
CAPÍTULO XXII: ESCAPE (Parte 4 )
Después de su pequeño encuentro con Jhosua, Hank entró en el edificio 1, ya estaba a nada de salir, la puerta se encontraba a unos cuantos metros, su plan casi había sido un éxito rotundo, dejó el carro de enfermero bajo unas escaleras, no fue necesario subir al segundo piso pues tenía el cigarrillo que Jhosua le dio antes, ahora podría dirigirse a la salida sin ningún problema, al llegar hasta la puerta el guardia lo detuvo, era un hombre de raza negra, alto y fornido, su sola presencia era muy intimidante, el momento había llegado, Hank estaba frente al Final Boss, si lo superaba la victoria sería suya. El guardia le pidió identificarse.
—Dime los datos de tu carnet sin mirarlos —le dijo el guardia, con su voz profunda y rasposa.
—Soy Kenneth Avilés, tengo 17 y soy pasante —Hank estaba muy nervioso.
—Olvidaste decir tu sexo —dijo el guardia.
—¿No es obvio? —replicó Hank con sarcasmo.
—No con esa voz tan chillona, pareces una niña —el guardia soltó una pequeña risa de burla.
Eso le molestó mucho a Hank, pero era parte del plan, debía fingir la voz de alguien de 17... Aunque la voz de Hank en sí no era muy grave que digamos, Kenneth solía molestarlo diciendo que con peluca y vestido podría hacerse pasar por Jeannette.
—¿Apenas eres pasante y ya quieres salir a "prender la vela"? —preguntó el guardia un poco intimidante.
—Estoy nervioso y me gustaría relajarme un poco —dijo Hank enseñándole el tabaco—. Solo serán 15 minutos.
El guardia hizo un gesto de "pues ya que" y abrió la puerta, Hank agradeció y se dirigió a la puerta, estaba por salir cuando de repente el guardia lo detuvo sujetándolo del hombro, Hank pensó que todo estaba perdido, el plan fracasó, fue descubierto a nada, incluso sintió cómo el guardia metía su mano en su cinturón y sacaba algo.
—¿Es un arma? ¿Un paralizador? ¿Gas pimienta? ¿Qué carajos hace? —pensó Hank— ¡Ay Dios! ¡Espero eso que siento en mi espalda sea su bastón!
—Toma, necesitarás esto —dijo el guardia mientras le daba a Hank un encendedor y un par de tabacos—. Se ve que estás nervioso, pero también que eres un novato, usa estos, el que cargas ahí es muy fuerte para ti niño. Hank los aceptó y agradeció el gesto, el guardia cerró la puerta y le advirtió que tenía 10 minutos.
Por fin, luego de tantos problemas lo había logrado, estaba fuera del hospital, Hank no podía creer que su plan haya funcionado, incluso con un par de imprevistos había resultado a la perfección. Ahora solo debía dirigirse a la carretera y esperar que alguna buena persona lo llevara hasta la ciudad (el hospital estaba ubicado en una zona rural, rodeado de un bosque) tenía que hacerlo pronto o el frío haría de las suyas. La carretera estaba a unos 200 metros, decidió que ir trotando sería lo mejor, ya que así avanzaría rápido y su cuerpo se calentaría un poco.
Hank estaba a unos 50 metros del hospital, entonces una pésima idea le pasó por la cabeza.
Él nunca había fumado, pero quizás no estaría mal hacerlo por una vez, al menos para celebrar su victoria, dejó de trotar, sacó uno de los 2 tabacos de su bolsillo y lo llevó a su boca, sacó el encendedor y... tosió.
Hank no era un fumador, sentir el humo en su boca, garganta y pulmones, por primera vez en toda su vida, hizo que deseara escupirlo de inmediato, tosió y tosió, una y otra vez, lamentado y asqueado por haber fumado, hasta se preguntaba cómo era posible que hubiera personas que disfrutaran de algo tan repugnante y juró que nunca más volvería a hacerlo.
Mientras trataba de recuperarse recordó que durante el accidente le pidió a un hombre un cigarrillo, se rio un poco de aquel recuerdo, pensando que sería una excelente escena de película. Cuando recuperó fuerzas se dispuso a seguir con su camino, pero, comenzó a ver algo detrás de él, una luz comenzaba a hacerse presente seguida de un calor que aumentaba con mucha rapidez, Hank entonces se dio la vuelta y vio al infierno cara a cara.
—¡No, no, no! ¡MIERDA! —fueron las palabras de Hank al ver que un incendio había comenzado justo a sus espaldas.
Al parecer el cigarrillo que soltó cuando comenzó a toser fue lo que desató las llamas, Hank no sabía qué hacer, pensó en volver al hospital por ayuda pero se darían cuenta de su identidad y el plan habría fracasado... ¡Eso no importaba! La vida de muchas personas corría riesgo por su culpa, no podía quedarse sin hacer nada (como en aquella ocasión). Hank comenzó a correr de vuelta al hospital, pero se dio cuenta de algo: todo era como en aquella ocasión...
Hank volteó y contempló el fuego unos instantes, las llamas eran parecidas a las de ese día, crecían rápido y se elevaban muy alto, los recuerdos volvieron a atacarlo, una vez más, el accidente lo martirizaba, la misma sensación, las mismas voces reclamándole por haber salido vivo, los gritos de las personas que le pidieron ayuda, los cadáveres por montones, todo eso vino a su mente en unos segundos. Ahora no solo tenía una dificultad para respirar, le era imposible, comenzó a ver hacia todos lados esperando recibir ayuda, pero su vista estaba nublada, de pronto una voz lejana se hizo presente, seguida de otras que cada vez se acercaban más y más. Cuando retomó un poco el control se dio cuenta de que eran enfermeros del hospital, venían con una camisa de fuerza y una camilla, era obvio que querían atraparlo, Hank quiso correr pero el fuego delante de él no se lo permitió, miró a su alrededor en busca de una salida, entonces, en dirección contraria al fuego y los enfermeros estaba su ruta de escape: el bosque.
Hank no lo pensó ni 2 veces y comenzó a correr hacia el bosque aprovechando que los enfermeros se distrajeron con el fuego. Era de noche y nada iluminaba el lugar, simplemente se movía entre árboles y arbustos evitando chocar lo menos posible, huía con mucha rapidez, no porque tratara de dejar atrás el hospital, los enfermeros o el incendio, Hank quería escapar de las voces e imágenes en su cabeza.
Hank corrió durante un buen rato, quizás minutos u horas, cuando por fin se detuvo, notó que ya no habían ruidos de nadie persiguiéndolo, no había nada, NADA. Se dio cuenta que se había alejado demasiado, tanto que ya no sabía ni dónde estaba, se dispuso a volver en línea recta pero ya ni siquiera podía ubicar su ruta de regreso. De pronto una gota de agua cayó en su cabeza, y así cayó una más y otra, y otra, decenas y decenas de gotas de agua comenzaron a caer sobre Hank, de por si no podría volver a oscuras, mucho menos en la lluvia, el destello de un relámpago hizo visible por unos momentos una cueva entre lo que parecía ser el pie de una montaña, buscando refugio de la lluvia.
Hank entró a la cueva esperando que no hubiera ningún animal habitándola, los destellos de los relámpagos le hicieron recordar que tenía un encendedor, lo buscó en sus bolsillos y lo usó para iluminarse, la cueva estaba seca y tenía un poco de madera que podría usar para una fogata, recolectó todo lo que pudo y al final hizo una pequeña hoguera, era débil pero le serviría por un rato.
Hank se sentó cerca del fuego buscando su calor y tranquilidad, esta llama era diferente, muy diferente a la que él provocó cerca del hospital; pero al menos la lluvia ya habría apagado el fuego, su pequeña hoguera era diferente, un fuego hecho para calentarlo, un fuego hecho para su bienestar y que podía controlar, muy diferente a aquellas llamas infernales que le recordaban al accidente.
El plan de Hank había fracasado, todo por un pequeño descuido, era increíble lo poco que duró su victoria, estaba frustrado, asustado y decepcionado. Trató de buscar el porqué ¿Por qué le había pasado todo eso? ¿Por qué tuvo que sobrevivir al accidente? Si lo que le ocurría esa noche era por haber ignorado a las pocas personas que sobrevivieron, lo entendía. Pero ¿y todo lo demás? Ayudaba a otros pacientes, tomaba sus medicamentos y nunca faltaba a sus terapias. ¿Cuál fue el mal que hizo para terminar así? Estaba escondido en la cueva de un bosque, abrigándose con una débil llama de una fuerte tormenta desatándose fuera de la caverna ¿Tan mala persona había sido que ahora Dios o el Karma se lo estaban cobrando? ¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?
—Por pensar que tenemos todo bajo control —Hank tuvo un flashback de una conversación con Matilda— Las personas siempre piensan en el "Por qué" de lo malo que les sucede, no hay un motivo. Si crees que con ser una buena persona te librarás de malos momentos no eres menos ingenuo que una persona que espera que un tigre no lo ataque sólo por ser vegetariano. Podemos controlar nuestras acciones pero no las consecuencias de las mismas, no sabemos qué efecto van a tener en nosotros ni en los demás, pueden ser positivos o negativos; pero eso ya está fuera de nuestras manos. Al pensar que "El bien atrae más bien" caes en el error de creer que tienes el control, y, cuando te des cuenta que no, lo más probable es que llores y maldigas tu propia debilidad. No sirve de nada buscar el "Por qué" de las cosas malas que te pasan, lo único que puedes hacer es... Nada. No lo diré, que cada quien lidie con eso como mejor le parezca.
Hank no entendió las palabras de Matilda en su momento, pero ahora sí que lo hizo, dadas las circunstancias aceptó que no podía hacer nada, simplemente se acurrucó en el suelo e intentó quedarse dormido. Hank tenía que descansar para poder pensar en lo que haría al día siguiente, verse a sí mismo como la víctima de las circunstancias no solucionaría nada.
Gracias al leve calor de la fogata y el ruido de la lluvia escampando, Hank pudo quedarse dormido, no sin antes recordar que todavía tenía un café pendiente con Lucy, quizás hasta soñó con ese momento, pues, pese a estar en una cueva a la intemperie, dormía con una pequeña sonrisa en el rostro.
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