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II

Los rayos del sol asomaban por las grandes ventanas de la habitación de Meliodas, aquel demonio despertaba de su pequeña siesta, emocionado por lo que este día harían, pues no era una sorpresa para nadie que el príncipe amaba pelear, amaba jugar con sus presas como él muchas veces les ha llamado.

Emocionado se levantó y bajó a comer junto a su hermano y a su maestro Chandler, la gran batalla sería en pocas horas y en verdad cada minuto que pasaba era agónico para él.

- ¿Con quién iremos? -pregunto Zeldris llevándose un bocado a su boca.

- Con Calmadios, es un buen amigo -dijo el demonio.

- Les deseo suerte, amo Meliodas -dijo Chandler con una alegría anormal.

- Bueno, bueno, bueno -dijo el chico rubio con una emoción fuera de lugar - Ire a prepararme, Zeldris terminar de comer, quiero darle una gran bienvenida a la esposa del pequeño Gil.

El joven príncipe salió de la habitación recordando aquel primer encuentro con Gilthunder y de alguna manera le emocionaba saber cuánto había cambiado, caminaba al almacén de armas con una sonrisa, al entrar vio su espada, era algo gracioso pues la espada doblaba el tamaño de su portador, emocionado la tomo, pero al verla detenidamente, comenzó a escuchar gritos, gritos de las personas que había matado. Aunque pudiera ser el más fuerte a veces se preguntaba ¿por qué peleaba?, habían momentos en los que algo muy dentro de su ser hacía que se lamentara pero luego retomaba el control de sus emociones y simplemente seguía con las ordenes de su padre.

El chico salió con aquella arma, un poco desanimado, ahora, ¿está bien sentir que se lamenta?, NO, él chico repetía esa palabrita en su cabeza NO.

Por otro lado en Liones, Elizabeth se preparaba para su próxima misión junto a los 4 arcangeles y las tres doncellas, mientras todos compartían sus planes, Margaret entró a la habitación.

- Perdón por la interrupción, Eli ¿podemos hablar? -preguntó la chica mirando a su hermana, esta asintió y salieron de la habitación.

- ¿Qué ocurre? -preguntó Elizabeth.

- Bueno, se que tal vez sea una tontería, pero estoy realmente nerviosa y en verdad me gustaría que me acompañaras a Camelot, solo para que me acomode un poco -dijo la chica de cabellos morados, con suplica en su voz.

- Hermana, obvio si, llevaré a Diane con nosotras -dijo la chica sonriendo.

A las pocas horas el Rey Arthur, Gilthunder, Diane, Margaret y Elizabeth se encontraban en camino para el reino, Diane bailaba como era su costumbre, ella amaba bailar y haría todo porque las danzas enseñadas por Drole nunca se olvidaran de su mente, ella muy bien sabía que los gigantes estaban casi extintos por culpa del Reino Demoníaco pero ella haría todo porque la imagen de los gigantes nunca fuera borrada.

Pasaron casi dos horas cuando habían llegado, el rey Arthur mostró la habitación de Gil y su hermana por lo que Elizabeth y Margaret comenzaron a arreglar aquel enorme cuarto. Diane por su parte se quedó hablando con el rey ya que ni de chiste podría entrar el castillo por su gran tamaño. Pero aunque todo fuera tranquilidad los demonios estaban a la espera de que Meliodas diera la orden de atacar.

- ¿Quién está? -preguntó Meliodas sonriente.

- Una de las doncellas, Diane y la princesa Elizabeth -dijo el mandamiento, Meliodas se sorprendió al escuchar el último nombre, pues ya conocía a Diane, no había peleado con ella pero en alguna batalla si que la vio, sin embargo con la princesa Elizabeth era diferente pues a ella si nunca la había visto y de alguna manera le emocionaba pelear con ella, pues había rumores de que a pesar de no tener alas como los arcángeles o incluso ángeles de rango más pequeño, tenía un gran poder.

- Bueno, no seamos groseros, vayamos a presentarnos con la princesita -dijo el rubio sonriendo maliciosamente.

Diane y Arthur reían, era una plática bastante agradable, sin embargo, antes de que dijera algo sintió como un poder realmente abrumador se acercaba a gran velocidad, cosa que la alarmó. Sin poder tan siquiera parpadear, frente a ella y al rey Arthur estaban Zeldris, Meliodas y muy seguramente un mandamiento que ninguno de los dos sabían de quién se trataba.

Elizabeth que se encontraba con el matrimonio al igual que Diane y Arthur se percataron de la abrumadora presencia de los tres demonios por lo que corrieron fuera del castillo, Elizabeth reconoció inmediatamente una de las presencias, era Meliodas, sin duda alguna era él, aunque ella deseaba que no fuera así.

Mientras Elizabeth y Gilthunder salían del castillo, una conversación entre Meliodas y Arthur se desarrollaba.

- ¿Que hacen aquí y que es lo que quieren? -preguntó el soberano con voz desafiante.

- Hey amigo, tranquilo, solo venimos a darle su regalo de bodas al pequeño Gil -dijo Meliodas con tono burlón.

- No recibiremos ese regalo, ¡Ahora larguense! -grito Diane.

- Oh, pero que tenemos aquí, ¡Un gigante! -dijo, fingiendo emoción - ¿No estaban extintos?, creí que el último gigante con vida era Drole -dijo el rubio con una sonrisa y una ceja alzada viendo a Diane.

- ¿¡Cómo sabes de Drole!? -exclamó Diane. Pero antes de que Meliodas pudiera articular una palabra Elizabeth y Gilthunder salieron del castillo.

- ¡No puede ser! -gritó Gil - ¡Tu eres... él desgraciado que asesinó a mi padre! -exclamó Gil con odio e ira en su voz.

- ¿¡Qué!? -preguntó Arthur, volteando a ver a su hermano.

- ¿Acaso no sabías?, yo fuí quien asesinó a ese debilucho, ¿Cuál era su nombre?... Zaratras ¿o me equivoco? -pregunto Meliodas con un tono de burla.

- ¡DESGRACIADO! -gritó Gil mientras se lanzaba al ataque. Calmadios al ver que Gil se disponía a atacar a Meliodas quiso meterse en la pelea pero Zeldris lo detuvo.

- Deja que se divierta un poco -fueron las palabras de Zeldris.

Calmadios volteo a ver a Zeldris para después regresar su mirada a la "pelea".

Cuando Gilthunder estaba por golpear a Meliodas, este recibió un fuerte golpe en el estómago por parte del rubio, el cual lo hizo volar hasta impactarse con el castillo, todos quedaron sorprendidos por la velocidad con la cual Meliodas golpeó a Gil. Meliodas no perdió el tiempo y fue rápidamente a golpear a Gil pero fue interrumpido por el impacto del martillo de Diane que lo saco a volar fuera del territorio del reino, rápidamente Zeldris y Calmadios se lanzaron al ataque contra Arthur y Elizabeth comenzando una batalla de grandes proporciones.

Los caballeros sacros del reino fueron en apoyo al Rey pero fueron masacrados por Meliodas quien se incorporó a la batalla, Diane fue a contraatacar la ofensiva de Meliodas comenzando a intercambiar golpes con él, pero pronto se percataron de su verdadero objetivo, unos demonios de bajo rango saqueaban el oro de las reservas que estaban en el reino, los caballeros sacros restantes fueron a detener a los demonios mientras la batalla de Elizabeth contra Zeldris arrasaba con parte del reino.

Zeldris lanzaba poderosos ataques con su espada con la cual era bastante habilidoso y estaba presionando a Elizabeth, por otra parte Calmadios y Arthur estaban igualados pero pronto un rayo cayó sobre Calmadios, era Gilthunder quien se unía a la batalla, Calmadios estaba siendo presionado por la poderosa combinación de los hermanos Pendragon.

Por otra parte Diane fue derribada por Meliodas, pero se incorporó rápidamente, pero estaba perdiendo bastante energía, Diane estaba desesperada, estaba consciente de que su poder no rivalizaba con el de Meliodas, sin embargo, no podía morir, no ahora, a su mente llegaron miles de recuerdos, Elizabeth siempre confió en su poder al igual que Merlín y Eleine incluso Mael, ¿por que debía morir ahora?, sintió un fuerte golpe en su estómago, cosa que hizo que perdiera más fuerzas, ella sabía que no podría aguantar más, pero su voluntad le permitía seguir en pie. A su mente las palabras de Elizabeth volvían una y otra vez, "Es por eso que quiero que te unas a nosotros Diane, eres poderosa no te subestimes", todos en el reino confiaban en su poder, no podía perder, al menos no de una forma tan lamentable. Fue así que logró encestarle un buen golpe a Meliodas.

Zeldris se distrajo por el impacto que recibió Meliodas, lo cual le dio una abertura a Elizabeth para dejarlo fuera de combate momentáneamente, Meliodas quien se recuperó fácilmente del golpe recibido por Diane, se lanzó al contraataque, tomó su espada con gran fuerza y de un tajo en el brazo logró hacer que soltara el martillo dejándola indefensa, después lanzó una lluvia de tajos en sus piernas derribando a la gigante, las posibilidades de victoria que tenía Diane eran nulas pero aún así se puso de rodillas con la frente en alto, si moriria, seria como un gigante.

- ¿No sabes cuándo rendirte he? -dijo con un tono burlesco.

- Mientras mi reino y Elizabeth confíen en mi, no me rendiré -dijo la chica con las pocas fuerzas que le quedaban.

- Si así lo deseas, entonces ¡MUERE! -dijo el demonio con una expresión sádica en el rostro.

Y lanzándose para darle el golpe final a la gigante, pero fue interrumpido por una poderosa energía, era el poder de Elizabeth quien no permitiría que asesinaran a su amiga frente a sus ojos.

Entonces un símbolo apareció en el ojo derecho de Elizabeth, era el símbolo del Reino Celestial y una gran energía comenzó a brotar de ella.

- No permitiré que asesines a mi amiga -dijo la chica con un tono serio frente al demonio.

- Ya veo, esto es lo que estaba esperando -dijo el rubio con una sonrisa en el rostro, mientras blandía su espada - Entonces muere con ella.

El chico se abalanzó hacia las dos chicas pero Elizabeth no dejaría que Meliodas lastimara de nuevo a su amiga y contraataco, a pesar de mostrarse fría y fuerte, ella tenía miedo, miedo de no poder proteger a sus seres queridos así que ver que Meliodas venía a ellas con gran velocidad, alzó su brazo y una energía muy poderosa comenzó a brotar de sus palmas y fue disparada directo a Meliodas quien la recibió de lleno, recibiendo un daño considerable y quedando fuera de combate.

Zeldris quien acababa de recuperarse fue en ayuda de su hermano pero Diane no se lo permitió y con sus últimas fuerzas lo golpeó para tumbarlo en el suelo, Elizabeth aprovechó el momento para repetir el ataque usado contra Meliodas, pero antes de que este impactara a Zeldris, Calmadios abandonó su batalla y se interpuso en el camino del ataque muriendo durante el proceso.

- ¡CALMADIOS! -gritaron los hermanos, incapaces de hacer algo, mientras veían el cuerpo de su amigo cayendo en el campo de batalla. Elizabeth se quedó perpleja por lo acontecido pero no se distrajo y siguió en la batalla.

- ¡Retirense ahora! -gritó la princesa, mirándolos fríamente - No quiero que haya más muertes.

Entonces Zeldris al saber que no tenían oportunidad de ganar, ordenó la retirada de su ejército, Meliodas impotente se retiró del campo de batalla no sin antes decirle algo a Elizabeth.

- Yo... te mataré -dijo con rabia y odio en su voz.

- Te estare esperando -respondió Elizabeth con un tono desafiante, cosa que hizo enfurecer aún más al príncipe de los demonios.

Los dos príncipes salieron del reino y aunque tuvieran una baja, su objetivo había sido completado, robaron gran parte de la reserva de oro que había en Camelot. Cuando se retiraron, Elizabeth fue rápidamente a su amiga, quien yacía inconsciente en el suelo.

- ¡Diane!, ¡Diane!, ¡Despierta, por favor! -gritaba desesperada, llorando, dejando caer pequeñas lágrimas sobre el rostro de su amiga, para después caer inconsciente en el suelo, por el gran trabajo físico que usó durante la batalla.


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