Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

Bellota

—Al final no me has dicho nada. —me acusa Burbuja por detrás. Por lo general en las horas de almuerzo no hay clases. Es como en high school. No sabría si es una política de la universidad o es pura casualidad. —¿Con quién saliste el sábado? —me giro bruscamente enfrentándola. La adoro pero cuando quiere saber sobre mis salidas se pone intensa. Cuando se trata de vida romántica somos muy distintas; ella está con Jason desde mucho tiempo y vivirá su historia de amor verdadero, mientras que yo experimento con los hombres. Tampoco quiero ser una tía solterona solo que no he encontrado a alguien que se acople bien a mí. Muchos me han tachado de exigente pero si voy a estar con una persona que será parte de mi vida me gustaría que sea de cierta forma. Creo que no estoy pidiendo nada raro.

—Ni siquiera me acuerdo su nombre. —vale eso está mal. Le estoy mintiendo a mi amiga pero es una muy pequeña e insignificante.

—Pero te gustó. —asegura. —Dormiste todo el día por lo que apuesto lo que sea que lo que pasó te gustó.

—Oye, sé maestra y no tanto Sherlock ¿quieres? —se ríe. —Estaba cansada, nada más. Estuve en el comedor varios días por la noche y encima terminar los trabajos finales me han dejado frita. —suspira y me soba los hombros.

—¿Cómo están las cosas en el comedor? —pregunta un poco arrepentida por su afirmación.

—Saturados. En la semana voy varias veces. Faltan manos. Si puedo ayudo a Samantha con la parte administrativa pero si no estamos cocinando y repartiendo la comida. —suspiro un poco tensa. Amo trabajar en el comedor. Al principio iba muy pocas veces, pero Samantha, la directora, me ha pedido si podía ir más veces. Cada vez ingresan más personas. En parte me parte el alma pero por otro lado me nutre aportar mi grano de arena.

—¿Puedo inscribirme como voluntaria? —su pregunta me hace sonreír.

—Pero por supuestísimo. Te envío el formulario y lo completas. Si quieres vamos juntas así te presento a los demás. —ahora soy yo la que le soba los hombros, contenta.

—Genial. Déjame organizarme y te voy avisando.

—Estoy yendo martes, miércoles y viernes. Oh podríamos ir después del gimnasio.

—Sí... —me aparta la mirada. La señalo con el dedo.

—No puedes abandonarme Burbuja. Lo prometiste en el verano. —la acuso. El semestre pasado se frustró muchísimo porque no hacía nada de ejercicio. Le ofrecí que fuéramos juntas al gimnasio para motivarnos. —La semana pasada no fuiste ni un día.

—Yaaaa lo sé. Esta semana no fallaré. —le señalado de forma acusadora.

—Más te vale porque sino te buscaré y te sacaré a patadas de tu casa. —asiente.

Tomamos nuestra comida y vamos directamente a sentarnos. Hay unos sitios muy bonitos fuera de la cafetería. Tiene unas banquetas y mesas limpias perfectas para disfrutar de la última calidez del sol. Allí no es tranquilo pero sí cómodo y te ayuda a cambiar el mood. Me pedí una sándwich de atún y huevo con mayonesa. Siempre traigo conmigo una botella de agua. A pesar de vivir aquí, como residentes nativos, de vez en cuando comemos en la cafetería. No sé si por practicidad o por el gusto de la comida. No son todos los días porque al fin y cabo no es rentable. Burbuja se pidió un tipo de arroz con verduras salteadas con buena pinta.

Mientras como reviso las notas sobre mi futura entrevista con el entrenador Ortega. El otro día en el gimnasio pudimos hablar, no mucho porque es un hombre de pocas palabras. Adelantada a la futura entrevista, decidí hacer "preguntas trampa", algo que me permita obtener más información. Estoy evitando completamente las preguntas que tengan respuesta como sí o no, no me sirven. Quiero entrar en el alma de ese hombre y arrancarle su biografía y más de cuajo.

Malditos hombres de piedra.

Al terminal de almorzar, voy directo a mi clase. Me cruzo con algunas compañeras y nos ponemos al día de lo que sucedió en el fin de semana. Mary comienza a hablar sobre la fiesta de la sororidad, la misma a la que fuimos el sábado.

—Butch se me volvió a escapar de mis manos. —menciona frustrada. Como una viejita se me para el oído tratando de recibir toda la información al respecto.

—Dios mío Mary, suelta a los jugadores de hockey. —digo con verdad en mis palabras. Está obsesionada con ellos. Si fuera un hombre tendría una lista de con quiénes se acuesta. Aunque... podría ya tenerla. Le tengo cierto cariño pero su vida sexual marea y no disfrutamos de los mismos hombres.

—No puedes decir eso así de fácil. —me reprocha. Se acomoda el cabello en una media cola. —Tu hermano es un bombón, sus amigos lo son también, ¡todo el equipo son bombones explosivos! Es imposible no pensar en ellos. —volteo los ojos.

—El equipo de basquetbol tiene un plantel divino Mary Jane. —digo con honestidad bromeando con su nombre. Tuve la oportunidad de salir con uno de ellos y fue bueno.

—Quizás tengas algo de razón. —acomoda su bolso y saca su block de hojas y estuche con todos sus bolis. —Como decía, se me volvió a escapar de mis manos.

—¿Y desde cuándo tanto... ímpetu con Butch? —pregunto con cierto interés fingido. En parte no me importa y por otro lado sí.

—Desde que Aurora Kelly me ha dicho que fue el mejor sexo de su vida.

Okay, eso ya es una exageración. ¿Quién demonios tiene un ranking de quién es el mejor para el sexo? Es insignificante. ¿Es bueno Butch en la cama? Sí pero de ahí a decir que es el mejor y lo mejor de lo mejor...Sabe trucos muy buenos y cómo tratar a una mujer, pero nada más.

Algunos vagos recuerdos llegan a mi mente sobre esa noche; los besos insaciables, sus manos grandes sobre mi cuerpo y cómo me susurraba vulgaridades al oído.

—¿Se acostó con Butch? —pregunto indignada. Por qué todos los hombres tienen un fetiche con las animadoras, ni que fueran la mujer maravilla.

—Sí, pero hace unas cuantas semanas. Ahora está enganchada con un chico de otra uni. —suspira. —Era mi oportunidad y otra tía se me adelantó. —se me cierra la garganta al pensar que sabe que fui yo esa tal tía.

—Ya tendrás oportunidad. —la consuelo. —Y cuando pase deberás disfrutarlo porque el tío no repite dos veces.

Jo tienes razón.

Siendo honesta, la idea de Mary y Butch liándose no me es muy agradable.

Brick

Al terminar mi jornada estudiantil vuelvo a casa en auto. Estaciono fuera el garage ya que mamá estacionó el suyo en él. Al salir me encuentro con Teresa, nuestra vecina de toda la vida. Su sonrisa no se hace esperar apenas me ve. Supongo que es el efecto que tengo en ellas. Va de una solera blanca volada hasta sus rodillas, me llama la atención que no tenga ni una pizca de frío.

—Hola Brick. —se apoya en ellas cerco que separa nuestros patios delanteros. Saco la mochila con mis cosas de la uni.

—Hola Tes. —me acerco y le doy un beso en la mejilla. Puedo notar el brillo en sus ojos cuando la saludo. —¿Todo bien? Qué hay de nuevo.

—Mm no mucho. —se acomoda su cabello oscuro detrás de su oreja. —Iba a hacer unas compras, —la analizo unos momentos. Teresa es una hija de una familia muy rica por aquí. Digamos que tiene la vida resuelta de por vida. La única diferencia entre nosotros dos es que yo no quiero ser hijo de la familia tal, yo quiero ser importante por lo que hago. —¿no te apuntas a acompañarme verdad? —sonrío antes de rechazar amablemente.

—Lo siento pero quiero descansar antes del entrenamiento. —suspira decepcionada.

—Tú y el hockey siempre uno ¿cierto?

—Nunca mejor dicho. —nos despedimos con un beso en la mejilla.

Entro a casa por puerta de servicio. Voy a la cocina para poner la máquina de café. Me gusta tomarlo como un gusto culposo, la verdad que no lo termino de entender. Llego a mi habitación después de subir las escaleras. Dejo el bolso en los pies de la cama. Mi cuarto tiene muchos aires de nostalgia con los posters de mis jugadores favoritos y los premios que he ganado en el secundario. Me inspiran para ser el mejor, lo mejor que debe haber. Es un recordatorio constante sobre quién quiero ser y cómo lograrlo. Busco en mi armario mi bolso de entrenamiento, me fijo de que todo esté en su lugar y bien. Nunca lo dejo en el auto. A mis patines les hago mantenimiento casi diario, así que prefiero dejar mi equipamiento dentro de la casa.

Me visto un poco más cómodo y bajo para terminar de hacer mi café. Lo tomo solo; sin azúcar ni leche. Cuando lo tengo listo, entra mi madre por el umbral de la puerta. Se le hacen unos hoyuelos cuando me ve.

—¿Cómo está el mejor jugador del mundo? —me saluda cariñosamente besándome las mejillas y dándome unos mimos en el cabello. Me encanta que piense que sea el mejor.

—Todo bien reina. —la saludó dando un beso en su frente. —¿Cómo ha ido la tienda? —mi madre a pesar de venir de una familia que podría comprarse una isla y vivir de ella el resto de la vida, decidió ponerse una tienda de decoración de interiores. Algunas veces me trae más problemas que soluciones ese sitio. Está en el centro de la ciudad. Algunas piezas son muy comerciales y otras son artesanías que consigue o hace ella.

—Uy no sabes, hubo un coche al frente por lo que toda la mañana estuvo la poli y un camión de bomberos. Estaba muy preocupada.

—No oí nada por la radio. —me mira con el ceño fruncido.

—¿Cuando fue la última vez que escuchaste la radio?

—Hace tres semanas. —sonrío cómplice. No escucho nunca la radio pero me sentía culpable si no mencionaba algo al respecto.

—Lo pudieron solucionar por suerte. Por eso también he llagado un poco tarde. —toma la jarra donde dejé el café. Se sirve en una taza y le agrega leche de almendras que toma de la heladera. —En un rato debo volver. —le da un sorbo. —Ah por cierto, llamó tu abuelo. Te quería felicitar por tu partido del sábado. Dice que lo vio por la tele. —se me hincha el pecho de orgullo al escuchar eso. Mi abuelo es mi ídolo de la familia. Sin embargo el partido no fue el mejor, pero la próxima lo será.

—Lo llamaré en la noche. —me da un beso en la mejilla.

—¿Y tú hermana? —elevo los hombros. No tengo ni idea de dónde está Bellota. Por lo general le hago idas y vueltas a la facu. Hoy no fue el caso. Ha estado rara desde el domingo. Llegó tarde y durmió todo el día. Me dan náuseas de repente al pensar que tuvo una sesión de sexo.

—Por ahí, ha de estar con cosas de la carrera. —digo sin importancia. Ayer habló con Ortega mi entrenador, supongo que se quedó por eso. No sé muy bien cómo es la movida de las entrevistas. Me hago un pequeño moño con mitad de mi cabello. Tomo mi móvil mientras bebo mi café. Chequeo mis mensajes. Tengo un mal hábito de no usarlo por la mañana. Como me despierto y salgo a correr solo lo uso para escuchar música. Dejo bruscamente la taza mientras veo un mensaje en Instagram de Bombón. Lo abro y lo leo. Me lo ha enviado ayer. Joder.

Yo: ey! todo bn x aquí y tu?

Me pienso antes de volver a escribir el siguiente mensaje. Me da pena no haberlo visto antes. Por unos momentos me distraigo cuando veo su foto de perfil. Su rostro está apoyado sobre una mano con una bonita manicura. Lleva unos lentes de sol de los noventas sobre su cabeza. Su cabello lacio y rojo cae por los lados de su rostro. Tiene una expresión chistosa con los labios levemente fruncidos pero carnosos aún. Se nota un lindo maquillaje pero no cubre sus preciosas pecas. Es casi como una muñeca.

«Una muñeca que le comiste todo el coño» me recuerda mi mente. Me muerdo el labio inferior. Aún puedo recordar sus gemidos como melodía en loop. Sus manos sobre mi cabello y lo mojada que estaba... Dios mío. Me pongo de pensarlo.

Ella: holaa todo bien.

Leo el mensaje pero antes de contestar recibo otro.

Ella: ya estaba pensando q nunca me ibas a contestar mister popular

Me río ante su apodo.

Yo: lo siento princess tengo una agenda ocupada

Ella: ah si? bueno con quién tengo q hablar para q te hagas un espacio para mi?

Yo: creo q puedo solucionarlo.

Antes me propongo en enviarle solicitud de amistad. Si todas sus fotos son como las de su perfil estoy en un problema con esta preciosura.

Yo: te parece repetir lo del sábado?

Burbuja

Las puertas corredizas se abren cuando me pongo al frente. La brisa de la tarde me recorre el cuerpo transpirado. Seguí la rutina de Bellota y siento que no tengo piernas. Es más me siguen temblando. Mi termo celeste lo tuve que cargar tres veces, TRES VECES. Creo que no podré volver a hacer pierna esta semana.

Cuando apenas doy unos pasos, unos niños con palos de hockey me llevan por delante.

—Lo siento. —se disculpan rápidamente. Salen corriendo hacia el campo de hockey sobre hielo. No sabía que había equipo de menores y menos de la facultad. Me quedo pasmada unos momentos. Me viene la conversación que tuve el domingo con mis padres. ¿Y si no obtengo el cupo? No quiero perder la oportunidad de tener prácticas desde el principio. Quizás puedo consultar sobre esos niños que acabo de ver, quizás puedo ser asistente de ese equipo, quizás sí tengo una alternativa.

Mis piernas se mueven solas hacia el campo. Las luces se ven prendidas de afuera. Empujo la puerta para ingresar al campo. El pasillo a la pista se me hace eterno. Cuando veo a los niños en patines lleno y viniendo se me abre el pecho de alegría. Se escuchan los patines rozando y chocando con el hielo con gran velocidad. Se me viene la imagen de Brick de pequeño con ese cabello rebelde sobre el hielo. Se me desbloquean recuerdos nostálgicos al respecto. Sonrío al pensar en lo rápido que ha pasado el tiempo.

Sin darme cuenta me quedo unos segundos admirando a los niños. Salgo de ese trance cuando la voz del profesor les menciona que cambiarán el ejercicio. Observo y es el mismísimo Boomer, el compañero de equipo de Brick. A diferencia de los partidos, no lleva puesto su kit ni la camiseta. Solo está sobre patines. Su cabello resalta más, es de un rubio desteñido, como si hubiera estado en el mar. Su espalda es tan grande que me tapa a varios de los niños.

Cuando termina de explicar el ejercicio, hace una pequeña demostración. Recién lo interrumpo cuando los chiquillos están en el ruedo.

—No sabía que había un equipo de infantil de hockey, y menos que fueras el entrenador. —menciono. Se da vuelta y una expresión extraña arrasa su rostro. Luego vuelve a lo que supongo es la normalidad de él. Me sonríe, con una de esas sonrisas que no sabes si son amistosas o coquetas. Espero que sea la primera.

—Burbuja, —sale de la pista y su tamaño en patines es impresionante. Me saca más de dos cabezas. —¿cómo estás? —me da un abrazo rápido. Observo sus manos temblando y rojas por el frío.

—Bien, muy bien de hecho. ¿Y tú?

—Bueno ya lo puedes ver. Entrenando a las futuras generaciones. —extiende sus brazos orgullosos. —¿Qué onda?, ¿qué te trae por aquí? —lo noto un poco tenso cuando me hace esa pregunta.

—En realidad quería saber por qué había niños vestidos como jugadores de hockey. Me encontré a algunos fuera del gimnasio y me llamó la atención. —se acerca a mí dando un paso.

—Creo que no es muy pedagógico el término «como jugadores». Ya lo son. —bromea. Le sigo el chiste y me río. Nunca pensé que alguien como él usaría términos como «pedagógico».

—Tienes razón. Mala mía. —vuelve a su posición anterior. —¿Cómo es todo este asunto?

—Digamos que es relativamente nuevo. Los entrenó hace un año. —los observa hacer los ejercicios que les pidió. —Es un programa de la universidad que trabaja con niños de la escuela Brimmer and May. Los niños que desean practicar un deporte lo hacen de forma gratuita pero con alguien no tan profesional como los alumnos.

—Puff, ¿es un decir cierto? Si juegas increíble, eres casi un profesional. —sus ojos  azules se iluminan ante mi cumplido y yo me avergüenzo un poco. Pero no estoy mintiendo. Están a un paso de la liga profesional.

—Gracias. —me sonríe nuevamente y esa sensación de incertidumbre ante su sonrisa me vuelve a atacar. —Los alumnos se postulan como voluntarios y listo. Pequeños felices.

—¿Es así de fácil?

—No, pero no es mucho papeleo. —se da media vuelta unos segundos antes de volver a la conversación. —¿por qué?, ¿te interesa?

—Sí pero creo que necesito por lo menos experiencia en el deporte, y eso no es algo que tenga. —me encantaría estar en este programa pero si es únicamente con deportes estoy al horno. No creo que sirva.

—Esa la tengo yo, tú podrías ser la asistente del entrenador. —se cruza de brazos sin seguridad.

—¿Si? ¿Se puede hacer eso?

—Claro, algunas veces necesito ayuda con ellos y qué mejor que una estudiante de maestra ¿cierto? —sonrío ante su afirmación. Esto es absolutamente genial. —Luego oficializamos todo el asunto pero primero te presento a los niños. —tira de mi mano y me lleva a la pista. Me fallan las piernas cuando cambiamos de superficie pero Boomer me sostiene de la cintura y de la mano izquierda. Me sonríe y no dice nada sobre mi torpeza. —¡Leones! Tengo un aviso muy importante. Reúnanse. —las pequeñas cabecitas se reúnen al medio rápidamente. Sus ojitos me miran como si fuera una tendencia nueva. —Les presento a la nueva asistente del entrenador; Burbuja Melton.

—Hola. —les digo sin timidez. Cuando se trata de ellos no hay nada que me avergüenza. —A partir de ahora los ayudaré con los entrenamientos. —algunos se quedan callados pero otros se presentan y hablan de lo mucho que les gusta el hockey. Cuando termina mi presentación, vuelven a su entrenamiento esta vez dividiéndose en equipos para hacer un mini partido. —Gracias Boomer, acabas de hacerme el mejor de los favores. —sus manos no están en mi hace un tiempo pero aún puedo sentir el calor de ellas.

—Me alegro entonces. —sus ojos me analizan sintiendo que me penetran el alma, como si fuera un libro abierto para él.

—Te debo una. —le digo rompiendo ese extraño trance que estábamos teniendo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro