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CAPÍTULO XLII: SACRIFICIO

Anne comenzó a despertar, se sentía muy desorientada, no recordaba qué le pasó ni dónde estaba, hasta que los recuerdos volvieron a su mente: Se encontraba en la azotea donde besó a Hank por primera vez, o más bien, Matilda la forzó a hacerlo.

Anne sonrió por un momento, ya que ese recuerdo era muy valioso para ella, pero su sonrisa se le borró del rostro al darse cuenta de que estaba atada de manos y piernas, y esta vez no le sería tan fácil soltarse, pues sus manos no solo eran inmovilizadas con cuerdas, sino también con cadenas de acero.

—Vaya, despertaste en mal momento Anne. —Le dijo una voz familiar, se trataba de James—. Es una pena, ahora tendrás que sentir cómo mueres, debiste quedarte inconsciente.

Anne observó a James, en silencio.

—¿No vas a decir nada? —Le preguntó él.

—¿Dónde está Hank?

—En estos momentos debe estar volando con el viento, convertido en cenizas.

—¿Qué? —Anne entonces vio que desde la puerta que daba a la azotea salía humo— ¡¿Hank?!

—Exacto, él está muerto.  Pero no te preocupes, pronto tú también lo estarás. Y yo igual, niña. De aquí no saldrá nadie con vida. —Afirmó James.

—Eso no es cierto, Hank solo estaba atado a la camilla, él podía escapar —Decía Anne mientras observaba la puerta con desesperación—. Él no... no pudo haber muerto.

—Es cierto, tal vez hubiera escapado si no le tuviera tanto pavor al fuego. —Dijo empujando a Anne aún más al borde— Pero, lo tiene, Qué pena.

—No.... Hank... —Anne sentía impotencia, comenzó a llorar. —Él no podría...

—Claro que sí Anne. Aunque Hank hubiera logrado soltarse, su estrés postraumático lo atacaría enseguida. Hank ahora debe estar desmayado y las llamas lo quemarán hasta los huesos. No hay más opciones.

Anne miraba la puerta, el humo salía sin cansancio, esperaba que Hank lo hiciera, pero no podía evitar imaginar que se encontraba en el suelo, mientras el fuego consumía todo su cuerpo, Anne se sentía impotente y desesperada, tanto que no podía moverse.

—En fin... —James tomó a Anne del cabello y el brazo, comenzó a arrastrarla a la punta de la terraza, pero ella no oponía resistencia alguna, seguía perdida viendo la puerta, esperando que Hank hiciera su entrada.

James levantó a Anne y la puso justo al borde de la terraza, haciendo que mirara al vacío para causarle terror antes de que viera su destino, pero ella no hacía nada, miraba al vacío, sí, pero no con ojos de miedo, sino con una expresión de desesperación.

—Esperaba hacerte sufrir un poco, pero no importa, hasta nunca a todas ustedes, Lucy, Anne, Livi, Matilda y Darlene. —James dijo eso, y soltó a Anne, para que cayera al vacío.

—Por favor... ¡HANK! —Gritó Anne, no por ayuda, sino porque no podía aceptar que Hank haya muerto y ella no pudiera hacer nada.

James sonreía de manera siniestra mientras observaba que Anne comenzaba a caer, había logrado su venganza, podía estar satisfecho, si no hubiera sido porque a su lado una persona se lanzó enseguida detrás de Anne, abrazando su cuerpo y recibiendo el choque contra el suelo, que estaba 5 pisos hacia abajo.

James observó todo de cerca, desde el salto de la azotea, el abrazo en el aire y el fuerte impacto en el suelo, no supo si sonreír o no, no tenía idea de qué hacer o cómo reaccionar. James había olvidado la última vez que ayudó a una persona de manera sincera, ciertamente el presenciar un sacrificio desde tan cerca le hizo darse cuenta de lo lejos que había llegado, su propia ambición lo había consumido, y terminó lastimando a 2 personas que eran buenas. James recordó que, cuando eran niños, su hermano siempre estaba dispuesto a recibir todos los golpes propinados por sus padres, pero, él nunca hizo nada por él. Por primera vez, James sintió remordimientos, y se dio cuenta del monstruo en el que se había convertido. Ya había visto varios asesinatos antes, muchos los llevó a cabo él mismo, pero, nunca vio que una persona sacrificara así su vida por otra. James les hizo vivir un infierno, pero lo cierto es que quien merecía dicho infierno era él, sin decir ni una palabra, James se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el edificio, mismo que seguía en llamas. James había cruzado demasiadas líneas, lo que dijo Hank era cierto, un Doctor cura, no perjudica. Las puertas del averno estaban abiertas para recibir a James, quien entró al edificio y dejó que el fuego consumiera su cuerpo.

Por otro lado, tirados en el suelo del edificio, yacían Anne y Hank, ella comenzó a levantarse y se dio cuenta de que estaba encima de él, Anne se quitó rápidamente, no entendía qué fue lo que pasó, debido a la adrenalina del momento Anne no notó que Hank, sin dudarlo, saltó tras ella y la atrapó en el aire, pero a cambio de eso él fue el que recibió todo el impacto de la caída.

—¿Hank? —Preguntó Anne— ¿Hank me escuchas?

—Te escucho. —Dijo él, con la voz muy apagada— Pero no te veo, Anne.

Anne entonces comenzó a llorar, al notar que Hank estaba muy mal herido.

—¿Por qué lo hiciste Hank? —Le preguntó ella, desconsolada— ¡¿Por qué?! ¿No podías simplemente dejarme caer?

Anne continuó llorando, y Hank no le respondía, estaba demasiado herido para poder decir algo, pero aun así, hizo un esfuerzo.

—Anne... —Dijo él— Lo hice... —Jadeó— Porque no quiero que nada... —Tosió— No quiero que nada ni nadie te vuelva a... ¡AHHH! —Hank gritó y tosió un poco de sangre.

—No digas nada por favor —Dijo Anne limpiando la sangre de la barbilla de Hank— Conserva tus fuerzas Hank, resiste, la ayuda ya viene.

—No, Anne, no podré resistirlo... —Hank tosió aún más sangre.

—Claro que sí, superamos tantas cosas ¿No? —Anne intentaba ser optimista pero no podía evitar llorar—. Esto es igual, lo superaremos, no me dejes Hank, por favor, quédate conmigo.

Anne lloraba mientras acariciaba el rostro de Hank, y él, pese a estar tan gravemente lastimado, soltó una lágrima también.

—Anne... Te amo. —Dijo finalmente—. Sé que dijimos que sería en la cafetería, pero si no lo hago ahora... sé que nunca podré. Te amo, Anne Granty Bellatriz.

Anne se negaba a responder, no quería aceptarlo, pero, por un instante entendió que quizás era la última vez que podría hablar con Hank, y más vale una despedida bien hecha, que un anhelo mal deseado.

—Yo también te amo, Hank Hawkings Harrison. —Dijo ella, acariciando su mejilla—. Gracias.  Tú notaste mi existencia, cuando otros... y yo misma, querían deshacerse de mí. Tú me hiciste vivir, por favor... por favor... vive, vive conmigo. No quiero estar en un mundo donde tú no estés.

—Anne... —Hank levantó su mano y acarició su mejilla— Di eso... para ti misma... Vive, vive... vive... vive... Anne Granty Bellatriz —La voz de Hank comenzó a apagarse, y su mano a caer lentamente—. Vive... Anne... vive... 

Anne no pudo contenerse más, y lloró desconsoladamente sobre el cuerpo sin vida de Hank. Y como si el cielo también lo sintiera, las gotas de lluvia comenzaron a caer una a una. Las lágrimas de Anne se estrellaban sobre el rostro de Hank, el cual se fue con una sonrisa, pues, Consiguió redimirse. En sus últimos momentos, Hank se enfrentó a su miedo más grande y pudo proteger a la chica que amaba, sabiendo que ella también lo amó. 

Y así, el 15 de Octubre, un día que comenzó con los más cálidos y brillantes rayos del sol, se tornó de un color gris, lleno de fuertes vientos y abundante lluvia, pues, el corazón de Hank Hawkings Harrison dejó de latir.

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