Epilogo
Habían pasado ya unos cuantos meses desde que fede y yo nos convirtiéramos oficialmente en novios. Desde ese momento todo había sido maravilloso, el lo era, y me hacía sentir muy bien, me consentía siempre que podía, me hacía reír, y me trataba como a una verdadera princesa. Nunca había tenido mis sentimientos más claros en toda mi vida, le amaba infinitamente, y no quería perderlo por nada del mundo.
Los días pasaban volando a su laso, cada día era mejor que el anterior, cada día lo disfrutábamos mas, aunque debo admitir que debes en cuando teníamos nuestros desacuerdos, éramos personas y pensábamos distinto, que podíamos hacer, era lógico que en algunas ocasiones tuviéramos pequeñas peleas, aunque por lo general eran por cosas sin importancia. Pero era tanto el amor que nos unía, que no podíamos pasar ni un día enojados, que dijo día, no siquiera podíamos pasar más de unas cuantas horas sin sonreírnos tímidamente en forma de disculpa por habernos enojado mutuamente. Al rato ya nos encontrábamos abrazados en el sillón, mirándonos a los ojos, pidiéndonos perdón, por alguna pequeña pelea, o diciéndonos cuanto nos amábamos.
No podía desear a alguien mejor en mi vida, definitivamente la mejor decisión que tome en toda mi vida había sido el acercarme a federico, y dejar de verlo como un simple amigo, para comenzar a ver lo maravilloso que podía ser teniéndolo de novio, jamás me podría arrepentir de haberlo elegido a él, antes que a todos los demás con los cuales había salido.
Aun me acordaba de Daniel, de vez en cuando nos encontrábamos, ya nos habíamos vuelto amigo, esto al principio molesto mucho a fede, aun seguía molesto con él, aparte de que no podía olvidar el hecho de que en algún momento él y yo tuvimos algo, pero en estos momentos yo ya no le daba importancia, ya me había olvidado de él, solo lo veía como a un amigo, y fede de apoco se fue dando cuenta, dejando así las oportunidades para que ambos se conocieran mejor. Al final terminaron siendo buenos amigos. Daniel por su parte se puso de novio con la laura, me puse muy contenta por los dos, hacían una pareja increíble.
-ya te dije que no sé dónde has dejado tu mochila- le dije alzando la voz, ya me estaba cansando de esta situación- vos eras el responsable de ella no yo
-pero si te la pase a ti en la fiesta- me contradijo en el mismo tono
-sí, pero yo te la devolví- le conteste
-por favor, no seas mentirosa, nunca lo hiciste- me dijo, cruzándose de brazos
-claro que se, me acerque a vos te hable, y te dije que te dejaría la mochila en el respaldo de tu silla, y luego me marche- le respondí molesta
-pues yo no lo recuerdo- me contesto sentándose en uno de los pisos de la cocina
-bueno, pues ese no es mi problema- le conteste un poco fría
-claro que lo es, vos la perdiste- y dale con que yo lo perdí, porque me echaba la culpa- sabias que estaba conversando con mis amigos, ni siquiera te preste atención, por eso no lo recuerdo- callo unos segundos para luego continuar- pudiste haber sido más responsable
-responsable- le dije indignada- vos me estás hablando en serio federico- el asintió levemente, pero muy seguro- estuve casi dos horas con esa estúpida mochila, me incomodaba demasiado, y decidí regresártela, para que vos la cuidaras, no es mi culpa que fueras tan distraído
-yo no soy distraído, acaso no podías haberla cuidado unos cuantos minutos más, o por lo menos haberme avisado de mejor manera, para que me hubiera dado cuenta- me respondió
-ay por favor federico, te la deje colgada en tu propio asiento, a tu espalda, cualquiera lo hubiera notado, ni siquiera te tomaste el tiempo para revisar si se te quedaba algo.
-pues claro que no, yo pensaba que la mochila la tenias vos- me miro con sus ojos serios- claramente se ve que no tendré que confiar más en vos, porque al parecer pierdes todo, tenia cosas importantes allí dentro, y ahora las perdí por tu culpa- que diablos le pasaba, mi paciencia en esos momentos era escasa y en cualquier momento explotaría de la rabia que venía acumulando desde que se dio cuenta de la perdida sé su preciada mochila
-¡sabes que!, no permitiré que me sigas echando la culpa a mí, sabiendo que vos sos el único responsable de todo esto, ¡vos eras el dueño de la mochila, vos la trajiste, y vos debiste haberla cuidado no yo!- le dije a punto de estallar, será mejor que salga de aquí lo antes posible.
Tome con fuerza mi cartera y metí algunas cosas dentro, me la cruce por los hombros y me quede mirándolo- me iré donde naty, no me esperes ni mucho menos vayas a buscarme, no tengo ganas de hablar con vos- le respondí mientras caminaba hacia la puerta.
Ya fuera de su casa caminaba a paso lento hacia naty, que se encontraba a unas cuantas calles de federico, por lo visto, no pensaba seguirme, tampoco era que esperara que lo hiciera, pero...me hubiera gustado que por lo menos se apareciera delante de mí pidiéndome perdón por haberse comportado de esa manera conmigo, pero no fue así. Continúe caminado, sumida en mis pensamientos, que culpa tenía yo que él no supiera cuidar sus cosas, se había enojado conmigo porque pensaba que había perdido su estúpida mochila, en esa estúpida fiesta, donde habían asistido compañeros y amigos de fede, el sabía perfectamente que la culpa había sido suya y no mía como me estaba reclamando. No me hubiera molestado compartir la culpa, al contrario, quizás me lo merecía un poco, pero no podía negar que el también estaba metido en esto, al fin y al cabo era su mochila, no mía.
Con esa idea me quede, hasta que llegue a la casa de naty. Parecía extrañada al verme, pero aun así me dejo pasar, nos sentamos en el sofá de su sala y prendió la televisión, apenas se sentó, le comencé a contar la historia de mi visita inoportuna. Cuando ya había acabado decidió no hacer más preguntas, por lo cual nos quedamos viendo una película, aunque no pude prestar mucha atención a esta, federico ocupaba todo el espacio que había en mi cabeza.
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No puedo creer que se haya ido de esa manera, porque se había enojado, simplemente le había dicho la verdad, quizás si me pase un poco, y fui egoísta con el tema, pero en esos momentos no lo había pensado, estaba molesto por haber perdido mi mochila, por un ligero problema de comunicación entre los dos.
Sin más me encontraba solo en mi inmensa casa, mis padres habían salido de vacaciones, y no volverían dentro de un par de semanas, me senté en el sofá de las sala, pero recibí una llamada que impidió que me pusiese cómodo en el. Era león.
-hola, león, pasa algo- le dije sentándome
-la verdad no, solo quería saber, si tenias planeado salir en estos momentos- me contestó
-no, no saldré- le respondí
-perfecto, quería saber si te gustaría venir a verme, unos momentos
-claro, ningún problema, voy en seguida- colgué el teléfono y Salí con una chaqueta en la mano, no sabía a qué hora volvería.
Pasado unos minutos estaba ya adentro de la gran casa de león, había estado allí un montón de veces por lo cual me era muy familiar.
Después de unos minutos de hablar de muchas cosas en particular, le comencé a contar mi pelea con ludmila, me hiso darme cuenta de que quizás, estaba un poco equivocado, y ella no tenía la culpa de todo, la teníamos ambos, pero ahora no podía hacer nada, me había dejado bien en claro que no fuera a buscarla porque no quería hablar conmigo.
-hey porque no te olvidas de todo un momento, salgamos un rato- me dijo sonriendo, como no había nada más divertido que hacer accedí.
Nos adentramos al primer bar que encontramos en el camino, hacía tiempo que no entraba a lugares así, los días me los pasaba junto a ludmila, y no tenía el suficiente tiempo para darme el lujo de salir, no era que me estuviera quejando ni nada, por el contrario, me encantaba estar con ella, ese pensamiento me hiso extrañarla aun mas, nunca nos habíamos enojado tanto tiempo, y déjenme decirles que se siente horrible.
Nos sentamos en una de las mesas, la música estaba a todo volumen mientras que un gran grupo de parejas bailaba animadamente en la pista de baile. Unos minutos más tarde, una chica se nos acerco e invito a bailar a león, este de inmediato acepto, puesto que no tenía nada que se lo impidiera en esos momentos, ya que su relación con violetta había acabado hace unos meses, aunque todos sabían que aun se querían, y mucho.
Estaba solo, bebiendo un par de copas, cuando alguien se mete descaradamente junto a mí, con una enorme sonrisa. Una chica alta, de tez blanca, con el cabello castaño claro y ondulado se sentó a mi lado, la mire a los ojos, tal vez la conocía de algún lado, pero no, no la conocía, lo único que pude ver fueron unos enormes ojos verdes brillantes que se posaban en mí, no podía negar que sus ojos eran maravillosos, me quede inmóvil frente a ella, ¿quién era?, me preguntaba
-hola, me llamo Marisol, vos sos...- me dijo esperando una respuesta
-federico- le respondí
-un gusto federico- me sonrío y pude ver sus perfectos dientes blancos que brillaban como autenticas perlas, trague un poco de saliva, me estaba empezando a poner nervioso aquella chica
-te gustaría bailar- me dijo mientras se paraba y estiraba su mano para tomar la mía, como no le respondí la tomo de todas formas y me llevo hasta la pista de baile.
Justo en ese momento la canción termino, pero fue reemplazada por una balada lenta, ideal para parejas enamoradas, maldije para mis adentros, ojala fuese ludmila esa chica.
Me tomo por el cuello, he hiso que posara mis manos en sus caderas, la escasa luz que había en el lugar hacia que sus bellísimos ojos brillasen más aun, porque estaba tan nervioso a su lado, porque no podía apartar mi mirada de sus intensos y profundos ojos verdes. De apoco se comenzó a acercar más a mí, mi corazón comenzó a latir con fuerza, que diablos me pasaba, una sonrisa tímida salió del rostro de la chica mientras que sus mejillas se ruborizaban al ver que yo no alejaba mi vista de ella. Debía detenerme, porque la canción tenía que ser tan larga, acaso lo hacían a propósito, sin querer mi vista se poso en sus labios, que estaba pintados de un intenso color rojizo, una idea paso por mi mente, besarla, lentamente y sin tener conciencia de lo que hacía, me incline hasta sus labios y la bese, ella no dudo en corresponderme, debía admitir que besaba bien, pero no eran los mismos besos de ludmila, eran distintos, los de ella tenían amor puro, no pude evitar sentirme fatal porque acaba de hacer, me separe de ella y la volví a mirar a los ojos, nuevamente me sonreía tímidamente con sus mejillas coloradas, finalmente termino la estúpida canción y me separe de ella.
-lo siento, pero me tengo que ir- di media vuelta y salí del lugar
Pero qué rayos había hecho, había engañado a ludmila, esto no estaba bien, tenía que hablar con ella ahora mismo, no podía dejar pasar el tiempo, se fue lo más rápido que pudo hasta la casa de naty. Ahí se encontró a una ludmila en pijamas, semi-dormida
-ludmila podemos hablar- le dije nervioso
-ay que queres ahora federico, te dije que no quería verte
-sí, lo sé pero, de verdad necesito hablar con vos- sin más remedio me dejo pasar a la sala. Naty por lo visto ya estaba durmiendo
-bien que pasa- dijo sentándose relajada, no sabía por dónde empezar, como le iba a contar que me había besado con otra chica, hace tan solo unos minutos, y si ya no me quisiera mas, y si se alejara de mi vida para siempre, no podría vivir sin ella, tendría que hacer algo para recuperarla.
-pues...-comencé a contarle desde el principio, desde el momento en que ella salió por aquella puerta de su casa, hasta el momento en que él había salido confundido de aquel bar, dejando a león solo- pero ludmila de verdad, no quise hacerlo no sé que me paso, yo te amo a vos y a nadie más, no podría soportar una vida sin ti, no me dejes por favor- le roge, no quería perderle, ni mucho menos por un estúpido error. Ella se quedo inmóvil sin articular ni una sola palabra, como analizando la situación en que la había puesto
-yo...no sé qué decirte federico- me contesto al fin
-que me amas, que me amas demasiado igual que yo, y que no me dejaras- le dije tomando sus dos manos, ella me miraba seria- por favor ludmila decime algo, no te quedes callada
-yo...ya te dije que no sé qué decirte
-estás enojada- le pregunte
-no lo sé- poso su ojos en los míos, definitivamente eran mucho, pero muchísimos más lindos que los de aquella chica, y nos los cambiaría por nada del mundo-lo único que sé es que, no me gusta estar peleada con vos- me apretó un poco la mano acercándose a mí, esas palabras me tranquilizaron
-eso quiere decir que no me dejaras- volvió a posar su mirada en la mía, para después apoyar su cabeza en mi pecho
-no podría vivir sin vos, porque habría de dejarte, además fue un simple error, a mí también me podría haber pasado, estabas molesto y confundido no te culpo- coloco delicadamente su mano en mi pecho, como sintiendo mis latidos de mi corazón, que en esos momentos eran acelerados por su presencia, siempre que estaba con ella pasaba lo mismo, nunca pude controlarlo, me traía loco- tu corazón late muy deprisa- me dijo
-siempre que estoy con vos es así- le respondí, ella sonrió y me volvió a mirar
Sin más tome entre mis manos su rostro y lo acerque al mío, junte nuestras frentes, nuestras respiraciones aceleradas se mezclaron, era el momento perfecto para besarla, y no iba dejar pasar esa oportunidad, y sin más la bese como si fuese la última vez que lo hiciese, entre el beso le susurre dulcemente- te amo ludmila ferro- ambos sonreímos y nos seguimos besando.
Fin.
bien espero que les guste el epilogo, lo escribí ayer pero no tuve tiempo de subirlo, ya se que lo hise un poco largo pero no sabia como acortarlo, espero que les guste, muchas gracias por leer mi historia y comentar, se los agradesco mucho de verdad. un beso enorme y nos vemos luego.
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