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4. Salvado por el Enemigo

Licántropos y Elfos siempre han estado en enemistad, por siglos se han mantenido alejados gracias a las leyes que el consejo ha regido todo este tiempo. Incluso desde milenios atrás, El concilio de los ocultos nos han mantenido en armonía y protegidos de los humanos.

Sin embargo, jamás pude olvidar aquel día, a mitad de reunión del consejo fuimos emboscados por un grupo de soldados humanos. Tomados por sorpresa, muchos perecieron o fueron capturados cayendo bajo las garras de los llamados científicos.

Ese día iba a morir, estaba acorralado y era solo un cachorro en entrenamiento. No tenía la fuerza necesaria para defenderme, estaba desarmado y herido. Fue ahí cuando él apareció.

Aquel elfo de cabellera platinada y ojos grises cristalinos salvó mi vida, y lo odie por eso. ¿Por qué el ser más despreciable de este asqueroso planeta haría eso? Éramos enemigos por naturaleza, pero me curó y cuidó el resto de la noche hasta pasar todo el desastre.

Jamás conté aquello porque me sentía sucio, un perdedor, débil y desechable, salvado por el enemigo.

Hoy, casi quince años después y finalizando una nueva reunión, en el palacio subterráneo bajo la enorme montaña de hielo, lo volví a ver. La misma sedosa cabellera, los mismos ojos brillantes y esa misma estúpida sonrisa ladeada.

Su mirada inquieta me buscaba entre el gentío, sonriendo cuando nuestras miradas se conectaban y llenándome aún más de rabia.

—Me alegra que sigas con vida —dijo casi en un susurro.

—Se hace lo que se puede —contesté con fingida indiferencia.

—Tranquilo, cachorro —murmuró aún más cerca de mi oído—, no muerdo.

Una extraña corriente recorrió mi cuerpo cuando su mano acarició mi hombro, y su aliento cálido rosó mi oído.

—No me llames así —gruñí, tratando de aparentar molestia.

—Esta bien, lobito —se burló, alejándose de mi lado hacia el oscuro pasillo tras nosotros— ¿Por qué mejor no...?

Y desapareció en la oscuridad, su mirada penetrante y el tono de voz me atraían. No debía hacerlo, estar en la reunión era importante si quería ser un buen líder para la manada.

Aún en contra de todo ello, lo seguí. Caminé siguiendo su aroma, como flores de jazmín en un campo de brisa fresca, el mismo que jamás pude quitar de mi memoria.

—¿Perdido, lobito? —su voz ronca tan cerca de mi oído me sobresaltó.

Ni con todos mis reflejos pude sentirlo venir, haciéndome trastabillar y acelerar mi corazón.

—Hazlo de nuevo y te juro que...

—¿Qué? —me retó a solo milímetros de mi rostro— ¿Me golpearás con esos brazos fuertes y musculosos?

—Ganas no me faltan —repliqué, ocultando el temblor de mis manos.

—Esa es la fiereza que me encanta, lobito —ronroneó para luego alejarse con su tonta sonrisa ladeada.

—Eres un...

Me lancé lleno de rabia, no podía permitir que se aprovechará de mi de esa manera, ni mucho menos dejarme manipular por alguien de su raza. Somos enemigos, nada más que eso.

Sin embargo, me sorprendió al esquivar con facilidad mi puño, tomando mi mano y doblándola en mi espalda aprisionándome contra el frío muro.

—¿No estás concentrado, lobito? —hablaba en mi oído, calentando mi oreja con su aliento— El gran y poderoso Magnus, futuro alfa del clan Fareth. Eres famoso en mis tierras, ¿Sabes?

—¡Suéltame!

—¿Por qué? Se que te gusta esto, que te gusto tanto como tú a mí —rosaba sus labios en mi hombro y subiendo, mientras que su mano libre se aventuraba por mi abdomen—. Créeme, no he podido dejar de observarte y pensarte. Y tu tampoco, no puedes mentirme, puedo sentir como te estremeces.

Con un suave y cálido beso en el cuello, alteró todo mi sistema nervioso. El corazón estaba por estallarme, mi lobo interno quería salir y dominar la situación, pero algo me impedía hacerlo. Tal vez el suave rose de sus dedos en mi piel, recorriendo mi pecho o la dureza de su cuerpo pegado a mi espalda.

Aun así, un alfa no podía dejarse someter y yo no sería la excepción. Aproveché su distracción para lanzarlo al suelo, subiéndome a él y agarrando sus manos por encima de la cabeza inmovilizándolo.

—Espero hayas disfrutado tu momento, porque jamás volverás a someterme, ¿entendido? —gruñí a centímetros de su rostro— Soy un alfa, y como tal soy quien debe dominar.

—¿No te has dado cuenta de algo bastante interesante? —indagó divertido, viendo la confusión en mi rostro— No te has negado a mí, y tus pupilas están tan dilatadas que tus ojos son casi negros... ¿Sabes que significa?

—No es relevante —contesté un poco agitado.

—Claro que lo es y te ves tan sexy, tu olor se hace más intenso y delicioso...

—Cállate —exigí, sintiendo abrumado por una oleada casi incontrolable de sentimientos.

—No lo reprimas, me deseas aunque trates de aparentar lo contrario, lobito...

—Cierra la boca —gruñí con más fuerza.

—Ciérramela tú.

Y con un rápido movimiento, dirigí mis labios a los de él sorprendiéndome yo mismo de mis propias acciones, pero sin arrepentirme de ello. La textura y sabor de su boca despertó esa llama que mi lobo interno había exigido por meses, lo sentí aullar de excitación y placer con solo un beso.

Sus manos se enredaron en mi cabello, bajando a mi espalda y rasguñando suavemente mi piel. Mientras, mi boca buscaba con desesperación morder y marcar su cuello. No podía evitarlo, quería que fuese solo mío y de nadie más.

Sin embargo, resonaron fuertes pisadas acercándose y en contados segundos, varios hombres se encontraban frente a nosotros. Mi padre y el suyo nos encontraron conversando, como si nada hubiese pasado.

—Ya es hora de irnos, Neleb —exigió su padre sin quitar su mirada escrutadora de mí.

—Magnus —dijo mi padre.

Asentimos, siguiendo los pasos de nuestros padres en direcciones opuestas. Una última mirada hacia atrás verificó que nada fue mi imaginación, con su perfecta sonrisa ladeada y un guiño de ojo, la promesa de vernos estaba implícita.

Si seré el líder, no estaría mal iniciar una nueva alianza.

Este...

Advertencias tardías, este relato es un poco medio picante asi que...

Sigue siendo apto para todo publico, cualquier interpretación es cosa suya

Muajajajajaja

Digo, amen!

Los quiero.

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