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4. La condesa

Todos los de la habitación fueron despertados de mala manera: con agua helada.

Louis despertó temblando de frío al igual que todos los demás, y miraron a la persona responsable. Que era nada más ni nada menos, que la condesa, quien es conocida por ser demasiado cruel y despiadada con todos los humanos que pasan por sus manos, y también con los de sus allegados.

-¡Está fría! -se quejo un niño.

-Es lo que se merecen -respondió ella tajante, haciendo enojar a los más grandes de la habitación. -Ahora, larguense a bañarse y a cambiarse porque están asquerosos, y nada de groserías, o revelarse contra mi, porque, simplemente no podrán ganar contra mi.

Finalizo ella con una carcajada llena de burla, y casi todos los de la habitación la fulminaron con la mirada. Adeline la chica pelinegra, deseo más que nunca, tener rayos X en ese momento, para desintegrar a esa víbora (como ella la nombró).

-Hey tu, el de palo, el pirata -Louis se volteo y para su mala suerte, era a él a quien le estaba hablando-. Tú no vas con ellos. El señor tiene un trabajo para ti.

"Genial" pensó sarcásticamente Louis para sus adentros.

Siguió a la condesa en silencio, y eso le pareció divertido a ella. Pensó que Damián lo había adiestrado muy bien, para ser así de obediente. Pero lo que ella no sabía, es que Louis no quería hablar ni estar cerca de alguien como ella.

-¿Damián te educo muy bien, eh? -dijo ella con mofa.

Louis no entendió a lo que se refería ella. Por lo que la miro desconcertado.

-Me pregunto, qué clase de cosas te habrá hecho, para que seas así de...

-¿Así como? -la interrumpió Louis. Su mirada era inexpresiva, no reflejaba nada. -¿Dices que el señor trata así a sus trabajadores? Y sobre todo... ¿Me estás insinuando, que tú, aunque seas de la nobleza, te pones a pensar así de las personas para sentirte mejor contigo misma? Qué hipocresía.

Por un instante la condesa Amelie de Clair'mont se quedó paralizada sin saber que decir, que ese muchacho le respondiera de esa forma era lo ultimo que le faltaba.

-¡¿Cómo te atreves a hablarme así maldito mocoso?! -gritó ella enloquecida y un momento después, lo abofeteo con todas sus fuerzas.

Louis se froto la mejilla en la que sentía un punzante dolor y ardor, mientras mantenía la vista agachada. No es que estuviera inclinándose ante ella, estaba reprimiendo la furia que ardía en su interior, como una llama a punto de desbordarse. Respiro hondo, pero no levantó la mirada. No le iba a dar el placer de ver la rabia reflejada en sus ojos. Para él, aquella bofetada no era más que otra prueba de lo que realmente era la condesa: una mujer esclava de su propio orgullo, incapaz de tolerar una verdad que la hería.

-¿Qué demonios está pasando aquí? -de pronto apareció el duque y cuando vió a Louis en ese estado, sintió algo en su ser. No supo describir que fue, porque ni él mismo lo sabía. Pero lo que si sabía, es que no iba a tolerar que nadie, se metiera con sus trabajadores y mucho menos con su asistente. -¿Por qué carajos lo golpeaste Amelia? ¡Dime porque!

-Él... Él quería hacerme daño... -dijo ella. -Me quería hacer cosas indebidas... ¡Tienes que echarlo de aquí, Dam!

La expresión del vampiro se endureció y se acercó aún más a Louis. Quien levantó un poco la vista y se encontró con los ojos rojizos, de Damián.

-Tú dime qué pasó, Hamilton.

Louis se mordió el labio y miró al duque ya no enojado o furioso, sino vulnerable.

-Ella... Me dijo que al parecer, tú me habías adiestrado muy bien y que tal vez por eso yo estaba tan callado en su presencia. Pero...

-¡No mientas maldito mocoso! -lo interrumpió ella. -¡Di la verdad! ¡Di que te querías aprovechar de mi porque soy la condesa, y porque tú eres un pobre muerto de hambre! 

-Podré ser pobre, pero mis principios nunca han sido esos, señora.

-¡Eso dices! ¡Pero eres igual que todos!

-No voy a tolerar faltas así en mi trabajo y mucho menos en mi presencia. -dijo el duque. -Observen las camaras y díganme que paso.

Amelie en cuanto escucho eso, quedó paralizada y helada. "Es mi fin" pensó ella.

Los trabajadores del duque observaron las camaras de seguridad, y efectivamente vieron el momento exacto en el que la condesa, trato mal al pequeño y lo golpeó.

-Nunca creí que lo diría, pero lárgate de mis condominios, Clair'mont.

-¡No puedes hacerme esto, Damián! -espeto ella, cayendo en la locura-. ¡No puedes! ¡Y menos por ese mocoso insignificante!

El duque la miro con rabia, pero no dijo nada. Solo la desterró y ella juro vengarse en silencio.

***

Ya habían pasado tres semanas desde aquel incidente y ahora todo estaba medianamente tranquilo.

Louis empezó a trabajar para el duque como su asistente.

Y todo marchaba bien.

Hasta que llegaron, los vampiros alfas a Inglaterra con un objetivo en claro. 

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