3: Ser cincero
Su empapado cuerpo temblaba violentamente a causa de la fresca brisa nocturna que parecía colarse entre sus prendas.
—Es una linda noche ¡Achu! —Sabía que debería volver a su departamento, pero esa noche se sentía especialmente melancólico, razón por la que a pesar de su estado prefirió seguir con su caminata.
Este día se cumplían ya 5 años desde que se unió a la agencia armada de detectives y a pesar de que eso no era algo especialmente malo, los recuerdos de lo que lo llevó ahí eran los que en ese momento atacaban su cabeza.
—¿Dazai-San? —Una dulce voz que amaba llegó a sus oídos provocandole un pequeño susto que disimuló lo mejor que pudo.
—¡Atsushi-Kun! —Saludó con una sonrisa mitad fingida, mitad genuina.
—¿Por qué está mojado? —Fue lo primero que preguntó al llegar a su lado.
—Pues, iba paseando tranquilamente... y me caí al río. —La expresión en el rostro del albino ante su respuesta lo hizo sonreír divertido.
—¿Por qué no me sorprende? —Susurró para sí mismo soltando un suspiro de resignación. —¿Y que hacía caminando cerca de un río a esta hora? —No se dio cuenta que habían comenzado a caminar hasta que se detuvo por un segundo que esperaba el otro no notara.
—La noche está preciosa. —Sonrió levemente volteando a ver el hermoso cielo nocturno de Yokohama.
Atsushi imitó su acción fijando sus ojos en la luna llena que se reflejaba en su mirada. —Es verdad.
Caminaron por unos minutos en un completo silencio que no resultaba para nada incómodo, al contrario, era relajante solo escuchar los sonidos de la noche, sonidos a los que Dazai no prestaba atención por ir sumido en sus recuerdos junto al que siempre consideró su mejor amigo, sin notar que desde hace un rato su subordinado lo miraba con preocupación.
—Dazai-San. —Lo llamó por fin después de ver que por andar distraído casi es atropellado por una bicicleta. —¿Le pasa algo? Usted siempre está atento a todo.
Iba a responder con una broma como "es que solo puedo concentrarme en ti" o algo así, pero simplemente no pudo, algo en esos ojos bicolor colmados de preocupación derribó todos sus muros sin que el pudiera hacer nada por evitarlo.
—En días como este me atacan los recuerdos del maravilloso hombre que cambió mi vida. —Respondió con total sinceridad con su mirada apagada.
—¿Habla de su amigo?
—Odasaku. —Confirmó sonriendo muy levemente con rastros de tristeza al pronunciar ese nombre.
—¿Era un buen hombre?
—Él era mejor hombre de lo que yo jamás seré.
El silencio reinó por unos segundos en los que Dazai sólo se cuestionaba el porqué de su actuar.
—Dazai-San es uno de los mejores hombres que conozco. —Su sonrisa tan brillante calentó el corazón del hombre que no se consideraba merecedor de esas palabras ni de esos gestos.
—Entonces no me conoces realmente. —Soltó como una broma, aunque la verdad se encontraba oculta entre las palabras.
—En ese caso. —Se detuvo obligando al contrario a hacer lo mismo para mirarse directamente a los ojos. —Permítame conocerlo mejor, quiero saber quien es Osamu Dazai. —Si su corazón se aceleró al oír esas palabras y ver esos ojos brillando en determinación, es algo que quedaría solo para él.
—¿De verdad? —La pregunta cargaba ese toque de diversión que ocultaba una genuina sorpresa por la declaración oída.
—Dazai-San, usted es una de las personas más importantes para mi y... no se, no tengo una razón clara, solo quiero saber todo sobre usted. —En algún momento en medio de su discurso apartó la mirada con un tenue sonrojo cubriendo sus mejillas, dando una imagen muy tierna a ojos del castaño.
—Entonces hazlo. —No pensó antes de hablar, simplemente se dejó llevar por el momento y por esos sentimientos que parecían controlar cada ápice de su cuerpo. —Y deja que yo también conozca cada detalle de Atsushi Nakajima.
Bajo aquella noche estrellada dos miradas se conectaron, ambas llenas de un profundo cariño, aunque solo uno de ellos era consciente del amor que sentía por el contrario, lo que si ambos sabían es que querían saber más que cualquier otra persona del chico que tenían en frente.
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