Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7:

Dos días después del incidente con el gerente del Banco Central, Jacob decidió que, ya que no encontrábamos forma de separarnos aún, tal vez podríamos divertirnos. Ir al cine pareció ser una buena ocurrencia para entonces.

―Esta parte es buena ―susurró él, metiéndose un puñado de palomitas a la boca.

―Jacob ―le dije mentalmente―, esos niños te están mirando. Estás sólo; recuérdalo.

―No estoy sólo. ―Se encogió de hombros―. Tú también estás aquí. No a mi lado, claro está. Pero estás.

―¿Jacob?

―¿Sí?

―Eres medio bipolar, ¿sabías?

Soltó una risita. Los niños susurraron algo entre ellos y luegos a los adultos con quienes estaban, aquellos que miraron un instante a Jacob y luego hablaron a los niños, como indicándoles que miren a la pantalla.

Cuando salimos, a Jacob se le antojó ir al baño.

En este sentido, nos habíamos casi acostumbrado. Aunque nos habíamos visto desnudos muchas veces en el pasado, por alguna extraña razón, ambos sentíamos vergüenza, y considerando que estábamos en un solo cuerpo, la vergüenza del otro se sumaba a la propia. Pero logramos resolverlo. O bueno, eso intentamos.

Yo solo debía contar ovejas, pensar en el horizonte, tal vez recordar alguna de las películas de Disney y generar todas las críticas que podría hacerle por enseñar a los niños a perseguir una vida de cuento de hadas que no existe, pero entonces pienso en que es la forma de darle a todos esos niños una esperanza de que existe algo mejor en algún lugar cuando se encuentren con situaciones realmente feas. Quizás Walt Disney pensó que si esos niños veían que había mundos de hadas, donde todo es posible, donde el amor es el protagonista principal, entonces, cuando pasaran situaciones destructivas para ellos, podrían pensar en ese mundo perfecto, harían de lado lo malo, y se levantarían a la batalla por conseguir ese final feliz.

Saliendo del cine, pudimos ver el auto de Alex estacionado en el carril del otro lado. Jacob se detuvo al reconocerlo, pero no dije nada. Solo miramos el auto, hasta que Alex salió y lo rodeó para abrirle la puerta a alguien más: una chica. Según la mente de Jacob, esa chica no era con la que se iba a casar.

Nos quedamos quietos ahí por tanto y más. Alex cruzó la calle y nos vio ―lo vio―. No podía deducir lo que Jacob haría; su mente estaba tan tranquila y serena, ningún pensamiento asesino o vengativo. Ni siquiera un reproche.

―Alex ―saludó Jacob cuando su ex amigo intentó pasar desapercibido.

―Jacob ―respondió Alex con algo de verguenza en la mirada―. ¿Cómo... te va?

Alex podía ser realmente cínico sin tratarlo.

―Por lo que veo... no mejor que a ti.

―Jake...

―Buenas noches. Pasa bien.

Volteé a la fuerza la cara de Jacob para poder ver mejor. Alex se quedó con la mirada gacha, y con una sonrisa de disculpa hacia la chica a lado suyo, quien revoloteaba sin parar luego de que Alex susurrara algo a su oído.

―¿Estás bien, Jacob? ―le pregunté mentalmente.

―Lo estoy ―respondió―. ¿Amber?

―¿Sí?

―Si puedes entrar en mi mente, ¿por qué me preguntas?

―Ya te lo dije antes: No quiero irrumpir tu privacidad, además... ―sonreí―, creo que me gusta escuchar mi voz en tono de hombre.

Él rió un poco. Me gustaba escucharlo reír, saber que lo de Alex no le afectaba tanto ahora me hacía sentir mejor.

―Y después yo soy el loco de los tacos.

―Eso no tiene sentido ―le dije, sin poder ocultar la risita.

―Lo sé.

―¿Entonces por qué lo dices?

―Porque siempre hablábamos cosas así, y la pasábamos genial.

El sentimiento de extrañar algo con fuerza me invadió, pero no venía de parte mía.

―¿La pasabas genial conmigo?

Jacob se detuvo.

―¿Tienes dudas?

―No... No.

―Bien.

Su tono reprobatorio me hizo reír por un momento. La idea de que la gente pensara que Jacob estaba loco al verlo actuar tan raro, dejó mi mente. Lo que no podía dejar pasar por alto, era la sensación de Jacob al recordar todo lo que vivimos. Él realmente me quiso y no se molestaba en ocultarlo. O bien para demoestarmelo, o bien para hacerme sentir culpable. El sentir la sonrisa en su rostro, hizo que me inclinara más por la primera opción.

―Jacob, ¿cuál es el mejor recuerdo que tienes de mí?

―Cuando te caíste en la heladería por ir a botar la basura.

Me pregunté por qué él aún recordaba eso mientras las memorias venían a mi mente.

―Creí que dirías algo como, ya sabes, "el día en el que te conocí" o algo así ―bromeé, dudando si hubiese sido el paso acertado.

Jacob rió.

―Pues no. Ese no es mi mejor recuerdo de ti... Es el mejor de todos.

―Qué romántico eres, ¿sabes?

Jacob volvió a sonreír.

―¿Por qué preguntaste eso?

―Solo quería saber.

Aunque nuestra relación parecía estar yendo a mejor, podía notar la inseguridad en ambos al decir algo o tocar un tema en particular. Quizás estábamos en la fase de re-acostumbramiento. Y me emocionaba un poco pensar que fuera posible.

Cuando llegamos al apartamento, nos echamos al sofá sin dudarlo. Fue una noche muy larga y los pies de Jacob dolían como la muerte.

―¿Siempre vamos a sentarnos a ver estática?

Jacob sonrió. Otra vez.

―Lo siento. Discúlpeme por no tener tv por cable.

―Estás disculpado.

Esta vez ambos sonreímos sincronizadamente.

―Sabes, Amber, esto tal vez suene raro, pero... me gusta tu presencia ―eso no lo había visto venir.

―¿Ah sí?

―Sí.

―¿Por qué? ¿Cómo así? ―me inquietaba saber la razón de aquello, y me moría por ver en su mente.

―No lo sé. Solo me gusta que estés cerca. Aunque, de hecho, creo que estás demasiado cerca.

Reí. ―Pues... ¿Gracias?

―No agradezcas. Solo... no sé, sentí ganas de decirlo.

―Creo que ya estamos aprendiendo a convivir, ¿te das cuenta? Podemos leer nuestras mentes, pero preferimos conversar.

―Tal vez tengas razón. ―Jacob frunció los labios, aceptando lo que dije.

―Esta es la parte en que reflexionamos y nuestras almas se apartan. Digo, así pasa en las películas.

―La vida no es como en las películas, Amber. Te lo he dicho tantas veces.

El golpe de revivir un recuerdo escondido me dio duro en la frente. Jacob solía decirme exactamente esas palabras cuando yo tocaba este tema y llegaba a ese punto. Durante los domingos de película, siempre teníamos esa conversación y acaba en... besos.

―Lo siento ―dijo de la nada―. No quise hacerte sentir así.

Sentí que las mejillas de Jacob se sonrojaron por mi culpa cuando lo escuché decir eso. Creí que habría visto mis recuerdos sobre los besos de domingo.

―Estoy bien ―respondí.

―Amber... ―reprochó con suavidad.

―¿Sí? ―Quizás sentí algo de miedo por preguntar debido al tono que usó inesperadamente.

―¿Quieres bailar?

Definitivamente debía hacer una inspección discreta a la mente de Jacob para que no me tomara desprevenida de esa forma.

―¿Bailar? Jacob, ¿estás loco o tienes mucho sueño?

―¿Qué? ...Entonces, ¿bailamos?

―Ni siquiera hay música, Jacob.

Nos levantamos del sofá y caminamos hasta la cómoda en la que estaba el anillo. En la parte inferior había un par de puertas, las abrió y sacó un aparato blanco. Oh no.

―¿Un iPod, Jacob? ¿Es en serio? ¿Crees que es una buena inversión?

―¿Qué? Oye, lo saqué durante el desalojo ―respondió con suavidad.

―Oh.

―Oh, vamos, Amber. Ya hemos pasado así por un tiempo. Deja de sentirte así cada vez que tocamos el tema o actúo como un niño desvalido que se quedó en bancarrota porque la mujer de la que se enamoró lo estafó.

―¿Jacob?

―¿Sí?

―No ayudas.

―Lo sé. ―Soltó una risita―. Y bueno, ¿bailamos o qué?

Terminé dejándome convencer, haciéndole saber que no me opondría.

Jacob le dio play a una canción que reconocí de inmediato. Era Where would you be de Martina McBride. Reconocería esa canción donde fuera.

―¿La recuerdas?

―¿Por qué no lo haría?

Jacob sonrió. Esa era la canción que usó de como tema de fondo el restaurante el día que me propuso ser su novia.

―Y... ¿cómo lo hacemos? ―pregunté

―Así.

Jacob levantó las manos, como si sostuviera a alguien frente a él. Mi visión se nubló. Jacob había cerrado los ojos.

―Solo escucha la música, cierra los ojos, si es que puedes, e imagina que bailas conmigo, que estás conmigo de forma física, real.

Tomé una respiración profunda a través de la nariz de Jacob e hice caso a lo que me dijo. Su pies comenzaron a moverse, igual que los míos. Por un par de segundos casi caemos al enredarnos. Ambos controlábamos los pies, pero un instante después, estábamos acoplándonos, hasta que nos sincronizamos. Nos movíamos a un mismo ritmo. Casi sentía las manos de Jacob en mi espalda, su barbilla escondiéndose en mi cuello y respirando mi cabello, susurrándome cosas bonitas como aquella noche.

―Ves que no es difícil cuando se quiere.

―Eso creo.

Jacob rió por lo bajo.

―¿Jacob?

―¿Sí?

―¿Por qué ese es el mejor recuerdo que tienes de mí?

―¿El de tu caída?

―Aja.

―Es simple: Ese día te veías más hermosa que nunca.

Sentí las mejillas de Jacob arder un poco, esta vez era por parte de ambos. Él me lo dijo aquella noche en el restaurante, pero pensé que era un simple cumplido como el que hacen todos los novios a sus novias nuevas.

―Gracias... supongo.

Él rió.

―Jacob, hablo en serio.

―Yo también.

―Entonces no te rías.

―No puedo evitarlo. Estás poniéndote nerviosa y eso me hace como cosquillas internas.

Reí.

―¿Cosquillas internas?

―Lo siento. Como que no está funcionando bien la lógica por ahora.

―Totalmente de acuerdo. Pero volvamos al tema principal.

―¿Por qué quieres saberlo? Ya te dije que te veías hermosa.

―Es que... ―bajé más la voz―. Me gustaría saber que al menos dejé algo bueno en tu vida.

―Amber, dejaste mucho.

Eso me dejó sin palabras totalmente. Más que por lo que dijo, fue por la convicción con la que lo hizo.

―Pero si quieres saber ―continuó con voz tranquila y suave―, entonces bien. Es mi mejor recuerdo porque cuando te paraste de la mesa después de decir "yo votaré la basura como un caballero lo haría", entonces te vi terriblemente hermosa, radiante, tus ojos, tu boca, tu cuerpo, todo en ti era perfección. Entonces te fuiste de cabeza contra el suelo, y aún no sé por qué, pero mientras me reía, me di cuenta que no eras irreal, que no eras un sueño, que eras mía, que eras como un ángel para mí. Dije que ese sería el momento más recordado de mi vida luego del de haberte conocido. Después me levanté, riendo, y fui a ayudarte.

El coro de la canción sonó para llenar el silencio que quedó. Las palabras ya estaban sobrando. Jacob realmente me amó. La fuerza y seguridad en sus palabras eliminaron cualquier duda que tuviera al respecto. El arrepentimiento fue tan grande que comencé a llorar a través de sus ojos. ¿Cómo pude haber echado a perder tremenda oportunidad con él?

―Tranquila ―susurró él. Reaccioné. Estaba haciéndolo llorar a él también, sin embargo, no noté resistencia―. Está bien. Ya pasó. No nos lamentemos; ya no puede cambiarse. El presente puede ser la oportunidad de corregir algo. No llores.

―Lo siento, Jacob. Yo...

―No digas nada. Está bien. ―Sonrió.

―No creo que esté bien ―le dije.

―Si lo está.

―¿Dejarías de decir eso? No quiero que trates de hacerme sentir mejor.

―Pero es que lo está, Amber. Está bien.

―Dime una buena razón de por qué está bien.

―Porque estás aquí.

Mis lágrimas salieron con más fuerza. Estaba desahogándome a través del cuerpo de Jacob. Me sentía mal por hacerlo, pero no podía evitarlo. Tenía tanta pena cargada en mi alma, que jamás encontré una manera de deshacerme de ella. Y ahora, estaba usando al hombre que siempre amé y amaría para quitarme todo eso. Estaba usandolo otra vez, pero en esta ocasión él parecía estar de acuerdo.

―Mi mejor recuerdo ―dije, sintiendo el nudo en la garganta que se formó en el cuello de Jacob―, es cuando me hiciste el desayuno. Nunca nadie había tenido un detalle conmigo. Y tú me diste cada cosa, cada experiencia, cada momento, y a cambio de nada. Gracias.

―El que fueras feliz, para mí era suficiente.

―Gracias, Jacob.

Él sonrió. Y ya no dijimos nada. Las palabras ya no eran necesarias. La canción, que había estado en repetición, terminó por tercera vez, hasta que Jacob apagó el aparato, apagó las luces y nos metimos a la cama.

Por primera vez, desde que llegué a la tierra por segunda ocasión, me permití descansar y dejar todo lo demás afuera.

Después de un "buenas noches", el cuerpo de Jacob se durmió ―pude sentirlo―, y me estaba arrastrando a mí también a un descanso involuntario, pero antes de dejarme llevar, puse en mente de Jacob buenos momentos entre los dos. Quizás podría llenar su noche de sueños del amor y la tranquilidad que un día compartimos.


¡Hola, amigos! Muchas gracias por leer. La canción mencionada en el capítulo, es una canción muy hermosa, por si quieren escucharla. Espero les haya gustado el capítulo tanto como a mí me encantó escribirlo. ¡Nos vemos! :)



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro