Bostezó por décima vez en menos de 10 minutos, el cansancio era más que notorio en cada centímetro de su cuerpo y es que ¿como no estarlo? Llevaba más de 75 horas en las que solo había dormido 30 minutos, aunque en realidad eso fue porque se desmayó por la sobreexigencia.

Maldecía a todos allí; a Kunikida por mandarle a hacer tantos reportes, a Rampo por no ser capaz de salir de la oficina sin él para llevarlo, a Lucy por estar molesta con él negándose a darle café, a Dazai por enviarlo a realizar misiones con Akutagawa y al mismo Akutagawa por ser Akutagawa.

Incluso se maldecía a sí mismo por ser incapaz de decirle que no a sus superiores.

Recostado en su escritorio sobre un montón de informes incompletos vio como una taza con café humeante fue puesta justo frente a él.

—¿Eh? —Se levantó de golpe, topándose con la gran sonrisa de Dazai quien lo miraba fijamente.

—Te vez horrible, deberías tomarte el resto del día libre. —Arrastró su silla para sentarse más cerca del albino quien tomaba el café con felicidad.

—¿Es...?

—Capuchino de vainilla con dos cucharadas de azúcar y un poco de canela. —Interrumpió con una sonrisa dejando sorprendido al menor.

—¿Como lo supo?

—Es lo que siempre pides cuando estamos en la cafetería. —Le dedicó una sonrisa honesta acariciando su cabeza con cariño.

Estaba por darle las gracias cuando notó como el mayor sacaba de su abrigo una pequeña bolsa blanca que puso junto a las manos del confundido albino.

—¿Y esto? —Cuestionó analizando la bolsa a detalle sin atreverse a tocarla aún por miedo a lo que pudiera contener, el castaño no era la persona más confiable y para su desgracia ya había sido víctima de sus bromas demasiadas veces como para ser precavido.

—Son galletas de animalitos con chocolate. —Abrió la bolsa mostrando el nombrado dulce, consiguiendo ese brillo de ilusión en los ojos del joven. —Estas son las que comes cuando te sientes cansado o estresado ¿No?

Atsushi no pudo evitar sonreír ampliamente con los ojos brillantes por pequeñas lágrimas que comenzaban a formarse dándole el aspecto de un niño emocionado.

Nunca habia conocido a nadie a quien le importara lo suficiente como para prestar atención a cosas tan minúsculas como el café que le gustaba o los dulces que comía cuando estaba estresado, por primera vez sentía que era especial para alguien.

—En serio deberías ir a descansar.

—No pasa nada, faltan solo 6 horas y me podré ir. —Mientras sus palabras expresaban tranquilidad, sus ojos medio cerrados parecían no estar de acuerdo.

—¿Qué te falta? —Se inclinó más cerca apoyando su mentón en el hombro de Atsushi.

—Solo debo llenar el reporte de la misión del asesino de ladrones y un par de reportes sobre daños ocasionados por la agencia en el último mes.

—Atsushi-Kun, estás tan cansado que tu letra ya parece el intento de escribir de un niño disléxico. —Tras su burla se ocultaba una genuina preocupación por el estado del pequeño Albino que se veía tan frágil en ese momento.

Llevaba los últimos días prestando atención a cada movimiento de Atsushi, notando como este se esforzaba a más no poder sobre exigiendo su cuerpo a niveles a los que ningún humano debería estar sometido.

Admiraba su determinación y resistencia, pero no se perdonaría si por sobre exigirse terminara dañando su salud.

—Si estás con sueño no vas a estar alerta por si algo pasa, así que te vas a dormir ahora mismo.

—Pero...

—Nada de peros, te terminas lo que te traje y te llevo a tu apartamento.

Nakajima sintió como una lágrima resbalaba por su mejilla mientras su pecho se calentaba con un sentimiento que no sabía identificar, pero que solo sentía en compañía de Dazai.