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CAPÍTULO XVIII: POSESIÓN

Hank se encontraba perdido en sus pensamientos mientras caminaba a través del patio del hospital, trataba de pensar en algo diferente pero no podía concentrarse, seguía recordando las palabras de Lucy después de que él le haya dicho que su belleza era opacada únicamente por su talento, vivacidad y esfuerzo.

Aunque Lucy guardó silencio un momento, su respuesta fue algo que lo dejó sin palabras.

Saldremos de aquí, y empezaremos de nuevo, tú serás mi pianista y yo tu seré tu vocalista,  te convertirás en mi escritor y yo seré tu actriz, porque todas las cualidades que dijiste que poseo, se complementan con tu pasión, creatividad y Sagacidad.

Hank sabía que aquellas palabras fueron más que un anhelo, eran sus corazones diciendo lo que habían empezado a sentir desde hace un tiempo, una sutil declaración de lo que empezó el día que se conocieron... pero algo no le terminaba de cuadrar, había una cosa que no lo convencía ¿Fue Anne o Lucy? ¿Quién le dijo eso?

«¿Quieres que yo sea tu pianista y tú  serás mi vocalista?» pensó Hank «Lucy... Anne... ¿Quién de las 2 fue la que...»

—¡HAWKINGS! —Un grito fuerte tomó por sorpresa a Hank, una voz grave y desgastada por la edad—. ¡No puedes tomar libros de la biblioteca! ¿Cuánto tiempo más tú y tu noviecita van a seguir desobedeciendo las reglas?

—¡Ay, no! Hola Jhosua —le dijo Hank a la persona detrás de él mientras guardaba el libro bajo su camiseta—, ¿Cuánto tiempo más vas a seguir halando como un comandante? Ya te retiraste, eres le conserje, deberías apoyarme y no reclamarme.

Sí, ese era Jhosua, el conserje del hospital, un veterano de guerra que pasaba sus días de retiro realizando actividades de limpieza en el sanatorio, no tenía familia ni amigos, pagaba su estancia trabajando ahí y padecía lo mismo que Hank, Estrés Postraumático.

—Yo podré ser hasta una bolsa de basura, pero gracias a mí tú pudiste estudiar niño. —Jhosua siempre hablaba esa manera tan escandalosa—. ¡Por mis compañeros caídos es que no te están intercambiando por unas cabras en Europa! ¡Mínimo muéstrame algo de respeto!

—Jhosua dices eso siempre, intentaste chantajear a muchas enfermeras con eso para que te consigan algo de alcohol ¿Debería reportarlo?

—Estúpido mocoso, tú y tu novia me tienen harto con sus platicas hasta la madrugada a través de ese agujero en la pared ¿Debería reportarlos?

Lo que dijo Jhosua tomó a Hank por sorpresa, eso era malo, si se llegaba a saber lo del agujero en la pared de sus habitaciones de seguro no dejarían que ni él ni Lucy volvieran a hablarse en ningún lugar del hospital.

—Ella no es mi novia. Y dime, Jhosua ¿Cómo te va? —Preguntó Hank, intentando evadir el tema.

—Puedes decir eso niño, pero en tus ojos puedo verlo ¿Cuántos años crees que tengo? Mi experiencia me permite saber cómo se siente una persona con tan solo verla a los ojos, aunque es difícil descifrar a esa chica, siempre que la veo tiene diferentes miradas, como si fuera otra persona.

Hank estaba sorprendido, pero era lo que quería escuchar, saber que no estaba loco y que el cambio en la mirada de Lucy no era paranoia o imaginación suya, es la pista que necesitaba para-

¡BOOM!  —Una explosión se escuchó en el cielo, Hank volteó y no pudo creer lo que veía: pruebas de vuelo en naves de combate. ¡Estaban realizando pruebas de vuelo con aviones de guerra sobre el hospital! ¿Por qué? Hank se quedó paralizado, ver esos aviones no hizo más que traer de vuelta a su mente el día del accidente, una vez más, las voces que ya no escuchaba, los recuerdos del accidente, la culpa, la ira, los meses siguientes, recordó todo eso en un pocos segundos. Cayó de rodillas al suelo, repitiendo lo mismo de siempre.

—No fue mi culpa, sólo estaba sobreviviendo.

Jhosua se acercó a él para preguntarle si estaba bien, pero en cuanto le puso la mano en el hombro Hank saltó sobre Jhosua y le siguió gritando que no fue su culpa, lo sujetó del cuello y comenzó a asfixiarlo, los enfermeros se percataron e intentaron quitarlo de encima del pobre de Jhosua, que cada vez tenía menos fuerza para apartar a Hank. Ya que no podían moverlo y este se negaba a soltar a Jhosua, tuvieron que inyectarle un sedante en el cuello para que se tranquilizara, no hacía efecto, una segunda dosis finalmente lo durmió. El alboroto en medio del patio provocó un gran caos, Lucy apareció entre la multitud y preguntó sobre lo que había sucedido. Varios pacientes le contaron la situación mientras estaba siendo atendido por una enfermera, de pronto las miradas de Jhosua y Lucy se cruzaron, entonces, él se percató de algo que lo dejó completamente atónito.

Se dio cuenta que los ojos de Lucy tenían una mirada perversa y maligna, por un segundo incluso mostró una sonrisa de satisfacción al oír que se llevaron a Hank a una habitación aislada, como si ella fue la que planeó todo eso. Jhosua no quiso intervenir, supo al instante que algo estaba mal pero estaba harto de participar en batallas que no le correspondían.

Los aviones se retiraron casi tan rápido como llegaron, pasaron varios minutos y finalmente lograron tranquilizar a todos los pacientes, cuando la situación estuvo bajo control, el Doctor James se acercó a Lucy para darle una noticia.

—Señorita Granty, debido al excelente progreso en su recuperación, puede irse del hospital, haga los preparativos para su salida y despídase de las personas que guste. Su plazo para retirarse es de 3 días.

—Se lo agradezco, Doctor. —Le respondió Lucy—. Ahora mismo iré a empacar mis cosas y hacer un par de llamadas.

—Suerte con eso.

La chica se retiró del patio y fue hacia el teléfono, marcó y esperó unos segundos hasta que alguien le respondiera.

—¿Hola? ¿Buenas tardes? —finalmente contestaron su llamada, era una voz femenina.

—Hola Alejandra, ¿Reconoces mi voz? 

—¡No puede ser! ¿Lucy? ¿Eres tú? ¿Por qué demonios no me llamaste? —Alejandra estaba sorprendida y algo molesta— ¡Fuiste nominada a los premios Goya! La ceremonia se llevará a cabo en una semana. ¿Dónde diablos has estado? Te recuerdo que soy tu mánager y debes decirme siempre en qué lugar te encuentras.

—Tranquila, mira, estuve internada en un hospital, pero ya estoy fuera —Le respondió, tratando de calmarla—, ¿Enserio fui nominada? Perfecto ¿Todavía tengo tiempo para presentarme?

—Sí, pero debes viajar a Madrid mañana mismo —Le ordenó Alejandra—. Ya tengo los boletos, son para hoy en la noche. Yo me encargaré del equipaje, sólo necesito que estés ahí. ¿Podrás llegar a tiempo?

—Me sorprende que me subestimes Alejandra —Alardeó Darlene—. Pues claro que ahí estaré. Menos mal retiré mi pasaporte hace unos meses.

—Bien Lucy, te veré en el aeropuerto hoy a las 20:00 PM, más te vale estar ahí, esto lo que esperabas, tu carrera despegará si ganas esto, he visto a los otros nominados  y creo que tienes muchas posibilidades de...

—¿Podrías dejar de llamarme Lucy? —La interrumpió de golpe— Si van a premiarme quiero que lo hagan con un nombre que valga la pena. Sé que aún sigues en la escuela de leyes ¿Cuánto tiempo crees que tarden en cambiar mi nombre?

—Un par de semanas quizás.

—¡Espléndido! Envía esa solicitud ahora. Este es el comienzo de una nueva etapa y quiero iniciarla siendo reconocida con un nombre que imponga respeto, no el de una camarera de barrio bajo.

—¿Te encuentras bien? Mira, no es la primera vez, Lucy comportándote muy-

—¡Que no me llames Lucy! —Dijo ella gritando al teléfono—. Escucha Alejandra, eres la única a la que le contaré esto, mira, estuve internada en un sanatorio y necesito que eso no se sepa o podría arruinar mi carrera. Debo dejar esta experiencia atrás, empezando por cambiar mi nombre.

Hubo un silencio durante varios segundos.

—¿Qué nombre y apellido vas a usar desde ahora? —preguntó finalmente Alejandra.

—Darlene... Darlene Wendell.

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