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Capítulo 9: Acuario & Escorpio

Tanto el caballero dorado de Capricornio, y de Acuario siguieron conversando temas triviales como solían hacerlo desde niños. Ambos habían sido mejores amigos desde que el pequeño francés apareció por primera vez en el santuario.
Con los constantes insultos por parte del futuro caballero de Escorpio, Shura le dio algo de curiosidad el niño de largos cabellos, pues a parte de Afrodita, y de Saga, eran los únicos. La seriedad y la neutralidad que tenía era muy extraña para ser un niño de apenas siete años, aunque aveces soltaba el llanto con las maldades que le hacía Milo.

Poco a poco, se fue acercando al acuariano hasta que ganó su confianza del todo. A decir verdad sus carácteres eran muy parecidos, no le fue muy difícil hacerse su amigo ya que, aunque le llevara tres años de más, podían compartir muchas cosas juntos. Hasta el día de hoy, su amistad no había cambiado en nada.

El español le invitó a pasar lo que restaba del día en su templo, películas y palomitas serían los testigos, no tenían absolutamente nada que hacer, Athena había decidido salir con los santos de bronce cerca del pueblo, así lograba que los chiquillos conocieran algo de Grecia, y eso significaría que no estaría en la recámara del patriarca por bastante tiempo, no tenían órdenes que acatar, así que quiso matar el tiempo con algo divertido, las luchas no aplicaban.

Aunque la oferta sonara tentadora para Camus, se negó. Tenía que limpiar el templo y alguno que otro libro por ahí que estuviera fuera del lugar, la idea la dejó para la tarde.

Como no sabía ni por dónde comenzar, decidió limpiar la armadura de Acuario primero, aunque no fuese necesario siempre lo hizo, aveces tenían polvo del coliseo, porqué de vez en cuando, luchaban entre ellos. La limpió con un paño húmedo y alcohol para quitarle cualquier suciedad. Tomó lo que era la diadema de la parte de arriba, la que su sujetaba su cabello, y la contempló.

Aveces se preguntaba cómo había sido el antecesor de él, si era completamente contrario a su personalidad. Si había sido rebelde, fiestero, impulsivo, maleducado, o tal vez muy reservado, neutral y callado. Una vez había encontrado su diario en uno de los rincones de la biblioteca, se dispuso a leerlo, pero Shura lo interrumpió en ese momento y cuando lo fue a buscar ya no recordaba dónde lo había dejado. Y como no llamó mucho su atención, tampoco se preocupó en buscarlo.

Ahora solo se golpeaba mentalmente por no recordar donde estaba el diario. Deseaba tenerlo en sus manos. ¿Y si le preguntaba a Shion? Él había estado en el siglo XVIII como para saber lo suficiente del antiguo caballero de Acuario.

Negó con la cabeza, mejor lo dejaría para después, lo importante en esos momentos era limpiar y sacudir.

Terminó con su armadura, y amarró su cabello en una cola alta, así evitaba que éste se paseara por su rostro.

Empezó por los muebles más cercanos, como la televisión y los sillones.

—Ni creas que te quedarás ahí sin hacer nada.

Camus tomó el control de la TeVé, y lo apagó, mientras se colocaba delante del televisor con los brazos cruzados, evitando que Milo pudiera encenderlo de nuevo.

—¡Hey, qué te pasa! Acaso no estás viendo que yo la tenía encendida.— refunfuñó con molestia.

—No dejaré que mientras yo limpio mi templo, tú no estés haciendo absolutamente nada. Así que muévete.— le ordenó.

—¡JA!— burló— Ni lo sueñes, este es tu templo, ¿Acaso ya olvidaste lo que me dijiste anoche? Yo jamás podría ensuciarlo.— sonrió malicioso— Además, siempre lo has limpiado solo, no entiendo en qué puede afectar mi presencia en tus labores propios.

—Aunque no lo creas...—fue interrumpido.

—Escucha, Athena nunca habló de tener que limpiar un templo ajeno— se levantó y colocó el dedo índice en su pecho— Así que, qué te parece si lo limpias solito mientras yo veo como lo haces.— le dedicó una sonrisa falsa— Ah por cierto, te faltó aquí.

Milo tomó el paquete de galletas que anteriormente estaba comiendo, y tiró los sobros que habían quedado al fondo, en el piso.

Camus lo miró profundamente queriendo lanzarle un golpe por ser un idiota, pero se contuvo mientras contaba hasta diez, cerró sus ojos para reprimir las inmensas ganas que tenía de romperle un brazo. Cuando se calmó un poco, recogió la bolsa sin decir nada, la arrugó entre sus manos y salió.

Milo debía admitir que amaba cabrearlo, nunca se había dado cuenta de ello, pues siempre estaba ocupado en odiarlo o insultarlo, pero ahora que tenían que compartir templo obligatoriamente, se daba cuenta que el aguamarina era muy fácil de molestar. Y tenía que sacar provecho de eso, ¿Por qué? Lo odiaba y ya, si ahora le llegaban a preguntar cuál era su hobbie favorita, claramente diría que era hacer enojar a Camus.

Mientras que el moreno reía, el acuario entró a su habitación con ganas de matar a un cierto escorpión, podía ponerle Raid o Baygon en lugar de sus perfumes, cualquier insecticida que matara más rápido a los bichos y alacranes. Pero no podía, su paciencia, así como su tiempo cada vez iban más profundo del mar.

-¹C'est un idiot! Ça a toujours été! ²Pourquoi ne peux-tu pas t'occuper d'autres choses! ³S'il n'y avait pas Athéna, je l'aurais laissé dans un cercueil de glace!— Camus renegaba en su lengua materna, el francés. Siempre lo hacía cuando algo le molestaba de sobremanera y no podía controlar sus impulsos, tampoco se tomaba la molestia de hacerlo pero en griego.

¹¡Es un idiota! ¡Siempre lo ha sido!

²¡Por qué no se puede ocupar de otras cosas!

³¡Si no fuera por Athena, ya lo habría dejado en un ataúd de hielo!

Con enojo golpeó el armario donde mantenía su ropa casual, dándose cuenta que había caído una libreta desde arriba.

Era un libro, o lo que parecía un diario. La tapa era de cuero duro color café terroso, las hojas estaba amarradas con lo qué parecía un alambre, y su interior estaba algo rasgado. Más bien tenía la apariencia de un libro de hechizos.

Lo tomó entre sus manos y lo abrió en una página cualquiera, para después comenzar a leer.

7 de septiembre, 1820.

Mi maestro dijo una vez: "Te acostumbrarás a sus cuidados, y estarás preparado para cualquier problema que él tenga"
Pero sigo asustándome cuando la fiebre vuelve a él de nuevo, su corazón en llamas me provoca miedo, y ni hablar de su estado. No me gusta la mueca de dolor que hace cuando empieza su calvario, evita mirarme a los ojos porque sabe que soy muy sensible. Y hasta en los peores momentos como esos, trata de sonreír, y hacerme sentir que todo está bien.
¡Pero sé que no es así! Él puede morir en cualquier momento, lo sabe, y lo único que hace es jugar con su vida como si no le importara.
Lo admito, Dégel de Acuario se preocupa por un tonto.

Su caligrafía era casi perfecta, la letras estaban grabadas en tinta negra y las páginas tenían un color amarillento, indicando que las hojas eran bastante antiguas. Por fin, agradecía a los dioses por escuchar su plegaria, y haber encontrado el diario de lo qué, al parecer leía, era su antecesor. Enarcó una ceja por tan peculiar confesión, no tenía idea de qué se podría tratar. Nuevamente buscó una página x, y leyó.

9 de mayo, 1821

Me siento algo extraño en mantener una relación con alguien, no estoy acostumbrado a estar tanto tiempo con una persona. Pero con él es diferente, se metió a mi vida sin permiso, sin preguntarme, se adueñó de mis pensamientos en tan solo meses, su sonrisa me cautivó, su rebeldía me lleva al extremo.
No éramos compatibles, solíamos discutir por cualquier cosa, era un imprudente, impulsivo y tonto. Amaba meterse en problemas e involucrarme a mí, le gustaban los retos, probarse a sí mismo y llegar a otro nivel... Si alguien definiera nuestra relación, sin duda sería el frío y el calor juntos.
Kardia... Un hombre increíblemente tosco y vulgar, pero que tomó mi corazón como su prisionero. Y ahora, me tiene en sus manos.

Camus lo comprendió, su antecesor era igual que él, era algo aparte y neutral. Al parecer, y con lo que leía, se había se enamorado profundamente de alguien diferente a él, contrario y con pensamientos separados. Pero al final habían podido estar juntos.

Sin querer pensó en Milo, su actitud es muy parecida a la que relataba el antiguo portador de Acuario. No sabía que había hecho su antecesor para llevarse tan bien, e incluso enamorarse de alguien contrario, en todos los sentidos, a él. Estaba seguro que eso había sido solo coincidencia, porque no iba, ni ahora ni nunca llevarse bien con un Escorpio.

Decidió ir a la última página por mera curiosidad, a ver cómo estaba llevando su relación con aquel hombre.

29 de agosto, 1824

Estoy por partir a misión con Kardia, una misión que es algo riesgosa, pues al fin se ha desatado la guerra santa. El hermano del patriarca me ha mencionado, y me ha preguntado la razón del porqué Kardia y yo, a pesar de ser tan diferentes, estamos juntos. Le respondí que no sabía, quizá el destino, o era porque soy muy masoquista.

Su respuesta me ha sorprendido. Me mostró un antiguo pergamino, escrito en lo que parecía ser latín. "Las estrellas lo han escrito" me dijo. "Ustedes nacieron con el corazón unido, para estar juntos"
Sus palabras me asustaron, pues conocer a Kardia era algo que yo no tenía planeado, también desconocía del destino de Acuario y Escorpio, y el que mi maestro Krest, me lo ocultara me sorprendió aún más. Él lo conocía, ¿Cómo lo sé? Él también fue parte del juego con el Escorpio del siglo XVI, y fue algo que no pudo evitar.

Antes de ir a buscar a Kardia, quiero guardar este diario, donde dejo escrito mis mayores temores, y mis secretos. Quiero dar a conocer el destino al siguiente sucesor de Acuario. No sé si este será mi última vez escribiendo, pero si lo es, entonces...

No importa la generación, Escorpio seguirá siendo igual de idiota.

Firma: Dégel; 1824.

La mente de Camus se desconectó desde el segundo párrafo. ¿Qué el destino de quién? ¿Quién lo decía? Eso tenía que ser una jodida broma, una muy mala. ¡Eso no era posible! ¡NUNCA LO SERÍA!

Se levantó completamente decidido a buscar a Athena y al patriarca, ¡Exigía una explicación! Y que no le salieran con la misma chorrada que tenía escrito ese anuario.

Cuando estuvo por salir de la habitación chocó con la persona que menos deseaba hablar y ver en ese momento.

—Oye ten más cuidado, animal— Milo se cruzó de brazos.

Camus trató de reprimir sus impulsos cerrando los ojos y apretando los puños, pero la cólera, la curiosidad, y la razón necesitaban liberarse, no evitó que fuese con el griego.

—¿Ahora resulta que no vas a tratar de contradecirme o qué?

_¡CÁLLATE! ¡No quiero saber nada de ese estúpido y ridículo destino! ¡Ni de Dégel ni de Kardia! ¡No quiero verte! ¡No quiero escucharte!— gritó.— ¿Qué tú, y yo? ¡JA! ¡PERO NI EN UN MILLÓN DE AÑOS! Grábate éstas palabras, porque ya me cansé. ¡Ni Athena, ni Shion! ¡Nadie hará que se cumpla esa payasada! ¡Y no pienses que podrás conmigo! Menuda estupidez.

Salió dando zancadas, furioso. Mientras que Milo, no podía procesar todo lo que Camus le había dicho. ¿Ahora qué? Él no había hecho nada.

—Pfft debe estar afectado por esos cambios de humor de nenas— ni se preocupó por crear un espacio en su mente para resumir todo lo que le había gritado.

Camus tiró de un golpe la puerta de su templo, y salió a la recámara principal. Ignoró el llamado de Afrodita en el tempo de Piscis y siguió su camino.

Shion tendría que decirle la verdad y nada lo iba a evitar.









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✔️✔️C O R R E G I D O✔️✔️

Bueno mis criaturitas, eso es todo por este capítulo. Recuerden que ellos desconocían del destino de Acuario y Escorpio, hasta ahora, que fue Camus el primero en enterarse.

Gracias por leer! ✨

-Moondust

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