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Capítulo 04

Desfile, salida y temor al engaño


El sábado por la mañana, Cassie llamó a Miriam, para decirle que iría con su cuñada y que se encontraban allí. Estuvo de acuerdo, y luego cortó la llamada. Una vez que terminó de desayunar, subió al cuarto para vestirse, pero antes fue a pasarse nuevamente la pomada, y de paso se tomó la pastilla analgésica.

Durante la mañana y parte del mediodía se la pasó con su suegra y cuñada. Almorzaron juntas, y la pasó bastante bien. La hacían sentir cómoda entre ellas dos.

Por la tarde, alrededor de las cinco comenzó a vestirse para el desfile.

Un conjunto de ropa interior negra de encaje, unas medias de nylon hasta los muslos en color negro también, un vestido corto con flecos en el ruedo en negro y nude, de mangas largas, que intentó subirse el cierre como pudo, pero le fue imposible. Se calzó un par de zapatos nude con dorado, y tomó una cartera color piel y un abrigo negro con cuello de piel. Un par de aros en dorado y negro. Y por último, se maquilló de manera natural, máscara de pestañas, boca con brillo transparente y un delineado por dentro de sus ojos muy finito en negro. Se perfumó con el spray de frutas y salió de la habitación.

Corina la ayudó a subirse el cierre del vestido, ya que se lo había pedido apenas había bajado de la recámara. Fue hacia el estudio de Keith, y tocó a su puerta antes de entrar. Le dijo que pasara y entró.

—¿Necesitas algo?

—Ehm... sí.

—Habla entonces, no te quedes callada.

—No sé si luego del desfile tu hermana querrá ir a tomar o a comer algo, y sinceramente me es muy difícil pedirte dinero.

—Pero me lo has acabado de pedir.

—Sí, lo siento, pero si seguiría trabajando no te estaría pidiendo dinero.

—Sabes bien que las mujeres de mi familia no trabajan y ni tampoco lo hacen las mujeres de mis amigos, así qué, tú tampoco volverás a trabajar, te he hecho un beneficio.

Pero Margot sí trabaja, ¿verdad? —pensó Cassie por dentro.

—No le veo el beneficio, a mí me perjudicaste —le dijo, él arqueó su negra ceja y se quedó callado.

—Toma, doscientos dólares, si te sobra me lo devuelves, y espero que así sea, no me gusta que derroches el dinero.

Nunca me has dado dinero —volvió a pensar.

—Sí, lo entiendo y gracias.

—De nada, ahora vete de aquí.

Cassandra, se fue de allí. Siempre la echaba como una perrita sin hogar. Se puso el abrigo con ayuda de Corina, y pronto la pasó a buscar Pamela. Saludó con un beso en la mejilla a la sirvienta, y una vez que se pusó la cartera en su hombro, salió de la casa, y al bajar las escaleras entró a su precioso auto coupé.

El desfile había estado fabuloso, los vestidos eran increíbles. Y luego de aquello, se fueron a un restaurante a comer algo. Cassandra no podía dejar de pensar en el nombre de aquella mujer, le intrigaba como pocas veces le intrigaba algo, y tenía miedo de que las sospechas fueran ciertas. La única que posiblemente podía ayudarla en aquel momento, era su cuñada.

—¿Conoces a Margot?

—¿Margot Mellian?

—Sí, esa misma.

—Pues, era una ex novia de Keith.

—Está en la lista de los invitados.

—¿Y qué quieres hacer?

—¿No invitarla? Sería lo más lógico, ¿no?

—Keith se disgustará con nosotras.

—No me pienso aguantar a ninguna de sus ex.

—¿Y tú cómo sabes de ella? —le preguntó y Cassie, se puso roja de la vergüenza.

—He hurgado su correo electrónico, sé que hice muy mal, pero su sesión se abrió automáticamente y no pude contenerme, para cuando me arrepentí de todo ya estaba viéndolos almorzar juntos en La Scala Beverly Hills.

—¿Piensas que te engaña con ella?

—Creo que ayer lo confirmé.

—¿Crees que mi hermano es esa clase de hombres?

—Es un hombre como cualquier otro, por más que sea tu hermano, Pamela, no me quiere, ni siquiera me habla, no puedo culparlo por querer irse con otra mujer.

—No creo que Keith sea de esos hombres.

—Compara a Margot, conmigo, y verás muchas diferencias, Pamela.

—La verdad es que a mí, Margot jamás me gustó para Keith.

—Margot es muy fina y sofisticada, tiene todo lo que es una verdadera mujer de alta alcurnia, y yo no soy nada, solamente una chica de clase media trabajadora.

—Eso no tiene nada que ver Cassandra, Keith no se casó porque se le antojó casarse de buenas a primeras.

—¿Sabes el porqué se casó conmigo? Porque se pensó que iba a ser la típica esposa rica que no acota nada en reuniones y que no se queja por nada, solamente para poder exhibirme como un trofeo delante de los demás, para más nada, siempre me dice lo que tengo que hacer y yo no soy así, no me deja ser la verdadera Cassandra.

—¿Por qué no se lo dices?

—Estás loca si piensas que se lo voy a decir.

—Keith no es un ogro.

—Pues para mí lo es, y mucho.

—¿Intentó golpearte o algo?

—No, no creo que se atreva a tanto.

—¿Entonces, cuál es el problema?

—No me trata como una esposa para él, no me quiere como su esposa, esa es la verdad.

—Plántate frente a él y díselo, no puedes estar así y él tampoco, a ninguno de los dos les hace bien esto.

—Él se acuesta con su ex, él sí está bien.

—Ay Cassandra, no te hagas ideas de más, puede que te equivoques.

—Tú y tus padres son las únicas personas que me tratan bien, y para serte sincera, no sé si lo hacen por obligación o porque lo sienten en verdad así.

—Somos ricos pero no malas personas, Cassie, tenemos un estilo de vida diferente sí, pero no somos frívolos.

—Tu hermano lo es conmigo.

—En verdad no sé lo que pasa entre ustedes dos, ni mis papás tampoco, pero no te consideramos de baja calaña, al contrario, nos pareces una chica muy sensata y que si te casaste con él no fue por su dinero sino porque estás enamorada de él, Cassandra.

—Keith jamás me querrá, esa es la verdad, jamás me aceptará como su esposa, jamás aceptará mi clase social.

—No pienses en esas cosas Cassie, no te hacen bien, vamos, ánimos, verás que todo se solucionará —le dijo abrazándola por el cuello para reconfortarla.

Se quedó charlando un poco más con su cuñada, y posteriormente la dejó en la casa alrededor de las once de la noche en punto.

Una semana después, entre la organización de la fiesta de Keith, y que fue a retirar las invitaciones, se pasaron volando varios días más, y a finales del mes de Enero, paseando su hermana por Rodeo Drive, a unas cuatro calles del centro, vio a su hermano almorzar con su ex novia, en el restaurante La Scala Beverly Hills.

Entró al lugar como un tornado, y se le puso frente a ellos dos. De brazos cruzados, y levantando y subiendo su pie intranquila. Mató con la mirada a Margot y a su hermano le clavó el puñal, literalmente.

—¿Qué se supone que estás haciendo aquí? —le preguntó su hermana ardida por demás.

—No es lo que estás pensando, Pamela.

—¿Ah, no? ¿Entonces, qué es? Y será mejor que tú te vayas de aquí —le dijo de mala manera a Margot, la cuál ésta se quedó perpleja del asombro.

—No me trates así, Pam.

—Pam una mierda, Margot, bastante te tuve que aguantar cuando salías con mi hermano, ahora quiero que te vayas de aquí.

—Será mejor que me vaya de aquí Keith, nos estamos hablando.

—Espera un poco Margot, Pamela, no tienes ningún derecho en venir aquí y acusarme de algo.

—¿Sabe Cassandra que tú estás aquí con tu ex pareja mientras ella se queda encerrada en la casa?

—No, y será mejor que se mantenga así, ya sabes perfectamente cómo de paranoica se pone esa mujer.

—¿Y por qué no puede enterarse? Al fin y al cabo tú mismo me acabas de decir que no es lo que parece o, ¿me estoy equivocando querido hermanito? —le preguntó con sarcasmo.

—Yo me voy de aquí, no permitiré que una mocosa me falte el respeto.

—El respeto, tú misma te lo estás faltando al aceptar almuerzos de un hombre casado, querida —le dijo enojadísima.

Margot, se levantó de la silla, tomó su cartera y sin decir más nada, salió disparada del restaurante. Pamela, se sentó frente a él, mirándolo de muy mala manera, y esperando que su hermano le diga algo al respecto de lo que ella había visto.

—¿Me lo dirás o tendré que sacar mis propias conclusiones? Y te aseguro que no son nada buenas.

—Eres muy persistente, ¿lo sabías?

—Supongo que sí, lo sabía, ahora dime y no te vayas de tema, Keith.

—He ido a almorzar unas cuántas veces con ella, nada más.

—¿Te acostaste con ella?

—No.

—¿Lo harías?

—Tampoco.

—¿Por qué? Ya que no quieres a Cassandra, ¿cuál sería el problema de engañarla?

—Porque no está bien, estoy casado con ella, no puedo engañarla, y para que lo sepas desde ahora, Margot hoy mismo se me insinuó y la he rechazado.

—¿Te arrepientes?

—No.

—¿Por qué no? No quieres a tu esposa, para ti sería una aventura como las que solías tener antes de casarte.

—No es lo mismo, Pamela, ahora estoy casado.

—Pero no quieres a Cassandra, y si no la quieres, no le hagas perder el tiempo, pídele el divorcio y todo se habrá acabado, tú sales con Margot, aunque no nos guste, y ella podrá conocer a otro hombre.

—No me divorciaré de ella.

—¿Por qué no? Eso que haces está muy mal, Keith, quieres salir con otra mujer, pero no dejas que Cassie sea feliz.

—¿Cassandra sabe de esto?

—No, y no se lo contaré si eso te preocupa.

—Prefiero que no lo sepa.

—¿Por qué se pondrá paranoica?

—No, jamás se puso paranoica, no puedo quejarme en lo absoluto, jamás se me quejó, y ni tampoco me hizo desaires frente a los demás.

—Me lo suponía, no es de esas chicas que se viven quejando por algo que no les gusta en lo absoluto, solamente creo que a ti no te gusta que Cassandra sea de clase media trabajadora, eso es todo, lo que no entiendo es porqué te molesta tanto que lo sea.

—Ya sabes, el que dirán.

—¿El qué dirán? ¿Keith, me estás bromeando? Desde que contrajiste matrimonio con ella que todo el mundo sabe que ella era de una clase social media trabajadora, tú eres el único que se queja por saber que Cassandra no es rica como tú, te refugias en una mujer como Margot que te ha hecho muchísimo daño, tanto sentimental como económicamente, y sigues viéndola, eres un cobarde por no ponerte los pantalones como te corresponde, Cassie cree que jamás la aceptarás por ser de clase media, eso me lo dijo la noche del desfile.

—Su familia es una pedigüeña e interesada.

—Su familia, ella no.

—Me pidió dinero para ir el sábado a comer contigo, si es que iban después del desfile a comer o beber algo.

—¿Tú le has abierto una cuenta bancaria?

—No.

—Ahí tienes entonces, ¿qué piensas hacer al respecto de todo esto, Keith?

—No lo sé Pam, tengo miedo.

—¿De qué?

—De que me quiera solamente por el dinero.

—Se casó contigo por algo, ¿no te lo has puesto a pensar?

—Le hice firmar un contrato pre-nupcial, ella estuvo de acuerdo.

—Con más razón entonces, ponte a pensar Keith, piensa porqué aún cuando haya firmado el contrato quiso casarse contigo, no es tan difícil, hermano.

—¿Tú crees? ¿Tú crees que, Cassandra se casó conmigo porque me quiere?

—¿Si no por qué otra cosa se habría casado contigo? Cassandra tiene todas las de perder, si se pelea contigo, vuelve como estaba antes de que te casaras con ella, ¿o no?

—Sí, claro.

—Pues entonces ahí mismo tienes la respuesta tan ansiada por ti, Cassandra se casó contigo porque te ama, es así de sencillo, sin vueltas, a propósito, invítame a almorzar mientras que charlamos de ti y Cassandra.

—¿Quieres que te invite a almorzar?

—Así es, a tu hermana, madre, y esposa puedes invitarlas a almorzar, pero no a tu ex pareja.

—Eres terrible, Pamela.

—Así y todo me quieres.

Ella almorzó mientras charlaban sobre él y su cuñada. Keith le contó a su hermana, lo que Corina, le contó sobre lo que le hizo el suegro a su hija cuando no quiso darle dinero para pagar unas deudas de juegos de azar.

***

Un día de la semana siguiente, Cassandra necesitaba decirle algo a Keith, algo que no quería postergarlo por más tiempo del necesario, ya que ni él iba a ceder, y ella tampoco iba a aguantar sus aventuras con Margot.

—¿Puedo pasar? —le preguntó después de golpear a la puerta de su despacho.

—Sí, dime.

—Necesito hablar contigo de algo.

—¿De qué me quieres hablar? Siéntate frente a mí —le respondió y ella se sentó.

—Lo he venido pensando desde hace mucho tiempo atrás, y si bien lo estuve postergando, no creo que se pueda extender más.

—¿De qué me estás hablando, Cassandra?

—Quiero el divorcio —le dijo de una sola vez, sin vueltas, y él le arqueó una de sus cejas bien negras.

—¿Estás segura? ¿Por qué no lo piensas mejor?

—Sí, estoy muy segura, no tengo porqué pensarlo tanto.

—Si te divorcias de mí, pierdes todo, no te daré nada de dinero, recuerdas lo que firmaste antes de casarte conmigo, ¿verdad?

—Sí, me acuerdo muy bien lo que he firmado, y no me importa nada, no me importa volver a estar como antes, por lo menos ocupaba mi tiempo en algo, aquí no me siento cómoda, y me aburro constantemente.

—Prefiero que esperemos luego de mi fiesta de cumpleaños, ¿puede ser?

—Está bien, no hay problema con eso.

—Perfecto entonces.

—Solo que no quiero posponerlo tanto, eso es todo, en lo posible un par de días después de tu fiesta, me gustaría, si es que tienes un poco de tiempo para mí, charlar todo, para poder comenzar a tramitar el divorcio.

—Está bien.

—Bueno, te dejaré tranquilo con lo que estabas siguiendo, hasta luego.

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