3: Tenerlo todo, y a la vez nada.
.
.
.
Las semanas pasaron y ahora los hermanos poseían un empleo sin que ninguno se quedara atrás.
Todos estaban muy orgullosos por eso.
Error era ayudante en una tienda de ropa donde admiraban su trabajo. Fresh mantenía la limpieza junto con mucha más gente las armaduras de los caballeros reales y Geno cumplió su promesa de buscar empleo después de su mini aventura.
Se convirtió en ayudante de una panadería donde les hacían falta manos, al principio no lo querían contratar pero al ver su determinación y velocidad lo aceptaron, pero también había demostrado que tenía varios conocimientos en repostería gracias a su madre. Le gustaba su trabajo y le iba muy bien. Se esforzaba mucho y apenas recibía su respectivo descanso se sentaba en una de las tantas mesas exteriores del local para tomar el sol.
Todo parecía ir de maravilla. Pronto llegaría fin de mes y obtendrían su paga para comenzar a ahorrar y quizás cada uno podría llevarse un diez porciento del sueldo para ellos mismos. Milagrosamente así fue.
Los recibieron en distintos días. Emocionados, juntaron sus bolsas de monedas y las lanzaron a una cama cualquiera para contar sus sueldos y ver que tanto podrían ahorrar.
Lograron obtener dieciocho monedas de plata, las cuales era llamadas "Detils" y junto a los sueldos de sus padres, menos gastos de alimento, lograban juntar veintitrés. Cada una en la actualidad cuesta de entre cinco y diez dólares, es decir que en total lograron obtener ciento quince dólares entre todos.
Celebraron abrazándose orgullosos de si mismos. Estaban ganando casi lo mismo que en su granja pero sabían que aún tenían mucho por ahorrar, pero estaban realmente felices de haber sobrevivido el primer mes en la ciudad, se llenaron de determinación para seguir trabajando e ir acumulando poco a poco.
Si hacían cálculos, tendrían que trabajar tres años seguidos para obtener el dinero necesario para comprar ganado, gallinas y su cosecha, pues una sola vaca les costaba más de quince monedas. Obviamente deseaban ascender y acortar el tiempo que aún les quedaba en ese lugar, pero al ser campesinos sería difícil. Si demostraban empeño y constancia junto a sus padres, lo lograrían para recuperar su vida de antes.
♣
Del otro lado de la ciudad.
Muy diferente al estilo de vida de los jóvenes campesinos, yacía un lugar donde no se permitía la entrada a cualquiera sin permiso a menos de que hayan festividades, un lugar tan magnífico que llegaba a la excelencia. El castillo real, hogar de la élite del país, la cual consistía en la realeza, la nobleza, el alto clero y la servidumbre que debía estar a su disposición todo el tiempo.
El sol llegó hasta su punto máximo y dentro del inmueble en uno de los tantos pisos, los sirvientes esperaban frente a unas altas puertas a que el rey terminara de hablar con su próximo sucesor.
El ambiente era tenso. La plática dentro de esa gran oficina era reñida, era como escuchar a un padre intentando razonar con su hijo rebelde a gritos.
Al rato, se escuchó el chirrido de arrastre de una silla. Los sirvientes cruzaron miradas al acabar de escuchar tremendo espectáculo pero volvieron a resaltar su profesionalismo mediante su postura firme y expresión facial seria. En seguida las puertas fueron abiertas con violencia de par en par por el príncipe, quién andaba maldiciendo al aire después de la "pacífica" charla con su padre.
Los sirvientes, como era costumbre, siguieron al joven pelinegro de ojos azules para atenderlo en todo lo que necesitara por su alterado estado. Se adelantaron a él para abrir las puertas de su habitación, cuando se aseguraron de que entrara las cerraron lentamente y se retiraron del lugar para atender otras cosas.
Era gracioso ver como gente profesional y preparada para cualquier situación de emergencia debían de cuidar a un "niño" berrinchudo que no tenía ni la capacidad de mandar a sus mascotas, mucho menos la tendría para una nación.
O al menos eso era lo que pensaba y rumoreaba todo el personal del palacio.
Aquel joven descrito, una vez estando en su silenciosa y tranquila habitación se dejó caer sobre su cama de dos plazas sumamente molesto con la boca hacia abajo.
Se tapó el rostro para ahogar un grito de frustración que llevaba arrastrando desde hace varios minutos para después solo frotárselo liberando de alguna manera su disgusto.
Posteriormente, giró su cuerpo para encarar al techo y se mantuvo estático unos segundos. Dio un muy largo suspiro desganado y comenzó a frotarse la cabellera junto a su rostro en un intento para relajarse aún más. Se lleno de mucho aire para finalmente ablandar las facciones de su rostro a la vez que cerraba sus ojos.
Aquellas peleas con su padre solían ser muy frecuentes, pues casi nunca pasaba en casa y cuando estaba solo le daba sermones de como gobernar el reino y que si no lo hacía, se encargaría de arrojarlo a la calle pues consideraba que estaba siendo muy irresponsable y se estaba hartando.
Lo que no sabía es que su hijo lo estaba haciendo también y mucho, faltaba poco para tomar sus maletas e irse en secreto. Realmente lo consideraba, pero no podía por una sola razón. De solo recordar lo que acabó de pasar y lo atado que estaba al lugar hacían que se moleste nuevamente. Además, cabía decir que de su padre nunca recibió un abrazo o un beso en la frente, o si quiera un halago, por ello mismo no sentía afecto hacia él.
Era algo muy triste.
♣
Retrocedió a sus recuerdos más profundos, a sus once años, cuando apenas conocía que era lo que apreciaba su padre y que consideraba importante. Deseaba impresionarlo para recibir aunque sea una caricia de su parte, como lo hacía siempre con sus discípulos, así que se fijó un objetivo. Recibir una caricia en su cabeza o simplemente un "Felicidades" de su parte.
...
Pensó que si se memorizaba los reglamentos junto a la constitución del reino lo impresionaría, así que se esforzó día y noche para conseguirlo. Su meta era dictárselas a su padre para así hacerle saber lo aplicado y buen hijo que era, además de practicar su habla y poder de convicción, o lo que sea que eso signifique para el menor.
...
Después de un mes de estudio, berrinches y lágrimas de frustración, logró memorizar todo el libro de mandatos, reglas y constitución además de la forma en que debía pararse.
Era realmente impresionante para su edad.
Para practicar su habla, se miraba siempre en el espejo mientras dictaba cada una de las reglas escritas junto con su numeración. Al principio le daba mucha pena pero ahora que lo estaba haciendo excelente se sentía orgulloso de sí mismo. Estaba listo para impresionar a su padre.
Tuvo que esperar varios días por su regreso. Siempre salía al extranjero por varias semanas, y cuando regresaba se quedaba solo una semana o dos, finalizado ese tiempo volvía a marcharse. No tenía ni la más mínima idea de lo que hacía o donde estaba, pero eso no era impedimento para ver a su padre como alguien realmente fantástico.
...
Después de mucha espera acompañada de una terrible ansiedad, el regreso del rey fue anunciado a su pueblo como de costumbre, y por ende, a su maravillado hijo, quién estaba más emocionado que nunca.
Esperaba en la puerta como si fuese un cachorrito. Pasaron varios minutos pero finalmente el gran portón se abrió y el pequeño saltó de emoción al ver a su padre cruzar esas puertas. Corrió hacia él para abrazarlo de la cintura, pero solo recibió una orden para que se apartará.
Se desánimo un poco por ello porque llevaba esperándolo mucho tiempo, pero intento no tomárselo enserio y salió corriendo tras él, puesto que se había adelantado sin más. Al tenerlo cerca se mantuvo a una distancia prudente caminando educado y nervioso a la vez que sonreía risueño.
...
El rey fue directamente a su oficina para comenzar a llenar papeles y escritos sin decirle nada a su retoño, quien entró junto a él en silencio para que no lo sacara de la habitación.
Finalmente estaban solos y era su momento de brillar. No perdería la oportunidad de oro al ver a su padre quieto después de mucho tiempo.
Se aclaró la voz intentando llamar su atención y quitarse la timidez de encima.
El contrario levantó la mirada solo unos segundos para preguntarle la razón de su presencia. El joven príncipe sonrió nervioso y emocionado por la futura reacción de su padre. Esperaba al menos obtener una caricia por su gran esfuerzo, era lo que más deseaba, sin embargo, el rey lo fulminaba con la miraba como si estuviese irritado, obligándolo a hablar de una vez por todas.
Reaper: E-Esto...
Más nervioso que antes, sentía que las manos le comenzaban a sudar por la mirada fría y penetrante de su padre.
No dejaba de temblar y sabía que perdería su oportunidad si se tardaba, además de que escuchó como la mesa era golpeada con los dedos demostrando la impaciencia ajena.
Decidió alzar la frente y llenar de aire sus pulmones para tranquilizarse. Se aclaró la voz una vez más y puso la espalda recta para demostrarle la seguridad que obtuvo durante semanas.
Reaper: ¡P-Padre! ¡Eh venido a demostraros que mi presencia es formidable y que tomar parte de vuestro precioso tiempo no será en vano! ¡He venido aquí con una sorpresa!
Declamaba energético, sabiendo en el fondo que eso impresionaría a su padre. Esa idea le daba fuerzas, además de que el mayor no retiraba la mirada de él en ningún momento. Significaba un gran logró para él.
Inspirado, procedió a explicarle de la misma manera que antes lo que había aprendido durante el mes de su ausencia y el esfuerzo que le tomó para lograrlo en cada pausa que tomaba.
El rey no decía nada limitándose a escuchar lo que traía tan activo a su sucesor, quién dejándose de rodeos, continuó dictando los mandatos reales, pero no pasó más de un minuto para que el rey suspirara y pusiera nuevamente la atención en sus escritos, cosa que lo desconcentró totalmente. Su seguridad cayó al suelo al igual que su mirada mientras bajaba el tono de su voz.
Se sentía terrible al pensar que su padre no le interesaba lo que hacía, y así era en verdad.
A los pocos minutos, después de aguantar tanta inseguridad, su voz comenzó a quebrarse y sus manos temblaban más y más. No pudo resistirlo más. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y detuvo su dictado dando lugar a pequeños espasmos sonoros sintiendo que no fue lo suficientemente bueno.
Su padre al escuchar el llanto alzó la mirada y lo observó con desdén.
___: ... ¿Eso es todo? Vaya... Bueno, si vas a llorar ve a hacerlo en otro lado. No tengo tiempo para esto, debes practicar mucho más. No te sabes ni la mitad del reglamento.
Al pequeño, como si le hubiesen tirado una roca al corazón, alzó la mirada con los labios temblorosos e impulsado por la rabia hizo puños atreviéndose a expulsar lo que sentía por haber despreciado abiertamente su mes de arduo esfuerzo.
Reaper: ¡ERES UN IDIOTA!
El rey frunció el ceño ante esto y se levantó de golpe para confrontar su mal comportamiento.
___: ¡NO TE ATREVAS A ALZARME LA VOZ!
Reaper: ¡ME DA IGUAL!
Se dio la vuelta rápidamente para abrir la puerta y salir corriendo hacia cualquier parte del palacio con la intención de alejarse de él. El rey, por supuesto, dejó de hacer lo que estaba haciendo provocando que la tinta manchara sus papeles gracias al movimiento brusco de antes. Gruño hirviendo en ira por ello y salió de la habitación buscando a su hijo con la mirada para regañarlo y darle una paliza.
Ese fue el primer disgusto y pelea que tuvieron entre padre e hijo.
♣
Desde entonces, las peleas no cesaron y Reaper se negaba a escuchar a su padre quién tampoco se amarraba el orgullo para disculparse con él o siquiera intentarlo. Siempre originados por un tema diferente.
Suspiró ante eso. Quizás se había acostumbrado y ahora solo deseaba descansar en su cama, pero de pronto alguien tocó a su puerta. Gruñó fastidiado y se levantó solo un poco apoyándose de los codos para preguntar de quién se trataba, a lo cual fue respondido por su sirviente real.
S.R: Señor, su tutor le está esperando para su próxima clase.
Reaper: -Desganado- ... Ugh... No iré.
S.R: Pero, señor... Su padre me pidió personalmente que lo obligue a ir o tendré que informarle de su falta.
Reaper rodó los ojos irritado y se dejó caer nuevamente. Se llevó las manos a la frente para masajeársela sin responder todavía.
Desde que cumplió trece años perdió totalmente el interés de estudiar gracias a los conflictos familiares que poseía. No le daba ni la más mínima importancia y ahora que su padre estaba presente debía esforzarse aunque sea un poco a comparación de cuando no estaba. No deseaba tener otra razón más para pelear, pero quizás su tutor ya le había informado de sus faltas y carente compromiso en sus clases.
Pelearía inevitablemente ese día y honestamente ya era algo normal cada que el rey estaba presente.
Se sentó en su cama para terminar de masajearse mientras respondía en seco: "Ya voy". Su sirviente se quedo allí mismo esperando que su majestad se dirigiera a su clase.
Quiso quedarse en silencio unos segundos mas para relajarse y pensar en varias cosas. Inconscientemente de entre todas ellas recordó algo que sucedió hace unos días. Bajó la mirada y rio solo un poco dejando que una sonrisa se apoderara de su rostro.
Aquello que ocupaba su mente cada cierto tiempo era un joven de cabellos blancos que se defendió muy bien de sus guardias. Nunca pensó que alguien aleatorio derribaría a hombres entrenados de la guardia fácilmente. Al no tener una relación con ninguno de ellos fue divertido ver como los derribaron.
¿Cómo lo conocía? Era algo que se aclararía más adelante.
Sacudió la cabeza para centrarse y levantarse indiferente hacia otra habitación considerando que ese día sería más gris que otros, pero una vez más, era algo a lo que estaba acostumbrado.
.
.
.
Wuuuu, ya puedo descansar una semana y estudiar pah mi examen :'D -iora- espero les guste porque me salió bien wapo este papu x'//D <3 <3 <3
Att: AquiEstaTuCariñito
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro