Seis (*)
ANNA
La relación con William pareció mejorar en gran manera, ahora podría decir que se había creado cierta amistad entre nosotros, amistad que hacía todo lo que estaba sucediendo tan solo un poco más llevadero.
Sin embargo, el día de la boda había llegado. Los dos meses de preparativos se habían esfumado con demasiada rapidez, y ahora, me encontraba en medio de una sala portando un hermoso vestido de novia, sin sentirme feliz.
Tomo un par de inhalaciones mientras observo mi reflejo en el espejo. Intento sonreír, sin embargo, no lo consigo. Mis ojos se humedecen y en cuestión de segundos estoy empleando toda mi fuerza de voluntad para no derramar ni una sola lágrima.
Cierro los ojos con fuerza, intentando encontrar la valentía que me había traído hasta este punto, y la cual parecía haberse esfumado justo ahora.
—Estás hermosa —Abro los ojos cuando escucho la voz de Montse en la habitación. Una sonrisa tira de mis labios mientras me giro con ligereza hacia ella.
—Se supone que este debería de ser el mejor día de mi vida —susurro sintiendo un nudo instalarse en la mitad de mi garganta. De pronto, es como si todo el aire de la habitación desapareciera, impidiéndome respirar.
—Anna, Anna tranquila —Pronuncia Montserrat con preocupación cuando me tambaleo en la plataforma en la que me encuentro. Ella me ayuda a bajar, me aferro a la mano que me ofrece y cuando tomo asiento en el sillón que se encuentra a unos pasos de distancia, la opresión en el pecho vuelve a arrebatarme el aire.
—No quiero hacer esto —susurro —Montse ¿cómo se supone que viva?
—Anna eres la mujer más fuerte que conozco —asegura mi amiga mientras coloca las manos a los costados de mi rostro —¿quieres huir? Bien, mi auto está justo afuera, podemos salir corriendo y hacer que olvides esta boda, podemos hacer cualquier cosa que tú quieras, solo tienes que decirme.
Cierro los ojos con fuerza, intentando encontrar un poco de valentía para dar una respuesta.
—Anna —la voz de mi padre se escucha afuera e inmediatamente la presión regresa. Montserrat se aparta de mi lado para caminar hacia la puerta.
—Un momento, señor Harris —pronuncia mi amiga —Anna casi está lista.
—Bien, volveré luego —informa. Soy capaz de escuchar sus pasos alejándose, había llegado hasta aquí, no podía arrepentirme.
—Lo haré —susurró. —Me casaré con William —mascullo fijando la vista en el reluciente anillo en mi dedo.
"Haremos que funcione, no tienes que preocuparte por nada"
"Nos esforzaremos por estar bien, Anna, seremos los mejores amigos que pudieran existir"
Las palabras que William pronunció la noche anterior se reproducen en mi mente. Parecía que estaba tan enfocado en que me sintiera bien, en que no me sintiera presionada con todo esto.
Pero era prácticamente imposible.
—William es un buen chico —pronuncia Montse luego de un par de minutos. —Si no quieres hacer esto, lo entenderá.
—No hay forma de escapar de esto sin tener consecuencias —mascullo. —De una u otra forma mis padres encontrarán el modo de cumplir sus amenazas, no puedo arriesgarme a que eso ocurra. William no es malo, es alguien increíble y creo que, después de todo, el hecho de que ahora seamos amigos me reconforta tan solo un poco.
—Estarás bien —asegura con una sonrisa.
—Gracias por quedarte a mi lado —susurro. —Gracias por ser un pilar en estos meses.
—No me agradezcas nada, somos mejores amigas —me recuerda tomando mis manos —y las amigas se apoyan en absolutamente todo, sin cuestionar nada.
Sonrío, un par de golpes en la puerta se escuchan de nuevo, dándome la sospecha de que mi padre ha regresado. La puerta se abre, mi progenitor ingresa a la habitación y si ahora mismo no tuviese un gran rencor hacia él, pude haber creído que podía tener un poco de emoción al verme con el vestido.
La organizadora de la boda ingresa detrás de mi padre, informando que todo estaba listo y el momento de mi entrada se aproximaba.
—Tu puedes —murmura Montse antes de salir —Te quiero.
Deja un beso en mi mejilla antes de entregarme el ramo de rosas, me da la espalda y me obligo a mí misma a tranquilizarme, a regresar a mi cuerpo el autocontrol para no terminar sufriendo un colapso a mitad de la iglesia.
—Es hora —mi padre sonríe mientras se acerca hasta el lugar en donde me encuentro —Estas hermosa, hija.
—Espero que lo que sea que recibas a cambio de casar a tu única hija sea realmente bueno —mascullo con reproche —tan bueno que no te haga arrepentirte.
—Anna...
—Nunca te perdonaré esto ¿entiendes? —cuestiono —Nunca podré perdonarte que me estés obligando a hacer esto.
Él está por responder, sin embargo, la organizadora regresa. Coloco una sonrisa en mis labios cuando ella indica que es momento de salir, lucho por arrojar el miedo que me llena el pecho ante lo que pasará a continuación, me obligo a mí misma a guardar la apariencia de una novia feliz.
De una mujer que va a casarse con el hombre al que ama.
Tomo el brazo de mi padre al momento en que ambos giramos hacia la entrada, cuando esta se abre, el miedo explota en mi pecho. No sé cómo es que consigo comenzar a caminar, no sé cómo es que consigo siquiera mantenerme en pie mientras fijo la mirada en el frente, colocando una sonrisa que está muy lejos de ser real.
WILLLIAM
—No puedo creer que vaya a hacer esto — susurro mientras miro mi reflejo en el espejo. El traje negro se ajustaba perfectamente a mi cuerpo, pero no me sentía cómodo con él, sentía que me estaba ahogando con la corbata a pesar de que esta estaba demasiado floja.
—Aún estamos a tiempo de salir corriendo — escucho la voz de Dann a mis espaldas. Sé que no lo dice para molestar, sin embargo, no puedo evitar que la molestia se instale en mi pecho.
—¿Qué? ¿Por qué me ves así? — cuestiona notando la mirada de John sobre él.
—¿Estás seguro de lo que vas a hacer? — me cuestiona John, mi amigo luce preocupado, un largo suspiro brota de mis labios mientras camino hacia el sillón que se encuentra cerca.
Me dejo caer sobre él, cerrando los ojos intentando convencerme de que esto está bien. No estaba seguro, estoy tan jodidamente asustado por lo que esto significa que la idea de salir corriendo justo ahora, no suena tan descabellada.
—Me estoy muriendo de miedo — digo con sinceridad — Estoy a unos momentos de unir mi vida a la de una mujer que no amo. John, estoy aterrorizado.
—Will, eres inteligente amigo — dice John colocando una de sus manos sobre mi hombro — Si no quieres hacer esto, no lo hagas. Estoy seguro que sabrás buscar una solución, no tienes que sacrificar tanto.
La duda entra de nuevo en mi sistema, sabía que conseguiría salir adelante a pesar de todo, no perdía nada con marcharme, con huir de aquí y dejar todo este espectáculo atrás. Anna viene a mi memoria junto con todos los recuerdos de las conversaciones que habíamos mantenido en el último par de meses. pienso en el enorme sacrificio que ella está haciendo de igual manera y no por mi cobardía quiero que sufra.
Un largo suspiro brota de mis labios.
—Voy a hacerlo —mascullo —Saldré y firmaré ese papel. Me casaré con Anna Harris y todo va a salir bien.
Digo eso con la intención de convencerme a mí mismo, para convencerme que soy lo suficientemente valiente como para hacerlo.
—De acuerdo —responde John.
Antes de que alguno de nosotros pueda decir algo más, la organizadora entra.
—¿Anna está lista? —cuestiono solo porque necesito saber si ella no se ha arrepentido de hacer esto.
—Tu novia está a punto de salir —confiesa con una sonrisa —así que hay que darnos prisa ¡todos a sus puestos! —pide dejando de mirarme.
Sigo a la mujer hasta el lugar que me corresponde, mi vista viaja por todos los invitados que se encuentran en el lugar, más de la mitad eran socios de mis padres, rostros desconocidos que no sabía porque estaban aquí.
Intento ocultar el temblor en mis manos, intentando con todas mis fuerzas aparentar que estoy bien. Tomo un par de inhalaciones profundas, repitiéndome una y otra vez, que puedo hacerlo.
Si creía que no podía sentirme más ansioso, estaba equivocado. El sonido de la marcha nupcial suena, haciendo que mi corazón sufriera un maldito colapso. Tengo la mandíbula, reteniendo las ganas de abandonar este lugar.
Entonces la veo aparecer, viene caminando del brazo de su padre con una sonrisa en el rostro que me hace dudar que sea real, camina lentamente y yo solamente puedo pensar en lo increíblemente hermosa que se ve con ese vestido blanco. Lleva su cabello rubio recogido y el velo le cae en forma de cascada por la parte de atrás de su cabello.
La forma en la que me mira hace que todo desaparezca, me mantengo mirando a la mujer que hasta hace un par de meses, era una total desconocida para mí.
Anna Harris es hermosa, vaya que lo es.
No dejo de mirarla ni por un segundo, cuando está frente a mí, la sonrisa se hace un poco más genuina.
—Espero no arrepentirme de entregarte a mi única hija — la voz del señor Harris se escucha, retengo el impulso de rodar los ojos. Probablemente no se arrepentiría porque con esto solamente estaba ganando más participación como socio de las empresas de mi abuelo.
—No lo hará —aseguro tomando la mano de Anna. Cuando él se aparta, centro mi atención en Anna.
—Hagámoslo —susurra, las comisuras de sus labios se elevan, formando una sonrisa sincera.
—Hagámoslo —respondo con seguridad.
Ambos nos giramos hacia el padre quien ya ha comenzado a hablar, dando inicio a la ceremonia que está por cambiar por completo el rumbo de nuestras vidas.
No presto mucha atención a sus palabras, simplemente me concentro en el agarre firme que Anna ejerce en una de mis manos. No puedo concentrarme, todo lo que ocurre a nuestro alrededor parece ser en automático, todo sale tal cual como ha sido planeado desde el inicio.
El turno de hablar llega, cuando estoy frente de pie frente a Anna, consigo la valentía para comenzar a hablar.
—William ¿Aceptas a Anna como tu legitima esposa, para amarla y respetarla, de hoy en adelante, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?
—Acepto —me sorprende lo firme que mi voz sale. Anna sonríe mientras el padre hace exactamente la misma pregunta que ha hecho segundos atrás.
—Anna ¿Aceptas a William como tu legitimo esposo, para amarlo y respetarlo, de hoy en adelante, en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida, hasta que la muerte los separe?
Ella no responde de inmediato, soy consciente de la forma en la que el arrepentimiento se filtra en su mirada y por una brevedad de segundo, considero la posibilidad de que ella pueda decir que no.
Eleva la mirada, me observa en silencio antes de cerrar los ojos.
—Está bien si no quieres —susurro casi tan bajo que temo que no me haya escuchado. Pero lo hace.
—Sí, acepto —responde después de largos segundos. No está feliz, es demasiado evidente que no se encuentra bien ahora mismo y quisiera poder sacarla de este lugar.
Hubiese sido más sencillo todo sin tanto protocolo, solamente nosotros, firmando un papel que nos obligaba a estar juntos.
—Ustedes han declarado su consentimiento ante esta iglesia, que el señor los llene de bendiciones. Lo que Dios ha unido, el hombre no podrá separarlo.
No sé cómo es que conseguimos hablar para hacer la entrega de los anillos, la necesidad porque esto acaba es inmensa.
—Por el poder que la iglesia me confiere, yo los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
Antes de que siquiera pudiera pensar en hacer otra cosa, rodeo la cintura de Anna con uno de mis brazos para apegarla a mi cuerpo. La observo cerrar los ojos y entonces, la beso.
Algo nuevo me llena el cuerpo cuando lo hago, una sensación desconocida que me envuelve por completo.
Cuando me aparto, ella me observa por un par de segundos antes de sonreír.
—Está hecho —susurra.
—Así es —respondo tomando una de sus manos —Estaremos bien —afirmo —ya conseguimos llegar hasta aquí.
Ella ríe, me envuelve con sus brazos tomando desprevenido.
—Sobreviviremos. —articula. —O moriremos en el intento.
Una ligera carcajada abandona mi cuerpo, ella se aparta y extiendo una de mis manos para acariciar su rostro.
—O moriremos en el intento —repito.
Me obligo a apartar la mirada de ella porque los invitados han comenzado a rodearlos, tomo la mano de Anna en un agarre firme, ayudándola a bajar los escalones. Una vez ahí, ambos caminamos hacia la salida del lugar en donde nos habíamos unido como matrimonio.
Lo habíamos dicho antes, haríamos el mayor esfuerzo para sobrevivir a esto, aunque se nos fuera toda la vida en el intento.
________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro