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¿Te gusto? ¿Me gustas? ¿Me quieres?
Que preguntas tan vacías y fáciles de decir. No implican esfuerzo alguno, o cariño. ¿Cuántas relaciones han iniciado por esas preguntas y han terminado mal? Todos inician sus historias de esa manera, aficionados a los cuentos de hadas, y cuando se topan con un demonio, en lugar de entender y aprender, se vuelven como ellos. Desprecian a sus futuras parejas y, también, las transforman en seres destructivos y depredadores de cariño.
Lo he superado, dicen, pero apuntan al otro con los errores del pasado. ¿En verdad lo superaste? ¿Crees que él no te engañará? ¿No lo seguirás al trabajo? ¿Ella es una zorra que sólo quiere tu dinero? ¿Hasta cuándo aprenderás? Te repite tu cabeza una y otra vez. ¿Has escuchado como tu fuerza de voluntad se rompe? ¿Cómo sangra tu dignidad? ¿Crees que no volverás a ceder? Necesitas a alguien que te quiera, pero no quieres que te lastime. ¿Te digo algo? Eso no existe.
Siempre te enojaras. Siempre le pedirás más de lo que puede darte. ¿El amor es importante? Sí, lo es. En una relación de "solo sexo" alguien siempre se enamora o sale herido, a menos, que lo hagas con desconocidos. ¿Cedes por amor? Sí, pero a veces también por debilidad o por miedo. Porque lo amas, no quieres compartir, pero si no lo haces él o ella se irán. También cedes porque te cansas, solo quieres que termine.
¿Te gustan otros? Esa es la pregunta que se hacen todos; no tú, tu pareja. Ella o él se preguntan le gustará alguien más, y ahí viene la otra, la más dañina y más extorsiva... ¿Me amas? Ellos saben que te hará sentir mal, sí sientes algo; es como culparte de ante mano por los errores de la relación. "Tu no me amas, por eso terminamos. El problema eres tú." ¿Cómo reaccionar? Bueno, algunos se dejan manipular y otros explotan sin aviso, es un mecanismo de defensa muy raro en los que son culpados; es como si el psicópata perdiera poder sobre su ratita de laboratorio.
Supe que tenía la oportunidad en ese momento; él explotó frente a ella, frente a mí y le importó muy poco lo que pensarían de él. Una bestia salvaje, un espécimen increíble. ¿Crees que tienes el control? Estás equivocado. Sus ojos hablaban por él. Esa boca y esos gestos. ¿Quieres volverme loco? Atravesó la puerta sin decir nada. ¿Quieres jugar al cazador y la presa? Ella no reaccionó a tiempo; se quedó sola.
—¿Cuánto tiempo llevan saliendo?
—Tres años —titubeó.
—Ya veo, ¿cuándo volverán a venir?
—Yo... no lo sé.
—Creo que deben hablar, con supervisión, no debí dejar que se fuera de las manos...
—Yo, no quería.
—Es una situación sensible. Usted no tiene la culpa, y él, tampoco.
—Lo amo...
—Debería decírselo a él.
—Él ya no me escucha...
—Reprogramaré la cita; vuelvan pronto.- cerré mi agenda y le di el pequeño papel.
Ella miró la hoja. ¿Qué quieres? ¿Un culpable? ¿Un enemigo? ¿Crees que te engaña? ¿No te ama? No te conviene llorar. No te creo nada. No estás preparada para una bestia como él.
Mantengo mi mirada fría y dejo el papel en la mesa, ella lo toma porque no tiene otra salida.
—¿Cree que esto tenga solución?
—No todos los problemas tienen solución, pero siempre se puede hacer algo.
—No quiero perderlo.
—Eso no depende de mí.
—Lo convenceré. Solo necesito esta oportunidad —se hablaba a sí misma.
—Debe hablar con él.
—Sí, gracias. —Tomó su bolso y se fue.
Tu exterior es una malvada mentira. ¿Cuándo me mostrarás tu verdadero ser otra vez? ¿Tengo que presionarte? ¿Observar? ¿Escucharte? Mi análisis llevará tiempo y trabajo, puede que reciba golpes y rasguños, pero es excitante.
Esa reacción que tuviste antes de entras ¿qué fue? ¿Por qué te mostraste así frente al vidrio? ¿Qué buscabas? Quiero ver eso una vez más.
Ella no es tan vulnerable como parece, sin embargo, es muy útil.
¿Qué piensas de mí? ¿Sigues enojado conmigo? ¿Hasta cuándo lo harás? ¿Puedo hablarte a solas? ¿Quieres tiempo para pensar? No soy muy paciente. Tengo que medir el tiempo y no perder un segundo. Acercate a mí, voy a cuidarte y a darte todo. ¿Cuánto necesitas? No importa, cuando te consuma, solo me necesitarás a mí.
¿Qué ves después de esto? ¿Sabes lo hermoso que eres? ¿Sabes que te gusta provocar? ¿Quieres algo más? ¿Más fuerte? ¿Ya has mirado a alguien más? ¿Ese alguien está fuera de mi alcance? Debería.
Cierro la puerta de mi consultorio y camino hasta la silla que sostenía su cuerpo hace unos minutos. Huele a demonio enjaulado, a humedad, a flores silvestres y a fuego. Los restos no son suficientes para mí; aprieto mi pene y separo la silla de todo; apoyo mis manos sobre la mesa y doy pasos rápidos hacia la puerta, me detiene, puedo sentir su fragancia desde ese punto hasta el otro. Puedo olerlo, solo me falta sentirlo. Abro la puerta y me despido de mi secretaria; necesito salir. Beber un poco.
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