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Capítulo 6

Capítulo 6

Cierro la puerta de la entrada en la cara de Mack y ruedo los ojos al ver la cara furiosa que trae papá. Todos están sentados en la sala a excepción de Brooke, que supongo permanece en su habitación.

—¿Dónde mierda estabas, Leah Adaline? —espeta papá.

—Decidí darme un descanso de tu séquito y fui a cenar con un amigo—me encojo de hombros restándole importancia.

—Estábamos preocupados por ti, Leah. Pensamos que también te habían secuestrado—habla mi abuela Rosalind.

—Mi niña cabeza de zanahoria no se dejaría secuestrar nunca, ¿verdad? —pregunta mi abuelo y veo el miedo en sus ojos.

—Solo quise un momento normal en la vida de locos que llevamos—suspiro.

—Así que por eso también te follaste a Wyatt Donovan, ¿no? —pregunta papá enarcando una ceja y bufo—Por intentar ser normal—hace con sus dedos un ademán de comillas y yo ruedo los ojos de nuevo.

—A quien me folle y a quien no, no te compete, papá. Me tienen harta todos intentando controlar lo que hago. No lo necesito, soy capaz de valerme por mi misma y de ahora en adelante no llevaré a tu ejército de escoltas. Por si lo habías olvidado la que manda aquí ahora soy yo, no tú, papá. —me volteo dispuesta a irme y escucho al risita de Logan.

Escucho el gruñido de papá y los pasos escandalosos que da. Ya entiendo de donde salimos Logan y yo con nuestros berrinches cuando algo no sale como queremos.

Subo las escaleras y entro a la recámara de Brooke, consiguiéndola con Tyler que está dormido. Ella mantiene la vista perdida en el televisor apagado y cuando no se da cuenta de que tomo asiento a su lado, sé que algo no va bien.

—¿Qué fue lo que pasó? —susurro. Ella alza la mirada y observo el pánico que albergan sus ojos.

—Me tocaron, Lee. Y me siento sucia, si Travis no hubiera irrumpido en el lugar posiblemente ellos hubieran... —su voz se quiebra y con cuidado de no aplastar a Tyler la acuno en mis brazos.

—Shh—sobo su espalda—todo estará bien. Te llevaremos a terapia—se aleja de mi y grita despertando a Tyler.

—¡No! —comienza a arañarse los brazos y grito intentando pedir ayuda. Alguien saca a Tyler de la habitación y yo me intento acercar a ella.

No me deja, grita, se araña y reconozco lo que está teniendo: un ataque de pánico. Solo ella sabe que fue lo que pasó exactamente y aunque sé que le será difícil lograremos que ella supere esto. Por Tyler y por ella misma.

Sin darme cuenta siento un golpe en mi cabeza, escucho los vidrios romperse y observo la sangre en las manos de Brooke. Mi cuerpo impacta contra el piso y yo pierdo la consciencia.

***

Reconozco que estoy en un hospital cuando la misma enfermera de la otra vez aparece en mi campo de visión cuando abro los ojos.

—Hola, linda. No esperaba verte de nuevo por aquí—habla y yo suspiro.

Al menos Brooke me ha ahorrado un viaje al hospital. Y así mato dos pájaros de un tiro.

Estiro mis brazos y cuando voy a girar mi cuello con cuidado noto que el collarín se fue, aunque desgraciadamente la férula sigue intacta en su lugar.

—El doctor del otro día vendrá a informarte de los exámenes que te han hecho. Al menos son buenas noticias—sonríe—Felicidades.

¿Y a ésta loca que mosca le picó? ¿Felicidades por qué?

Matthew entra cuando la enfermera sale y se sienta a mi lado.

—¿Cómo está ella? —pregunto.

—Tuvimos que internarla, no supo manejar la situación y en realidad no la culpo—suspira y pasa las manos por su cara—Ella no me dijo nada, Lee. No dejaba que la tocara ni la viera desnuda, pero jamás pensé que le pudo haber pasado algo así.

—Solo pasaron dos días, probablemente ni siquiera ella lo había procesado todavía. —acaricio su mano. —¿Qué sabes de Quinn y Anthuan?

—Murieron—declara—ayer en la tarde.

—¿Fue por el accidente o... ?—dejo la pregunta en el aire.

—Quinn murió por las vueltas del auto, al malnacido del viejo lo tuvimos que matar—espeta.

Tocan la puerta y es el doctor de la vez anterior, viene con una carpeta en la mano y le pide a Matthew que deje la habitación.

Me extiende un papel que me deja helada, la palabra en letras negras y grandes deja muy en claro el por qué la enfermera me felicitó. Estupendo.

***

Lucas

Bajo las escaleras corriendo hacia la cocina en donde me recibe la empleada, salgo confundido y me consigo a Bianca llorando en el sofá y a mamá sorberse la nariz. Camino con pasos firmes al despacho de padre y lo consigo lanzando una botella a la pared mientras limpia las lágrimas que escapan de sus ojos.

—La mató—espeta y yo no me muevo—Tu estúpida noviecita mató a mi mamá—grita y yo siento todo tambalearse.

Salgo de la casa furioso y dispuesto a matarla a ella cuando el auto de Owen se estaciona frente a mi casa.

—Oye amigo, ¿Qué sucede? —pregunta poniendo una mano en mi hombro.

—La mató—siseo molesto.

—¿Quién mató a quién? —pregunta despacio.

—La maldita copia de Olive—grito y el retrocede viendo mi furia. —La mataré, te juro que lo haré, mató a mi abuela.

Subo a mi moto y sin ver hacia atrás me adentro en la ciudad en dirección al edificio en el centro que resalta entre todos. Malditos y estúpidos cabello de zanahoria.

Subo las escaleras de dos en dos cuando llego ya que no quiero que nadie me vea aquí y paso con cuidado por un pasillo, una chica de cabello castaño se encuentra en la puerta de la que dice ser su oficina y cuando estoy dispuesto a abrir la puerta ella se levanta.

—Oiga, ¿Qué le sucede? —grita y yo la aparto a un lado.

Abro la puerta de golpe y la consigo follándose a un rubio sobre la silla tras su escritorio. No se inmuta y continúa gimiendo desesperada mientras yo cierro la puerta furioso ahora por otra cosa.

¿Por qué demonios ese la está tocando?

Me siento frente a un ventanal ignorando los gritos de la castaña y bufo enojado pateando un jarrón. Tomo un fajo de billetes de mi billetera y los pongo sobre el escritorio de quien parece llamarse Amanda y me largo del lugar. Manejo más enojado que antes buscando un lugar tranquilo donde nadie pueda molestarme. Sin notarlo termino en Central Park sentado en la banca en la que siempre se sentaban mi abuela y el maldito abuelo de Leah. Paso las manos por mi cabello y suspiro, ¿Qué voy a hacer ahora?

Observo una pareja de ancianos compartir un helado al otro lado del parque y yo siento las lágrimas escaparse de mis ojos. Alguien se sienta a mi lado y lo primero que llama mi atención es la piel pálida que resalta en la oscuridad que no se en que momento apareció.

—¿Por qué fuiste a buscarme en mi oficina? —pregunta seria—¿Y por qué estás llorando?

—No es nada—le resto importancia—¿Por qué te follabas a alguien en tu oficina? —susurro.

—¿Celoso? —pregunta sonriendo. Yo niego—Solo me provocó.

Tomo su mano pálida entra las mías y noto que su collarín y su férula se fueron. También veo sus ojos verdes brillosos y no entiendo cómo puede estar tan serena luego de mandar a matar a mi abuela.

—¿Cómo me encontraste? —pregunto.

—No te estaba buscando, en realidad. Solo decidí caminar por la zona y tu cabellera blanca llamó mi atención. Así que decidí venir a hacerte compañía.

—¿Y tus escoltas? —ella traga duro.

—Me deshice de ellos.

—Seguro—respondo serio.

Nos mantenemos en silencio por mucho tiempo y terminamos comiendo una hamburguesa en Jenny's como la vez anterior que nos vimos. Nadie dice nada, ella parece nerviosa, yo me mantengo inmóvil.

Ella maneja su auto rojo y la pierdo de vista en el tráfico. Vuelvo a casa y Owen y Noah están en mi habitación con varias botellas de alcohol. Agradezco por un momento haberme ido de la casa principal hace mucho.

Tomo y tomo sin respirar, botella tras botella desaparece. Owen dice que es suficiente y Noah sigue pasándome el alcohol. Les quito todas las botellas que tienen y los corro de mi casa.

Tomo mi teléfono y con la vista borrosa logro marcar su número. Suenan dos tonos antes de que su voz somnolienta llene mis oídos haciéndome bufar.

—¿Bueno?

—Ven a mi casa. —hablo.

—¿A las 3 de la mañana? —su tono de voz se alza un poco.

—Te mando la dirección por un texto—cuelgo, envío el mensaje y me siento en el sofá esperándola.

Cuando el timbre suena me levanto a abrir la puerta y observo la pijama pequeña y corta que lleva puesta, siento mi pantalón tensarse.

—Llegaste rápido—hablo sonriendo.

—¿Esa llamada era para que tuviéramos sexo? Porque estoy a favor de eso. —río.

—Quítate la ropa.

***

Abro los ojos sintiendo mi cabeza martillear, escucho unos leves ronquidos a mi lado y su cabello naranja me sorprende por un segundo. ¿Qué hace ella aquí?

Como si respondiera ella se mueve dejando sus dos pezones bonitos y rosados en mi campo de visión y recuerdo que sucedió anoche. Mis dedos pican por tocarla y cuando comienzo a juguetear con su aureola ella despierta sonriendo.

—Buenos días, tigre. Anoche no me diste descanso alguno, déjame dormir otro rato. —saluda acostándose boca abajo.

Gruño dirigiendo mi mano entre sus piernas y me toma por sorpresa encontrar sus pliegues húmedos.

—Al parecer tu mente dice una cosa y tu cuerpo otra—susurro en su oído moviendo mis dedos dentro de ella. Gime bajo y muevo más rápido mi mano.

Sus paredes comienzan a apretarse y saco mis dedos llevándolos a mi boca. Los chupo y me dirijo a la ducha. Ella maldice molesta y yo me río.

Escucho el estruendo de la puerta principal y sonrío mientras continúo con mi ducha.

Me enrollo una toalla en la cintura y salgo hacia la habitación para vestirme. Consigo una nota en mi mesilla de noche.

"Aunque en este momento me caigas mal, necesitamos hablar de algo importante. XOXO, L"

Arrugo el papel y lo arrojo a la basura, me visto y me dirijo a la casa que en realidad es mía, pero mis padres se apropiaron de ella.

Consigo muchos autos en la entrada y cuando paso por la puerta principal el olor a incienso me marea. Dos ataúdes se encuentran en el medio de la sala de estar y casi toda mi familia voló de Rusia para venir acá.

Subo a la habitación en busca de un traje que mi padre siempre guarda allí y me lo coloco. Mamá entra y me ayuda con la corbata en silencio.

—Espero que no hayas hecho nada malo ayer, Lucas.

—Por desgracia no la maté—me encojo de hombros.

—Por favor no hagas una escena, sabes cómo se pone tu padre cuando la familia está de visita.

Asiento y bajamos del brazo, nos sentamos en un sofá y cuando un sacerdote que no se quien trajo comienza a hablar porquerías, me duermo.

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