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IX. Parte 3

Cada vez habían más preguntas en la mente de Elizabeth, era realmente sorprendente todos y cada uno de esos detalles que está noche se iban revelando. Solo esperaba que pudiera salir viva de ahí y poder contar todo lo que escucho.

Además, un plan bastante alocado se le vino a la mente. Sabía que Gelda era una mujer fuerte, inteligente y que su golpe de estado funcionaria aún si no estuviera terminado, sin embargo, podría ayudarla. Podría ayudar a ello. Podrían aliarse. Era un pensamiento peligroso, pero... Era uno que tampoco podía evitar.

- ¿Dices que en un libro de leyendas? —preguntó.

- Si, es raro. Recuerdo que mi madre hablaba de ello... Es decir, un día me platico una historia así —dijo la rubia, bajando la voz — Ya sabes, a veces las leyendas cuentan verdades disfrazadas.

Eso fue algo que quedó en la mente de Elizabeth, porque tenía razón. Siguiendo esa lógica, en algún lado del mundo había un príncipe que nació de un amor prohibido. Sonaba como una historia de amor y desgracia demasiado cliché. Aunque claro ella siempre había leído ese tipo de historias. El amor prohibido era uno que del que más disfrutaba leer.

- Gelda, ¿Tu crees en ello? —preguntó curiosa.

- ¿En un príncipe poderoso?, no lo creo, jamás se ha visto algo como un amor prohibido y créeme si en algún momento hubiera sucedido o sucede primero asesinan a esas personas antes de que puedan procrear —dijo la chica suspirando.

- Tienes razón —dijo la princesa. En realidad esperaba que jamás ocurriera algo así; ¿Cómo sería no poder amar a alguien solo por ser del bando enemigo?. Era tan triste pensarlo.

Antes de que pudieran seguir con su plática, la música comenzó a sonar aún más, era una música de presentación. Al gran salón entraron los caballeros oscuros con sonrisas orgullosas y egocéntricas. Lucian los atuendos más majestuosos que alguna vez había visto. Por supuesto; eran la Élite.

Meliodas solo los miro y alzó sus ojos, había entrenado con ellos, pero su maldita actitud era la que hacia que los odiara. Era súper gracioso que mirarán a todos con esa altanería y sin importar; cuando a él lo miraban, era con miedo y respeto. Sonrió satisfecho.

Elizabeth estaba nerviosa, no sabía lo que sucedería ni mucho menos lo que sabría. Tenía información importante; el golpe de estado por parte de Gelda en cuál haría todo por apoyarla y hacer una alianza. Sin embargo, debía haber más. Por algo estaban aquí.

El Rey Belfegor sonrió al verlos y se levantó del trono en el que estaba, camino enfrente de aquellos caballeros y ellos al verlos inmediatamente se arrodillaron bajando la cabeza; mostrando respeto. El Rey sonrió para luego hacerles una reverencia, estos se levantaron y las risas comenzaron a sonar en el salón, todos los presentes estaban al tanto de ellos, todos excepto Meliodas y Zeldris, ellos sabían que el Rey y ellos tenían una muy buena relación, por otro lado con los príncipes era difícil.

La música comenzó a sonar de nuevo y los sirvientes se acercaron con copas de alcohol para los invitados especiales. Elizabeth se sorprendía de como aquellas personas que se acercaban ni siquiera alzaban la cabeza, era un signo de sumisión completa y en serio lo detestaba. El pueblo necesitaba sentir confianza con su gobierno, no terror. Está era una de las cosas que sabía que cambiarían si una persona como Gelda llegará al trono. La fiesta siguió tranquilamente, habían personas sentadas en las grandes mesas redondas de color vino, otras bailaban en la pista y por último habían pequeños grupos que platicaban alegremente. Elizabeth no podía quedarse sentada, las respuestas no llegarían a ella. Decidida trato de levantarse, sin embargo, Gelda la tomo de la mano.

- Ah llegado —dijo Gelda mirando a la entrada del castillo. Elizabeth volteo con curiosidad. Ahí vio a un hombre, cabellos blancos, se veía muy intimidante, llevaba una armadura color negro con azul. Por extraño que pareciera esa persona se parecía bastante a Mael.

- ¿Quién es? —preguntó.

- Es una escoria, es la mano derecha del Rey, son amigos de años —dijo la rubia negando con la cabeza, odiaba a ese hombre — Estarossa.

- ¿Amigos de años? —preguntó confundida. Según Elizabeth conocía perfectamente a la Élite de este reino, pero a él nunca lo había visto, ni siquiera en el campo de batalla, jamás escucho a su padre de él.

- Si, ya sabes, ese hombre es su perro fiel. Tanto de él como para los príncipes —dijo la chica. Estarossa era de quién más debían cuidarse, pues, toda la corrupción, asesinatos sospechosos dentro del reino, saqueos a los otros reinos, estrategias venían de él, sin mencionar también a Chandler y Cusack.

- Por como hablas de él, supongo que es de quién más debemos cuidarnos, ¿Cierto? —preguntó la chica con una ceja alzada.

- En efecto —dijo la vampiro con una sonrisa.

Estarossa se acercó al Rey y ambos se alejaron del salón, Elizabeth veía de reojo todo esto. A la mesa llegó Ban con una sonrisa divertida; la albina debía admitir que ese chico era alguien realmente ¿Encantador?, sabía escoger muy bien las palabras que usaba y no se veía amenazante, ¿Por qué una persona así estaba en ese Reino?.

- Señorita Gelda —sonrió, mostrando su mano hacia la mencionada — Me permite está pieza.

Gelda sonrió divertida y acepto, tomando su mano. Para ella era divertido pues ambos podrían decirse que eran buenos amigos. Jamás se sintió intimidada por él.

Ambos fueron al centro de la pista y comenzaron a bailar. Elizabeth tenía que decir lo perfecto que el vestido le quedaba, ella era preciosa, inteligente y si la suerte estaba de su lado una reina como ella podría cambiarlo todo. Siempre pensó que este reino sería tan aterrador como había escuchado, y a pesar de que si era algo así, lo que más daño le hacía era la corrupción que ahí abundaba.

Y aún estaba el hecho de la muerte de su reina, nadie sabía absolutamente nada; ni siquiera sus súbditos o personas más importantes. Tomo un poco del vino de la copa que la acompañaba y miro como King se acercaba a la mesa con una sonrisa.

- Parece que Gelda te abandono —dijo el hada con una sonrisa divertida, al ser una fiesta; el chico llevaba un traje con los colores del reino, negro y rojo.

- Así parece —dijo, algo nerviosa, estar sin Gelda le traía cosas muy malas y los nervios circulaban por todo su cuerpo, su corazón latía desbocado ante tal adrenalina.

- Dime Annis, ¿Que ocultas? —preguntó el chico con una sonrisa leve pero tenebrosa, Elizabeth palideció, ¿Él lo sabía?, Era imposible, aún faltaba tiempo, además el hechizo hubiera desaparecido también su apariencia... Inconscientemente se tocó el rostro, el chico delante de él, tal vez, se podría ver inofensivo pero por algo era de la guardia real importante. A pesar de ello y de que en su mente creaba un plan para salir de ahí, el castaño comenzó a reír.

- ¡Es una broma! —dijo el chico riendo de buena gana, si que era verdad que aún no entendía como era que no recordaba a esta chica en un inicio, sabiendo que ya tenía bastante tiempo sirviendo al Reino Demoníaco.

- Gracioso King —dijo la chica sonriendo forzadamente, haciendo que su corazón se tranquilizará un poco. El chico aún sonriendo volteo a ver a la pareja que bailaba en la pista.

- Ambos son buenos amigos —dijo el castaño con una sonrisa burlona.

- Si, lo puedo notar —dijo la chica.

- ¿Entraras a lucha? o... —dijo esperando que la chica siguiera.

- Seguramente —contesto rápidamente.

- Espero que la misión sea entretenida, últimamente el Rey Belfegor no ha hecho tantos movimientos —dijo el chico suspirando.

- Creí que tú sabrías de ello —dijo la "vampiro".

- ¿Yo?, no, claro que no, a nosotros solo nos dan las órdenes cuando la misión debe llevarse al día siguiente, el rey es bastante desconfiado —dijo el chico alzando los hombros en desinterés, tampoco es que le importará mucho, simplemente le pagaba al reino que lo alimento mientras él escapaba, solo eso.

- ¿Y... Tus misiones no han sido entretenidas? —preguntó la chica sonado curiosa.

- No, por ahora no, él rey está esperando algo o eso es lo que dicen algunos; también está el hecho de esa Diosa que asesino a un pecado —dijo con indiferencia, realmente no le interesaban, solo habían 4 personas que le preocupaban, aunque fuera muy orgulloso para decirlo en voz alta. Elizabeth se sintió curiosa y nerviosa, sabía que había asesinado a alguien, y a pesar de que estaba realmente asustada y sufrió un shock por la situación, nunca se arrepintió, no cuando ese demonio había asesinado a tanta gente inocente y burlado de ese hecho. Pero ahora, estaba enfrente de uno de sus compañeros y por lo que decía, no estaban muy felices que haya asesinado a ese pecado; pero, ella no era una diosa. Al menos nunca lo fue, no sabe cómo llegaron esos poderes, ni porque ese día fueron realmente fuertes y poderosos, ella no tenía sangre de diosa. Ambos padres eran humanos.

- Pero ya sabes, tampoco es que puedan hacer algo, seguramente hay cosas más importantes que vengar a un pecado, alguien más tomara su lugar tarde o temprano —dijo el chico de nuevo. Está vez asintió, así era la guerra moría alguien y llegaba otro a tomar su lugar, para luego morir, un ciclo que solo se detendría cuando la guerra acabará, y está estaba por comenzar.

La plática siguió entre ambos chicos y a la distancia, Meliodas veía a esta singular mujer que hablaba con King, no la recordaba de ningún lado, sin embargo, su amigo se veía muy cómodo hablando con ella, ¿Quién era?, por su vestimenta y por esos singulares colmillos sabía que era del reino de los vampiros, ¿Pero quién?, para estar aquí debería ser una persona de renombre, tampoco esque él visite mucho ese Reino, lo único que sabía era lo que su futura cuñada hablaba o lo poco que recordaba de aquellas juntas con los concejales de ambos reinos, tampoco es que les pusiera mucha atención.

- Zeldris, ¿Quién es ella? —preguntó a su lado, el azabache lo miro y luego vio a la rubia que hablaba con King.

- Ni idea —dijo, viendo cómo Gelda y Ban se acercaba a ellos sonriendo, la princesa se sentó a lado de aquella chica y comenzaron a hablar con bastante familiaridad, mientras los otros reían bebiendo de sus copas — No hagas ninguna idiotez.

- ¿Yo?, solo estoy curioso —dijo el rubio con una sonrisa divertida, había algo en esa chica que se le hacía raro, algo... Además se sentía cierta magia en el ambiente, era algo diminuto pero se sentía en el aire, viendo los ojos de su hermano, ambos asintieron y llamaron a dos guardias.

- Revisen el castillo de pies a cabeza, alrededores, absolutamente todo, háganlo de forma discreta —dijo Meliodas con voz severa y silenciosa solo para que estos guardias escucharán junto a su hermano.

- Como ordene majestad —dijeron al unísono, con una reverencia a ambos príncipes salieron del salón.

Por otro lado aquella chica, que fingía demasiado bien, decidió ir al baño.

- Te acompaño —dijo Gelda con una leve sonrisa.

- No, voy sola, quédate con ellos dos y cuida que no hagan una tontería —dijo con una sonrisa divertida.

- Eso fue sucio de tu parte Annis —dijo Ban riendo mientras sostenía otra copa de ese adorado licor. Ambas princesas soltaron una risa negando con la cabeza.

La chica salió como pudo del gran salón, sin que se dieran cuenta en la mesa donde estaba su supuesta prima, salió a los jardines, eran hermosos, las enredaderas nacían desde el pasto y decoraban los pilares con pequeñas flores rojas, tan rojas como la sangre misma. La luna alumbraba en medio de aquel lugar, dónde se veía una fuente. La chica suspiro cansada e inhaló después, sabía que los baños del salón estaban dentro, pues para que su misión de ir a uno de ellos se viera más creíble le pregunto a una de las meseras, sin embargo, había visto que el Rey había salido con ese tal Estarossa y con el líder de los caballeros negros; Bellion.

Camino por los senderos del lugar, tampoco debía tardarse mucho o la irían a buscar, los tacones resonaban por las afueras del salón así que decidió quitárselos, caminando sigilosamente, escucho una voz, así que se acercó más.

Al acercarse, notó que este era una pequeña habitación, a pesar del tamaño era sumamente elegante, digna para un Rey, había notado que el palacio tenía dos entradas, la principal y está, que era para entrar al salón de fiestas que conectaba con todo el castillo, también estaba el hecho de que el salón  conectaba directamente con la biblioteca central y por lo tanto con esta pequeña habitación, aunque debió rodear casi toda la estructura hasta llegar a este punto.

La puerta estaba entreabierta y se podía distinguir la luz de las velas se acercó sigilosamente, casi reteniendo el aire por completo.

- ¿Lo hiciste? —preguntó con autoridad, definitivamente ese era el rey.

- Por supuesto mi rey —dijo otro hombre, no sabía quién podía ser.

- Bien, bien, no podemos dejar más de esos sucios rebeldes —dijo el rey con asco en su voz. ¿Rebeldes?, a su mente llegó Gelda, ella mencionó algo de eso cuando estaban preparándose.

- Como ordene mi rey —el mismo hombre hablo, su voz sonaba divertida pero totalmente leal al monstruo que estaba en el trono del ese pobre reino.

- Mi rey, dejamos la delantera de Estigma, ¿Por qué?, nos alegra que podamos estar aquí pero... Usted nunca nos llamaría sin una razón aparente —dijo un segundo hombre con una voz tranquila.

- Exacto —dijo el Rey con un tono de total felicidad en su voz — Necesitamos doblegar a cierto Rey.

Aquellas palabras hicieron sentir un escalofrío por toda la espalda a Elizabeth, ¿Un rey?, ¿Doblegar?, ¿Su padre?. No, no podría atacar así como así.

- Mi rey prosiga por favor —dijo de nuevo el hombre con impaciencia en su voz.

- Necesitamos más terreno, si queremos tener la ventaja, debemos asesinar a Gloxinia —dijo el Rey, con una voz tan oscura e imponente, Elizabeth no podía creerlo, esto era algo que no se imaginaba, ¿Asesinarlo?, Pero si querían una alianza con él, ¿Solo era una ventana de humo?.

Claro, al hacer una alianza, podrían ir para allá sin ninguna duda, asesinar a Gloxinia de forma natural podía hacer que su reino no se levantará en armas y con ello tomar el reino en sus manos, tendrían total control para poder doblegar a Camelot.

Mierda.

Si no era por las buenas sería por las malas. Una guerra se avecinaba en ese lugar. No, no podían dejarlo morir.

Antes de poder seguir escuchando, pasos se hacían sonar cada vez más cerca, el corazón de la princesa comenzó a palpitar de una forma tan rápida, el miedo cruzo por todos sus sentidos y lo único que hizo fue correr hacia los jardines, escondiéndose entre los setos del gran jardín.

- Padre —se escucho era una de los príncipes, Zeldris. Se escuchó la puerta abrirse para después ser cerrada.

Elizabeth salió de su escondite y se dirigió hacia el salón, de nuevo, sus manos temblaban, sus piernas no respondían correctamente, sin saber cómo se colocó los tacones, y camino con la elegancia que caracterizaba a la princesa de Liones. Con paso veloz se dirigió allá y una vez más inhaló y exhaló, antes de entrar, el principe Meliodas iba saliendo.

" No, no, ¡Él!, ¡De todos los invitados debía ser él!", pensó para si misma, poniéndose doblemente nerviosa.

- ¿Qué haces afuera? —preguntó, como si fuera un hechizo los recuerdos de una prima de su cuñada llegaban a su memoria.

- S-solo buscaba refrescarme, hace mucho calor adentro —dijo la chica tratando de tener una postura normal ante él.

- No vayas a enfermar Annis —dijo con una leve sonrisa - coqueta - mientras caminaba hacia su destino. Sin embargo, sentía ese mismo poder mágico... Pero algo más fuerte.

La chica asintió levemente, volviendo al salón, camino hacia su mesa donde Gelda hablaba divertida con Ban, King ya no estaba en la mesa.

- Tardaste Annis —dijo Ban divertido.

- Lo siento —dijo avergonzada, ¿Cuánto tiempo fue?, Ella sintió que fueron horas, además su corazón no dejaba de latir tan rápido.

- No te preocupes prima —dijo la chica sonriendo. Faltaba poco para que está magia se fuera, debía salir del castillo pronto, y esa era la parte más aterradora de la misión.

Entrar era fácil, lo difícil era la salida.

Sabía que las puertas seguían abiertas ya que obviamente, la gente de la fiesta iba y venía. Pero sería difícil salir y que los guardias no la cusestionacen.

Faltaban 2 horas, tal vez menos, suspiro, podía hacer un plan aún, la idea principal es que quién la sacase fuera la misma Gelda, al ser de noche sus amigos podrían hacer una "emboscada" y así sacar a Elizabeth del carruaje, ocupándose de Gelda, todo saldría bien, ahora solo debía efectuar la mentira para salir de ahí.

Ilusa.

En el otro lado del castillo, en aquel bosque que dividía ambos reinos, se podía ver a Merlín y a Gowther, el chico se mostraba concentrado, mientras cerraba los ojos. En un inicio todo iba bien, podía controlar el hechizo, incluso charlo con Merlín durante esas horas.

Toda esta misión se había hecho con la mente fría y perseverando la seguridad de la princesa. Todo había sido planeado por Gowther y Ludociel.

Habían espías dentro del reino, esperando a que el carruaje de la princesa Gelda saliera de los adentros del castillo, así esos espías saldrían a avisar a la otra tropa que se encontraba fuera del reino. Los demás estarían listos para hacer está emboscada.

Cómo Ludociel había predicho, nadie estaba en la plaza, el arcángel había dicho que como era un evento de vital importancia para el Rey, los súbditos debían estar dentro de sus casas, era algo estúpido, sin embargo, en un reino como el Demoníaco, había tanta corrupción y sumisión que no sería algo difícil imaginar algo así.

Las calles seguras y listas para todos los invitados de Élite.

Y así había pasado.

Una vez que la emboscada se hubiera efectuado, sacarían a la princesa y Elaine la llevaría en su corcel, sacándola del reino. A salvó.

Una vez terminada la misión los espías saldrían del reino.

Pero... Nunca habían predicho lo que estaba pasando en este momento, uno de los espías había llegado jadeando y con un rostro asustado. Diciendo las palabras más inesperadas.

- Lady Merlín, Señor Gowther, ocurrió algo —dijo tratando de recuperarse, respirando agitadamente — La plaza, hay, hay muchos guardias reales.

- Mierda —maldijo Merlín, ¿Elizabeth había sido descubierta?, no, ella no dejaría que la atraparán, ni siquiera dejaría que el plan fallara.

- La doncella Elaine se alejo de las entradas al reino y aún no hay señales del carruaje de la princesa Gelda —dijo el joven soldado. Aún en su disfraz de solado del reino Demoníaco.

Gowther apretó los puños y frunció el ceño, aún con los ojos cerrados.

- Gowther concéntrate no puedes perder el control, no ahora —dijo la azabache con una voz tranquila, sin embargo, todos sus sentidos le advertían peligro, si esos soldados estaban afuera significaba que algo había pasado dentro del castillo en el peor de los escenarios Elizabeth ha sido descubierta y en otro escenario tal vez había ocurrido algo dentro del castillo.

- Tal vez sintieron la magia —dijo el peli-rosa sin abrir los ojos.

El problema de este hechizo esque debía concentrarse, todos sus sentidos debían estar al tanto, pues él debía hacer que ese hechizo no se acabará y al estar tan lejos el trabajo era el doble, en este momento el estrés y la preocupación se apoderaba de todo su ser y por lo tanto podía perder el control y el hechizo se perdería. Esto también afectaría al hechizo de Merlín y él sabía que ella ya estaba perdiendo el control también.

No solo el hechizo controlaba la apariencia de Elizabeth, si no, también a los jóvenes espías que se encontraban dentro del reino, sin armas para defenderse correctamente y con guardianes en la plaza.

Esto no podía estar pasando, simplemente no.

Él prometió llevarla a salvó ante el Rey, él prometió a la Reina que su hija estaría a salvó en todo momento y sobre todo él le prometió a Elizabeth que la sacaría de ahí.

No podía dejarla ahí, no se lo permitiría, sin saberlo, el poco control que tenía ante el hechizo se quebró poco a poco. Y ante esa situación Merlín solo pudo jadear horrorizada por lo que acaba de pasar.

Dentro del castillo no estaban las cosas mejor, Elizabeth se había dado cuenta de todos los guardias reales que circulaban entre el castillo.

Algo había pasado.

Su corazón tembló, sus amigos estaban bien ¿No?, trato de ir está vez si ir al baño. Caminó por el gran pasillo de color rojo con toques negros, el cuarzo negro del suelo reflejaba cada uno de los pasos de la elegante princesa.

Caminó y se encerró en uno de los baños, se recargo en la pared y sin esperar se talló ambos ojos, se acercó al gran lavabo y abrió el grifo, la agua fría comenzó a salir, con ambas manos tomo algo de agua y todo su piel suavemente para no correr el maquillaje.

Una vez satisfecha trato de salir, sin embargo escucho las voces de dos guardias por lo que decidió no salir, no aún.

- Fue lo que dijo el principe Meliodas, en la pista de baile había una extraña sensación de poder mágico —dijo uno de ellos.

- ¿La sentiste? —preguntó el otro.

- No, pero si el heredero al trono lo dijo entonces debe ser real —dijo el otro hombre. Lo demás no se pudo escuchar.

El nerviosismo volvió a Elizabeth, habían detectado el poder. Lo habían hecho. Por eso estaban patrullando.

La chica salió y al sentarse en la mesa donde Gelda la acompañada, pudo ver algo que la dejo atónita. Sus manos cambiaban de ese color pálido casi blanco a el color natural de su verdadera piel. Era gradualmente, como si Merlín estuviera perdiendo el control de su poder poco a poco.

Esto no podía estar pasando.

Esto era una pesadilla, ¿Cierto?.

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