25:
Me quedé petrificada cuando Anna dijo mi nombre. No podría describir la reacción de Jacob, porque estaba más preocupada en responder.
―¿Cómo...? ¿De dónde...?
Su cara denotaba confusión. Sentí sangre hiriendo en mi rostro. Eso no era normal. No debería sentir eso.
―Yo... ―fue todo lo que salió de mi boca. Rogaba porque Jacob dijera algo, así fuera algo tonto, pero que me excusara. No dijo nada. Lo miré. Estaba pensando, mucho.
Anna levantó una ceja. Esperaba una respuesta y no parecía moverse de ahí hasta que se la diera.
―Los vi llegar ―dije al fin―. Pensé en acercarme a saludar...
―No te vi salir de ningún lado ―cuestionó en tono de calma. No estaba molesta, pero era muy curiosa y era como si exigiera una explicación de mi parte.
Me esforcé por relajarme.
―¡Jacob! ―dije muy animada y con una sonrisa.
Me acerqué a él y lo abracé sin pensarlo.
―¡Qué gusto me da verte! ―exclamé.
El abrazo hizo que mi estómago se revolviera. Por un momento me olvidé de todo. Jacob, al principio dudoso, comenzó a apretar el agarre alrededor de mi cintura. Su cabeza fue colocada en mi hombro. Sentí como respiraba, me respiraba a mí, mi aroma.
―Te extrañé tanto ―dijo abrazándome con más fuerza. Me sentí importante cuando lo dijo en voz alta, dejando de lado a Anna.
―Tanto sin verte... ―le dije con una risita, tratando de aliviar la tensión que se creaba.
Sentía tantas ganas de besarlo, de no soltarlo jamás, y juraría que él sentía lo mismo. Pero tenía que irme. Lo último que quería era que desaparecer frente a Anna. ¿Cómo explicaría eso?
Me aparté de él y di un beso en la mejilla. Luego di otro en la mejilla de Anna.
―¿Anna, verdad?
―Sí... Oye, en serio no te vi llegar. ―Se rio.
―No importa. Suelo ser como un fantasma...
Anna se rio sin ganas.
―Ese perfume... ―me dijo―. Es...
―Me gustaría quedarme a conversar ―les dije a ambos antes que Anna hiciera más preguntas―. Pero debo irme.
―¿Dónde estás viviendo? Es decir... ―Anna seguía―. ¿Qué haces aquí?
―Yo...
―¡Amber! ―me volteé para ver a Matt caminar hasta mí. ¿Qué? ―. ¡Aquí estás!
―Matt ―no pude negar mi confusión, pero hacía mi mejor intento.
―Me dejaste hablando solo ―dijo él, pasando un brazo encima de mis hombros―. Eso no se le hace a los amigos. ―Miró a Anna y Jacob―. Ah, hola.
―Hola ―dijo Anna, relajando su frente. La mirada de Jacob se endureció un poco.
―Ya arreglé lo de la habitación ―me dijo Matt en voz alta.
―¿La habitación?
―Claro... ―Matt se puso frente a mí, dando la espalda a Jacob y Anna―. Donde vamos a quedarnos... mientras estemos aquí... ya sabes...
Entendí sus guiños y le seguí la corriente.
―Claro... Perfecto ―sonreí.
―¿Se hospedaran aquí? ―preguntó Anna. Matt volvió a colocarse a mi lado.
―Así es. Séptimo piso.
Casi me atraganté. ¿Séptimo?
―Nosotros estamos en el mismo ―dijo Anna con algo de emoción. No noté sarcasmo en ello.
―Genial ―dijo Matt.
―Sí... ―fingí emoción.
Jacob me miraba fijamente. No decía nada.
―Bueno ―llamó Matt―, subamos. Hay que arreglar las cosas.
―¿Cosas?
―Claro... Nuestra ropa... cosas.
―Ah, sí, claro. ―Esto no estaba funcionando, pero era lo mejor que tenía.
―Nos vemos luego ―les dijo Matt como despido.
―Claro ―respondió Anna.
Pasé junto a Jacob, sintiendo como su mirada me seguía. Deseaba tanto quedarme ahí con él, pero no podía. Yo sabía bien que no podía. Él lo sabía también. Y eso lastimaba mucho.
―¿Qué demonios fue eso? ―me dijo Matt cuando se cerraron las puertas del ascensor.
Miré mi reflejo en la pared. Podía verme. Mis latidos se sentían. Se sentía sangre en mis venas. Mis manos ya no estaban heladas, estaban tibias.
―No lo sé ―respondí.
Llegamos a la habitación. A dos números estaba la de Jacob y Anna. Matt cerró la puerta. Corrió las cortinas y arrimó a la ventana. Mirando el paisaje. Yo me senté en el sofá.
―Amber ―llamó Matt luego de un rato. Él seguía ahí parado. Me levanté y caminé hasta él. Agua se deslizaba por el cristal. Según un reloj en la pared eran las cuatro de la tarde.
―¿Cómo es que tú también te has vuelto real? ―le pregunté.
―Irene me dijo que estarías aquí...
―¿Irene? ―pregunté. Sentía que no la había visto desde hacía mucho―. ¿Está aquí también?
―No. Vine sólo. Cuando llegué, estaba bien. De repente, en la calle, tropecé con una señora.
―¿Qué? ¿Cuándo pasó eso?
―Una media hora antes de encontrarte. Te vi saliendo del parque y te seguí. Tenía el presentimiento de que te pasaría igual en cualquier momento, pero no podía acercarme así como así, no mientras tus amigos me vieran.
―No son mis amigos ―le dije.
Matt me miró a los ojos.
―Pues deberían, porque ninguno de los dos puede ser más que eso.
Él se refería a Jacob.
―Lo sé... ―respiré hondo―. ¿Cómo conseguiste una habitación? ―le pregunté, curiosa.
―No he conseguido ninguna.
―¿Qué? Pero estamos aquí...
―¿Acaso no viste cómo abrí?
Busqué en mi mente. Quizá estaba tan distraída que no presté atención. Lo recordé.
―Pero metiste una tarjeta...
―Una maestra ―me dijo―. Se la quité a una mucama sin que se de cuenta.
―¿Cuándo? ―pregunté sorprendida―. No me fijé.
―Cuando salimos del ascensor. Te quedaste ahí quieta, mirando la pared. La mujer salía de hacer la limpieza creo, me acerqué, le pregunté algo y la tomé sin que lo notara.
La falta de importancia en su voz me hizo sentir que no le preocupaba si esto traía consecuencias.
―Okey ―tomé aire―. ¿Qué sucede?
Matt se encogió de hombros.
―No tengo la menor idea. Esperemos que esto pase, porque si no tendremos que pagar, y no es que traiga dinero en este momento.
Asentí.
Nos sentamos en el sofá, esperando el momento oportuno.
Cuando habían pasado casi dos horas, Matt preguntó:
―¿Cómo te va con Jacob? ¿Pudiste ayudarlo?
No lo miré. Seguí con la mirada fija en el teléfono junto a la lámpara sobre la mesita café.
―Ni siquiera he empezado... Jacob dice que el trabajo que tiene fue gracias a mí, pero lo consiguió él solito. Así que...
―Así que eso es todo.
Volteé a verlo.
―¿Todo? ¿A qué te refieres?
―¿No se supone que venías y lo ayudabas? Yo veo que él está bien, y no es como que te necesite mucho que digamos.
―¿Tú... crees?
―Claro. Dices que tiene empleo, ¿cierto? ―Asentí―. Bien, eso quiere decir que le devolviste el trabajo...
―Pero yo no...
―Él lo toma como si fuera así, así que asumo que tu misión está cumplida en un tanto por ciento.
―No tiene sentido, Matt.
―¿Por qué no?
―Porque sigo aquí.
―Es decir... ―Matt incitó a que siga.
―Es decir que cuando se termine mi misión desapareceré. Pero sigo aquí, y cada vez pasa más seguido y más fuerte esto de hacerme... real.
Ambos nos quedamos callados.
―Bueno, no queda más que esperar.
Asentí.
―¿Dónde vas? ―pregunté cuando se levantó del sofá.
―A ver si ya pasó el efecto...
Matt caminó hasta la pared, luego retrocedió y saltó contra ella, traspasándola. Me levanté de golpe y lo seguí. Funcionó.
―¡Sí! ―gritó. Sonreí. Me sentía aliviada.
Lo primero en lo que pensé fue en volver a la habitación de Jacob. No dudé un segundo en caminar por el pasillo y acercarme a su puerta.
―Amber ―escuché decir a Matt detrás de mí, pero lo ignoré―. Amber, no creo que sea buena idea.
―Solo le avisaré que ya pasó el efecto ―le dije volteándome un momento para verlo a la cara. Él miraba sus manos de una forma extraña. Me volteé y me detuve frente a la puerta. Di un par de pasos hacia atrás y sonreí. Sería divertido entrar así. Salté.
―¡Amber NO! ―gritó Matt.
Un dolor muy fuerte recorrió mi cara. Mi nariz dolía horrible. Mi pecho igual.
Caí de culo al duro suelo, golpeándome también el trasero. Sentía como las lágrimas se me salían mientras yo tocaba mi nariz para comprobar si seguía ahí.
La puerta se abrió rápido y vi a Jacob salir apresurado.
―¿Qué...? ―comenzó, pero Anna lo detuvo al salir detrás de él.
―¿Amber? ¿Qué pasó? ―preguntó preocupada.
―Amber... ―dijo Matt acercándose y agachándose junto a mí. Jacob se detuvo de hacer lo mismo al ver que Matt se adelantó―. ¿Estás bien?
―¿Qué sucedió? ―insistió Anna.
―Es... sonámbula ―dijo Matt―. Estaba dormida y... ya saben cómo son en estos casos.
―¿Te lastimaste? ―me preguntó Anna con expresión de preocupación.
Mis ojos ardían a causa de las lágrimas. Sentía coraje y confusión, así que solo asentí a Anna cuando en realidad quería arrojarle un zapato.
―Pero pasen ―nos dijo Anna―, no se queden ahí... Tenemos que atenderte ―añadió sin dejar su tono preocupado.
―Ven ―me dijo Jacob, tomándome en sus brazos y levantándome del suelo.
Mi respiración se entrecortó, sentí mis mejillas arder y mi corazón latir más fuerte... Mi corazón. ¿Qué estaba pasando?
―Puedo tocarte aún ―susurró Jacob.
―Eso creo ―le dije. Mi voz salía rara. Quizá porque mi nariz estaba tapada. Tal vez fractura, o quizá sangre coagulada.
Jacob dio la vuelta y pasamos por la puerta. Miré a Matt, quien se encogió de hombros. Le hice una seña para que nos siguiera. Lo último que quería en ese momento era estar a solas con esos dos.
Una vez dentro, Jacob me dejó caer de la manera más suave sobre el sofá. La habitación era del mismo diseño que en la que estuve antes.
―Eso es, con cuidado ―le dijo Anna a Jacob―. Por aquí deber haber un botiquín ―agregó, caminando hasta donde creí estaba el baño.
Matt se sentó junto a mí, pero Jacob ocupada más espacio, por lo que Matt se levantó y se sentó en el brazo del mueble.
―Supe que algo no andaba bien cuando toqué la pared ―mencionó Matt.
Jacob no le quitaba esa mirada dura, como si quisiera que se fuera. Pero Matt parecía no darse cuenta y seguía en lo suyo; mirando sus manos y tocando todo.
―Algo no anda bien ―dijo Jacob en voz baja―. ¿Qué sucede, Amber? ―me preguntó, suavizando por completo su mirada, llenándola de incertidumbre, tristeza y preocupación.
Dejé de lado mi dolor; la verdad era que me dolía todo el cuerpo. Esa puerta estaba muy dura.
Me acomodé mejor en el asiento y Jacob se apegó más a mí, ocasionando que la respiración me faltara nuevamente, de por sí ya que no podía respirar bien. Él no entendía que mi pecho dolía a causa de los latidos cada vez que se me acercaba así.
Escuché a Anna decir algo mientras se acercaba, así que antes que llegara, miré a Jacob a los ojos, quería que se calmara, pero no lo lograría con mis siguientes palabras. No me quedó más que responder a su pregunta antes de que nos interrumpieran.
―No lo sé ―le dije, viendo como bajaba la mirada y dejaba salir un suspiro.
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