Esta embarazada! Y tiene 6 meses de embarazo.
—Oye ¡Qué bien! ¿Y para cuándo nace el bebé?
—¿El bebé? ¡Alberto! ¡No estoy para juegos! ¡Lo qué te voy a decir es serio y tiene que ver con Omar!
—¿Con nuestro hijo?
—Si.
—¡Ahora qué hizo!
—Hizo algo que ya imaginaba que ocurriría.
—¿Cómo?
Le marqué a mi Hermana y le conté lo que pasó.
—¿Bueno?, ¡Hola Rosy! ¿Cómo estás?
—Bien hermana, oye, ¿Te puedo platicar algo?
—Claro.
—Ok, voy a tú casa.
Tomé el auto y me arranqué no sin antes decirle a Alberto que agarrara los documentos de adopción de nuestro hijo y me acompañara. Llegando a casa de mi hermana me saludó a mí y a mi marido.
—Hermana, te tengo que decir algo.
—Dime Rosy ¿Qué es lo que quieres decirme? ¿Es algo bueno ó malo?
—Mira, es algo... Complicado lo que voy a decirte.
—¿En serio? ¡Pues qué es! Porque Fernanda me dijo que fue contigo a tomar un café ¿Cierto?
—Si, ella y yo fuimos a platicar a una cafetería. Porque tiene un problema.
—¿Qué intentas decirme?
—¡Fernanda está embarazada!
—¡Qué! ¿Estás segura de lo que me estás diciendo?
—Si Martha, lo sé porque... fuimos a ver a un médico.
En eso escuché unos gritos y fui a investigar quien era. Y me encontré con mi madre y mi tía Rosy en la sala de la casa.
Mi madre gritó:
—¡Fernanda! ¡Ya me enteré que estás esperando un hijo!
Le dije:
—Sí mamá, estoy esperando una criatura.
Ella alarmada me dijo:
—¡Pero hija! ¿Quién es el padre?
No lo quería decir pero pudo más el orgullo que la paciencia y le revelé a mi madre la verdad de todo:
—Lo he ocultado tanto tiempo por miedo a que me regañaras o me echaras fuera de casa, pero te lo voy a decir aquí enfrente de mis tíos.
—¡Omar! ¡El hijo que se está gestando dentro de mí es de mi primo Omar!
Ella gritando dijo:
—¡Qué! ¡Cómo es posible! Si tú y el son primos, y es imposible que tuvieran sexo, además de que cometieron incesto. ¡Eso es pecado! y yo que confiaba en ustedes.
Me atreví a alzarle la voz a mi madre diciéndole:
—¡¿Y si te dijera que Omar es el hombre de mi vida?!
Martha:
Cuando Fernanda dijo eso vi cómo Rosy le aventó una cachetada y ella cayó al piso berreando de coraje.
Le dije:
—Hermana, ¡Pero qué carajos te ocurre! Pobre Fernanda.
Mi marido vio la escena que hizo mi hermana y vio como Fernanda subía llorando a su habitación.
Mientras yo empezaba a discutir con Martha, Alberto nos calló a las dos con un grito:
—¡Cállense las dos por favor!
En eso llegó Mario diciendo:
—¡Que sucede! que hasta afuera se escuchan sus gritos.
Alberto dijo:
—Calmémonos todos, hay algo que deben saber.
Y sacó de un sobre los papeles que mostró a mi hermana y a su marido.
Mario leyó los papeles y preguntó:
—¿Y que demonios es esto Alberto?
Mi marido les dijo:
—Martha, Mario, esto que ustedes leen son los papeles de adopción de Omar.
Los dos con cara de asombro preguntaron al unísono:
—¿Papeles de adopción?
—A sí es Martha.
Mi hermana me dijo:
—¿Cómo? ¿O sea que Omar es adoptado?
Yo con cara seria le dije a mi hermana:
—Si, Omar es adoptado.
Le dije:
—¿Te acuerdas que Alberto y yo por años teníamos la esperanza de ser padres?
Ella me dijo:
—Sí, me acuerdo.
Le dije:
—En el viaje que hicimos él y yo cuando estuvo un año trabajando en Argentina, encontramos la solución a nuestros anhelos de ser padres. Tuvimos la oportunidad de adoptar a Omar que estaba recién nacido y cuya madre murió en el parto, y la cual estaba sola en el mundo, gracias a las conexiones que tenía mi marido en ese país y la solicitud que habíamos hecho fuimos elegidos para ser sus padres y decidimos no contárselo a nadie incluyéndote a ti hermana querida, por el bien de nuestro hijo.
Ella me dijo:
—Ahora comprendo porque no me habías contado que estabas embarazada.
—Si, ¿Recuerdas que te dije que no te había contado del embarazo por miedo a perderlo?, pues en otras ocasiones me había sucedido.
—¡Oh hermana! Cuanto lo siento, pero... ¿Eso significa que Omar y Fernanda no tienen lazos consanguíneos?
Llorando le dije:
—Sí hermana, por eso tienes que dejar a Fernanda tranquila y tienen que apoyarla siempre, y más en estos momentos.
—Entiendo hermana, en este momento voy a pedirle una disculpa a mi hija.
Martha:
Cuándo subí a la habitación de mi hija abrí la puerta y la encontré tirada en el suelo.
Grité:
—¡Fernanda hija! ¡Háblame di algo! ¡Auxilio! ¡Alberto Fernanda esta mal¡
Mi marido dijo:
—Creo escuché gritos, voy a investigar que pasa.
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