VI
Melascula despertaba, ayer todo iba perfecto, al menos antes de que Meliodas mencionara a esa mujer, las dudas la carcomían por dentro, "¿quién era ella?, ¿sería alguna demonio?, o... ¿¡una vampiro!?, ¡No!, Meliodas no se rebajaría de esa forma" pensó la chica, sin embargo, ¿quién sería?, tendría que investigar por su propia cuenta. Se levantó, se puso su típico uniforme y salió a desayunar junto a los demás mandamientos. Al entrar al comedor divisó a su gran amiga Derieri.
- Hola Derieri —dijo la chica sonriendo, sentándose a lado de ella.
- Hola, ¿Ayer estuviste con Meliodas? —pregunto la pelinaranja sin mucho cuidado haciendo que Melascula le diera un golpe.
- ¡No hables tan fuerte! —dijo la chica, mirando a todos lados para comprobar que nadie escuchó lo de que dijo su amiga — Respondiendo a tu pregunta, si.
- ¿Y...? —pregunto la chica, con un tono de voz más bajo.
- ¡Ese estúpido! —gritó Melascula, apretando los puños.
- Baja la voz —dijo la chica al ver que algunos mandamientos voltearon a verlas.
- Te lo diré después —dijo la chica de cabellos morados, algo irritada al recordar las palabras del rubio.
Al terminar de desayunar, ambas chicas se fueron al lugar de entrenamiento solo para ver a Zeldris pelear con Meliodas, pero se percataron de algo, Meliodas estaba distraído, al menos Melascula lo sabía, eso la hizo enojar un poco pues podría estar pensando en esa tal Elizabeth.
- ¡Meliodas! —grito el pelinegro — ¡Otra vez estás distraído! —dijo Zeldris algo enojado. Esto hizo que Melascula se sorprendiera "¿otra vez?" pensó Melascula, eso solo significaba que Meliodas ya llevaba más tiempo pensando en esa tipa.
- Solo tengo sueño sabes, iré a dormir —dijo el rubio caminando hacia la salida viendo a las dos chicas sin prestarles mucha atención.
Melascula le quedó viendo hasta que se fue, por lo que Zeldris suspiró también y se fue del lugar, Derieri comenzó con el interrogatorio.
- ¿Qué demonios pasó ayer? —preguntó Derieri bastante curiosa.
- Bueno... Ayer mientras teníamos sexo él... —se quedó callada, apretando los puños — Él, dijo el nombre de otra chica.
- ¿¡Qué!? —preguntó la pelinaranja, abriendo bastante los ojos.
- Como lo escuchas, él me llamó... Elizabeth —dijo la chica, tratando de contener las lágrimas, pues aunque estuviera enojada, a ella realmente le dolía.
- ¿Cómo la princesa? —preguntó Derieri. Melascula la miró, era verdad que la princesa se llama así, pero no podía ser, era ridículo, "no podría ser ella ¿verdad?" se dijo la chica. Ambas chicas decidieron entrenar para que Melascula olvidará un poco todo esto, sin embargo, aún pensaba en quién podría ser esa mujer.
En Liones, el rey Baltra, pensaba en lo que la doncella Eleine había dicho acerca de esa presencia por lo que decidió llamar a las tres doncellas junto a su hija, tenía tantas cosas en la cabeza y sin embargo no sabía cómo llevarlas a cabo, además, le preocupaba Elizabeth, sabía acerca de aquella batalla que tuvo contra los príncipes y en verdad tuvo tanto miedo de perderla, no quería sufrir de nuevo algo así, pero sabía perfectamente que su hija nunca dejaría la guerra mucho menos ahora que los poderes de las Diosas se encontraban en ella pero... eso era una nueva incógnita, ¿Cómo había adquirido ese poder?. Horas después el rey Baltra se encontraba en la habitación de estrategias junto a su esposa Isabel, pronto al lugar entraron las tres doncellas y su amada hija.
- Hola su majestad —dijo Merlín con sumo respeto para luego dirigirse a la reina.
- Chicas, seré muy sincero con ustedes —dijo el rey, cosa que las alarmó — Eleine, sintió una presencia sorprendente en el lado este del reino.
- ¿De verdad? —preguntó Diane sorprendida.
- Así es, me sorprendí al sentirla, era bastante poderosa —dijo la rubia con una mirada seria.
- No podemos quedarnos con los brazos cruzados y esperar a que vuelva aparecer, por lo que las he convocado para investigar acerca de esa presencia y quien la originó, no puedo arriesgarme, no ahora —dijo el rey viendo a cada una de las chicas para luego posar su vista en su hija.
- Padre cumpliremos con la misión y daremos con el paradero de quien originó esa presencia, confía en nosotras —dijo la princesa sonriéndole a lo que su padre solo asintió. La junta se dió por terminada, Eleine se despidió de sus amigas y se fue a su habitación, mientras que Diane se iba a entrenar un poco.
- ¿Encontraste algo ayer, hermanita? —pregunto la pelinegra con bastante interés.
- La verdad no, cada libro que leí no decía nada que ya supiera, estoy bastante desanimada con ello, además ahora tenemos que ir al este para saber si algo raro pasó o si hay algún indicio sobre lo que sintió Eleine... Merlín hay algo que quería hablar contigo —dijo la chica, por lo que Merlín la vio atentamente.
- Dime —respondió la pelinegra.
- Sabes que hay un lugar en la biblioteca, un lugar al que solo pueden acceder lo arcángeles, las diosas y mi padre —dijo la albina comenzando a ponerse nerviosa.
- Oh, no me digas que... —dijo Merlín sorprendida, pues Elizabeth jamás hubiera roto una regla.
- No entre... pero quiero que me ayudes —dijo la chica, esperanzada de que su amiga le dijera que sí.
- No lo sé Elizabeth, es muy riesgoso, además tu padre se enojaría —comenzó a decir la chica pero la princesa la interrumpió.
- Lo sé... pero quiero saber ¿por qué?, ¿por qué de repente tengo poderes?, es decir, no me molesta en lo absoluto pero quiero saber acerca de ello, quiero saber quien soy, siento que una vez que lo descubra podré controlarlos y podré ayudar a mi reino —dijo la princesa, mirando hacia enfrente, sin saber cómo respondería su amiga.
- Esta bien, pero prométeme que harás todo con sumo cuidado —dijo la pelinegra mirando a Elizabeth.
- Te lo prometo —dijo la joven, feliz, porque a pesar de no estar segura de que allí hay algo que la ayude a saber lo de sus poderes, ella podría al menos intentarlo.
Las horas pasaron e idearon un plan para hacer que Elizabeth entrara a ese lugar, sin embargo, dejaron esa pequeña misión para después pues les esperaba un pequeño viaje hacia el este de Liones. Mientras tanto en otro lugar, siendo precisos en el Reino Demoníaco, Ban y King se encontraban hablando acerca del plan del zorro.
- Dejame ver si entendí —dijo el castaño — ¿Entonces quieres tomar de rehén a ese hombre solo para ver a la rubia esa?.
- No pudiste haberlo dicho mejor —dijo el zorro algo divertido.
- Ahhh no lo sé, porque no solo te buscas a alguien más —dijo el chico, mirándolo con una ceja alzada.
- Tonto, no quiero nada con una mujer que parece una niña, solo es curiosidad, además sería divertido pelear con ella —dijo el chico sonriendo.
- Si ajá —dijo el joven, poniendo los ojos en blanco.
- No soy como tu y el capitán —dijo divertido el chico, haciendo que King lo volteara a ver sonriendo pues sabía exactamente a qué se refería.
- No es mi culpa que Gaara quisiera acostarse conmigo —dijo King recordando a su "amiga".
- Tu y el capitán son un asco —dijo el albino de una forma divertida.
- En todo caso, ¿Cómo se llama? —preguntó el castaño con curiosidad.
- Eleine, es una de las doncellas —dijo el zorro. King al escuchar el nombre, se sorprendió y miles de recuerdos regresaron a su cabeza, ¿cómo era que Ban quería conocer a su hermana?, de nuevo el sentimiento de odio a ella volvía a su corazón, después de todo, ella lo había traicionado.
- ¿Estas bien?, te pusiste pálido —dijo el zorro, desconcertado ante la reacción de su amigo.
- Claro, pero... ¿Por qué quieres conocer a esa mujer? —preguntó el castaño, ahora bastante serio.
- Ya te lo dije, por curiosidad, aunque algo me dice que la conoces... ¿No es así, King? —pregunto Ban, con demasiada curiosidad.
- Si —fue la sencilla y seria respuesta del chico.
- ¿Cómo es que la conoces? —preguntó el albino.
- Ahhh —dijo el chico, rascándose la nuca — Viene del reino de las hadas.
- Wow, de dónde vienes tú —dijo el chico afirmando, recordando lo que ambos hicieron en ese reino — Pero lo que no entiendo fue tu rostro pálido al decir su nombre.
- Solo fue un dolor de cabeza, en su tiempo, tuvimos una riña, es solo... —comenzó a explicar el chico, pensando en cada una de sus palabras — Que me sorprendí que fuera una doncella y no estuviera en el reino de las hadas, en todo caso, me tengo que ir, tu ve con ella pero ten cuidado, es poderosa.
Ban se quedó mirando como su amigo se iba, dejando al chico con bastantes preguntas, pero gracias a King pudo formular algunas preguntas que le encantaría que la rubia le contestase, el chico comenzó a caminar hacia su habitación, al llegar tomó una hoja de papel y un tintero y comenzó a escribir en aquella hoja con una gran sonrisa.
Después de terminar, salió de la habitación para dirigirse al reino de Liones, sería bastante difícil pero valdría la pena hacerlo, al llegar al reino, consiguió infiltrarse en el lugar de correo, era un lugar que ya conocía, pues él era encargado de dejar los recados del Rey Demonio para el espía que se encontraba en el reino.
Por otra parte, Eleine se encontraba acostada en su cama, se sentía tan impotente, ¿cómo salvaría a aquel hombre?, además tenía la misión del rey Baltra pero sinceramente no quería ir, tenía que planear cómo salvar a ese hombre, al fin de cuentas fue su culpa que el idiota de Ban se lo llevará, además seguía pensando mucho en su hermano, ¿dónde estaría?, le daba tanta tristeza pensar que estuviera muerto, pues muy a pesar de todos los errores que había cometido, era su hermano, sin embargo, no dejaría que esos sentimientos le hicieran cegar su vista y perdonarle, así como así después de lo que provocó.
En los establos del reino, se encontraban Merlín, Elizabeth y Diane, esperando a Eleine pero al ver que no llegaba decidieron partir sin ella, los caballos iban a una velocidad normal pues sabían que tal vez el portador de aquella presencia ya no estuviera ahí, sin embargo, al sur de la posición de las doncellas una increíble presencia se hacía notar.
- ¿¡Qué es este poder!? —preguntaba Elizabeth sorprendida — Es completamente diferente a cualquier poder que hayamos podido sentir antes.
- Debemos ir allá —dijo Merlín.
- ¡Vamos!, ¡Debemos descubrir de quién es ese poder! —dijo la princesa.
Rápidamente las tres chicas se dirigieron al lugar de donde provenía aquel grandioso poder, sin embargo, no eran las únicas que lo habían sentido, pues Monspeet, Derieri y Melascula, miembros de los 10 mandamientos también se dirigían hacia allá. Las tres poderosas presencias no pasaron desapercibidas para las jóvenes que ya estaban cerca del lugar.
- Hermanita, el poder se desvanece pero...—dijo la pelinegra con algo de preocupación — Tres grandes poderes se dirigen hacia nosotras.
- Si, estos poderes son de... los 10 mandamientos —dijo la princesa frunciendo el ceño.
Rápidamente las doncellas llegaron al lugar en donde se originó la presencia, pero no había nadie, en cambio, una docena de demonios yacían muertos y calcinados para que después llegarán los 10 mandamientos.
- Ellos son... ¡Monspeet de la retinencia, Melascula de la fé y Derieri de la pureza! —dijo Diane algo sorprendida.
- Pero mira a quién tenemos aquí —dijo Monspeet — La princesa y las doncellas del reino de Liones.
- ¿Ustedes hicieron esto? —preguntó Derieri.
- ¡Por supuesto que no! —dijo Diane.
- Bueno, creímos haber sentido un gran poder aquí —dijo Melascula — Pero no es ninguna de ustedes.
- ¿Ustedes tampoco son? —preguntó Elizabeth.
La plática marchaba, pero Merlín logro sentir un pequeño poder que se alejaba lentamente, pero no le tomo importancia.
- Claro que no —respondió Derieri colocándose frente a Elizabeth de una manera retadora, haciendo que la princesa la mirase de la misma forma — Pero bueno, de cualquier modo, ustedes morirán.
Elizabeth y las doncellas, habían ido en busca del poderoso individuo que logró sentir Eleine, pero lo único que encontraron fue a tres miembros de los 10 mandamientos, una batalla estaba apunto de comenzar.
Muchas gracias por leernos 💖, en serio que nos pone muy felices que les esté gustando está historia.
Gracias por apoyarnos 💖.
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