Capítulo 4: "Dulce calor de un hogar"
Después de que ambos caballeros dorados aceptaran a regañadientes su tarea (porque no les quedaba de otra y si no lo hacían, Saori los dejaría en Cabo Sunion) se encaminaron a rodorio para comprar las cosas que necesitaban y se llevarían. Para la suerte de Shura, Milo aún no había hecho comentarios que sacara de las casillas a Camus. Para la de Milo, Camus aún no hacía nada interesante para llenarse de coraje, y para la de Camus, Milo seguía siendo un imbécil, pero al menos no lo había provocado.
—Dime una cosa Camus, ¿Qué te pareció el libro que te presté? No sé si lo encuentras interesante, pero al menos cuéntame una mentira jaja— Shura rió, tratando de romper la tensión con un tema casual.
Porque al parecer, la cara asesina del escorpión, nadie se la quitaba. Y bueno, tampoco era muy agradable el ambiente en un silencio pesado.
—Ciertamente lo estuve leyendo y me pareció muy interesante. Es un libro algo viejo por lo que estuve investigando, además el vocabulario es bastante sofisticado. Pero tiene su encanto, los españoles tienen buenos libros, como lo es Don Quijote de la Mancha.
—Vaya, me gusta esa opinión tuya, sabía que el vocabulario no sería un problema para ti.
—Din Quijiti di li minchi— Milo susurró apenas audible, imitando al Acuario.
Mientras ambos compañeros iban entretenidos hablando de un tema que obviamente para ellos era algo emocionante, Milo los veía fastidiado. Sin embargo, por primera vez no dijo nada, guardando absoluto silencio y evitando una guerra.
Una que siempre iniciaba por él. Pero jamás lo pensaba a admitir, eso sería como una derrota vergonzosa.
—Bien, llegamos —habló el mayor una vez que entraron al supermercado— Vamos primero por los vegetales— miró la lista— Espinacas, berenjenas, gobó, renkon, moyashi y retasu... ¿Qué rayos es todo esto? —su rostro cambió a una de desagrado.
Con solo leerlo se le revolvió el estómago. No es que se estuviese imaginando cosas asquerosas, pero él era muy delicado.
—A juzgar por los nombres, son vegetales japoneses— aseguró Camus.
—El señor de la obviedad —Milo no pudo evitar su comentario lleno de sarcasmo. Rodó sus ojos— ¿Por qué si estamos en Grecia, Athena nos mandaría a comprar vegetales japoneses?
—Quizá porque esa es la nacionalidad de los de bronce y quiere que se sientan como en "casa"— contestó Shura.
—No me parece justo que se incluya a todos en el mismo saco cuando es obvio que Hyoga no comparte nacionalidad.
—A nadie le importa —habló el escorpio.
Si las miradas mataran, Milo ya habría estado kilómetros bajo tierra. Trató de ignorar ese comentario con un silencio sepulcral. No obstante, eso era lo que hubiese querido, podía guardar absoluta calma cuando sabía que el griego le hacía salirse de sus casillas solo para provocarle, podía aguantarse. Pero algo que definitivamente no pensaba tolerar, era que tratara a su alumno como a un don nadie, menospreciándolo de aquella manera
—Vuelves a meterte con Hyoga, y considérate muerto.
Tomó a Milo por la camisa, atrayéndolo hacia él con fuerza y con una mirada desafiante. Esta vez iba muy en serio, Hyoga e Isaac los consideraba como sus hijos, y no iba a permitir ningún chistecito por parte de su rival.
Y aunque todo iba muy bien hasta ese momento, como era de costumbre, se fue por un tubo cuando la furia de Milo incrementó y no se la dejó tan fácilmente. Agarró la muñeca de Camus que lo tenía sujetado de la camisa, y la estrujó con fuerza para quitárselo de encima con brusquedad.
—Aplica la misma advertencia para ti si me vuelves a tocar— escupió con desagrado.— No quise ofender a Hyoga, porque aunque no lo creas él es como un alumno para mí. Lo estimo mucho, a diferencia de ti, que solo hundiste a su madre y le hiciste pasar por un mal rato. En serio, ¿Qué clase de caballero que se hace llamar caballero hace algo como lo que le hiciste?
—¡Fue para que despertara el séptimo sentido! —gruñó molesto—, eso es algo que jamás entenderías.
—Si claro, porque hacer sufrir a la gente es algo que te encanta, eso se nota a kilómetros. Además para que te quede claro que no me refería a él, el comentario lo hice porque a nadie le importa lo que hablas.
Camus frunció el ceño, guardando la poca paciencia que tenía en una pequeña cajita muy en su interior.
Luego, se relajó, y pensó.
¿Cómo molestar a Milo sin necesidad de golpearlo? La respuesta era más que obvia.
—Pero claro —mencionó el francés—, ¿Cómo se supone que lo entiendas cuándo no tuviste la oportunidad de tener un alumno? —rió, haciéndolo enojar aún más— Hazme un favor, y no te metas donde no te llaman —contestó con frialdad, ese tema ya era algo delicado e importante para él.
Milo apretó sus puños.
—Me meto en donde se me da la gana. ¡Yo debí haber sido el maestro de Hyoga y no tú! Tener a un maestro como tú es tan deshonroso, y es más, no tuve un alumno porque el pontífice así lo decidió, pero a puesto a que si lo hubiera tenido, te superaría por mucho. No te merecés ese cargo.
—¡Retráctate! —y antes de que Camus le diera un puñetazo, Shura lo detuvo con un rostro inexpresivo.
Temía que esos dos llegasen heridos otra vez al santuario, ante la mirada de Athena. Y lo peor de todo, ¿Qué le diría cuando le prometió cuidar de los dos?
Era mejor apresurarse que estar provocando peleas ridículas.
—Milo ya basta.
—Claro, como eres el mejor amigo de este— comentó irritado— Entre traidores se entienden.
El español ante tal comentario ofensivo endureció su rostro con enojo.
—No tengo nada contra ti Milo, pero te pido que dejes de comportarte como un idiota resentido y no metas el pasado en esto. Si no te llevas con Camus no es mi problema, pero ten más respeto.
—Ya ves porque es un insoportable— interfirió el francés, mirándolo.
—Hagan lo que quieran, Athena se puede ir al demonio. Me largo— Milo bufó con molestia y salió de aquel centro comercial a pasos largos.
Por supuesto que no se había olvidado de la batalla que tuvieron cuando la guerra santa se había desatado. Era algo que alimentaba su desagrado hacia Camus, curiosamente solo era hacía él, pues no tenía nada en contra de Saga y Shura, aunque ese último comentario no pudo evitar que se le saliera con despecho.
—No lo soporto, no lo soporto, no lo soporto —se repitió el galo exasperado, jalándose de los cabellos una vez que lo vio desaparecer. Aunque eso más bien sonaba como si se estuviese convenciendo de que así era.
—No le pongas atención.
Capricornio y Acuario se miraron entre sí inexpresivos, aunque por dentro, se habían sorprendido por lo que había dicho el escorpión de su diosa.
• • •
El griego se encaminó hacia el santuario ya un poco más calmado. Cuando llegó, se dio cuenta que no había nadie en los templos cuidando de ellos, por lo que subió hasta el templo principal suponiendo que ahí estaban todos.
—¿Necesitan ayuda?
Su risa llamó la atención de los presentes, haciendo que sus compañeros voltearan hacia este.
El templo principal era un completo caos, lleno de desorden, mantas por todos lados, decoraciones que aún no estaban listas y demás. Definitivamente Athena había escogido a los peores para esa tarea.
Soltó una risa contagiosa y se cruzó de brazos.
Shion estaba enredado en unas cortinas que colgaban del techo, mientras que DeathMask y Kanon trataba de desenredarlo y Dohko solo los veía divertido.
—Definitivamente necesitan ayuda —negó riendo.
—Gracias por la ayuda Milo, pero... ¿Qué acaso no deberías estar con Shura y Camus comprando?— preguntó Kanon curioso.
—Pffft ese par de idiotas —bufó.
—Otra pelea ¿no es cierto? —preguntó Shion desde arriba— Todavía se lo dije a Saori, pero no, la niña es terca, le dije que era una mala idea y qué ustedes no iban a a ser iguales a las generaciones pasadas y aún así no me hizo caso.
Esto último llamó la atención de Milo, quién enarcó una ceja confuso y se apresuró en preguntar.
—¿Las generaciones pasadas? —repitió—. ¿Cómo eran?
En su cabeza probablemente pasaron varias imágenes que su imaginación creó. Desde jaloneos de cabello, hasta tratar de matarse.
Lo que desconocía, era que todos sus antecedentes escorpianos habían quedado perdidamente enamorados de cada Acuario que llegaba a sus vidas. Siempre había sido así, cada generación, cada caballero, Escorpio había nacido para amar a Acuario.
Pero con esta generación, había un pequeño problema "tecnológico".
—Creo que eso no tenías que decirlo Shion...—susurró Dohko desde un costado.
Ese pequeño secreto del cuál Camus y Milo eran privatizados era que Escorpio y Acuario siempre se habían mantenido juntos desde siglos atrás, siendo amantes, secreto que sabían todos pero ignorado para los actuales caballeros de aquellas respectivas constelaciones.
—¿A qué se refiere con las generaciones pasadas? —frunció el ceño confundido al no tener respuesta.
—Este... Ya sabes, los anteriores si se llevaban bien, no como ustedes
—rió nervioso— Quizá demasiado bien —susurró esto último sin ser escuchado.
—¿De verdad? Vaya... Eso me parece extraño, seguramente los acuarios pasados no habían sido tan fastidiosos como el que tenemos en esta época.
—Puras excusas —una voz femenina se escuchó a sus espaldas
—¡Athena!— exclamaron.
La pelilila recién llegaba, solo para darse cuenta del desastre que le esperaba en la cámara principal del patriarca, no era posible que sus caballeros no habían podido colocar un mísero globo.
—Esta vez me voy a abstener de preguntar de porqué Shion está colgando del techo... ¿Dónde están los demás?
—Acá estamos.
Cada uno pasaron con grandes bolsas, unas llenas de comida, otras de frutas y algunas con más decoraciones. Todos empezaron a decorar y ayudarse entre sí, increíblemente, estaban en paz, enhorabuena para Athena.
—Dame eso, DeathMask— Afrodita quién tenía algunas bolsas en sus manos, le pidió el raro objeto que tenía Cáncer en su mano, pues este lo veía como la octava maravilla del mundo. Lo que no sabía era lo frágil que era.
—Espérate, ¿Qué es?— lo inspeccionaba con una mirada curiosa.
—No hagas un movimiento brusco porque puede que el confeti que trae dentro salga. Es para recibir a los de bronce.
—¿Movimiento brusco? Como... ¿Así?
—¡Angelo, no...!
El confeti salió disparado directamente a su cara, su cabello quedó lleno de brillantina, escarcha y papel de colores. Afrodita completamente enojado y rojo de la vergüenza le comenzó a gritar, automáticamente los demás que se encontraban en paz, ese ambiente se quebró por uno de desacuerdos, peleas y empujones entre sí. Athena miró con tristeza como el templo principal quedaba en destrozos más de lo que ya estaba, aunque como consolación sabía que los de bronce no llegarían ese día y podía enmendar todo al otro día.
—¡Saori, por fin estamos en Gre...cia! —la puerta se abrió de inmediato dejando ver a cuatro muchachos sorprendidos, el moreno calló al ver aquel espantoso desastre, un Aioros cuidando los pastelillos de Aldebarán, Mu ayudando, Saga y Kanon peleando por las decoraciones, Milo y Aioria solo reían, Afrodita gritándole a DeathMask, Dohko tratando de ayudar a su viejo amigo y Shaka pues... Él solo observaba.
—¡Seiya...! —la respiración de Saori se entrecortó por la sorpresa, no podía estarle pasando eso... Mientras que el grito solo alertó a los santos dorados, que como niños buenos se ordenaron en fila para gritar un "Sorpresa" entre felices y confundidos.
—Por Zeus...—murmuró Shun llevándose ambas manos a su boca como sorpresa.
—¿Qué demonios pasó aquí? Athena, ¿Se encuentra bien?— Hyoga caminó para ayudarla a levantarse.
—Sí, gracias— se llevó una mano a la cabeza incrédula por todo lo que estaba pasando, mientras murmuraba un 'inútiles' a sus caballeros— Cuánta pena me da que vean este desastre, pensaba darles una cálida bienvenida y vean todo esto.
Señaló el lugar con pena.
—Mejor vámonos a... —pensó.
Qué gran detalle, ese era el templo principal y estaba destruido, ¿A dónde iría? Tenía que ser un templo ordenado, limpio, y el más cercano si podía.
Por un demonio, lo que faltaba.
—¿Afrodita, podemos usar tu templo mientras todos ustedes limpian este desastre?— preguntó fríamente.
—Athena una disculpa, pero mi jardín está cerca, harían que todos quedaran envenenados —se disculpó apenado.
Esta suspiró en derrota.
—Bien entonces limpien este desastre y cuando terminen bajan al templo de Acuario. Sin excepciones —miró específicamente de reojo la expresión de desagrado por parte del escorpio.
—Por qué...-
—Es el más limpio, ordenado, sin veneno y cerca que tenemos por el momento. A Camus no le importará—lo interrumpió—. Ahora que lo pienso... ¿Dónde está Camus y Shura? ¿Milo? ¡¿Por qué demonios no estás con ellos?!— gritó.
Los demás solo callaron para no alterarla más de lo que estaba.
—Una pena señorita Athena, pero esos dos son unos imbéciles, no pude aguantar mas con ellos —se disculpó sin pena alguna.
Mientras Athena lo reprendía por desobedecer sus órdenes, Hyoga se mantenía en silencio, pensativo, él sabía algo que los demás no, incluso podía hacer que Acuario y Escorpio se llevaran mejor de lo que creían.
Miró a Milo, y sonrió cómplice.
Ya era hora que él, y su maestro pararan ese odio mutuo.
Y él sabía cómo.
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[✔️✔️C O R R E G I D O✔️✔️]
Nunca es tarde para un nuevo capítulo (?
Espero que lo hayan disfrutado. ¡Gracias por leer!✨
-Moondust
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