Capítulo 3
Butch
—¡Just dance! ¡Gonna be okay! —canta Boomer intentando pegarle a las letras mientras levanta cuarenta kilos de bíceps. Es parte de su rutina de gimnasio, o bueno ahora la de todos. No hay día que no le escuchemos cantar. Al principio bromeamos con eso pero nunca le afectó así que dejamos de hacerlo. Ahora solo nos contentamos con oírlo desentonar.
—Ayúdame en la barra. —le pido a Brick, en parte para alejarme del gato maullador. Me acuesto en el asiento de la máquina esperando que mi amigo suelte la barra para empezar con el ejercicio. Algo que me gusta mucho de esta uni es su gimnasio. Es una puta pasada. Tiene todo lo que necesito y abierto casi las catorce horas.
—Tres. —empieza contando el pelirrojo. La tensión se acumula en mi pecho y siento como aplico fuerza con mis brazos. Resoplo y me ventilo lo mejor que puedo para cumplir con las repeticiones necesarias. Al hacerlo Brick toma la barra y la deja en su soporte. Me levanto rápido provocando un leve mareo. La típica imagen de destellos aparece. —Me toca. —dice con ánimos. Hace lo mismo que yo antes que le suelte la barra. Cuando lo hago me distraigo por el sonido de las puertas automáticas abriéndose. Su cabello negro se mueve fugazmente hacia nosotros. Lleva short de ciclista y un abrigo encima oscuro y con estampado raro. Su mirada está fija en mí y en su hermano haciendo las repeticiones.
—¡Bellota!, ¿qué tal? —pregunta Boomer gritando con los auriculares puestos. Bellota se pone de puntas y se los quita de un movimiento.
—¡No tienes qué gritar, ¿sabes?! —le reclama cerca de su oído aturdiéndolo.
—Ya, tú puedes y yo no. —le reprocha.
—Estaba mostrando un punto tonto. —mi amigo se muerde el labio inferior y alza la mirada como si estuviera molesto. —Hola Butch. —me saluda como si nunca hubiese pasado una noche conmigo. Vaya qué sabe mentir. No se le mueve un pelo.
—Aquí vamos.
—Bro ¿vas a casa hoy? —pregunta con su bolso colgando de su hombro.
—No sé. Tengo una cita. —Boomer le palmea los hombros mientras aun está acostado en la maquina de press banca.
—Esa campeón. ¿Quién es la afortunada? —salta Boomer tratando de sacar más información.
—Una cita con la biblioteca. —lo mira serio.
—¿A caso ya tienes que estudiar? Los exámenes son en noviembre tío.
—Pero mis redacciones no pueden esperar. ¿A caso quieren que me bajen del equipo por mis notas? —con el rubio nos reímos.
—Que estudias literatura, no medicina con un pos grado en ingeniería molecular. —aporto un poco contrariado. Estaba seguro que había elegido esa carrera por lo fácil qué es.
—Sí pero me interesa. —se levanta. —No soy como otros imbeciles que solo lo hacen por sencillo. —Boomer se aguanta la risa, se refiere a Jason. —Cómo sea, estaré allí y volveré para cenar. Guárdenme comida.
—Sino te comerás toda la alacena lo sé. —repite su hermana volteando los ojos.
—¿Qué sucede aquí? —nos interrumpe Peter Ortega, nuestro entrenador. Se nos pone la espalda recta como un palo. Debajo de toda esa ropa holgada hay músculos que tranquilamente nos puede patear el trasero. —No los veo haciendo ejercicios.
—Entrenador justo con usted quería hablar. —lo guía hacia un lugar más tranquilo.
—Nos ha salvando de una. —menciona Boomer.
—Espero que no nos la cobre. —dice Brick transpirado. Me aguanto la risa. Me gustaría ver cómo cobra el favor.
—Ayúdame. —vuelvo a pedir el favor al pelirrojo. Me acuesto dispuesto a levantar esos ochenta kilos.
—¡P-poker face! —empieza cantando de nuevo Boomer. El día que este rubio se calle será un milagro o está en problemas grandes.
—Madre mía aúlla como un gato. —me quejo en voz baja. Termino y de los vestuarios sale Bellota sin ese abrigo holgado. Lleva un top ajustado que deja a más de uno en con la boca abierta, incluyéndome. Se va a las máquinas de pierna. Mueve discos de un lado a otro dispuesta a entrenar. No suelo distraerme cuando entreno pero es casi imposible no hacerlo cuando está ella aquí. La única excepción es Brick. Se pone unos cascos y empieza a hacer sus ejercicios.
Me dejo de torturar y me concentro en las series. Me doy un pequeño recordatorio que las mujeres son infieles por naturaleza y que no vale la pena ni pensar en ellas. Todas son iguales y sin excepción.
Bombón
Pongo play una vez Isa llega al sillón con unos tacos y su salsa secreta. Me babeo al ver la comida. Dios te agradezco por tener a esta compañera de dormi.
—¿Por dónde nos quedamos? —pregunta una vez su culo se apoya en los almohadones del sillón. Atraigo la mesa ratona para dejar la comida.
—En cómo empezó su racha de asesinatos. —la voz de la narradora comienza de nuevo explicando el primer crimen.
Desde adolescente me interesan los casos de asesinos seriales, es mi puta adición. Lo único que es predecible en ellos son sus infancias abusivas pero lo demás cambia demasiado que nunca sé realmente qué esperar. Al principio Isabella no quería saber nada, menos mal que soy convincente. De vez en cuando vemos un documental de este tipo de psicópatas y comemos algo.
Otra de mis adiciones es la comida latina. Y gracias a Dios me tocó una compañera descendiente de latinos y que le encanta cocinar. Lamentablemente no puedo decir que desde chica me gustaba esta comida. Solo cuando mi padre se juntó con mi madrastra empecé en esta travesía.
Y agradezco tanto a la vida por la aparición de Mia. Es la mejor de todas. Es una pena que no sea mi madre biológica, sería precioso que nos uniera la sangre. Ella apareció en el peor momento de la vida de mi padre y mía. Nos ayudó a recuperarnos sin la necesidad de empezar de nuevo. Harper, mi progenitora, nos abandonó cuando mi papá entró en la bancarrota. Yo era pequeña pero recuerdo todos los detalles como si fuera ayer. Desde ese día ella está muerta para mí y mejor que mi se aparezca.
Hundo el taco en la salsa de color verde y el orgasmo gastronómico se expande por toda mi boca. Es absolutamente delicioso, no tanto como las empanadas de carne pero delicioso.
Nos entretenemos comentando el caso mientras pensamos en cómo es posible que los vecinos no se dieran cuenta del dolor nauseabundo.
—¿Crees que nosotras nos daríamos cuenta? —me pregunta en un momento de delirio. Lo pienso mientras termino de masticar la porción de comida. Me limpio los labios con una servilleta descartable.
—Sí, estamos entrenadas. Sabemos las señales. —y no lo digo por alardear. No sobreviviríamos a un Apocalipsis zombie pero si sabríamos cuando nuestro vecino es un asesino.
—¿Has olido a un cadaver alguna vez?
—Eh no, pero no debe ser diferente al de un huevo podrido.
—¿Has olido un huevo podrido?
—No...
—¿Deberíamos hacerlo?
—Claramente hay que hacerlo. —digo dispuesta a hacerlo. Es mejor tener una idea a no tenerla. ¡Podríamos salvar vidas! Estamos en el país con mayor tasas de asesinos seriales.
—Elegiré el huevo. —asiento. Es una idea loca pero funcionará. Ya me veo en las noticias llamándonos heroínas por descubrir al asesino porque había olor a huevo podrido.
Me distraigo dos segundos cuando recibo un notificación de sms de mi mejor amiga
Madisson: Alguna noticia del súper hombre mister orgasmos femeninos?
Yo: No...
Y es una puta mierda. No he tenido noticias de él en todo el día... bueno tarde. Ni un mensaje ni solicitud de amistad en Instagram. Ni siquiera Bellota me ha escrito. Es un tío y entiendo que no quiera hablar ciertas cosas, pero son hermanos deben hablar de con quienes se lían. Bellota es mi amiga por ende me diría algo al respecto pero no lo ha hecho por lo que sospecho que no ha dicho nada. Eso me baja el libido un montón. Cuando un hombre no comenta de sus aventuras sexuales es porque no ha sido lo suficientemente loco o porque fue una mierda.
Me llevo el dedo gordo a la boca. No estoy dramatizando. Traté de no pensar en esto en todo el día. Tal vez me olía la cuca pero estaba bañada y muy limpia. O quizás quería hacer algo muy loco y no le di la oportunidad. Ay, qué desesperante. Me imagino escenarios peores cada vez.
Madisson: le has escrito?
Yo: tas loca? Obvio no
Madisson: entonces no tendrás pene de tu príncipe azul.
Yo: si fuera un príncipe buscaría a su princesa....
Madisson: bienvenida al siglo 21 princess
Suspiro frustrada. Me es incómodo ir detrás de los hombres. Por lo general me gusta que ellos tengan la iniciativa. Los hace tan masculinos, tan varoniles. ¿Es mucho pedir un hombre con seguridad e iniciación?
Madisson: escríbele, eso pone a los tíos
Yo: parece desesperada
Madisson: lo estás cari
Resoplo. Me tomo un tiempo para meditar. El documental pasa a segundo plano, cosa que nunca me pasa. Busco su nombre en la barra. Me sé de memoria su usuario y obviamente le sigo. Respiro tranquilizando a mi corazón. Madi tiene razón. Estoy desesperada. No tengo mucho que perder. Dudo veinte veces qué escribirle. Al terminar de hacerlo le doy al botón enviar.
Yo: hola! cómo estás?
Boomer
Los lunes podrían ser catalogados como tediosos y horribles. Pero este fin de semana ganamos y me he despertado temprano. Ya la mañana ha sido un ganar ganar para este chico. ¿Lo mejor de todo? Me he podido bañar con tiempo y tranquilidad. Tengo una estúpida regla mental en la cual si o si me debo bañar por la mañana y antes de hacer cualquier cosa. Es como mi hábito obsesivo. No me molesta y menos cuando el día es tan perfecto como hoy. Bajo las escaleras y puedo escuchar la música clásica de Butch. Cuando cocina siempre escucha ese género y lo peor de todo es que ni siquiera ¡canta! Si fuera él, independientemente de si hay un cantante o no, tararearía como pudiera.
—Huele delicioso. —le halago. En la mesada se encuentran dos batidos proteicos. Butch los deja listos para la tarde antes de ir a entrenar. Las bebidas frías siempre saben mejor.
—Tortillas con huevo espinaca y bifes. —este chico sabe cómo enamorar a alguien con la comida.
—¿Te puedo pedir matrimonio? —digo en chiste pero su ceño se frunce y su actitud se vuelve lejana. Toqué sin querer su fibra sensible. —Perdona, se me ha escapado. —me hace una pequeña seña con la mano antes de poder comer. Comemos tranquilos y luego lavo los platos. Aunque venga de una familia cagada en millones, no se me arruga el culo por hacer cosas de la casa.
—Oh cierto, me olvidé de avisarte.
—¿Qué pasó? —pregunto mientras tomo las llaves de mi coche.
—La residencia de Michael ha tenido un incidente con el gas. Han pedido que se reacomoden hasta que solucionen el problema.
—Pobre, qué puta mierda encima en último año.
—Ajá. Le he dicho que está invitado si no tiene otro lugar donde quedarse.
—Uai, tendremos al capi bajo el mismo techo. —le saco una pequeña mueca con ese comentario. Desbloqueo mi Jeep. Abrimos las puertas y arranco el coche. Gracias a que somos deportistas, la uni nos ha podido acomodar los horarios para tener entrenamientos por la tarde o clases extras. Eso es genuinamente una pasada. Sería un embrollo estar preocupados por qué clases tomar según horarios y cómo hacerlo rendir con Ortega.
Estaciono y espero que Butch se baje para ponerle la alarma al auto. Tiene muchas ventajas vivir, estudiar la misma carrera y hacer el mismo deporte; nos hizo hermanos de por vida. Eso me gusta creer, Butch tranquilamente me podría mandar a la mierda en cualquier día. Pero es un buen chico y no lo haría.
—¿Qué harás con la tía de ayer? —me pregunta mientras caminamos hacia la facultad de exactas.
—Espero que nunca se me cruce en el camino. Ha sido horrible en serio. —voy a admitir que se me van mucho los tragos y más cuando hay algo que celebrar pero nunca de los nunca me olvido que he hecho esa noche. Y menos me quedo a dormir con la tía en cuestión. Son dos cosas que no se pueden relacionar con mi persona.
—Hazme caso. Denúnciala.
—Es una mujer. Mi denuncia les haría gracia a los poli. —lamentablemente no tengo pruebas como para acusarla. Lo mejor que puedo hacer es no encontrarme con ella y listo. —No es el fin del mundo pero madre mía que fue horrible no saber qué es lo que me ha pasado.
Esperamos obedientemente en los pupitres al profesor. Cuando pasa Britney la saludamos. No ha salvado algunos apuntes y digamos que ha tenido su buena recompensa. El profe apenas llega menciona los temas para los siguientes exámenes. Da una especificación de qué temas debemos tener en cuenta y la bibliografía en cuestión. Nos muestra algunos podcast de temas interesantes a tener en cuenta y qué pensamos al respecto. Nos da ejemplos prácticos que aplicamos con la teoría.
En la pausa entre clases tomamos un café y yo aprovecho para ir al baño. Al intentar entrar me llevo puesto a una tía muy mona; cabello oscuro y ojos verdes. Su rostro me suena de algún sitio.
—Perdona, me he equivocado. —se disculpa con una sonrisa pícara. Sin embargo no va al baño de mujeres luego.
Al entrar me encuentro con otro rostro conocido: Jason. Se lava las manos con rapidez. Arqueo la ceja. Él no estudia aquí, ¿acaso vino a ver a Burbuja y metérsela a la morenita de recién? Es inmoral por decir lo menos.
—Ey, qué tal. —me saluda. Le sonrío apenas. No se ha dado cuenta que lo he pillado in fragantii.
—Ya sabes estudiando. —respondo con amabilidad. —¿Viniste por Burbuja cierto?
—Sí, ya sabes no puedo estar sin ella. —oh claro que entiendo. Burbuja estudia educación dudo mucho que se encuentre en el edificio de exactas. Vaya gillipollas. —Nos vemos tío.
—Adiós. —solo quería orinar y ahora tengo un dilema moral en el que no me quiero meter.
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Los extrañé muchos bbs <3
Espero y disfruten de este capítulo
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