Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 05: Sé tu secreto.

Jayden.

Lunes, 12 de Marzo de 2018.

Pasado.


¿Por qué siempre alguien se antojaba de golpearme?

¿Por qué?

No sabía cómo, pero había acabado tirado entre unos arbustos del parque en la plena noche. No podía moverme, y no era porque estaba atrapado entre lo verde, sino porque mi cuerpo estaba tan adolorido que no podía hacerlo.

Las lágrimas me nublaban la vista. Todo mi cuerpo me dolía. Me sentía pesado por lo hinchada que se sentía mi cara. Sentía una desesperante punzada en el pecho, y el shock de mi rostro no se iba.

¿Quién lo diría? Vine a buscar a mi gato, y terminé siendo el mismo miserable saco de boxeo de siempre...

Habían lágrimas en mis ojos, pero no podía llorar. O, quizás sí, pero me estaba obligando a no hacerlo.

Me estaba obligando a no aceptar que me habían vuelto a golpear, y que lo hicieron esta vez fuera del instituto.

«¿Por qué no te defendiste?», escuché a mi subconsciente decirme con insistencia, y me mordí el labio inferior para no soltar un llanto que sentía atorado en la garganta.

«¿Por qué no huiste?»

- Porque soy lo que mi padre me dijo, antes de que me abandonara con mamá...- Murmuré para mis adentros, y entonces rompí en un silencioso llanto, sintiendo como las ramitas debajo de mi cuerpo me lastimaban los moretones-: Un patético y miserable marica.

Soy un patético marica...



***



No sabía cómo lo había hecho, pero al final me había armado de valor y volví a casa para volver a ver a mamá con esta cara. Ya había permanecido mucho tiempo sentado en la banca: solo. No había encontrado a mi gato, y ya no podía seguir llorando.

Había llorado tanto sentado en esa banca, que ya hasta me dolían los ojos. Pero debía de aparentar ser fuerte para mamá, siempre tenía que mostrarme así para ella.

No podía romper a llorar frente a mamá.

Además, debía de ver cómo le mentiría para explicarle sobre estos moretones que cargaba.

«Di la verdad», me dijo la voz en mi cabeza, y yo le susurré con una débil sonrisa que se dibujó con tristeza en mis labios, mientras que todavía iba camino a casa:

- No... mamá no puede enterarse que soy despreciable...

Vivía bastante cerca del parque. Los edificios en los que me hospedaba con mamá yacían enfrente, así que no tardé demasiado en regresar y subir a mi departamento para encontrarme con ella enseguida que crucé por la puerta.

Mamá estaba esperándome del otro lado con completa preocupación en su maternal rostro. Y al instante que me vio entrar se me lanzó encima para rodearme entre sus brazos; en un fuerte abrazo, diciéndome en un semi-grito:

- ¡Dios mío me tenías tan preocupada! ¡Mira, Jayden Cooper! ¡Mira qué hora es! ¡¿A caso piensas que tienes dieciocho para volver a estas horas?!

Todavía no se había dado cuenta de mis moretones, y antes de que lo hiciera decidí contarle la mentira que había construido mientras que subía por el ascensor. Sin embargo, fue demasiado tarde para cuando ella bajó su cabeza repentinamente para mirarme, y se encontró con mi moreteada cara.

La voz se me fue, y ella abrió los ojos como platos.

- ¡Dios mío!- Soltó con una preocupación evidente; ahogando un grito, y tomándome fuerte de los brazos-. ¡¿Quién te ha hecho eso?! ¡Dime quién te ha lastimado, Jayden!

«Di la verdad.»

- Tran... Tranquila, mamá- Titubeé un poco al hablar, justo cuando creí que la voz no me saldría-. No te preocupes- Traté de sonar lo más relajado posible, encogiéndome de hombros y añadiendo-: Tuve un pequeño accidente en el parque, es todo.

A mamá casi que se le salieron los ojos por mi respuesta, y pareció más agitada y molesta.

- ¡Deja de mentirme!- Me gritó con lágrimas en los ojos-. Creí... creí que confiabas en mi para decirme cualquier cosa que te pasara. Jayden, dime, ¿alguien está abusando de ti?

Su mirada desesperada fue tan penetrante que sentí que rompería a llorar frente a ella. Pero me obligué a continuar con esta mentira.

Tuve qué.

- ¿Qué estás diciendo, mamá?- Dije, riendo torpemente para tranquilizarla-. Relájate, como dije me pasó esto- Señalé mi rostro con mi dedo indice-, porque a un señor se le soltó su perro de la correa, y era un rabioso Pitbull que me persiguió para morderme-«Di la verdad»-. ¿Y qué crees mamá? ¡Casi me muerde! si no me hubiera subido a un árbol estuviera perdido eh.

Mamá me miró como si no me estuviese creyendo ni una palabra, pero yo proseguí con claridad:

- Y bueno...- Desvié la mirada de sus ojos-. Cuando me bajé minutos después, no supe dónde pisaba y me resbalé de las ramas... fue una dura caída.

No llores, sigue fingiendo. Me obligaba con mayor intensidad, que ya hasta casi la mentira salía con naturalidad, sorpredentemente. Nunca le había mentido a mamá así, y no podía creer que lo estaba haciendo tan bien ahora.

- ¡Pero bueno!- Exclamé, reposando mis manos sobre mi cintura y mirando a mi madre con una sonrisa segura-. Al menos encontré al sr. Bigotes, ¡pero se escapó en el camino!- Lloriqueé, limpiándome una lágrima imaginaria, cosa que no le pareció para nada graciosa a mi mamá-.

- ¿En serio?- Me respondió levantando ambas cejas, y mirándome fijamente-. ¿En serio?

Asentí casi sumisamente con la cabeza, y entonces supe que las había cagado para cuando vi a mi gato pasar por frente a mis ojos meneando su espumosa cola, y mamá agregó:

- ¡El sr. Bigotes estuvo todo este tiempo debajo de mi cama! ¡Él no fue hoy al parque, y tú me estás mintiendo en este preciso momento!

No supe qué decir, y sentí un fuerte dolor en el pecho cuando vi una lágrima solitaria que cayó por la mejilla de mamá. Oh, no. ¿Qué había hecho?

Mis mentiras... la lastimaron.

- ¿Por qué le mientes a tu madre?- Dijo, sin parar de llorar y de mirarme con desaprobación-. Creí que habíamos pasado por tantas cosas juntos que ya hasta pensé que eramos... mejores amigos, Jayden.

- Mama...- Intenté decirle algo, pero las palabras no me salieron con claridad-.

- ¡No!- Me interrumpió ella, apartándose fuera de mi y limpiándose una lágrima-. Nada de mamá ahora, y lo siento mucho, pero Jayden estás castigado por ser un mentiroso.

Asentí en silencio y me escabullí de allí cabizbajo. Sabía que ya no podía mentirle, y que no podía seguir lastimandola así y por eso la dejé sola. Entré a mi habitación, y me tiré sobre la cama para sumergirme entre las sabanas y romper a llorar silenciosamente.



Martes, 13 de Marzo de 2018.

Presente.



«¿Listo para que te vuelvan a partir la cara como anoche, Jayden?»

No respondí a esa pregunta de la voz que había en mi cabeza, y caminé rápidamente por los pasillos del instituto católico Ave María cuando finalmente llegué.

Hoy había venido muy temprano, ya que tenía la primera hora libre. Pero había decidido hacerlo para poder ocultarme de... ese rubio.

No tenía pensado en dejar que volviese a pasar lo de anoche, y por alguna razón me aterraba pensar en Caleb Raeken. No quería verlo, y no sabía cómo reaccionaría si lo viera acercarse a mi... para volver a golpearme.

Vine temprano para esconderme de él, y para buscar a ese extraño chico que me salvó de Caleb la primera vez. Le había comprado un cupcake en la panadería que tenía cerca de casa... y tenía pensado en dárselo como agradecimiento a Cody Gilbert.

Él era mi salvador, y yo... quería ser tan valiente como ese chico.

Lo admiraba.

¿Cómo podía lucir tan valiente y seguro?

Sí que lo admiraba...

El tener las miradas de muchos estudiantes sobre mi fue incómodo, y me hizo sentir tan pequeño comparado con todos ellos. Y quizás sí, era una escoria a comparación de esos chicos.

Mientras que todos lucían tan osados, yo parecía un torpe y anormal sujeto.

Sin darme cuenta choqué con varias personas en el pasillo, pensando en solo una cosa: ¿dónde me escondería de Caleb hasta que tuviera clases?

No me molesté en disculparme por mi torpeza, tenía que buscar un escondite rápido antes de que ese rubio me encontrase en los pasillos.

Hasta que de pronto el foco se me encendió.

- Debajo de las gradas del campus estudiantil- Susurré en voz baja, mientras caminaba a toda prisa-.

Me dolía un poco el cuerpo por moverme así, pero tenía muchos motivos para hacerlo. Además, por suerte me había tomado varias pastillas antes de salir, así que el dolor de mi cuerpo y el que a veces cargaba en la cara disminuirían pronto.

Cuando pensé debajo de las gradas como una escapatoria me pareció una locura tener que pasar toda unas tres horas allí. Pero no tenía otra opción.

Finalmente, conseguí salir de toda esa ola de gente, y salí hacia el campus, yendo directo hacia las gradas; dónde llegué en un parpadeo.

No había nadie en el campus, y por eso me pareció perfecto para un escondite. Al principio miré la situación pensativamente, pero después decidí colarme entre las barras de acero y sentarme en el césped cómodamente.

Resoplé, secándome el sudor por la frente y dejé caer mi cuerpo al suelo cuando tiré mi bolso a un lado. Tenía un escondite ahora, y ya podría estar tranquilo de ese rubio agresor.

Al cabo de un rato abrí mi bolso, y metí la mano para sacar el delicioso emparedado que me había preparado mamá como desayuno. Había sido un poco incómodo mirarla a la cara en la mañana después de lo de anoche, pero al menos aún me seguirá dándome de comer.

- Gracias mamá- Susurré, antes de darle una gran mordida a mi sándwich y deleitarme con su sabor-.

Era simplemente exquisito como cualquier plato que mamá hiciera. Eso demostraba una vez más que era una gran chef, y que en serio merecía la buena fama que su restaurante: «La comida de Ma'», estaba recibiendo.

Mamá era una mujer increíble, y admirable. Ella pudo sacarme adelante sola. Mi padre jamás estuvo para nosotros..., y después de todo al final ni lo necesitamos.

Cuando terminé mi emparedado luego de unas grandes mordidas, saqué una servilleta para limpiarme la boca, ignorando el hecho de que alguien recién se había sentado en las gradas.

- Finalmente te he encontrado- Escuché a una gruesa voz decir, y me quedé paralizado sobre el césped-. En serio, sí que eres un maldito marginado social.

No podía ser cierto.

Él no podía estar parado ahí arriba.

- Creí que la gente se osaría a mentirme cuando me dijeron que te habían visto venir hacia acá- Dijo-, pero estuvieron en lo cierto después de todo.

Sentí como el corazón me dio un vuelco, y con un temblor que me recorrió el cuerpo levanté mi cabeza rápidamente cuando terminé por aceptar de quién era esa firme voz.

- Aquí arriba, pedazo de imbécil.

Alcé la mirada con pavor para lograr ver a la persona que me hablaba, y cuando pude ver que era Caleb, me levanté al instante del suelo y agarré mi bolso con las intenciones de salir corriendo esta vez.

Pero, por alguna razón me quedé quieto cuando lo oí decirme:

- ¿Ya vas a volver a tu granero, maldita gallina?

El miedo todavía seguía allí, pero estaba enfadado. ¿Por qué él tenía que abusar de mi? ¿Qué le había hecho yo a ese jodido monstruo?

- No me vuelvas a llamar gallina...- Le dije con la voz en un susurro, quedando sorprendido de mis propias palabras cuando me di cuenta que le había respondido a mi agresor por primera vez-.

- ¿O qué?- Cuestionó él, mirándome con una gran sonrisa que me intimidaba y asustaba-. ¿Vas a ir corriendo a llorar a los brazos de tu madre? Como de seguro lo hiciste anoche cuando te golpeé y tu de marica ni hiciste nada.

- No metas a mi mamá en esto- Le respondí al instante, mirándolo con la misma fijeza que él lo hacía conmigo y apretando mis puños con impotencia-.

Él se echó a reír descaradamente, y burlesco añadió:

- ¿Por qué? ¿A caso vas a romper a llorar si te digo que tu madre es una maldita puta?

Podía sentir el miedo en mi ser, pero no pude quedarme de brazos cruzados. No, cuando se metieron con mi madre, y por eso le grité sin pensar:

- ¡No vuelvas a meterte con mi madre o te juro que...!

- ¿Qué me vas a hacer?- Abrió sus ojos enormemente, y me miró con frialdad-. ¿Golpearme? Por Dios, si apenas y me llegas hasta el abdomen, y mírate en un espejo, ayer te dejé echo toda una mierda.

Sonrió con malicia, y sentí varias gotas de sudor caerme por la frente.

- Eres un completo asco- Lo escuché decirme, y por un momento no me importó seguir respondiendole-.

- Está bien, eso soy...- Acepté con una débil sonrisa, encogiéndome de hombros-. Pero, al menos tengo una madre que me quiere, ya que seguro tú ni eso tienes. ¿Cómo entonces explicarías ese moretón que tienes en el ojo?- Dije, con la voz tan cortante como un cuchillo, sintiendo como le decía a ese rubio sus verdades-.

Sin embargo, algo dentro de mi quiso arrepentirse cuando él con una mueca se bajó hacia donde yo estaba y cayó sobre el césped frente a mi; acercándose como un sigiloso tigre.

«Corre», volví a escuchar a mi subconsciente decirme, pero fue demasiado tarde para cuando retrocedí, ya que él se abalanzó sobre mi como un animal rabioso y no pude evitar soltar un grito cuando sentí como me retorció el brazo. Caleb dio una carcajada y de pronto me soltó, dándome después un empujón.

Caí al suelo bruscamente y llevé mi mano al brazo que Caleb me había torcido, jadeando adolorido.

- Eres patético- Murmuro él riéndose-. Ni si quiera sabes defenderte.

El pecho se me infló de impotencia, y aunque fuese muy pequeño y estuviese a sus pies, sin importarme ya nada levanté la mirada y lo miré con el ceño fruncido, susurrando:

- Patético eres tú, que necesitas golpearme para satisfacer al monstruo que llevas dentro.

La expresión divertida de su cara cambió, y antes de que pudiera darme cuenta me dio una fuerte patada en el estómago que me sacó el aire y me hizo soltar unas lágrimas.

- Cierra la boca- Me dijo fríamente desde arriba-, porque no eres más ni menos que una maldita cucaracha de alcantarilla- Entonces se acercó, y me tomó fuerte de los cabellos para que lo mirase fijamente-. Escúchame, Zuricata, creo que pasaremos más tiempo juntos de lo que piensas ya que estaré buscándote seguido para darte los apuntes de mis tareas. Porque sí, me las vas a comenzar a hacer todas desde ahora, y llega a decirme que no porque te vuelo los dientes.



***



¿Cuándo pasó esto?

Al final le había ido a llevar el cupcake a mi salvador luego de lo que pasó con Caleb, y sorprendentemente terminé consiguiendo más de lo que esperaba de Cody Gilbert...

Tenía amigos. Después de tanto tiempo estaba sentado en una mesa con mucha confianza y gusto..., y tenía amigos. Ni me di cuenta cuándo pasó, pero ya me llevaba muy bien con esos dos chicos de último año: Cody Gilbert y Malia Robinson.

¿Cómo podían juntarse con alguien como yo?

Al lado de ellos me sentía tan invencible, supongo... porque Cody me hacía sentir así. Él era tan atrevido y osado que no dejaba de impresionarme. Por eso quedé estupefacto cuando esa asiática vino a sacarnos de la mesa y Cody la puso en su lugar. ¡Eso fue asombroso!

Él es asombroso y muy divertido. No sé como piensa en tantas cosas bizarras.

Estando sentado ahí junto a Cody y Malia me hacía sentir reconfortado en la escuela, y por alguna razón ya hasta incluso había olvidado lo que pasó con ese rubio agresor.

Incluso, sentía que con la compañía de mis amigos podría desafiarlo.

Sí que podría.

- ¿Te pasa algo, Jayden?- Me preguntó Malia repentinamente, y yo miré hacia otro lado-.

- Nop- Respondí, riendo nerviosamente para que no se diera cuenta que la estaba mirando fijamente como lo había hecho con Cody-.

- Bueno, olvidaré el hecho de que me mirabas con cara de acosador- Dijo, echándose sus trenzas hacia atrás y dándole un sorbo a su refresco con el pitillo-. ¿Por qué tardará Cody? No me confío de los amigos de esa asiática- Añadió con recelo, mirando hacia la entrada de la cafetería-.

Hace precisamente unos segundos Cody había salido de la cafetería porque Gubbler le había dicho que fuese afuera. Fue extraño, pero Gubbler parecía extrañamente preocupado por Cody. Pero aún así él era amigo de Lisa Yukimura.

Algo andaba mal...

La mala espina me apareció cuando escuché un alboroto afuera, y vi como varias personas salieron a ver qué sucedía. Malia y yo intercambiamos miradas, y sin decirle nada a Gubbler; quien seguía parado junto a nosotros con una cara pálida. Nos levantamos, y fuimos a ver qué pasaba.

Y no pude creer lo que ocurría cuando salimos y nos encontramos con las paredes del pasillo repletas de muchas fotos de Cody con un chico moreno que parecía ser su novio. Me sorprendió bastante, pero sentí algo extraño en el pecho cuando vi a Cody salir corriendo de la escuela.

Cody se había ido desesperadamente, y todos no paraban de burlarse de él.

- Cody...- Murmuré, y me mordí el labio con cierta impotencia de no poderlo ayudar y no saber qué hacer-.

Malia puso una mano en mi hombro, y dijo con un tono apagado y preocupado:

- Quizás deberíamos ir tras él...

Pensé en que sería una buena idea, pero en ese momento escuché una gruesa risa detrás de mi. Una que conocía casi a la perfección, y entonces cuando me volví hacia esa persona me encontré con Caleb Raeken.

El rubio estaba a unos metros junto a mi, muerto de la risa. Parecía estar disfrutando de lo que pasaba, y como si la vida me odiase, él enseguida me vio y caminó hacia mi para darme muchas hojas apiladas; que había sacado de un bolso, susurrándome al oído:

- Ahí está toda mi tarea, Zuricata.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo, y sentí comenzar a odiar a Caleb Raeken cuando añadió:

- ¿Y sabes? Yo pegué las fotos en las paredes de ese maricón salvador tuyo. Es gracioso, porque después de todo es un cobarde al igual que tú.

Apreté la pila de hojas en mis manos, y solo sentí que quise gritarle a Caleb y lanzarle sus cosas al suelo cuando lo vi alejarse con una sonrisa triunfante y con el pecho bien erguido.

Pero, tuve que volver a la realidad cuando Malia volvió a hablarme.

- ¿Eres amigo de Caleb Raeken?- Me preguntó con asombro-. ¿O eres su bolsa de boxeo?

Fingí una sonrisa, y abracé los papeles contra mi pecho, mintiendo:

- Descuida, él y yo somos como mejores amigos.



Cody.



No había nadie en casa, algo que no me sorprendió, así que al final fue como siempre: me encerré en mi habitación, y solo me tiré sobre la cama sin parar de llorar.

¿Qué me pasaba?

Quería dejar de llorar, pero no podía. Sentía que la cabeza me explotaría, pero ya ni eso me interesaba. Creí que podría olvidarme de Scott y de mi pasado en Lawndale, pero eso siempre estará detrás de mi.

¿Por qué?

¡¿Por qué?!

Me hundí entre el colchón de mi cama, y me quedé en un ovillo, respirando pesadamente y tratando de tranquilizarme desde que llegué. «No te desesperes», me decía una y otra vez, pero el rostro de Scott Mikaelson no paraba de pasar por mi cabeza.

¡Basta! ¡Ya basta!

Abracé con fuerzas mis piernas, y sin darme cuenta poco a poco volví a desear desaparecer de este mundo. La crisis mental había vuelto, y ya no me sentía tan fuerte como antes. Por eso rompí en lágrimas y sollozos desesperados. Me desmoroné como nunca, y me quedé así... solo.

Recordaba a Scott, y todo lo que había pasado en Lawndale. En mi vida pasada. Todo había sido un maldito asco. ¡Pero quería volver! ¡Lo anhelaba!

¡NO EXTRAÑABA AL PUEBLO! ¡MALDITA SEA, EXTRAÑABA A SCOTT MIKAELSON!

¿Por qué ese sujeto tuvo que hacerme esa broma en la escuela? ¿Por qué mi familia me ocultaba tantas cosas?

¿Por qué siempre estoy solo...?

- Quizás todo sería mejor sí solo tomara unas pastillas y...- susurré para mi mismo con una voz inaudible, sin parar de sollozar y de abrazar mis piernas desconsoladamente-. Solo... aveces quisiera estar muerto...

Cerré los ojos, y ahogué un profundo grito de desesperación y dolor sin olvidar esa idea que había pasado por mi mente. Era lúgubre y distante, pero ahí estaba. La solución... ¿lo era? Supongo que sí... suicidarse sería lo mejor.

Llevé mis manos a mis cabellos y los entrelacé ahí con fuerzas sin haberme relajado lo más mínimo. Me sentía tan agitado que podría tener un ataque en cualquier momento, y hasta incluso sentía los ojos bastante hinchados de tanto haber llorado en todo el camino de regreso acá.

Pero, ya nada de eso me importaba. Solo quería tomar el frasco de pastillas de dolor de cabeza que estaban en la habitación de mis padres, y tragarlas todas.

Solo quería eso.

Por eso no dudé en ponerme de pie casi desesperadamente, con la vista nublada por las lágrimas y sin abandonar lo que podría ser la peor idea de todas. Pero eso era la solución para mi, si, morirse es lo mejor ¿verdad?

«¿Pero qué estás diciendo?», dijo una parte de mi, y me cubrí la cara con desesperación, volviendo a sentarme sobre la cama sin saber qué hacer.

¿Por qué? ¿Por qué me deprimía hasta este punto?

¡Basta!

¡Basta por favor!

Estaba tan concentrado y perdido en mis pensamientos que no me di cuenta cuando repentinamente la puerta de mi habitación se abrió, y vi entrar a ese chico que había conocido hace poco... Norman.

Me quedé paralizado sobre la cama por un segundo, sin saber si él era una alucinación, o era real. Pero supe que sí lo era cuando se acercó rápidamente hacia mi con preocupación y me abrazó fuerte.

Norman me había abrazado tan fuerte que me sentía cómodo en sus brazos, y que él realmente me quería.

Su abrazo me dejó desconcertado, y paralizado entre su pecho sin parar de llorar desconsoladamente.

- Shhh, todo estará bien, Cody- Lo escuché decirme en consuelo, mientras que me abrazaba y me acariciaba el cabello-. Llora todo lo que tengas que llorar.

Me pareció en cierta parte estúpido y molesto que él quisiera venir a consolarme cuando no sabía ni quién coño era. Pero ya no tenía a nadie más que me consolara así. No tenía a Carol. A Rebeca. Ni menos a Scott.

- ¿Por qué...?- Intenté hablar, pero la voz apenas me salía-.

- Todo estará bien, hermanito- Me dijo dulcemente, y yo meneé la cabeza entre su pecho-.

- ¡Nada! ¡Nada estará bien!- Solté en un violento chillido-. ¡No somos una familia perfecta Norman! ¡Mi madre no me quiere, y eso mismo pienso ahora de papá! ¡La escuela es un asco, no paro de pensar en mi pasado y todo se está volviendo horrible para mi! ¡La vida me odia o qué carajos!

Lloré fuerte en su pecho, y a él no le importó que dejase su camiseta empapada de lágrimas. Norman siguió consolándome, y tratándome como sí fuese un niño. Respiré hondo un par de veces, y me obligué a calmar toda esa histeria que tenía.

- Estoy preocupado por ti, Cody- Dijo-. Eres mi hermano, y aunque mis padres... no estén para ti, yo siempre lo estaré. Confía en mi, hermanito.

Asentí con la cabeza, y sin darme cuenta limpié mis lágrimas sobre su camiseta y lo miré con pocos ánimos, sonriendo a medias y mirando como él me miraba con el mismo brillo de siempre en sus ojos.

Norman era tan feliz siempre, ¿por qué no podía ser así como él?

- ¿Qué te pasó?- Me preguntó al cabo de unos segundos, y yo desvié la mirada con un dolor en el pecho-.

Tragué saliva, y mordiéndome el labio, dije:

- ¿Sabes, Norman? Sentí que podía dejar mi pasado atrás, y cuando más lo intenté hacer un... maldito idiota viene y lo trae todo devuelta- Sonreí amargamente-. Viene a traer todo lo que tanto me forzaba a olvidar, y al final solo se burló de mi con todos. Toda la escuela se burló de mi- Me tragué el llanto-, y ahora soy el hazme reír...

Hubo un largo silencio en el que solo quise volver a desmoronarme, y en donde Norman seguro se habrá quedado sin palabras. No volteé a mirarlo, y esta vez volví a abrazar mis piernas, mirando fijamente mis zapatos escolares. Todavía no me había quitado el blanco y manchado uniforme, y la verdad no tenía ganas de hacer nada ya.

Sin embargo, cuando creí que Norman no diría nada, habló:

- No soy la mejor persona consolando- Puso una mano en mi hombro-, pero créeme que te entiendo perfectamente, Cody, porque pienso igual que tú.

Norman apretó mi hombro, y yo solté una amarga carcajada, diciendo:

- No creo que ambos seamos iguales...- Me cubrí la cara con las rodillas-.

- ¿Por qué lo dices?

- Yo... no soy una buena persona como tú después de todo- Susurré con muy pocos ánimos-. Cuando vivía en Lawndale intenté...- Me mordí el labio al recordarlo, pero proseguí-, intente ahogar a una de mis compañeras de clases. Yo... la odiaba tanto que solo... la quise...

No pude finalizar con mis palabras, y solo me quedé ahí inmóvil, con un sentimiento extraño. ¿En serio le había confesado eso a Norman?

- Está bien- Aceptó él, dándome una palmadita en la espalda y animándome a continuar-. Puedes contarme todo lo que tengas dentro de ti, Cody.

Aparté la cara de mis rodillas, y lo miré con lágrimas en mis ojos.

- ¿Quieres oírlo todo?- Sonreí con pocas ganas, y el asintió-. Bien, pues te sorprenderá oírlo pero sí- Solté una carcajada sin ganas-. Intenté matar a esa chica, al igual... al igual que lo quiero hacer con ese sujeto... algo dentro de mi quiere que él pague por todo.

No sabía qué le estaba revelando a Norman, pero ya no pude detenerme y continué. Fue extraño, pero mi tristeza había sido mezclada con algo..., y eso era odio.

Oscuridad.

- ¿Quieres que el chico que te dejó en ridículo en el instituto pague?- Me preguntó él, mirándome con atención-.

- Quiero que se retuerza en su miseria...- Acepté sin vergüenza alguna, fríamente-. Él se merece lo mismo que Verónica Salvatore....

«Merece la muerte.»

- ¿Qué merece ese chico, Cody?- Cuestionó él-.

- Caleb Raeken merece....- Hablé, y aunque estaba diciéndole todos mis sentimientos a Norman me detuve abruptamente cuando me di cuenta que me había dejado llevar por aquella parte... esa parte de mi que no controlaba...

- Lo siento, Norman- Dije, al cabo de un rato-. No quise decir nada de eso....

- No importa-Dijo él con una sonrisa-, pero te sorprenderá saber hermanito, que somos más parecidos de lo que crees.

Volteé a mirarlo, y ambos nos quedamos observando fijamente a los ojos hasta que él rompió ese silencio, diciendo con cautela:

- Yo puedo ayudarte, Cody...

Levanté una ceja, y él sonrió.

- Sé tu secreto.

- ¿De qué hablas?- Respondí al instante, y Norman se acercó más a mi con esa enorme sonrisa-. No tengo secretos.

- Conmigo no debes de ocultarlo- Dijo-. Sé sobre tu oscuridad Cody Gilbert...

Algo dentro de mi salió disparado en mi pecho, y traté de no demostrarle nada a ese chico. Pero no podía, él sabía más de mi de lo que creía.

¿Cómo Norman sabía...?

- Yo no tengo ninguna oscuridad- Traté de decir, y fui sorprendido cuando él repentinamente me tomó de ambos hombros para acercar su rostro más hacia el mío-.

- No me ocultes tu oscuridad hermanito- Habló sonriendo-, porque entonces estarás ocultando a tu gato: Manchitas.

Intenté soltarme de su agarré, pero ya no pude hacer nada para cuando Norman dijo ese nombre.

- No sé qué dices- Contesté de golpe-.

Pero sí lo sabía...

- ¿Qué olvidaste lo que pasó con Manchitas?

- ¿Cómo tú sabes sobre eso?- Le pregunté sin tan siquiera responder a sus preguntas-.

Y entonces lo entendí: mamá se lo había contado.

- Y creí que eso era un secreto entre nosotros...- Susurré con estupefacción-.

¿Qué tanto mi supuesta madre le había contado a Norman?

- ¿Entonces por qué temes al escuchar ese nombre? Después de todo Manchitas era solo un gato.

Sentía el corazón acelerado, y como una gota de sudor me cayó por la frente. Entonces una risita nerviosa se escapó de mis labios, y le dije:

- ¡Manchitas solo se escapó de casa!

Él dejó de sonreír, y me miró con seriedad.

- No, Cody- Negó con la cabeza-. ¿Por qué no aceptas que estrangulaste a tu gato cuando tenías ocho años?







---------------------------------------------------------

¡Espero y hayan disfrutado de estos dos capítulos! Y sí, amigos la familia Gilbert tiene muchos secretos, y en especial Cody Gilbert. Él quizás no les ha contado varias cosas de su niñez, o sobre su parte oscura que muy pronto conocerán.

Y si todavía no odian a Caleb, pues déjenme decirles que vendrán más cosas sobre él, ya que estará molestando mucho a los demás personajes en la historia.

Por favor, si te ha estado gustando esta segunda parte, donde mostraré el lado oscuro de "Amor Prohibido", ¡házmelo saber!

Me estoy esforzando tanto volviendo a escribir esto, que me encantaría ver también entusiasmo entre ustedes. Es todo. ¡Comenten y voten! 

¡Saluditos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro