Cincuenta y tres. (*)
#ÚLTIMOSCAPÍTULOS.
ANNA
Un mes después de aquel accidente que habíamos sufrido, ya nos encontrábamos nuevamente en perfectas condiciones.
Había tenido que ir varias veces al médico por seguridad para cerciorarnos que todo estuviera bien y gracias a Dios así fue.
—Anna ¿Cómo quieres que el nombre esté colocado? —Cuestiona Montse mientras acomoda las letras de color amarillo sobre la mesa.
—Del lado izquierdo —Respondo. Mi mejor amiga asiente mientras comienza a colocar en orden las letras hasta formar el nombre "Jasmine".
Observo a mi mejor amiga con una ligera sonrisa, su vientre a sus casi ocho meses es algo más redondo que el mío, nuestro tiempo de embarazo era similar, por algunas diferencias de semanas, pero nuestros hijos serían prácticamente de la misma edad.
Luego del accidente, ella me había confesado que el padre de su bebé había vuelto, no dio detalles, solamente que, al parecer, había cambiado de opinión y quería hacerse cargo. Ella lo había aceptado, y confiaba plenamente en ella, en que, si Montserrat había tomado ya una decisión, sería siempre pensando en su bien y en el de su bebé.
Observo el lugar, los globos de color rosa y blanco adornaban el jardín de la casa, una mesa repleta de todo tipo de dulces se encontraba a un costado de la mesa del pastel y una música tranquila de fondo ambientaba el lugar.
Todo había quedado perfecto.
La madre de William se había encargado de absolutamente todo, varios de nuestros amigos y familiares estaban invitados, incluidos mis padres.
Tenía demasiado tiempo sin hablar con ellos, a pesar que eran mis padres debía admitir que nuestra relación se encontraba más fracturada que nunca.
—Hicieron un muy buen trabajo —Volteo en cuanto escucho la voz de William a mi costado, mis comisuras se elevan formando una ligera sonrisa y se hace más grande cuando él deposita un suave beso en mi coronilla. —Y, por cierto, estás hermosa.
—Gracias —Murmuro. Llevaba puesto un vestido largo de fondo blanco con estampado floreal. El clima en esta época del año era bastante cálido por lo que, al momento de escogerlo, había considerado que fuera escotado.
Una corona de flores se encontraba adornando mi cabello, el cual se encontraba suelto y ondulado más de lo acostumbrado.
William toma mi mano cuando las personas comienzan a llegar, no logro reconocer a muchas de las personas que llegan lo que me hace pensar que el padre de William debió de haber invitado a varios de sus amigos.
—Al parecer mis padres no entienden el concepto de solo familia y amigos cercanos —Habla William mientras observa a todas las personas que ahora comienzan a acercarse.
Recibo sus felicitaciones dedicándole la mejor de mis sonrisas e intentando lucir tan amable como puedo.
—Muchísimas felicidades —La sonrisa que adorna mi rostro en estos momentos es más genuina. Kate se encuentra frente a mí sosteniendo una caja.
—Se supone que ella no debe ver los regalos —Informa William soltando una risa.
Ella ríe mientras formula una disculpa. Después me envuelve entre sus brazos mientras dice lo feliz que está por nosotros. John se encuentra detrás de ella, cuando su prometida se ha separado es su turno de abrazarme.
—Muchas felicidades —Murmura John cuando se separa.
—Gracias —Agradezco con una sonrisa. Él felicita a Will antes de tomar la mano de Kate y que ambos caminen hasta una de las mesas que se encontraban desocupadas.
—Chicos, es hora de dar la bienvenida —La madre de Will aparece frente a nosotros con una sonrisa.
Ambos asentimos para caminar hacia la especie de pista de madera que habían instalado en el centro del jardín.
William toma el micrófono mientras plasma una sonrisa en el rostro.
—Quiero darles la bienvenida a todos y cada uno de las personas que se encuentran aquí presentes, y agradecerles por ser parte de esta celebración. —Su tono es algo formal cuando comienza a hablar. Se detiene por algunos segundos antes de girarse y quedar justo enfrente de mí.
—Anna, eres sin duda el amor de mi vida. Estoy seguro que eso ya lo sabes ¿No es así? —Asiento con una ligera sonrisa. —Recordar cómo te conocí no es recordar un muy buen momento, sin embargo, tienes que saber que me deslumbraste con lo bella que eres. Con el paso del tiempo, he aprendido a amar cada parte de ti, cada detalle, cada sonrisa, cada defecto.
Mis ojos han comenzado a picar, sin embargo, la sonrisa no se borra de mis labios ni un instante.
— ¿Quién diría que un encuentro como ese, al final tendría como resultado ese tesoro que está en tu vientre? Pensar que Jasmine será igual de caprichosa, ocurrente y divertida como su madre, me hace muy feliz, así como la presencia de todos ustedes en este lugar el día de hoy. Estoy seguro que la vida ha sido demasiado buena y generosa conmigo por brindarme a una mujer tan maravillosa como tú, y ahora al permitirnos la futura llegada de nuestra pequeña flor, que, sin duda alguna, llegará para unirnos más como pareja. Te amo Anna Blake.
Los aplausos de los presentes no se hacen esperar, limpio el rastro de las lágrimas que se me han escapado antes de rodear el cuello de Will con uno de mis brazos y atraerlo a mi cuerpo en un abrazo.
Este día no podía ir mejor.
(...)
—Al saber que nos iban a regalar todas estas cosas me hubiera abstenido de comprar todo lo que ya está en la habitación de nuestra pequeña —Bromea William mientras acomoda la ropa en el pequeño closet.
Habíamos recibido muchísimos regalos, desde un par de calcetines hasta una cuna, y William llevaba cerca de quince minutos bromeando sobre lo mucho que se hubiese ahorrado de saber la cantidad de cosas que obtendríamos como regalo.
—Tú madre hizo un gran trabajo —Hablo con una ligera sonrisa en el rostro mientras termino de acomodar la ropa dentro de los cajones.
—Lo sé —Una sonrisa radiante se forma en los labios de William.
—Y te luciste con el discurso —Continúo.
—Ya lo sabes, tengo el don de sorprenderte siempre —Formula sin quitar la sonrisa de su rostro.
Suelto una ligera risa, en el momento exacto en el que un dolor hace acto de presencia en mi vientre.
Poso una de mis manos sobre este mientras cierro los ojos, William parece no darse cuenta y lo agradezco. No quería que comenzara a preocuparse.
Lo escucho suspirar y eso hace que lo mire, el dolor ha desaparecido tan rápido que lo agradezco. Había aprendido a no alarmarme ante cualquier dolor, había prestado demasiada atención a las instrucciones de la doctora para saber cuándo había que recurrir al hospital.
Will ha terminado de acomodar los juguetes en el pequeño estante de madera, retrocede unos cuantos pasos hasta llegar a la silla mecedora y se deja caer sobre ella. Cierra los ojos mientras apoya la cabeza en el respaldo y yo lo miro con una ligera sonrisa.
Nuevamente un dolor aparece, este es más intenso que el anterior por lo que suelto un quejido aun cuando intento retenerlo. Eso hace que William abra los ojos, me observa por algunos segundos antes de incorporarse y caminar hasta mí.
—¿Estás bien? —Cuestiona. Su rostro se ha tornado preocupado, me observa con detenimiento y le dedico una sonrisa.
—Si —Respondo. —Solo fue un...
Antes de poder finalizar la frase un nuevo dolor aparece, aprieto los dientes para no quejarme.
Él coloca una de sus manos sobre mi espalda, la preocupación en su rostro es más evidente.
—Estoy bien —Afirmo —Aún no es tiempo
—De acuerdo —Responde. —Bajaré a la cocina por un vaso de agua, no tardo nada.
Asiento ante sus palabras, decido sentarme para poder descansar un poco. Estos andares ya no eran para mí.
Cuando Will se ha marchado de la habitación, suelto un suspiro. Comienzo a pensar que a lo mejor es buena idea ir ahora al hospital, mejor era prevenir.
Cuando estoy por llamar a Will, nuevamente se presenta el dolor en el vientre. Esta vez dura más que los anteriores, definitivamente teníamos que ir al hospital.
Cuando desaparece, tomo un par de inhalaciones tal y como la doctora me había indicado. Trato de contabilizar el tiempo que trascurre hasta que un nuevo dolor aparece.
Definitivamente estas eran contracciones.
—Will —Llamo. No obtengo respuesta. Suelto un quejido cuando siento el dolor nuevamente.
Nadie dijo que serían tan intensos. Me han entrado ganas de lanzarme a llorar ahora mismo, sin embargo, me obligo a tranquilizarme.
Intento incorporarme para llegar a la puerta, cuando consigo hacerlo, siento un líquido resbalar por mis piernas.
Dios mío.
—¡William! —Grito mientras me sujeto de la cuna para poder sostenerme.
Escucho los pasos apresurados de Will subir por las escaleras.
—¿Qué pasó? ¿Estás bien? —Cuestiona abriendo la puerta.
—Me he equivocado Will —Pronuncio intentando sonreír para no alarmarlo. —Nuestra pequeña flor ya quiere nacer.
Lo veo palidecer, se queda estático en el umbral de la puerta mirándome con los ojos abiertos por la sorpresa. Su expresión me causa gracia y ternura a la vez.
—William...cariño...Si no me ayudas me temo que no llegaremos a tiempo al hospital —Pronuncio con burla para intentar hacerlo reaccionar.
—Oh si, lo siento —Se apresura a responder.
—Toma el bolso que hemos preparado —Pido, el dolor nuevamente hace acto de presencia y ahogo un quejido.
—Tranquila cariño —Escucho a Will pronunciar con dulzura. Asiento mientras cierro los ojos por algunos segundos. —Vamos.
Miro a Will quien intenta sonreírme.
Me alza en brazos para poder salir más rápido de la casa. En menos tiempo del esperado, ya nos encontramos rumbo al hospital y yo solo intento permanecer lo suficientemente tranquila, al menos hasta que lleguemos al hospital.
WILLIAM
Estaba asustado. Jodidamente lo estaba.
Ayudo a Anna a bajar del auto, la tomo en brazos mientras con uno de mis pies cierro la puerta del carro y me apresuro hasta llegar al interior del edificio.
—¡Mi esposa está por dar a luz! —Grito cuando nos encontramos dentro. Varias enfermeras centran su atención en mí en el momento en el que pronuncio esas palabras.
En escasos segundos, un par de enfermeras se han acercado hasta mí. Me veo obligado a dejar a Anna en el piso cuando un enfermero llega hasta nosotros con una silla de ruedas.
Tomo la mano de Anna mientras nos adentramos por el pasillo hacia lo que creo que es una habitación.
En cuanto una de las enfermeras me detiene, comienzo a entrar en pánico.
Escucho a Anna comenzar a discutir con una de las enfermeras sobre el porqué me han detenido y yo intento no gritarle a la chica que se encuentra frente a mí.
—Necesito estar con ella —Suplico mirándola.
—Y lo estará —Siento como el alivio inunda cada centímetro de mi cuerpo. —Pero antes necesita cambiarse.
Asiento. Ella me conduce hasta una habitación en donde se encuentran infinidad de trajes de color azul.
Tras unos minutos y ya estar cambiado por la ropa correspondiente, la misma chica me conduce al lugar en donde Anna se encuentra.
—Will —Solloza. Estira su mano la cual me apresuro a tomar e intento aparentar fortaleza cuando por dentro estoy muriéndome del miedo.
Un doctor entra a la habitación para comenzar la revisión con Anna, y tras corroborar que ya se encuentra con la dilatación suficiente, indica que vamos a comenzar.
Anna aplica tanta fuerza en mi agarre que comienzo a sospechar que voy a terminar con la mano rota.
—Eres fuerte cariño, vas a lograrlo —Hablo en cuanto Anna comienza a llorar y siento la impotencia al no poder hacer nada más que darle palabras de apoyo.
El doctor ha comenzado a dar instrucciones, y yo solamente puedo rogarle a Dios porque todo salga bien y poder tener pronto a nuestra pequeña Jasmine en brazos.
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