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Capítulo 12- El viaje de fin de Curso

¡Llegaba el tan esperado fin de cursos! Fernanda y yo estábamos muy ilusionados por presentar el examen para poder cursar por una beca de estudio y  seis meses de intercambio a una Universidad de Japón. Ella y yo nos preparamos con mucha fe y ahínco para hacer el examen e irnos juntos.  

 Ella me decía:

—Omar, quedan pocos lugares para el examen, ¿cierto?. 

Sonriendo le dije:

—Así es, pero.. ¿Ya te inscribiste para hacerlo? Recuerda que la Universidad Imperial de Tokio es bastante prestigiosa. 

 Ella me dijo:

—Sí, acuérdate que nos metimos a la página de Internet que nos dijo el maestro y ahí llenamos la solicitud.

Recordándolo sonreí.

El día del examen llegó, el maestro encargado nos colocó a Fernanda y a los demás en pupitres separados, nos entregó la hoja de respuestas y el cuadernillo y nos deseo suerte a todos en el Salón. 

Después de tres horas, todos en el salón habíamos terminado menos Fernanda, ella se tardó un poquitito más. Antes de que ella saliera del salón los demás quedamos en hacer una pequeña fiesta de despedida en casa de Kiyoshi.

Fernanda salió de el examen un poco nerviosa e insegura de sí, la miré y le dije:

—¿Qué es lo que te pasa? 

Ella me abrazó y me dijo:

—Te lo platico llegando a casa.

Llegamos a mi casa, abrí la puerta principal y dije:

—¡Buenas tardes mamá, papá! ¡Ya llegamos!, Bueno al parecer no hay nadie en casa —dije riendo—, ¡Vamos platícame lo que te pasa!. Fuimos a mi habitación a charlar un rato.

Ella con una triste mirada me dijo:

—Omar, me siento desanimada últimamente.

Le miré sus bellos ojos y le dije:

—Pero pequeña ¿Por qué te sientes así? Acuérdate que aquí estoy para todo lo que quieras. 

Ella soltando algunas lágrimas me abrazó y dijo:

—¡Por eso te elegí como mi novio! Por ser tan bello y tierno conmigo. 

La abracé y comenzó a llorar, por suerte tenía pañuelos, agarré uno y se lo di, ella entre sollozos comenzó a sonarse la nariz; yo la abrazaba, no me gustaba verla llorar me sentía mal verle así, yo quería verla contenta.

 Después de unos minutos volvió a sonreírme como siempre y se disculpó, yo acariciando su dulce y tierna mejilla le dije:

—Ahora que te tranquilizaste, platícame lo que te ocurre princesa.

Ella me dijo :

—No sé que es lo que me ocurre, me he sentido muy sentimental últimamente y no entiendo porqué.

—Tranquila, puede ser que te sientas así por lo del examen. ¡Ten fe y confianza y seguro lo pasarás!

Ella conmocionada por mis palabras de aliento me abrazó fuertemente. Llamaba por teléfono a mi madre comentándole que me iba a una fiesta junto con mi prima, ella me dijo que cuidará bien a Fernanda, yo le dije que no se preocupara. Llegamos a casa de Kiyoshi, casi todos habían llegado menos Kazumi ella tardó un poco en llegar.  Estábamos todos reunidos platicando nuestras experiencias de lo que fue el ciclo escolar, Fernanda seguía muy rara y le pregunté:

—¿Te encuentras bien? 

Ella asintió con la cabeza y dijo:

—Sí, sólo me he sentido algo mareada y tengo mucha hambre. ¿Kiyoshi tienes algo de comer?

Le dijo:

—Si Fernanda, con confianza estás en tú casa. 

Kiyoshi observó que Fernanda se veía mal y me dijo a solas:

—Omar, he notado que Fernanda no se siente bien, tal vez será mejor que te fueras con ella a ver a un médico para ver lo que le pasa. 

Le dije:

—Pero amigo, ¡Es nuestra fiesta de despedida y no se me hace justo que me vaya así como así!

Kiyoshi muy comprensivo y tranquilo como siempre me dijo:

—Ok como quieras. Yo nada más te lo digo por que como amigos que somos me preocupa la salud de tu amiga compañero.  Por lo visto mi amigo no tenía ni la menor idea de que Fernanda era mi prima. Regresé con ella a ver cómo se sentía, la encontré en la habitación de Kiyoshi, la puerta estaba entre abierta entré, la miré y me senté a su lado y le dije:

—Fernanda ¿Cómo te sientes? ¿Ya no te sientes mareada ni nada de eso?

 Ella me miró y me dijo:

—No, ya no me siento mal, aunque me siento algo inflamada. 

Sorprendido le pregunté:

—Cómo, ¿Qué es lo que has sentido? ¿No has sentido náuseas ni ganas de vomitar? 

Ella se quedó pensativa un instante y me dijo:

—No. ¿Por qué?

 Callé por un momento y después de un largo silencio le dije:

—No... por nada.

Nos despedimos de Kiyoshi y los demás. Llegamos a casa, Fernanda se comenzó a sentir mal otra vez.

Preocupado la recosté en mi cama y le puse un trapo con agua fría en la frente y le dije que se tranquilizara porque pensé que tenía fiebre. En eso tocaron a la puerta, era mi madre y mi padre preguntándonos cómo nos fue en la fiesta, les comenté que bien;  pero también comenté que Fernanda se había puesto mal, mi madre muy preocupada me dijo:

—¿¡Y dónde está ella!?

Le dije:

—Arriba en mi cama, realmente me preocupa, no sé lo que tenga.

Mi madre subió a mi habitación y vio que la puerta estaba entre abierta y muy preocupada dijo:

—¡Hija! ¿Te encuentras bien? 

Fernanda asintió con la cabeza y dijo:

—Si tía, me encuentro bien gracias por preocuparte.

Mi madre llamó a mis tíos Martha y Mario, ellos vinieron rápidamente a mi casa a ver qué le sucedía a su hija.

Me quedé petrificado al ver la cara de mi tía Martha cuándo vio a mi prima con un trapo en la frente. 

—¡Hija! ¿Qué te pasó? ¿Te encuentras bien? —Dijo mi tía a Fernanda—, realmente cuándo vi aquella escena no pude articular ni una palabra. Mi madre observó que me puse algo tenso y me preguntó algo dudosa:

—Hijo, ¿Te encuentras bien? ¿Qué es lo que te pasa?

Balbuceando le dije a mi madre:

—No.. no... me... me pasa.. Nada. 

—¿Seguro?

—Sí mamá. Fernanda dijo que seguramente  algo que comió le hizo daño pero que se sentía mejor. 

Mi madre al escuchar eso dijo:

—Ya que Fernanda se siente mejor, vayamos todos a cenar.

Fernanda le dijo:

—Gracias tía pero no tengo hambre, prefiero quedarme acostada otro rato si no es molestia.

Mi madre riendo le dijo a mi prima que estaba bien, pero no quería que se quedará sola. 

Yo les dije:

—No se preocupen, vayan todos a cenar, yo me quedo con ella porque tampoco tengo hambre. 

Ellos se fueron a cenar, pensativo agarré mi IPod y mis auriculares y me puse a escuchar música. En eso Fernanda me llamó, me quité los auriculares y subí a ver qué quería.

Ella me dijo:

—¡Omar ven!, ¡Quédate un momento conmigo! Por favor. Acepté quedarme con ella un rato, viéndome con ésa mirada que sólo ella sabe hacer, me senté a su lado en la cama y me besó.  Por suerte mis Padres y mis Tíos no estaban en casa, le correspondí a su tierno beso y la abracé fuertemente, susurrándole  al oído un te amo. 

Ella sonrojada esbozó una sonrisa. 

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