8. Encuentros
La daga atravesó el pecho de William, y él se volteo confundido y paralizado por un instante. Pero su expresión al darse cuenta, de quien fue la persona responsable no tuvo precio.
-¿¡Marge!? -pronunció William con dificultad. La sangre que salía de sus labios, y de su pecho era simplemente incontrolable. -¡¿Que carajos estás haciendo?!
-La verdadera pregunta es: ¿Qué demonios es lo que estás haciendo tú? -inqurió ella, atravesando aún más el pecho de su esposo, sin dudar-. ¡Te dije que no iba a apoyar tus retorcidas ideas! ¡Te lo dije, fui muy clara!
-Maldita zorra... Nunca debí confiar en ti...
William se volteó sintiendo un dolor demasiado punzante en su pecho, pero no se iba a detener por el dolor. Agarro la daga y se la arranco, y se acercó peligrosamente a su esposa.
Sus ojos carmesí, estaban sedientos de venganza.
-¿¡Cómo carajos te atreviste a hacerme esto a mi, maldita puta?! -gritó enloquecido-. ¡Ahora aprenderás tu lugar!
-Estás equivocado si crees que vamos a dejar que le pongas un dedo encima a ella -dijo Damián levantándose con ayuda de sus trabajadores.
-¡¿Otra vez tú maldita rata asquerosa?! -espeto William con una carcajada llena de burla e ironía. -¡¿Quieres que te mate primero?! ¡Porque de ser así, haré tus putos deseos realidad!
-No te confíes, maldito infeliz -escupio Damián.
Y entonces Damián chasqueo los dedos. Y en ese mismo momento, entraron miles de vampiros que lo seguían en secreto.
-Tsk... Malditos maricas... -maldijo el rey de los vampiros. -¡Me niego a perder contra ustedes, malditas escorias!
Y fue entonces que... Los vampiros que estaban siendo controlados por William, corrieron a una velocidad sobrenatural, hacia donde él estaba, y eso inicio la pelea.
***
-¿Por cuánto más tiempo vamos a seguir dando vueltas como idiotas, eh Hamilton? -inqurió Noah enojada.
-Ya casi llegamos... Solo falta un poco más -contestó el muchacho.
-¡¿Dices que solo falta un poco más?! -repitió Noah con sarcasmo-. ¡Pero si hemos dado vueltas como veinte veces en el mismo lugar como estúpidos! Ya di mejor, que no sabes cómo llegar.
-Tranquila Noah -le dijo Tomás-. Encontraremos el lugar. ¿Verdad, Louis?
-¡Claro! Aquí dice en el mapa que solo debemos dar vuelta a la izquierda y encontraremos, finalmente el lugar.
-¡Joder! ¡Más te vale que está vez sea el camino correcto! -protestó Noah.
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Siguieron caminando los cuatro chiquillos, y cuando finalmente dieron con el lugar. No podían entrar, porque solo los seres sobrenaturales, pueden entrar.
-¡¿Por qué no podemos entrar?! -se quejó Louis.
-Tal vez porque hay una barrera mágica, o algo así. -respondió Tomas.
-Malditos chupasangres -expreso Louis-. Los exterminare a todos.
La mirada de Louis solo reflejaba todo su odio y rencor contra esos seres. Sus característicos ojos verdes, llenos de vida, ya no estaban. Solo expresaban sus incontenibles ganas de vengarse.
-Esos malditos vampiros lo van a pagar muy caro... -añadió Louis determinado.
-Ya déjate de rabietas infantiles Hamilton -sentencio Noah-. Son vampiros, ¿qué demonios esperabas? Son más fuertes que nosotros. Más rápidos, y más inteligentes. Tú, nunca podrás hacerles frente. Ahora, vámonos a casa. Esto se terminó.
-¡Oye! -habló Jack, el puberto de cabello pelirrojo y ojos verdosos-. Tampoco tienes que decirlo de ese modo...
-Solamente lo digo como es. Nosotros nunca podremos hacerle frente a esas criaturas.
Louis apretó sus puños y se levantó.
-Yo... Ví como esas malditas bestias inmundas... Mataron a mi mamá. ¿Y lo único que me dices, es que solamente debo aceptarlo y ya esta? ¡No está bien! ¡Por una razón existen los cazadores de vampiros! ¡¿Sabes?! Yo... No quiero ser un cobarde. Así que entraré yo solo.
-¿Qué? ¡¿Estás loco?! -espeto Noah. -Ya te dije que no tienes oportunidad contra...
-¡¿Y solo por eso dices que me quedé de brazos cruzados?! -la interrumpió abruptamente Louis realmente enfadado-. ¡¿Que me quedé a ver cómo mueren los que... Son inocentes?!
-Yo nunca dije eso -dijo Noah incrédula.
-Pues das a entender eso... Ahora tengo que irme. Ustedes regresen a un lugar seguro, yo...
-Por favor, Louis no vayas... -le pidió Tomás, tomando su mano.
-T-Tomás... -pronunció Louis con la voz entrecortada.
Y antes de que alguno de los cuatro, pudiese decir algo más, alguien fue lanzado por el bar donde estaba secuestrado Damián, hacia afuera.
-Tengo que ir -dijo decidido Louis.
-¡No, Louis! ¡Vámonos! -repuso Tomás, sujetando su mano. -¡Es peligroso...!
-Tomás, perdóname... -pidio Louis y acto seguido, empezó a correr con todas sus fuerzas hacia la puerta de aquel bar nocturno y lo consiguió pero en eso, Tomás, sujeto su brazo, y estaba dispuesto a llevárselo a la fuerza, pero un vampiro, se puso en su camino, a lo que Tomás gruño en desesperación.
Louis quien, no se dió cuenta de aquello, siguió corriendo pero en eso, la voz de Noah, lo detuvo.
-Hamilton... ¡Dime! ¿Por qué... Por qué quieres salvarlo a pesar de que él te trato muy mal?
Louis, con los ojos llenos de determinación y rabia contenida, giró brevemente su rostro hacia Noah, dejando que su voz, cargada de un profundo conflicto interno, se alzara por encima de los ruidos del caos:
-¡Porque no se trata de él, Noah! -respondió con fuerza-. ¡Se trata de lo que está bien y lo que está mal! No puedo quedarme mirando mientras otro ser, por más despreciable que sea, cae en manos de esas malditas bestias... ¡No después de lo que le hicieron a mi madre!
Hizo una pausa, su mirada se endureció y apretó los puños.
-Si no hago algo ahora, ¿de qué sirve todo esto? ¡¿De qué sirve seguir respirando si ni siquiera puedo proteger a los que están en peligro?! No soy como ellos. Nunca seré como ellos.
Con esas palabras, Louis volvió a enfocarse en la puerta, dispuesto a enfrentarse a lo que estuviera adentro, sin importar las consecuencias.
Y fue entonces que entro.
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