Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Sé que jamás harías algo que me lastimara

|15|

ALLEN


—¡Achu!

Estornudó Evan por quinta vez.

—No puedo creer que seas tan patético como para resfriarte con algo como eso —espeté. Se encontraba hecho ovillo con la manta cubriéndolo como bebé.

—Cállate —dijo con los dientes castañeando —. Los rubios somos más propensos a sufrir hipotermia.

—No sé qué me sorprende más. Tu mala excusa o el hecho de que conozcas el significado de la palabra hipotermia.

Rodé los ojos de manera irónica.

—Lo bueno es que todos están bien y no pasó a mayores —comentó Gabrielle aferrándose al brazo Matt.

—Gracias a lo que hicieron no tendremos que preocuparnos por pasar la noche con frío.

—No fue nada, preciosa —contestó Evan al comentario de su novia —, somos hombres fuertes. —El muy idiota se puso de pie de un brinco y sonrió ampliamente.

Como si todo el acto de debilidad que acababa de presentar hace algunos segundos no hubiera pasado.

Cof "menti-cof-roso"

Todos rieron del comentario de Matt, hasta Edén quien seguía a mi lado. No pude evitar reír junto con ellos.

Era increíble la manera tan natural en que se comportaban, igual a hace algunos años atrás. Dirigí mi mirada a Edén.

—¿Estás bien? —pregunté a Edén, hablando en tono bajo para que solamente ella me escuchara, pero ella puso una cara de confusión ante eso.

—Sí, ¿por qué lo preguntas?

Las pláticas de los chicos seguían, todas burlándose de Evan siendo ajenos a lo que platicábamos Edén y yo.

—Me refiero a si no necesitarás nada con respecto a «eso». —Ni siquiera podía pronunciar la palabra «enfermedad» para referirme a su padecimiento.

Una linda risa salió de sus labios.

—No te preocupes, este fin de semana tengo agendada la visita con mi especialista para un chequeo.

—¿Te van a hospitalizar? —pregunté no muy feliz por la información.

—Solo voy por una transfusión. No creo que en esta ocasión sea necesario que pase ahí la noche.

Asentí de manera firme, aunque sabía que en mi mirada cierta angustia se encontraba reflejada.

—¿Avisaste a tu papá? —pregunté observando como Evan seguía con su teatro manteniendo a todos entretenidos.

—Sí. Le mandé un mensaje, y me contestó —musitó, sus mejillas se arrebolaron de carmín.

—¿Y?

—Me dijo que te dijera que cuidaras bien de mí.

Mi garganta se secó de un segundo a otro. El padre de Edén había hablado con Anthony y lo más probable era que mi padre le haya notificado algunas cosas sobre mí. Además, mi historial había sido revisado por él al convertirse en mi abogado.

—Tienes cara de espanto —habló sacándome de mi estupor.

Giré el rostro intentando ocultarme de la mirada de Edén.

—Es incómodo —confesé —. Sabes, tu padre teniendo acceso a toda mi información. Tal vez esté preocupado de que pervierta a su pequeña niña.

—No creo que piense eso de ti —aseguró —. Además, tú no harías eso —dijo sin dudar, su mirada se clavó en la mía —; tú no me harías eso, sé que jamás harías algo que me lastimara.

Existen tantas formas en la que esa frase pronunciada por sus labios podría resultar mentira. No solamente físicamente la podía lastimar, mi capacidad de razonar se veía opacada por mi sed de venganza.

Había hecho cosas de las cuales no me sentía muy orgulloso. Estaba metiéndome en un negocio turbio y lo que me había dicho aquel chico, a quien le había hecho la primer entrega era cierto; no solo yo podía salir lastimado. También los que me rodeaban, y Edén estaba incluida.

Traté de sonreír pero una sonrisa torcida fue lo único que logré regresando mi atención a la plática de los chicos quienes seguían bromeando.

Pasamos el rato con ellos. Rider no se había vuelto a aparecer junto a nosotros y eso me tranquilizaba. Tenía que poner ciertos límites con respecto a mis amigos, a ellos no los iba a meter en sus negocios. Si yo había accedido era por mis propios intereses.

Los profesores repartieron comida y agua para los alumnos y sin sorprenderme me vi «obligado» a ayudar, ya que Edén se había ofrecido nuevamente como voluntaria. Esa chica iba a terminar con mi fachada de vale mierda.

—Esa chica te está matando —comentó Evan de manera burlona detrás de mí.

Edén entablaba una conversación con Abigail y yo la observaba desde lejos mientras bebía agua de la botella de plástico que me habían otorgado.

—Cierra la boca —espeté negando lo obvio.

—Sabes que es verdad. Hoy hasta has andado de buen samaritano repartiendo a todos. —Una risa se escapó de su boca y yo solo arrugué la frente molesto por las palabras mi amigo —. Ojalá ella logre sacarte de tu oscuridad.

Esta vez su voz era seria. Giré mi rostro y enfoqué el perfil de Evan quien seguía observando a Edén y Abigail.

Pasó una mano por su cabello y volvió a hablar de esa misma manera, como si mi amigo hubiera sido devorado por aliens y en su lugar me hubieran dejado a un ser racional como el resto de la humanidad.

—Realmente extraño al viejo Allen —dijo de manera repentina.

—¿El estúpido e ingenuo? —Elevé una ceja.

Evan negó con la cabeza y una risa débil salió de su boca.

—No. Hablo de aquel que tenía sueños. Que aunque seguía con su carácter de los mil demonios tenía principios y prioridades.

Hablar de mi pasado no era algo que me agradara, no me gustaba recordar todo lo que había dejado atrás. Odiaba pensar en todos los años que viví engañado, siendo un peón en las manos de mi padre.

—Eso es cosa del pasado —dije en un siseo —. Ese Allen estúpido que tenía hambre de que su padre lo reconociera murió.

—Te equivocas. —Evan me había interrumpido —. Ese chico sigue aquí.

Mi amigo golpeó mi pecho con su puño, y me miró a los ojos.

—Puedo verlo cuando la observas a ella. —Nuevamente sus ojos enfocaron a Edén quien reía de una forma tan natural y dulce.

Y yo me perdía en cada una de sus expresiones.

Tal vez eso que acababa de decir Evan era cierto. No podía evitar ser el chico estúpido e ingenuo cuando estaba con ella.

Sin que me diera cuenta, Edén lograba sacar lo mejor de mí, lo poco que quedaba.


Las horas transcurrieron, la tormenta de nieve no cedía. Era un hecho que pasaríamos la noche en el gimnasio.

Entre todos acomodamos las colchonetas que se usaban para las clases de gimnasia para poder dormir sobre ellas. El generador mantenía la calefacción del lugar y el ánimo de los alumnos había subido. La tensión disminuyó.

—En este momento podría estar en mi cama envuelta entre cobijas comiendo palomitas de maíz, tal vez viendo una buena película.

Se quejó Gabrielle.

—Sí. Podríamos estar envueltos entre cobijas en tu cama —comentó Matt ganándose un golpe de la morena en el hombro.

Todos reían.

Estaba sobre la colchoneta sentado y entre mis piernas se había acomodado Edén quedando su espalda contra mi pecho mientras nos envolvíamos con la manta, su risa era lo que más podía percibir. Pasé mis manos sobre sus brazos y la envolví, dejándola aprisionada. Los demás chicos también estaban muy juntos entre las mantas platicando.

Sentí el cuerpo de Edén tensarse, no lo estaba haciendo con mala intención, pero estar con ella me llenaba de necesidad de obtener más de lo que tenía en ese momento.

Llevé mi rostro a su cuello ocultándolo y dejé que su dulce aroma me invadiera.

Tenía semanas sin estar con una chica, desde que conocí a Edén en el hospital había quedado con Jamie algunas ocasiones pero realmente mientras estaba con ella el recuerdo de la chica del hospital llegaba a mi cabeza.

Me estremecí y Edén lo notó. No había tenido sexo. Tampoco había fumado en días, me encontraba encerrado en ese lugar mientras el pequeño cuerpo de aquella niña inocente se pegaba al mío, mientras su dulce aroma llenaba mis pulmones.

Cerré los ojos con fuerza y dejé escapar mi voz ronca en su oído:

—Regreso en un momento.

Ella asintió sin verme, estaba nerviosa. Eso podía notarlo.

Me puse de pie y coloqué la manta sobre ella mientras me alejaba a paso tranquilo al baño de chicos.

Los pasillos no estaban a la misma temperatura del gran salón del gimnasio de baloncesto.

Entré al baño, lanzando una exhalación bastante profunda. Por fortuna el lugar estaba desierto, mi cuerpo temblaba en deseo. Deseaba a Edén, era inevitable no hacerlo, ella era toda la expresión de la pureza materializada en un ser perfecto.

No la había visto más que con las batas gigantes del hospital y el uniforme escolar, pero a pesar de que no era la clase de chica con quien solía estar no tenía idea de porqué aun así me sentía tan atraído a ella. Encajaba perfectamente en mis brazos, tal vez era solamente la sensación de querer protegerla.

Abrí el grifo y me mojé el rostro con desesperación, esperando que el agua fría se llevara todos los malos pensamientos que estaba teniendo en ese momento.

Ella confía en ti, cree que jamás la lastimaras. —repetí —. Jamás la lastimaré.

Coloqué ambas manos en las orillas de lavabo manteniendo los ojos cerrados. Las gotas de agua cayendo por mi rostro, deslizándose poco a poco por mi piel.

Cuando el sonido de la puerta llegó a mí. Ningún chico se atrevía a molestarme por miedo a que le hiciera algo así que decidí ignorar a quien había entrado, pero el sonido de tacones de mujer y un aroma que conocía demasiado bien estaba ahora plantado detrás de mí.

—Estaba segura de que te encontraría aquí —dijo alertandome.

Abrí los ojos, mi rostro permanecía húmedo. En cuanto giré para verla ella ya estaba frente a mí enredando sus brazos en mi cuello y uniendo nuestros labios en un beso lleno de lujuria y desesperación.

Estaba tan excitado en ese momento que correspondí a su beso tomándola por la cintura y profundizando el acto.

—Te extrañé tanto —susurró sobre mis labios, se separó de mí y comenzó a desabotonar su blusa con los dedos temblorosos, sus pechos quedaron expuestos frente a mí. Mi juicio se vio nublado.

Necesitaba estar con una chica.

Necesitaba alejar de mí todo lo que había estado reprimiendo.

Necesitaba dejar de pensar en Edén.

Y en ese momento, Jamie había aparecido.

Jamie era una chica demasiado popular. La líder de la escuadra de animadoras. La chica con la que todos querían salir, de buenas proporciones y un hermoso cabello rubio.

Ella había sido la novia del quarterback del equipo de fútbol del instituto. Eran la pareja perfecta o eso se rumoreaba en los pasillos. Fue hasta que él le fue infiel con la líder de porristas del equipo rival que ambos terminaron.

Para ella fui su escape, para mí; solo un entretenimiento.

Pero la caída de su popularidad fue cada vez más notoria.

Jamie se agachó y comenzó a quitar el cinturón de mi pantalón. Sus manos se movían con cierto frenesí como si sus acciones le costarán trabajo.

Observé bien a la chica, sus ojos no eran de un verde con tonos esmeraldas y su cabello tampoco era del mismo tono que el de Edén. Su cuerpo, aunque bien proporcionado no era el de ella, cálido y con un aroma dulce embriagante.

No era ella.

Jamie no era Edén.

Tomé su mano cuando estaba a punto de desabotonar mi pantalón.

—No.

Mi voz fue grave y autoritaria, vi su labio inferior temblar entonces sus ojos chocaron con los míos.

Sus pupilas se encontraban dilatadas y su nariz se veía roja.

Ella había consumido algo de lo que Rider distribuía.

La puerta del baño se abrió y en la entrada el mismo chico escuálido con el que había visto a Edén se quedó anonadado ante la escena de la rubia sin blusa de rodillas frente a mí.

—Yo —balbuceó —. ¡Lo siento, no sabía! —comenzó a hablar bastante nervioso y salió del lugar con una expresión de susto.

—¡Maldición! —dije en un siseo aventado la muñeca de Jamie de manera brusca e intentando atar nuevamente mi cinturón.

—Espera, no te vayas —Suplicó. Ella se aferró a mi pierna.

—¡Te he dicho que no! —escupí con cólera con la voz bastante violenta —. ¡Aléjate de mí! No quiero volver a tener contacto contigo.

—Allen. Yo... Yo... —hipeó, las lágrimas desbordaron de su rostro.

Pasé junto a ella y salí del lugar lo más rápido que pude, tenía que encontrar al chico. Si él llegaba hasta Edén lo más probable era que le dijera lo que acababa de ver.

Y eso no podía permitirlo.

¿Cuántas formas de lastimar a una persona existen?

Esta era una de ellas.

Corrí cuando vi al chico caminar a paso acelerado sobre el pasillo. Pero antes de que pudiera entrar al salón lo tomé por el cuello y lo elevé estampándolo contra la pared logrando que diera un respingo a causa del impacto.

Era más bajo que yo, demasiado liviano como un costal de huesos.

Sus ojos de color avellana me enfocaron cubiertos de pánico y horror. Abrió la boca para decir algo pero fui más rápido.

—Ni una palabra de lo que acabas de ver —arrastré las palabras en forma de amenaza apretando los dientes, sentía mi rostro caliente, enrojecido—
. Más te vale que no le digas nada a Edén, o de lo contrario me encargaré de hacer de tu estadía en el instituto un verdadero infierno.

Lo arrojé al suelo siendo un tanto brusco. El chico asintió varias veces manteniendo la expresión de pánico inyectada en cada milímetro de su rostro.

—Yo no vi nada —afirmó, su voz fue temblorosa.

Arrastré mi cabello hacia atrás y respiré profundo antes de entrar al gimnasio. Dejando al pobre chico en el piso.

Caminé un poco entre los alumnos hasta ver a Edén. Una tranquilidad llegó a mi pecho cuando miré su sonrisa y como si no pudiera más me acerqué nuevamente a ella sentándome de la misma manera en que había estado antes de salir del lugar solamente que ahora yo no estaba siendo envuelto con la manta. Una vez más recargue mi mentón en su hombro.

Todos seguían platicando anécdotas, ese tipo de historias que relajan el ambiente.

—¿A dónde fuiste? —preguntó con una sonrisa.

—Tenía que ir al baño.

La envolví nuevamente con mis brazos y traté de borrar lo que acababa de suceder.

Sentía como mi corazón seguía palpitando con fuerza y mi rostro se encontraba caliente a pesar de que lo había mojado con agua helada. Me encontraba bastante alterado.

De un momento a otro  la puerta del gimnasio se abrió, dejándome ver al chico delgaducho observar en nuestra dirección. Sus ojos titubearon al chocar con los míos y lleno de miedo caminó en otra dirección agachando la cabeza, evitando el contacto visual conmigo.

—¿Estás bien? —cuestionó Edén, su mano se posó sobre las mías que estaban abrazándola y el contacto con su piel me relajó.

—No te preocupes, todo está bien — aseguré intentando parecer sereno.

No sólo podía lastimarla físicamente. Cada acto que cometía estaba ligado a lastimar a Edén. Cada una de mis decisiones. Ella no tenía idea de la clase de basura que era.

Ojalá fuera como dijo Evan y su luz pueda iluminar la oscuridad en la que me encuentro hundido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro