Capítulo 7
Capítulo 7
Leah
Juego con el botón de un bolígrafo apretándolo una y otra vez. Ignoro a uno de los ejecutivos que habla explicando no sé qué cosa y algunos me ven histéricos por el sonido que provoca el bolígrafo.
El señor con canas en su cabello termina de hablar y pone una sonrisa en su cara, todos aplauden mientras yo sigo jugando con mi bolígrafo.
—Gracias, Jared. Doy por terminada la junta. —hablo luego de dos horas en donde no dije ni una sola palabra y me levanto de la silla dispuesta a salir. Amanda toma mis carpetas de la mesa.
Camino por el pasillo de regreso a mi oficina y siento la mirada de alguien en mi nuca. Cuando abro la puerta de mi despacho una mano se posa en mi hombro y volteo viendo al rubio haciéndome ojitos, suspiro.
—Hola, Wyatt—saludo algo cortante porque no tengo ganas de cortarle las alas.
—¿Te sucede algo? —Indaga—Estuviste muy callada en la junta.
—Jared tenía que hablar y explicar las cosas que explicó, no podía interrumpir—digo sentándome en la silla giratoria.
—Todos damos nuestras opiniones en las juntas, Lee. —Insiste—¿Segura que estas bien?
—Sí, solo me duele la cabeza—masajeo mis sienes—Por favor déjame sola, si necesito algo te busco.
—Claro—sonríe—Nos vemos luego.
—Adiós, Wyatt.
Él cierra la puerta y yo exhalo abruptamente. Reviso mi teléfono principal en busca de alguna señal de Lucas, pero no hay rastros de él. La pantalla del otro teléfono que está en la mesa se enciende y lo tomo leyendo el mensaje que recién llegó.
Operativo completado y exitoso.
Chequeo el grupo familiar dejando el teléfono que tenía en mano a un lado y observo que nadie ha escrito nada.
Me adentro en internet en mi computadora buscando alguna noticia, pero aún no hay nada. Actualizo la página una y otra vez hasta que aparece una transmisión en vivo indicando que en efecto la casa está en llamas. La mujer en el helicóptero anuncia que hubo algún tipo de explosión y que aún no se sabe si hay sobrevivientes.
Cierro de un golpe la laptop y suspiro ansiosa de que Lucas no aparezca. Necesitamos hablar.
Vuelvo a abrir la computadora y tecleo el apellido Macorne en el buscador y aparecen diferentes artículos sobre la familia. Entro en uno de ellos consiguiendo a los pertenecientes de la familia cabecilla del clan.
Un árbol genealógico deja saber que los principales eran Quinn y Anthuan primero. Luego aparece su hijo Anthuan segundo junto a Cora, quien resulta ser su esposa. Y luego leo algo que me deja pálida, debajo de las fotos de Anthuan y Cora hay cinco fotografías.
Primogénito: Lucas Macorne.
La imagen del hombre de cabello pálido me sienta como un balde de agua en la cabeza y mis manos comienzan a temblar.
Estuve junto al enemigo muchas veces.
Estoy cargando al descendiente del enemigo.
Comienzo a jadear en busca de aire ya que siento que mis pulmones estuvieran siendo apretados por alguien. Escucho la voz de mi padre en mi mente sabiendo lo que se avecina. Va a matarme. Pero más importante puede ser que haya matado al padre de mi bebé.
Escucho las alarmas en mi cabeza y veo como toda la habitación me da vueltas. Sigo jadeando en busca de oxígeno y cómo puedo marco el botón del intercomunicador intentando pedir ayuda.
—¿Dígame señorita Brown? —pregunta Amanda e intento hablar pero solo emito un agudo sonido.
La puerta se abre y escucho como llaman a emergencias. Los paramédicos entran, me colocan una máscara de oxígeno y siento que puedo respirar por un minuto. Cuando se que mis pulmones están en orden me arranco la máscara, tomo mis cosas y salgo corriendo del edificio. Necesito saber que él está bien.
Enciendo mi auto y el rugido de motor me ayuda a calmar mis pensamientos. Pero entonces no sé a dónde dirigirme. No puedo ir a la escena del crimen, no después de que mis hermanos hayan bombardeado su casa.
¿Qué demonios voy a hacer ahora?
¿Cómo no supe antes que era uno de ellos?
Entonces lo recuerdo, cuando tenía 16, y mi padre me enseñaba todo lo que tenía que saber para dirigir el negocio, me dijo que tenía que mantenerme fuerte y de pie, no como el niño malcriado de los Macorne que en vez de hacerse cargo de su negocio familiar y tener mucho poder solo se alejó cuando mataron a su novia a los 18 años.
Siento que me asfixio y sigo sin saber a dónde dirigirme cuando entonces mi teléfono suena y veo su nombre en el identificador de llamadas.
***
Lucas
Siento que alguien pellizca mi oreja y me despierto de golpe. Mamá me ve negando a cabeza y susurra: —Estabas roncando, compórtate.
Me cruzo de brazos y de piernas mientras el sacerdote termina de hablar. Todos permanecen callados y el silencio resulta cómodo. Escucho aviones y helicópteros pasar sobre nosotros y aprovecho el silencio para cerrar los ojos y suspirar. Cuando entonces sucede: algo aterriza en el centro tirándonos a todos hacia atrás.
Caigo sentado mientras siento mis oídos pitar, entre el fuego veo a varios moverse y escucho gritos en ruso y en inglés junto a muchos lloriqueos.
—¡Papá, no te dejaré! —grita alguien que reconozco como mi prima Rebecca.
—¡Tenemos que irnos, Becca! —grita mi tía y observo que dejan a mi tío inconsciente en el suelo.
Reacciono y consigo a mamá a mi lado en el suelo. La tomo en mis brazos y camino buscando la manera de salir de los escombros y mientras continuo moviéndome veo a mis hermanos cargando a mis hermanas y a papá maldiciendo mientras cojea con una pierna.
Logramos salir y algunos que lograron salir se quedan a nuestro alrededor viendo el daño que hizo la explosión. Deposito a mamá en el suelo y bufo enojado porque se quien hizo esto.
Reviso mis bolsillos y consigo mi teléfono con la pantalla rota, intento encenderlo y la pantalla se ilumina. Marco su número furioso mientras escucho las sirenas de los camiones de bomberos acercarse.
Ella atiende y yo grito: —¡¿Cómo mierda se te ocurre bombardear mi casa?!
—No diré que lo lamento por tu familia, merecían morir—responde y noto su voz un poco temblorosa—Pero tú no merecías morir y me alegro de que no lo hicieras, ¿estás bien?
—¡¿Por qué de repente ahora te importo?! —respondo aun gritando.
—¡Porque estoy embarazada! —también grita.
—¡¿Y eso a mí que me interesa?! —está mujer si tiene cojones. Como si eso me importara.
—¡Porque es tuyo! —responde y yo me río mientras todos me ven como si hubiera enloquecido.
—¿Mío? —pregunto—Ese bastardo no es mío, seguro es del rubio que te follas porque te provoca.
—¡No tengo tiempo para tus celos ahora, Lucas! —grita.
—¡Yo no estoy celoso, no es mi culpa que seas una zorra! —ella jadea al otro lado de la línea.
Unos pitidos me anuncian que colgó la llamada y cuando la adrenalina comienza a bajar siento dolor en varias partes del cuerpo.
El pecho me arde y los brazos también, observo las pequeñas esquirlas de cristal que se encuentran enterradas en mi piel y maldigo. Los bomberos comienzan a extinguir el fuego y yo dejo que me atiendan los paramédicos quitándome los trozos de vidrio.
***
Alguien toca el timbre de mi apartamento y me levanto para abrir la puerta. Cuando su cabello naranja entra en mi campo de visión me dispongo a cerrar la puerta en su cara, pero ella mete el pie y empuja la puerta dispuesta a entrar.
Me quito furioso y ella se queda de pie junto al sofá, su cara está casi tan roja como su cabello y su pecho se agita de arriba abajo.
—¿Quién te crees para llamarme zorra? —espeta y se nota que está muy molesta.
—No me culpes, alguien tenía que decirte la verdad. —me encojo de hombros y me siento en el sofá, ella hace lo mismo.
—Estaba hablando enserio, imbécil. El niño es tuyo.
—Sigue intentándolo, no te creo.
—¿Quieres que me haga una prueba de ADN? —pregunta aun molesta.
—Hagámosla y verás cómo se te cae el teatro.
—Vamos ahora mismo entonces. —se levanta tomando su bolso.
Me levanto también sin decir nada y nos dirigimos a una clínica, Leah se las ingenia para que nos entreguen la prueba en un par de horas y entro con ella a un consultorio donde le hacen un ultrasonido.
Un sonido como de un tambor resuena por toda la habitación y me deja sin habla. Observo el punto en la pantalla y un doctor menciona la palabra mellizos.
—Venga conmigo—anuncia una enfermera—mientras a ella le sacan un poco de líquido amniótico a usted le tomaremos las muestras.
Camino por un pasillo y con un palillo me toman muestras del interior de mis mejillas. Sin embargo ya lo sé, con solo ver la imagen en blanco y negro fue respuesta suficiente. Se nota desde lejos que esos niños son míos, son dos y en casi todas las generaciones Macorne hay mellizos.
Las horas pasan lentamente mientras Leah muerde sus uñas y yo la fastidio por eso.
Mi mente divaga y comienzo a preguntarme cómo demonios haremos para criar a dos bebés.
Los resultados llegan y en efecto los bebés son míos. Volvemos a mi casa y terminamos sentados en el sofá callados.
—Los voy a tener—rompe el silencio—no importa si estás de acuerdo o no.
—No prometo que seremos una familia feliz, pero lo protegeré siempre—susurro y ella sonríe.
—¿Cómo les diremos? —pregunta y sé a qué se refiere.
—No pienses en ello ahora, luego buscaremos la manera de hacerlo, al final solo me queda poca familia, tú te encargaste de matarla—respondo y ella se carcajea—No fue un chiste.
—Lo sé, pero si da mucha gracia—dice y continúa riéndose.
***
Me siento en la mesa junto a mi familia y papá me observa intrigado.
—Voy a tener un bebé—hablo. Mamá grita de emoción—Dos en realidad.
—Nuestros genes siempre presentes. —habla papá sonriendo.
—¿Quién es la mamá, cielo? —pregunta mi madre.
—He allí el problema—la mirada de papá se oscurece.
—Son de tu novia—afirma y yo asiento. Él se levanta furioso. —¡Esa mujer mató a casi toda nuestra familia, Lucas!
—Lo sé—respondo—Pero mamá me enseñó a hacerme responsable de mis errores. Y eso es lo que haré.
—Te voy a permitir que los tenga—espeta—pero cuando nazcan se los vamos a quitar y tú te buscaras otra novia para que finja ser su mamá.
—Eso no es just...—me interrumpe.
—¡Me sabe a mierda si es justo o no! —grita en ruso. —Harás lo que te digo y no alertaras de esto a la maldita. —asiento y me levanto dispuesto a irme.
Camino fuera de la casa temporal en la que se hospedan y manejo mi motocicleta dispuesto a regresar a mi apartamento.
Cuando entro escucho una risa proveniente de mi habitación y suspiro.
Abro la puerta y consigo a la pelirroja comiendo palomitas y viendo una película.
—Hola, amor—dice juguetona con la boca llena.
—Cállate, no soy tu amor—me río.
—Shh déjame fantasear por un segundo que somos una familia feliz y que no somos enemigos mortales—vuelve a reírse. Palmea la cama—Ven acuéstate a ver la película conmigo.
—Podemos darle otro uso a la cama, ¿no prefieres eso? —enarco una ceja y ella sonríe.
—Claro que prefiero eso—responde y se alza la camisa dejando su pecho desnudo.
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