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CAPÍTULO XIX: ESCAPE

Luego del accidente con los aviones de prueba, pasaron 2 semanas hasta que Hank por fin dejó de sufrir ataques y pesadillas. Durante varios días estuvo completamente sedado, cuando los últimos sedantes que le habían administrado dejaron de hacer efecto y recobró el conocimiento, se encontraba en la misma habitación en la que Lucy alguna vez estuvo cuando llegó al hospital.

—Al fin despiertas Hank. —Le dijo una voz sentado junto a él—. ¿Cómo te sientes?

—¿Doctor James? —Preguntó Hank, quien seguía algo confundido—, Me siento como si hubiera bebido 2 semanas y apenas estuviera despertando con resaca ¿Qué pasó?

—No sabemos la razón específica, pero unos aviones militares volaron por encima del hospital, no te preocupes, ya no volverá a suceder. Hablamos con ellos y se disculparon por lo sucedido, alrededor de nueve personas con estrés postraumático fueron sedadas y contenidas en las habitaciones aislada, de las cuáles cuatro ya se recuperaron, cinco si llegas a mostrar mejoras, tres terminaron desarrollando locura y... una de ellas murió de un infarto.

Hank no podía creerlo, los aviones volaron por encima de ellos sólo unos cuantos segundos y eso afectó a muchas personas, incluyéndose a él mismo.

—¿Hace cuánto fue eso? —Preguntó Hank.

—Unos dieciséis días.

Hank no se sintió tan sorprendido, simplemente decepcionado por haber tenido una recaída después de tanto tiempo.

—Ya veo, supongo que mi recuperación deberá alargarse más de lo previsto.

—Descuida, pagaste estadía de un año, te prometo que te curaré antes de eso.

Hank estaba confuso, pero más que nada decepcionado, pensaba que su recuperación sería pronta pero resultó que estaba muy lejos de siquiera tener una mejoría.

—Doctor ¿Lucy está bien? —Preguntó Hank.

El Doctor guardó silencio por un momento.

—¡Dígame por favor! —insistió él.

— Señor Hawkings... —Dijo el doctor quitándose los lentes—, Las relaciones románticas están prohibidas entre pacientes y Usted lo sabe ¿verdad?

—¡Ella no es mi pareja! Es mi amiga, por eso me preocupa.

—Sus ojos me dicen lo contrario —Era la segunda vez que Hank escuchaba decir que sus ojos lo delataban, pero eso era lo de menos.

—No quiere decirme si Lucy está bien y luego me acusa por algo tan simple como "mi mirada". — Dijo Hank molesto—. ¿Va a responder alguna de mis preguntas o sólo vino a inyectarme más narcóticos?

—Los ojos son por encima el reflejo de cómo es una persona, insisto: miéntase si quiere. —El Doctor miró a Hank con una mirada fría, también se molestó un poco—. Y sí, la señorita Lucy está bien, tan bien que fue dada de alta. Salió del hospital hace 16 días. 

—¿Se fue? —Preguntó incrédulo, pues Hank creyó haber oído mal, 

—Así es, ahora concentrémonos en su recuperación, si puede estar 3 días sin ataques le permitiremos...

Hank dejó de prestar atención al enterarse que Lucy se había ido, fue demasiado repentino, no hubo notas, mensajes o recados, simplemente se fue... Y ya.

Cuando Hank volvió a su habitación se encontró con que habían sellado el agujero que le permitía hablar con Lucy, pero ya daba igual, aunque ese agujero estuviera abierto no había nadie al otro lado que pudiera responderle. Habían pasado un poco más de 2 meses desde la última vez que habló con Livi, era extraño pensar que justo cuando Matilda por fin se animó a charlar con él se haya ido, todo quedó atrás, lo que planeó con Lucy, las canciones que cantaba con Anne... la chica al otro lado de la pared ya no estaba, y ni siquiera fue capaz de confesarle lo que sentía.

Cuando llegó la noche, Hank se encontraba en su cama, leyendo el último libro que Lucy le recomendó, Hank no era precisamente un fan de la lectura, pero le gustaba leer lo que Lucy le recomendara, en algún momento ella le dijo que los libros merecen leerse bebiendo café, que un buen trabajo se realiza si antes se bebe café, nada es mejor para comenzar el día que una taza de café, si dos personas tienen que hablar de algo importante lo mejor es hacerlo mientras beben una taza de café.

Hank le dijo que él debía hablar de algo importante con ella, pero sólo sería con una taza de café, en una cafetería, fuera del hospital. Hank decidió que si le iba a confesar lo que sentía, tenía que ser, y sería, bebiendo un buen café en una buena cafetería.

Esa promesa que se hizo a sí mismo era un bello recuerdo, Hank trataba de no llorar, pero al voltear la página de su libro encontró el pétalo de lila que Lucy le había dado la noche en la que se hicieron amigos, el recordar lo especial que fue ese momento hizo que Hank soltara un par de lágrimas, cerró el libro y comenzó a llorar, preguntándose por qué se había ido la chica de la que estaba enamorado.

Sí, la chica que quería se había marchado... Nunca pudo decírselo, pero ambos lo sabían, por su manera de verse, por las cosas que prometieron hacer juntos algún día cuando salieran de ese lugar. Su manera de decirse "Te quiero" era especial, carecía de besos y abrazos, pero estaba ahí, en cada noche en la que extendían sus manos a través de la apertura de la pared y las sostenían hasta dormirse, en cada canción e historia que creaban y en todas las veces que él tocaba la guitarra y ella cantaba. 

Divagando entre sus tristes memorias, Hank recordó una conversación que tuvo con Livi, a diferencia de las demás personalidades, Livi  era capaz de recordar todo lo que Lucy, Anne y Matilda hacían y decían, en lugar de sólo unas pocas cosas al azar, Livi recordaba a todas las personalidades, incluyendo a Darlene.

Livi dijo a Hank que Darlene era muy peligrosa, evitaban que saliera con ayuda de todas, Darlene era capaz de someterlas y no dejar que ninguna saliera, en una ocasión las mantuvo contenidas durante casi 2 meses. Tuvieron que ponerse de acuerdo para mantenerla dormida siempre ya que, si salía, las consecuencias podían ser fatales.

Livi recuerda que Darlene no tenía piedad con los demás, humillaba a todos y no le importaba extorsionar y manipular a quien sea para conseguir lo que deseaba. La demanda de Aaron que pudo destruir lo que Lucy había conseguido nunca llegó, porque durante los 2 meses que Darlene tomó el control movió los suficientes hilos para que Aaron muriera "Suicidado de 6 tiros en la espalda".

Recordando las palabras de Livi, Hank comenzó a unir cabos, él era capaz de aceptar si Lucy deseaba irse y empezar de nuevo "sola", pero ¿Y si no era así? ¿Y si Darlene había tomado control sobre Lucy de nuevo? Hank no podía estar seguro, la última vez que la vio, Anne era la que tenía el control, no habían pruebas para creer que Darlene estaba detrás de todo, necesitaba respuestas o al menos asegurarse de que Lucy estaba bien.

Hank tenía que salir, ya estuvo demasiado tiempo en el hospital, pero ese deseo obsesivo por largarse lo más pronto posible lo hizo creer que su ataque de ansiedad fue a causa de que los aviones lo tomaron por sorpresa, si andaba mucho más atento de seguro no le pasaría nada... Grave error.

Planeó durante varios días su método de escape, analizó todas las posibilidades, una de ellas era hacer que un paciente sufra un ataque y poder crear una distracción... ¡Descartado! Hank no quería lastimar a nadie.

Pensó en tener un accidente, ser trasladado a un hospital y luego escapar desde ahí... También fue descartado, lo sedarían hasta recuperarse y no serviría de nada.

Hank lo pensó y lo pensó, una y otra vez, pero nada se le ocurría, por cada pro que ideaba al menos 5 contras se hacían presentes. Primero necesitaba una manera de salir de su habitación, después tendría que pasar desapercibido entre los pasillos y cámaras del hospital, incluso si pudiera hacerlo lo más difícil sería salir de la instalación. Si lo hacía en el día era seguro que lo verían, pero durante la noche la alarma daría aviso de su salida ¿Cómo iba a desactivar la alarma? Salir era imposible si lo hacía solo, pero tampoco tenía ayuda, Kenneth jamás aceptaría ayudarlo con algo así, ningún doctor o enfermero estaría dispuesto y si se lo decía a otro paciente de seguro lo delataría. Hank tenía que buscar a alguien que tuviera un cargo en el hospital, alguien al que pudiera contarle la situación y sobre todo que fuera de confianza... ¡BINGO!

Hank esperó la ocasión perfecta para poder ponerse en contacto con esa persona, fue durante la limpieza después de almuerzo, cuando esa persona estaba sus labores rutinaria, Hank esperó a que nadie estuviera cerca para poder hablar con él.

—Necesito que me ayudes, Jhosua —¿En qué pensaba Hank? ¿Pedirle ayuda a la persona que casi mata por accidente? Incluso las marcas de sus manos seguían en su cuello.

—¿Enserio te atreves a pedirme ayuda después de casi matarme? —Jhosua estaba muy molesto—. Tú si que no tienes escrúpulos mocoso.

—Jhosua de verdad lo lamento, pero sólo en ti puedo confiar ahora.

—Desde que has llegado cada vez que te digo algo respondes con mofas y hace poco apretaste mi cuello con intenciones asesinas. —Jhosua se acarició el cuello, dejando ver las marcas de las manos de Hank, todavía seguían ahí—. Aún me duele la garganta ¿Por qué debería ayudarte?

—Esto no se trata de mí, es Lucy. —Cuando Hank dijo eso, Jhosua recordó la mirada de Lucy aquel día, una mirada perversa—, Ella podría estar en peligr-

—¿Acaso estás loco? —Dijo Jhosua desesperado mientras sostenía a Hank de los hombros— ¡Preocúpate primero por tu vida! ¡Si te acercas a esa muchacha de seguro va a asesinarte!

—¿Cómo sabes eso? —Hank estaba perplejo pero no se dejó intimidar.

Jhosua se calló y soltó a Hank, lo que dijo fue demasiado imprudente, Hank no estaba dispuesto a quedarse con otra duda más, le exigió a Jhosua respuestas.

Jhosua tuvo un breve recuerdo de su época como soldado, él formaba parte de una unidad militar que debía detener a un grupo de terroristas, lamentablemente eran superados en número, quedó atrapado y rodeado, Jhosua fue el único sobreviviente. Él jamás asesinó a nadie, siempre hizo que cada disparo, golpe y ataque fuera algo no letal. Pero en aquel momento todos sus compañeros habían sido asesinados, tres de ellos intentaron cubrirlo para que fuera por ayuda pero no duraron ni 5 segundos antes de que les volaran los sesos.

Jhosua quería ser un soldado honorable, salvar personas y defender a su país del peligro. En aquel momento, dónde sólo él quedaba con vida, se dio cuenta que no había opciones: salvaba su vida o salvaba su humanidad, la respuesta fue rápida. Desató su venganza contra aquellos que eliminaron a sus camaradas, asesinó uno a uno a cada terrorista que quedaba, cortó sus gargantas, les disparó en la cara, los ahorcó hasta la muerte y a uno de ellos incluso le incrustó una varilla de metal en la cabeza con tal fuerza que le atravesó el cráneo. Eliminó a treinta y seis terroristas él solo, fue una hazaña que le otorgó una medalla de honor y el apodo de "Depredador Furtivo".

Para Jhosua ni la medalla ni el apodo valían algo, había perdido a sus camaradas... no, ¡A sus amigos! Y lo peor, también perdió su propia humanidad. Se llenó las manos de sangre y no sería la última, desde aquel día dejó atrás su moralidad por temor a perder a sus camaradas otra vez, no dudó en asesinar a cada enemigo que se le pusiera en frente.

El recuerdo que más lo tortura fueron los ojos que tuvo antes de asesinar a los que le arrebataron la vida a sus amigos ese día, el reflejo de sus ojos en su navaja antes de iniciar su carnicería, una mirada vengativa, perversa y con deseos de sangre. Una mirada que vio en los ojos de Lucy el día que se fue.

«Lo siento Hank, no te ayudaré en esto» pensó Jhosua «Sería enviarte a una muerte segura, esa chica no es Lucy, y estoy seguro que ella estuvo detrás de tu ataque de ansiedad ese día. Si quieres irte no te detendré, pero tampoco pienso ayudarte»

—Escucha Jhosua —dijo Hank—, Lucy se fue sin motivo ni aviso, yo sé cuál es la razón, necesito que me ayudes a irme de aquí, ella podría estar en peligro. Tú y yo no somos amigos y no me debes nada, sólo te pido que me hagas un favor ¡¿Por qué mierda no puedes hacerlo?!

Jhosua no dijo nada y se dispuso a irse del comedor, de pronto Hank comenzó a sentirse mal, su respiración empezó a acelerarse y le dijo a Jhosua que le dolía la cabeza. Caminó un poco pero su piernas se rindieron, se lanzó sobre Jhosua y le pidió ayuda, le suplicó que llame a los enfermeros porque se sentía fatal. Jhosua lo sostuvo entre sus brazos pero Hank cada vez se ponía peor, ni siquiera podía mantenerse en pie. Jhosua lo llevó hasta donde estaban los enfermeros y ellos lo sedaron con píldoras. Ya que Hank no estaba descontrolado no fue necesario aplicarle inyecciones, una vez que se aseguraron que haya tragado sus píldoras lo cargaron de vuelta a su habitación.

Jhosua observó cómo se llevaban a Hank y entonces se dio cuenta de algo. Metió las manos en sus bolsillos para asegurarse que ahí siguieran pero habían desaparecido, entendió que Hank estaba decidido a irse y su malestar no fue más que una mentira. 

Jhosua dijo para si mismo «No pensaba ayudarte, pero a diferencia de mí, tú no dudas en lanzarte para proteger a esa muchacha, tu coraje me ha conmovido Hank, pero no es suficiente, nos volveremos a ver, si logras convencerme te dejaré ir, si no, lo siento pero no saldrás de aquí»

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