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Cuatro (*)


ANNA

Montserrat me observa con curiosidad mientras salimos de la oficina. El trabajo me había llevado más tiempo del pensado y mi amiga se vio en la necesidad de venir por mí para poder continuar con nuestros planes de pasar la tarde juntas.

—Así que terminaste viviendo con él —pronuncia mientras le da un sorbo al vaso de café que sostiene en sus manos.

—No tuve opción —respondo.

—Oh, vamos —masculla —claro que la tenías. Que tus cuentan hayan sido canceladas no quería decir que tuvieras que aceptar.

—Sabes que mis padres suelen donar dinero en ocasiones —murmuro —logre abrir la última casa hogar con la donación de la empresa de mi padre. Y debo agradecerle que haya convencido a varios de sus socios para generar donaciones recurrentes. Si decía que no, todo eso se perdería con seguridad.

—Hubieses encontrado otra manera —insiste —aún no has firmado nada, estamos a tiempo de huir.

Suelto una risa al escuchar la sugerencia.

—Hablo en serio, podemos ir a cualquier lugar que desees —asegura —lejos de toda tu familia y de su locura.

—He decidido que eso es lo que tengo que hacer —sentencio —no hay otra opción.

Montse suspira, siento su mirada sobre mí hasta que llegamos al auto.

—Sabes que si quieres salir corriendo de la iglesia, puedo tener un auto esperando por ti afuera —afirma. —solo tienes que avisar.

Una pequeña carcajada me invade al imaginarnos a ambas escapando en un auto.

—Lo tendré en cuenta —aseguro mientras nos subimos al auto. Ella enciende el motor y en pocos minutos hemos comenzado a avanzar por la avenida.

—¿Han comenzado los preparativos? —cuestiona con curiosidad.

—No lo sé, mi madre y la de Liam se están encargando de realizar todo —confieso —Supongo que si necesitan algo lo dirán.

—Haz sacado un diminutivo de su nombre —responde con diversión —eso me hace creer que comienzan a llevarse bien.

—Nos llevamos bien cuando su lado idiota no sale a relucir, que, por lo general, eso ocurre muy seguido —mascullo rodando los ojos.

—¿Has pensando que tal vez él tampoco la está pasando bien? —cuestiona. —Debe de ser tan duro para él como para ti.

—Él es el que más beneficiado sale en esto —mascullo —Seguramente al asociarse con mi padre recibirá demasiado dinero. ¿Qué es lo que gano yo? Nada, simplemente conservo algo por lo que he luchado gran parte de mi vida —le recuerdo con amargura —algo por lo cual no debería estar condicionada a casarme.

—¿Hablaste con William? —insiste —Probablemente no sea como tú te lo estás imaginando.

—No creo que haya caso de hablar sobre eso —murmuro —No cambiará nada.

Montse me mira con comprensión, se mantiene en silencio hasta que estacionamos en la entrada del restaurante al que habíamos acordado venir. Una vez que entramos y una de las mesas se nos ha sido asignadas, mi amiga regresa al tema.

—¿Has considerado que tus padres tal vez quieran un nieto? —cuestiona. Casi me ahogo con el líquido que había ingerido hace escasos segundos atrás. Montserrat me observa con diversión al tiempo que suelta una leve risa al notar mi estado. —Tranquila, no tienes que pensar en eso ahora —comenta con diversión.

—No creo que ese momento llegue pronto —mascullo —Ni siquiera sé si en algún punto va a llegar.

—Oh ¿hablas en serio? ¿Es que no planeas convertirme en tía algún día? —cuestiona empleando un tono de fingida indignación.

—Montserrat Lewis, por favor no empieces —advierto mirándola con diversión —Tal vez pudieras ser tía si me hubiese casado con un hombre del cual estuviera enamorada.

—Aún no te casas con William —recuerda —Así que existe aún la posibilidad.

A mi respuesta le sigue una larga cantidad de insistencia por parte de Montse, sabía que realmente no lo decía en serio. Simplemente amaba molestarme.

Montserrat Lewis fue la primera persona en enterarse sobre mi futuro compromiso, y agradecía tanto la comprensión y ayuda que me brindó desde el primer momento.

Duramos un par de horas en el lugar, logrando que, por un momento, me olvidara de todo lo que ocurría en mi vida en estos momentos.

—Cuando vayas a elegir el vestido, llámame —advierte cuando hemos llegado al departamento de William y me he bajado del auto.

—Tengo por seguro —sentencio con una sonrisa. Mi amiga parece satisfecha con la respuesta, me alejo un par de pasos cuando ella enciende el motor del auto y la observo alejarse por la calle.

William probablemente aún no llegaba a la casa, así que podría disfrutar un poco del tiempo luego del intenso día que tuve en el trabajo.

Mis planes se ven abruptamente interrumpidos por el timbre, Will no dijo que alguien vendría, y no es como si yo hubiese invitado a alguien a venir. Pensando que tal vez son los de la mudanza trayendo el resto de las cosas, me encamino hacia la puerta.

—Hola, cariño —mi madre aparece en mi campo de visión, no espera una invitación para entrar porque de un momento a otro, ha ingresado al departamento.

—Hola mamá —saludo —¿Qué te trae por aquí? —inquiero.

No me pasa desapercibida la enorme caja que trae entre las manos.

—La boda será dentro de un par de meses, así que he decidido ir cuanto antes a la tienda de vestidos para encontrarte uno.

—Espera ¿Qué has hecho? —inquiero observando como ella deja la caja en el sillón, cuando la abre, la tela blanca que aparece me hace confirmar lo que comenzaba a sospechar.

—Apenas ha llegado a la tienda, es uno de los más exclusivos y elegantes ¡Tienes que probártelo! —exclama sacándolo de la caja.

—Mamá, creí haber dicho que yo me encargaría de eso —le recuerdo —Fui clara cuando llamaste.

—Oh, cielo. No tiene importancia. —murmura sin mirarme.

—¿Que no importa? ¡Por Dios mamá! ¡Solamente te pedí una cosa! — grito. Ella me observa elevando una de sus cejas mientras la sorpresa se adueña de su rostro.

—No me hables así —advierte —soy tu madre.

—¡Eso no te da derecho a meterte en mi vida! —estallo. —Bastante han hecho arruinándola al obligarme a casarme con un desconocido.

—Anna no exageres, no es...

—No voy a usar ese vestido —sentencio —no voy a ponerme nada que no me agrade así que tal vez, deberías de regresarlo a la tienda.

Camino hasta la entrada, abriendo la puerta mientras centro mi atención en mi madre.

—Vete mamá. —soy consciente de la dura mirada que me dedica, sin embargo, no tengo intención alguna de retractarme de mis palabras.

Ella cruza por mi lado sin mirarme, cuando se ha ido, cierro la puerta en un movimiento fuerte ocasionando que el sonido retumbe por toda la estancia. Mis ojos queman de forma inmediata mientras observo la caja aún sobre el sillón, me apoyo contra la puerta al instante en que los pensamientos sobre que esto era una equivocación regresan a mi mente.

Estaba arruinando mi vida. No era esto lo que quería, jamás consideré que algo como esto pudiera suceder.

No era feliz, ni por un pequeño instante lo era y a este paso, comenzaba a creer que tal vez nunca lo sería.

Atada a un hombre al que no quería, cumpliendo un compromiso que no me trae ningún beneficio. No tenía salida, y aunque la hubiera, no sabía si tendría el coraje como para hacer algo al respecto.

WILLIAM

El trabajo me había tomado gran parte del día, planeaba llegar temprano a casa, sin embargo, no lo había podido cumplir.

Un suspiro cansado brota de mi cuerpo cuando entro al departamento. Inmediatamente mi vista se posa en la gran caja de color blanco que se encuentra en el sillón. Camino hasta llegar frente a ella, la tela blanca es lo primero que capta mi mirada mientras estiro la mano para inspeccionar el interior.

La voz de Anna se escucha en la planta de arriba, parece discutir con alguien así que me encamino hacia donde creo que ella se encuentra. Subo con algo de rapidez las escaleras mientras me dirijo hacia su habitación.

—¿Anna? —cuestiono deteniéndome en la puerta. Esta se encuentra entreabierta, por lo que el sonido de la voz es mucho más claro.

—Lo odio —pronuncia con pesar. Una molestia se hace presente en mi sistema al considerar que podría estarte refiriéndose a mí —Solamente me ha arruinado la vida. —masculla con molestia. —¿Puedes creer que se ha tomado la libertar para comprar el vestido de novia? No tenía ningún derecho para hacer algo como eso.

No es mi intención empujar la puerta, el movimiento capta la atención de Anna quien parece un tanto sorprendida al mirarme en la puerta.

—Tengo que colgar, te llamo después —la observo cortar la llamada y luego pasar con rapidez las manos por sus mejillas.

—¿Estás bien? —cuestiono.

—Lo estoy —responde pero es más que evidente que no lo está.

—La caja que está en la sala...

—Es el estúpido vestido de novia —la voz se le quiebra cuando habla haciendo que algo se retuerza en mi pecho. ¿qué se supone que debería de hacer? ¿Consolarla?

—¿Quién lo ha traído? —pregunto mientras me acerco a ella.

—Mi madre lo trajo hace un par de horas —informa —Lo detesto.

La conversación que tuve con mi madre esta mañana llega a mi mente.

"Está siendo complicado para Anna, deberías llevarla a elegir un bonito vestido que la haga sentir hermosa"

—Siempre podemos comprar otro —sugiero mientras elevo los hombros —Tú dile a tu madre que está perfecto.

—No creo que sea buena idea —responde —va a volverse loca.

—Bueno, entonces dile que lo desaprobé —la mirada divertida que coloca me hace sonreír —No podrá contra eso ¿o sí? —cuestiono.

—Supongo que no —responde.

—Bien, entonces no tienes que preocuparte por eso —sentencio.

—¿Por qué habrías de gastar dinero en otro vestido en todo caso? —cuestiona con desconfianza mientras se cruza de brazos.

—Porque al menos quiero que te sientas cómoda utilizando algo el día de la boda —confieso.

—Como si realmente te importara como me siento ¿no? —masculla.

—Claro que me importa —reprocho observándola con algo de molestia. —Solamente quiero ayudarte, pero si no quieres está bien, por mi perfecto.

Salgo de la habitación ¿realmente tenía que comportarse de esa manera? Estaba esforzándome por hacerle esto un poco más llevadero, pero parecía que ella no tenía intención alguna de cooperar.

Cuando llego a mi habitación, lanzo el celular sobre la cama y me adentro al baño, necesitaba con urgencia un baño. Uno que me hiciera sentirme al menos un poco más relajado.

La cuestión de la boda, la presión de mi padre que parecía haber incrementado sobre mí y ahora las pequeñas discusiones con Anna amenazaban con hacerme perder la cabeza.

No me preocupo por tardar demasiado, sin embargo, cuando recuerdo que el único baño que hay en la casa es este y Anna seguramente lo necesitará, decido salir.

Me enrosco la toalla a la cintura, apenas abro la puerta del baño mi mirada capta a una silueta de pie justo en medio de la habitación.

—¿Qué haces aquí? —ella gira cuando escucha mi voz. Un pequeño grito sale de su boca mientras se gira con rapidez.

Una sonrisa divertida se filtra en mis labios. ¿qué ocurría con esta chica?

—Ponte algo Liam, por favor —pide.

—¿Qué pasa? ¿Nunca habías visto a un hombre sin camisa? —cuestiono con burla mientras camino hasta el armario.

Ella permanece en silencio mientras me coloco la ropa, es hasta ese momento en el que voltea hacia mí.

—¿Qué haces aquí? —repito —¿Necesitas usar el baño?

Ella niega.

—Solo quería disculparme por la manera en la que hablé hace un rato —confiesa —no tienes la culpa del mal humor que me acompaña hoy.

—Eso lo sé —respondo con una sonrisa ladeada —pero acepto tus disculpas —pronuncio.

—Bien —responde. Ella no dice nada más, me da la espalda dispuesta a salir de la habitación.

—La oferta de comprar otro vestido sigue en pie —pronuncio logrando que sus pasos se detengan. —Si tú quieres.

Ella no dice nada, permanece en silencio, simplemente observándome y en ese preciso momento, me permito observarla con detalle.

Anna Harris era bellísima, poseía unas facciones tan delicadas que la hacían lucir como una clase de ángel. Su cabello rubio, aunque no en su totalidad cae sobre sus hombros, y lo que probablemente es aún más precioso, son sus ojos.

Un par de ojos color verde que considero pueden hipnotizarte si los observas por demasiado tiempo.

—¿En serio comprarías otro vestido? —cuestiona con suavidad.

—Tómalo como un regalo de bodas adelantado —pronuncio.

Ella sonríe, me dedica una bonita sonrisa. No es forzada, tampoco sarcástica o burla, es simplemente genuina.

—Entonces creo que lo acepto —murmura con una sonrisa.

—Perfecto. Cancela todo lo que tengas por hacer mañana —informo.

—¿Por qué? —pregunta mirándome interrogativa.

—Porque iremos a comprar tu vestido de novia.

(...)

Anna golpetea la planta de su pie contra el tapete del auto. La observo con una sonrisa divertida mientras observa por la ventana.

—Ya debería de haber llegado —comenta sin mirarme.

—Seguramente tuvo algún contratiempo —respondo. —¿Quieres que entremos o...?

—No, voy a esperarla —responde observándome. —¿De verdad compraras el vestido? —cuestiona. Su pregunta me hace rodar los ojos.

—¿Cuántas veces más tendré que repetirlo para que me creas? —inquiero con molestia.

—Solamente quiero asegurarme que no sufriré reproches luego —confiesa encogiéndose de hombros.

—Sería incapaz de reprocharte por algo que yo mismo te he regalado —murmuro.

—Bien —responde. Las comisuras de sus labios poco a poco se elevan, dejando ver una pequeña sonrisa. Ninguno de los dos dice nada más, permanecemos en el interior del auto por varios minutos, hasta que ella parece notar la llegada de alguien.

—Ahí viene —informa mientras abre la puerta. La observo atravesar una escasa distancia antes de abrazar a una chica la cual deduzco que se trata de la mejor amiga de Anna. Intercambian un par de palabras antes de que ambas se acerquen al auto.

—¿Vienes? —cuestiona Anna.

—No lo creo, prefiero dejar que disfruten del tiempo para comprarlo —pronuncio. Dejo de mirarla para buscar mi billetera, cuando la encuentro, tomo la tarjeta de crédito que había traído conmigo. —Presupuesto ilimitado. —informo.

—¿Hablas en serio? —inquiere.

—Más serio que nunca —respondo con seguridad.

—Realmente creo que deberías venir —insiste —tu pagarás el vestido.

—Sí, bueno, he oído que aseguran que es mala suerte que el novio mire a la novia en el vestido antes de la boda —afirmo. —Creo que lo que menos necesitamos ahora, es cargar con mala suerte ¿no lo crees?

Anna ríe, desvía la mirada por un par de segundos antes de volver a centrarla en mí.

—Gracias Liam —Murmura.

—Un placer —respondo. Ella me regala una última sonrisa antes de darme la espalda. Observo a ambas chicas caminar hacia la entrada de la tienda, sin embargo, antes de ingresar, Anna se gira hacia mí.

Un ademán de adiós logra verse, haciendo que la sonrisa que tenía en el rostro se hiciera un poco más grande. Le correspondo el gesto, Anna observa en mi dirección por un par de segundos más y luego ambas entran, obligándome a dejar de mirar.

Ninguno de los dos la estaba pasando bien, así que esto era lo menos que podía hacer por ella. No necesitaba sentirse incómoda usando algo que no quería, después de todo, se suponía que debía de ser el mejor día de nuestras vidas.

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¿Qué les está pareciendo los capítulos editados? Como creo que han podido dar cuenta, muchas cosas han cambiado, y seguirán cambiando. He tomado en cuenta todas y cada una de las opiniones que me dejaron a lo largo de la historia, esto con el objetivo de hacerla cada vez mejor. 

¡Espero les esté encantando!. 

Fecha de edición: 13/abril/2021 10:50 pm 

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