2: Consolar
Lo había arruinado todo... otra vez.
Tenía solo un trabajo, un único trabajo de clasificación sencilla y aún así lo echó a perder. Solo debía servir de guardaespalda para la joven hija de los reconocidos empresarios Karuizawa, pero se distrajo por un segundo y por ese descuido ahora se encontraba lastimada.
Si tan solo hubiera sido más rápido o más fuerte, si tan solo no fuera un inútil tal vez podría haber evitado esta situación en donde veía con impotencia como la chica que yacía inconsciente era subida a una ambulancia.
No solo había fallado en su trabajo permitiendo que un simple ladrón lastimara a la niña de 16 años, sino que también le causó problemas a la reputación de la agencia al no ser capaz de realizar una tarea tan sencilla.
-Lo siento mucho. -Susurraba entre sollozos mientras recargaba su espalda en una pared abrazando sus rodillas. -Soy un inútil... no puedo hacer nada bien.
La ambulancia se alejó con sus características luces coloridas dejando atrás al albino quien no podía parar de llorar lamentándose por su ineficiencia y recordando esas palabras hirientes de su pasado que ahora parecían más verdaderas que nunca.
"-Nadie quiere a escoria como tú.
-El mundo estaría mejor si te murieras de una vez."
Escuchó pasos acercándose, pero no les prestó real atención, demasiado sumido en sus pensamientos de culpa como para ser consciente de su alrededor.
-Atsushi. -Una voz que conocía muy bien lo llamaba obligándolo a quitar su cabeza de entre sus brazos, topándose con la seria mirada de Osamu Dazai.
Se preparó mentalmente para recibir un golpe por sus lamentos como ya había ocurrido antes, sin embargo, grande fue su sorpresa cuando el mayor tomó asiento a su lado mirándolo con algo en sus ojos que no pudo identificar ¿Decepción quizás? No, no podía ser eso, era más bien algo parecido a la lástima.
-Ella estará bien y no te preocupes por la agencia, a pasado por cosas peores. -Soltó Dazai tras unos largos minutos de silencio con esa voz seria que solo le escuchaba en las misiones mas peligrosas. -Atsushi, ya te lo he dicho: no sirve de nada lamentarse por el pasado, todos cometemos errores, incluso aquellos que parecen perfectos... Aprende de tus errores, solo así podrás dejar de lamentarte por cada paso en falso. En este mundo no hay nadie perfecto, pero sí hay personas que aprenden día a día para acercarse a su propia perfección y aún cuando la alcanzan pueden seguir mejorando.
Escuchar esas palabras lo hizo voltear para mirar fijamente al contrario, esperaba un golpe, un regaño o incluso el desprecio al que ya estaba acostumbrado, pero eso... eso fue tan inesperado que su cuerpo se paralizó sin saber como reaccionar.
-No llores más por cosas que tienen solución. -Se acercó sosteniendo el rostro del menor, secando sus lágrimas con los pulgares.
Sintió Cómo su corazón se estrujaba al ver esos hermosos ojos de atardecer inundados por el dolor de quien se odia a sí mismo.
-L-Lo siento... lo si-siento mu-mucho. -Su voz quebrada y sus ojos enrojecidos cubiertos por sus manos que buscaban apagar sus sollozos sin éxito le daban la imagen de un niño cuya infancia fue arrebatada.
-No es tu culpa. -Fue lo único que pudo decir en un susurro en el que buscaba transmitirle calma.
-Por esto ella podría... -Cortó sus palabras a la mitad negándose a indagar en ese futuro trágico al que lo conducían sus pensamientos.
Posando una mano sobre su hombro y mirando el dolor en ese rostro normalmente sonriente se hizo una promesa, promesa que planea cumplir a toda costa, aunque el menor nunca llegara a saber de esta.
"Mientras yo viva haré todo lo que esté en mis manos para no volver a verte llorar, Atsushi Nakajima"
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