La mañana siguiente llega demasiado rápido para su gusto, está segura de que ha dormido su cantidad de horas habituales, pero hoy, específicamente, teniendo conocimiento de lo que esa tarde le espera; el sueño se sintió más corto de lo normal.
Está agotada al despertar, ya que no ha parado de pensar en lo que le depara éste día después de la escuela.
Aún así; se prepara como siempre, tratando de mantenerse positiva al respecto.
Va en su típico grupo a la escuela, llega y toma su asiento, tratando de ignorar todo lo posible la presencia tras de ella.
El día pasa lentamente, a un ritmo en el que siente que la mañana nunca terminará...
Hasta que lo hace y la campana para anunciar la hora del almuerzo la saca de su entumecimiento, haciéndola dar un sobresalto en su asiento.
Tras ella alguien se ríe suavemente.
Es la primera vez que lo ha escuchado reírse así, tan cuidadoso y como si no quisiera que otros lo escucharan.
—¿Qué te pasa hoy, cara redonda?, ¿acaso pensar tanto en ese cabeza de brócoli mató todas tus neuronas restantes?
La pregunta es, en esencia grosera, pero hay algo más ahí. ¿Acaso estaba cubriendo una preocupación genuina con su comentario absurdo?
No. Ese pensamiento es lo absurdo. Bakugō es prácticamente incapaz de preocuparse por alguien honestamente.
Quiere decirle algo, decirle que es un idiota, cómo mínimo, pero no lo hace, no va a rebajarse a su nivel de insulto infantil. Ella es mucho más que eso.
Así que decidida a ignorarlo; se levanta de su asiento, busca su almuerzo y sale del salón de clases para buscar un lugar para sentarse los últimos minutos restantes del receso. Podría ir a buscar a sus amigos y comer con ellos, pero realmente no está de humor para compañía en ese momento preciso.
Así que come afuera de su salón de clases, masticando su sándwich de atún y mayonesa como si fuera su última comida, esa mañana olvidó desayunar y no fue hasta ese momento en el que se percató de lo hambrienta que estaba.
Una vez tiene su estómago lleno; se siente más tranquila, menos molesta y estresada.
—¿Estás enferma o algo?
La castaña levanta la mirada a la voz que pregunta, sorprendida de que él se digne en preguntar con cortesía mínima.
—¿Por qué te importa? —, responde cuestionando, un poco incómoda por la situación desconocida en la que se encuentra.
—Porque tienes que ayudarme con la tarea, no voy a hacer eso yo solo. Y si estás enferma tampoco quiero que te desmayes en mi casa o lo que sea.
La castaña suelta una suave risa. Si le preguntaran a alguien más; dirían que la respuesta de Bakugō es totalmente inapropiada y grosera. Pero ella sólo puede encontrarlo divertido. Es demasiado honesto para su propio bien algunas veces.
Si ésta fuera una de las novelas románticas de Mina; Katsuki habría dicho que se preocupa por ella. Es una suerte que esta no sea una historia como esa porque no sabría qué responder ante un chico diciéndole eso. Aunque si ese chico fuera Izuku...
—Vaya... Y yo que pensaba que te preocupabas por mí, es agradable saber que sigues siendo un cretino aunque sea una señorita pasando un mal momento.
Siempre puede responder de ésta manera con Bakugō, sacar su lado más pesado y menos dulce porque sabe que él podrá con eso y no se escandalizará por ella actuando diferente a lo usual.
—¡Tsk!, ¿por qué habría de tratarte diferente solo porque eres una niña?
—Claro, tú no sabes lo que es ser un caballero, lo olvidé —, dice con un encogimiento de hombros.
—Si no te sientes bien sólo olvídalo, podemos empezar mañana.
Y sin esperar a que ella responda; el rubio se retira por el pasillo, dejándola sin saber qué decir a eso.
Hombres, piensa, siempre tan confusos y tan idiotas. Se levanta de su lugar y sacude el polvo de su falda, para luego agacharse para agarrar sus cosas que siguen en el suelo. No va darle más vueltas a la interacción, no tiene sentido cuando Bakugō ya explicó sus razones para preguntar, no es como si hubiera algo más detrás de una pregunta común.
Aunque si tomas en cuenta que Bakugō Katsuki no tiene el comportamiento más común... No, ésto es estúpido. Detiene el tren de pensamientos dirigiendo su mente a prepararse para su siguiente clase.
El día parece interminable y antes de que la campana de salida suene siente que está por tener un ataque de pánico.
Es buena en nuevos entornos, se acomoda a todo fácilmente. Pero está hablando de Bakugō Katsuki aquí; lo poco que conoce del muchacho le dice que es una persona tediosa y difícil de soportar, ¿tener que estar cerca de él sin escapatoria por más horas de las requeridas? Probablemente se vuelva loca al terminar esta estúpida tarea.
Él está apoyado contra una de las paredes de la entrada del instituto cuando sale; está viendo sus zapatos en el suelo, con sus auriculares puestos y las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones. Parece mover sutilmente los pies al ritmo de la música y eso es tierno, sí, tiene esta pose de chico malo que puede aventar un jarrón contra la pared si está enojado, pero para ella no tiene esa vibra en absoluto.
A veces olvida que tienen la misma edad, ya que Katsuki se comporta más como un señor mayor y gruñón típico de la televisión en lugar de como un adolescente la mayoría del tiempo.
Contiene una sonrisa y decide sólo acercarse sin sigilo, hacer eso puede asustarlo y por consecuencia ponerlo de malhumor. Lo último que quiere es tener un Bakugō Katsuki enojado cerca suyo.
—¿Nos vamos? —, pregunta saltando frente a él.
Él se quita y guarda sus auriculares de forma atenta y cuidadosa, antes de levantar la mirada y observarla.
Hay algo en la forma en que la mira, son sólo un par de segundos, pero la mira fijamente, cómo si buscará algo en ella, lo que la pone incómoda rápidamente y la hace desviar la mirada.
—Camina a mi lado, no necesitamos que te pierdas en el camino.
Ella está por protestar, ofendida de que se pongan en duda sus habilidades, pero él ya ha comenzado a caminar antes de que pueda comenzar, lo que solo le deja como opción correr tras él hasta alcanzarlo.
Oh, bueno, ha sido un tiempo, ¿no es así? Sinceramente no había estado bien, para nada, ¡pero bueno no estoy aquí para quejarme de mi vida! Sino para dejar capítulo de ésta historia, que aunque se quedó pausada un tiempo seguí imaginando momentos y situaciones de mis dos niños hermosos, bellos y ya tengo una idea mejor de cómo dirigirme a dónde quiero.
Datito estúpido y sin importancia: mientras escribía la última escena estaba escuchando "Sweater Weather" de The Neighborhood. Así que imaginé en todo momento, mientras Uraraka estaba en su mundo, que el rubio escuchaba esa canción lol. Perdón por mis gustos genéricos ara.
Wn la nota más larga que el capítulo jdqkcj, pero en fin, prometo que la próxima actualización no durará dos meses, ya estoy escribiendo lo siguiente que es la tarde en casa de Katsuki. Recemos para que no pierda la fe en mí antes de llegar a eso. 🙏✨
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