Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17: Mon Amour

Habían pasado exactamente cinco años con tres meses después de aquella misión y el incidente el cual hizo que Camus se recuperara con dificultad en esos años. Su corazón había sido herido con una flecha, una que selló sus pensamientos más recónditos y profundos.

En esos largos días el Capricornio no se despegó de él, cuidándole cada segundo, así como Athena se rindió y confirmó que aquel destino no se pudo cumplir. Milo y Camus no fueron para estar juntos, y maldijo por siempre desconocer el motivo del odio entre ambos.

Ni si quiera hubo una razón concreta.

Con ayuda del patriarca y la mayoría de sus compañeros, comprendieron que no era bueno que se viesen más, por lo que no permitieron que ellos se toparan o se hablaran, excluyéndolos de la presencia del contrario por cinco largos años.

No fue hasta ese día en la mañana que anunciaron la importante celebración que se llevaría a cabo en el recinto principal. Saori llevaba bastante tiempo planeando la pequeña pero elegante fiesta que se daría en el salón, invitando a los santos de plata y a los de bronce.

Era la primera vez, después de cinco años, que se verían.

Incertidumbre y quizá miedo eran sembrados en las cabezas de los restantes dorados. ¿Se comportarían como adultos, o seguirían en las mismas? Ese ansiado reencuentro lo esperaban con ganas.

-¡Mi-looo! ¿Estás listo?-Aioria hizo eco en el tempo del escorpión. Buscando con la mirada a dicho guardián.

-¡Estoy aquí!- lo escuchó desde lejos. Supo que estaba en su habitación.

Aioria iba vestido con un traje elegante marrón, zapatillas de un ligero tono color cocoa, y su cabello estaba bien peinado con fijador.

Se veía muy bien.

Entró a la habitación ajena y lo primero que sus ojos captaron fue como su compañero tenía la corbata enredada en el cuello y en sus manos.

-Mira esta basura, la gala no es lo mío- gruñó con frustración.

El Leo soltó una carcajada.

-Ven, déjame ayudarte.

Se acercó a Milo entre risas y desató el nudo que él mismo había hecho. Y con práctica, empezó a hacerle uno nuevo. La verdad es que Milo era algo torpe con los trajes, pero eso no evitaba que se viera jodidamente bien.

Su cabello estaba recogido en un moño circular, alto y casi perfecto, dejando solamente el flequillo fuera del peinado, mientras algunos mechones alcanzaban sus párpados.

-Te ves muy bien, amigo- le sonrió, dando la última vuelta al nudo.

-No estoy acostumbrado a esto- resopló para apartar a los rebeldes cabellos que interferían en su vista- Debería cortarlo un poco.

-¿No te sientes mal?- terminó con la pequeña ayuda que le daba al Escorpio- Ya está.

-¿Por qué debería?- Milo se acercó al espejo y miró con asombro el perfecto estado de su corbata. ¿Cómo era que se veía tan fácil pero era ridículamente complicado?- Mírame, me ayudaste con este maldito problema en unos segundos, mientras que a mí me costó toda la tarde. Gracias, gato.

-No es nada... pero, ahora que te observo bien, ¿Cómo hiciste para hacerte ese moño? Te quedó muy bien, considerando que ni si quiera te peinas.

-Ah, eso- rascó su mejilla, pensativo-Bueno, una amazona me ayudó.

-Eso explica muchas cosas-musitó.

-Bien, ¿Qué era lo que me ibas a decir?- retomó la pregunta anterior.

-Hace cinco años exactamente...

-No empieces de nuevo-frunció el ceño- Lo importante es que ahora es feliz con Shura, y mira, hoy es su aniversario precisamente.- el leonino mordió su labio, acción que Milo notó-. No me salgas con que todavía estás enamorado de Shura.

-¡No es eso!- exclamó- Yo estoy muy feliz con Shaka, lo que me preocupa es tu situación con Camus después de tanto tiempo.

-Hace mucho que no nos vemos Aioria, y yo ya no soy el mismo inmaduro de antes. Ya tengo veinticinco años, casi veintiséis, igual qué Camus. No somos los mismos jóvenes de veinte años que discutían hasta por una tostada.

-Sí tienes razón... lo comprendo- miró su reloj- Hay que irnos ya.

Subieron al templo principal hablando de cualquier cosa que se les viniera a la mente.

Después de que Milo fuese tachado culpable de la situación por la que Camus estaba pasando, muchos de los santos decidieron junto con Athena, mantenerlos separados lo que restaba de sus días. Así fue, Shura siempre se mantuvo pendiente del francés, atendiéndolo como se debía, haciéndolo reír y siempre mantenerlo feliz, era su mejor amigo y como tal, Camus lo merecía.

Después de tanto dolor por la que tuvo que pasar, por los constantes insultos del escorpión, guardando muy dentro de él todo su dolor. Dolor por recordar su infancia, dolor por su adolescencia, dolor por Milo...

Dolor porque la persona que amaba...

Lo detestaba.

Sí, Camus estaba profundamente enamorado del griego, siempre lo estuvo. Y muy pocas veces, le respondía de la misma forma que Milo hacía, para defenderse, porque le dolía, le dolía ver cómo lo rechazaba. Y el porqué... Nunca lo supo.

Amar y ser odiado, sin razón aparente.

Camus necesitaba ser feliz por una vez en su vida. Y sin querer, una tarde de invierno de los tantos que compartió con el español, bajo techo de los copos de nieve, cerca de la ventana. Hablando, sonriendo, mirando, unieron sus labios.

Un beso confuso, experimental, decisivo que cambió la vida de ambos, y el destino de Camus y Milo dió un vuelco por completo, siendo éste arrastrando por un mar violento y furioso, perdiéndose en lo más profundo del océano, siendo casi inexistente y desapareciendo por completo.

Ahora los que habían sido mejores amigos, compartían sentimentalismo mutuamente, cumpliendo cuatro años de aniversario. E ahí, la razón de aquella celebración.

-Allá está tu princesa rubia- una vez que llegaron, Milo señaló al Virgo que se encontraba hablando con Mu. Shaka tenía su cabello sujetado en una coleta alta, y sus ojos extrañamente estaban abiertos, una de las pocas veces que lo había visto así.- Ve por ella.

Aioria lo codeó y se dirigió a su actual pareja.

El de hebras azules se dirigió a la pequeña mesita de alcohol, desde algo tan simple como un vino tinto sabor a moras o cerezas, a lo más sofisticado como vodka o whisky.

Tomó una copa de lo último.

-Vaya vaya. El rebelde e imponente Milo de Escorpión peinado y con traje-. Una risa se escuchó detrás de él.

-Opino lo mismo Kanon- sonrió ladinamente.- Los años se te marcan eh.

-Cállate -dejó de reír por lo que Milo le había dicho. Se sentía viejo pero no lo quería aceptar, a pesar de mantenerse muy bien conservado para tener treinta y tres años

-Milo- una mano en su hombro lo hizo virar.

-Shura- devolvió el saludó con un apretón de manos. Suficiente para los dos.

-Pensé que no vendrías.

-Es tu aniversario, no me lo perdería- le dedicó una sonrisa sincera. Milo en verdad que había cambiado mucho en esos años- No te preocupes por mí, no pienso hacer algún alboroto como lo hacía antiguamente. No arruinaré tu velada.

-Sé que eso no pasará. Ambos han cambiado mucho- esbozó una sonrisa socarrona.

Al instante, las puertas se abrieron, dejando ver a un Camus completamente diferente a como se mostraba siempre. En todos los sentidos posibles, su ropa, su peinado.

Ahí estaba.

Milo trató de no parecer asombrado, pero lo estaba. Dejó de beber y bajó su copa mientras de perdía en su figura. Por otro lado, Shura se acercó y le proporcionó un beso con dulzura en la comisura de sus labios, como acto de respeto hacia los presentes.

Y para Milo, todo estaba llendo más rápido de lo que pensaba.

Se suponía que nunca le había agrado nada. Y el que le hayan separado desde hacía años solo le confirmaba que estar cerca de Camus era peligroso. Y quizá no en el sentido de muerte, sino algo más sencillo que ello, era peligroso para su sentimientos.

Así como Shura se vió atrapado en él, Milo pudo haber pasar por lo mismo y lo sabía. Ese miedo le invadió una vez, lo había sentido tan real, tan... Cálido, que no quiso, y se aseguró, de tratar de no sentirlo jamás. Porque el estar cerca de Camus le provocaba sentimientos que él no podía describir. Y porque, como si fuera poco, sabía que el Acuario tenía una esencia tan única, que podía volverse adicto a él. Y por un lado temía.

Milo temía ser completamente dominado por Camus, estar a su merced, estar tan locamente enamorado de él, que podía cometer delitos si Camus así se lo pidiese. Y solo bastaba una mirada, para que aquellos ojos violetas pudieran poner de rodillas a cualquiera. Inclusive, se imaginó a él mismo en el lugar de Shura, después de todo la terquedad que perduraba desde muy joven, había desaparecido, pero el destino les jugó una mala pasada.

Por su parte, el chico de la constelación de Acuario llevaba un traje color rojo vino, así como sus cabellos estaban sujetados por dos trenzas amarradas a cada costado, su mirada era impenetrable pero risueña, sus pómulos al descubierto eran suaves e intocables, ligeramente rosáceos.

No sabía que decir... En realidad no tenía nada que decir.

Camus saludó uno por uno, desde los más chiquillos, que ya no le eran tanto, a sus compañeros de armas, no fue tan interesante hasta que se topó con Milo.

Ambos guardaron silencio, siendo observados por la mayoría, esperando un movimiento... Algo que les hiciera saber que no estaban por empezar una guerra, pero en lugar de eso, solo escucharon las risas de ambos.

¿Qué rayos?

-Te ves bien- comentó el griego.

-Vaya vaya, quién diría- dió una risilla imperceptible- Scorpio no Milo peinado y con traje de gala.

-Mira lo que me obligan hacer para asistir a tu aniversario- dió una mueca de desagrado, siendo acompañada con una risa al instante- Disfruta tu velada.

Milo agachó su mirada a los zapatos, y fue donde él supo, que no era lo único que quería decirle.

Sin embargo, de sus labios no pudieron salir nada más que «Gracias».

Se despidió con un ademán y fue a saludar a los demás, dejando a Milo sólo, pensativo.

Las cosas eran diferentes, muy, diferentes, ya no veía a Camus como al ser más insoportable del planeta. Simplemente ya no sentía nada.

Amor, odio.

Dos sentimientos que para él, eran iguales en todos los sentidos. Ya no existían en su pecho como antes.

Después de una horas de compartir con sus amigos, se hartó del ambiente, necesitaba liberarse.

Salió del salón principal para tomar aire fresco, irónicamente a lo que estaba a punto de hacer. Sacó un cigarrillo que guardaba en el saco y lo colocó en sus labios. Lo encendió al instante, e inhaló el humo que le brindaba el cigarro, tabaco.

Miraba como las estrellas eran acompañadas por el manto azul oscuro de la noche, sus parpadeos eran con similitud, con compás y ritmo.

-No sabía que fumabas.

Se giró a él, lo miró por unos breves segundos y volvió a alzar la mirada al cielo.

-No lo hacía, fue hace como dos años atrás- guardó su mano izquierda en el bolsillo del pantalón, mientras con la otra sostenía la salvación en los momentos más aburridos para él.

-No me di cuenta...- respondió con sinceridad.

Milo soltó una risa.

-¿Cómo ibas a saberlo? Nos mantuvieron separados por cinco años.

Camus se sentó a la par de él, permanenciendo en silencio. Estuvieron así por bastante tiempo hasta que Milo rompió el hielo.

-Felicidades por tu aniversario.

Camus lo miró con confusión, pero Milo no compartía esa mirada.

-Gracias...- respondió simple.

Un nuevo silencio se hizo.

¿Tenían que confesarse algo, o ya todo lo habían dicho? ¿Al final sí decidieron a quién amar?

-¿Cómo están las cosas con Shoko?- el griego le lanzó una mirada de confusión- Solo me hablaron un poco de ella.

El Escorpio rió.

-Creo que bien, es una chica adorable. Aveces me sorprende la paciencia que logra tener conmigo.

Shoko era una chica de rodorio que conoció cuando acompañó a la señorita Athena a una librería, ella trabajaba ahí. Desde entonces, Milo siempre la visitaba porque le recordaba a alguien.

Ella era de cabellos rosas, paralelos con sus ojos, de piel blanca y delgada.

Admitía que se sintió atraído a ella desde que la miró por primera vez y días después empezaron a salir como amigos.

Actualmente eran pareja.

-Me alegro por tí- respondió- Quizá... Nuestro destino no era estar juntos después de todo- habló apenas audible.

-¿Tú crees?

Milo si pudo escuchar eso último.

-Me refiero a qué...-

-Camus- mencionó- Ya lo sé, ¿Nuestro destino? Me di cuenta muy tarde- quedaron en silencio por varios segundos. Unos que se les hicieron eternos para ambos.- Lamento haber sido un chico problemático- soltó.

El aguamarina guardó silencio, no sabía que decirle... Bueno, no era algo que valiera la pena, no cuando ambos habían tomado rumbos distintos.

-Kardia y Dégel deben estar decepcionados-botó el cigarro al suelo y lo pisó- Lamento todas esas actitudes mías que hicieron qué...-

-Milo. No tienes por qué disculparte- se levantó- Ya no tienes una razón para hacerlo.

-Creo que tienes razón.

Camus estuvo apunto de marcharse, pero primero, necesitaba liberar algo que había negado desde un principio, y ya no veía importante ocultarlo.

-Yo te amaba, Milo.

Silencio.

-...¿Qué?- le miró asombrado.

-Aunque me taches de loco, siempre quise decirtelo y tal vez, ser correspondido...- se giró a él- Yo te amaba- repitió con tanta seriedad, que el griego no pudo evitar estremecerse con tal frase- Te amaba a pesar de todas las formas violentas que me demostrabas que no tenías el mismo interés en mí. Sin embargo, fui un tonto, me enamoré de ti sin remedio y eso fue malo para mí, malo por más de quince años.

El escorpión no sabía que decir. Estaba igual o más, confundido que él.

-Camus... Yo... ¡Rayos! Perdóname, nunca lo supe-murmuró

Él rió.

-Creo que era más que obvio. Todos lo sabían pero lo ignoraban, todas esas riñas a veces las seguía para verte enojado. En esas épocas, me encantaba ver lo expresivo que eras, tan impulsivo y dejándose llevar por los sentimientos. Se me hacía bastante inmaduro, pero viniendo de ti, mis pensamientos cambiaban. Porque de algún modo u otro, seguías siendo un infantil, y eso me enternecía- cada palabra, cada suspiro, cada expresión, quedaría grabada por bastante tiempo en la mente del guardián del octavo templo- A veces pensaba si en verdad no lo sabías, o solo jugabas conmigo y aparentabas.

-Nunca aparenté nada. No lo sabía... Quizá si yo lo hubiera sabido... No te habría tratado tan mal. No sabes de todo lo que me arrepiento- su voz sonaba tan apagada que no tuvo el coraje de mirarlo a los ojos.

-¿Sabes algo? En algún momento de mi pasado hubiera deseado que el que estuviera aquí, fueras tú Milo, fueras el que me acompañara en lo que probablemente sería nuestra velada, solamente de nosotros y nadie más, que fuéramos los únicos del santuario.

-Camus...

-No te lo voy a negar- respondió- Me hubiera gustado, pero ya no Milo... Ya fue pasado y yo, después de todo debo agradecerte porque ahora soy feliz y estoy conforme.

Su rostro estaba sereno, dándole la confianza necesaria para confesarle tal cosa. Pero no dió un paso atrás, y lo dijo.

¿Qué dolía más? Para Milo en ese instante, era darse cuenta que tuvo a su lado a la persona que estuvo dispuesto a dar la vida por él, y qué ahora, le era ajeno y distante.

Sonrió nostálgico al suelo.

-Aún me considero una persona difícil de dominar, pero confieso que tú habrías sido el único que hubiera podido hacerlo, Camus, yo en algún momento estuve confuso, porque me daba cuenta que estar a tu lado era peligroso, temía caer en la locura de quererte, dabas esa esencia de volver loco a cualquiera con solo una mirada o un suspiro, y creo que Shura fue el mejor para comprobarlo- articuló- Me alegra que no estuvieras conmigo, sonará cruel pero así lo pienso. ¿Y sabes por qué?

Camus negó.

-Porque después de todo lo que te hice, no hubiera tenido el valor de decirte un te amo, cuando de mis labios ya habían brotado un te odio- se acercó él- Pero ahora que podíamos reencontrarnos, solo quiero decirte lo mucho que lamento no ser yo quién está aquí.

-Mon amour- comentó con su típico acento francés- Gracias, por no serlo.

Compartieron unas últimas miradas, y nuevamente entraron a aquella fiesta, como si nada hubiera pasado.













---------------------------------------------------

[ C O R R E G I D O ]

Amores, para quienes siguen los últimos capítulos y están leyendo este, se darán cuenta que decidí meter más relleno y corregirlo, después de todo este capítulo tenía que ser más sentimental.

Espero que les haya gustado!❤️

Gracias por leer!✨


-Moondust.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro