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3. Fiesta III

Finalmente Louis se despidió de los chiquillos con un fuerte abrazo y besos en sus frentes, y se dirigió a la mansión de Blasking.

Mientras caminaba y recordaba el camino hacia la mansión, se sentía extrañamente acompañado. A lo que él pensó, que se trataba de su madre. Quien de forma espiritual, siempre lo estaba acompañando y cuidando. Pero no. Se trataba de Damián Blackthorne.

Damián, trataba de ser sigiloso más que nunca, para que no se diese cuenta el chiquillo de que lo estaba siguiendo él, y hasta eso le resultó irónico. Es más, hasta sintió que su yo del pasado se estaba riendo y burlando de él, sin excepciones, al verlo en esta situación tan... Por así decirlo, bochornosa. Pues el gran duque, el gran líder, ahí estaba. Tratando de no ser descubierto por su asistente.

"Soy tan patético" pensó el vampiro.

Aunque una parte le decía que no estaba mal, sentirse así, con esa necesidad de proteger al chico, la otra parte vampiresa, que tenía, le decía que si estaba mal. Que no podían permitirse ese lujo, de ser así con un humano. No de nuevo.

Tras unos largos minutos, que parecieron pocos para Louis, pero interminables para el vampiro, llegaron a la prestigiosa mansión.

El chiquillo empezó a correr como si le estuviesen persiguiendo perros rabiosos, y una vez adentro, busco a su señor.

Pero para su sorpresa, no estaba.

Estaba comenzando a pensar que lo descubrió, y que todo se acabo para él.

Que lo desobedeció, y que ahora sí, lo iba a mandar a la cárcel y que nunca más volvería a ver el sol. Y todo por su "imprudencia".

-Oye -lo llamaron de repente. Sintió un apretón en su hombro y se giro conmocionado al reconocer esa voz-. Vámonos ya.

-S-Señor...

Louis tartamudeo y miro al duque temeroso.

-¿Qué carajos te pasa? Te he dicho, que ya nos vamos.

-Sí...

Posteriormente salieron de la costosa mansión, donde todo costaba millones de dólares. Hasta por hacer algo tan simple como respirar y entonces, se subieron el carruaje y este empezó a andar a los segundos.

El duque miraba con una mirada demasiado fulminante a Louis. A lo que él pensó: "Mierda, es mi fin..."

"Lo arruine todo, pero no me importa, pues tenía que hacerlo, pero igual..."

-Y dime niño -habló el duque de forma entrañable-. ¿Qué sueles hacer por las tardes?

Louis soltó todo el aire que estaba reteniendo y se permitió mirar de reojo al vampiro. Aunque se cuestionó así mismo, porque él querría saber algo como eso.

-Pues... Por las tardes, yo suelo frecuentar lugares de caridad, ayudo en los cultivos, y casi siempre tocó canciones en un orfanato.

-¿Nada más?

-Y... Hago protestas contra los vampiros.

"Qué descaro tiene este mocoso" le dijo mentalmente el vampiro de rango medio que conducía el carruaje al duque.

El duque, solo miró sin ninguna expresión en su rostro al pequeño Louis.

-¿Ah, si? ¿Y en serio piensas que vas a lograr algo como eso?

Louis sabía que no iba a llegar tan lejos, como los cazadores de vampiros. Pero tenía que hacerlo. Tenía que intentarlo.

-Sé que no llegaré lejos como los cazadores de vampiros, pero si puedo contribuir en algo, entonces lo haré. Estoy cansado, de ver como muchos niños pierden sus familias por culpa de esos chupasangres.

"Vaya descaro, deberías cortarle la lengua" volvió a decir el chófer mentalmente.

-Que te quede clara una cosa niñato -repuso el duque-. Tú no eres capaz de cambiar nada. Si quieres contribuir, sé de utilidad para mí. ¿Entendiste?

El muchacho lo miró sorprendido, y después, lo miró con una expresión de dolor. Todo se repetía en su vida de alguna u otra manera.

Su padre también le había dicho lo mismo cuando era tan solo un niño.

Aunque para estos puntos, no podemos decir si se le puede llamar padre a alguien como a aquel individuo.

-S-Señor se equivoca -pero Louis ya estaba cansado de quedarse callado-. Yo... Si puedo cambiar este mundo. Tal vez, yo no pueda cambiar a todas las personas, pero puedo cambiar sus vidas. ¿Acaso eso no es lo mismo? Toda mi vida, he sido usado al antojo de las personas, y utilizado, sin poder elegir. Pero eso se acabó. Es por eso que hoy elijo como vivir. Y hoy elijo vivir, libre sin ataduras. No solamente acepte ser su asistente, porque no me quedarán más opciones. Sino para demostrar que yo también puedo contribuir en algo. Yo... Acepte, porque quiero demostrar de lo que soy capaz. Y porque destruiré a todos los vampiros.

Tanto el chófer como Damián se quedaron paralizados por unos breves segundos. El chófer soltó una carcajada sonora, mientras que el duque, solo lo veía inexpresivo.

-Si niño, pero estás olvidando...

-No tengo nada más que perder -lo interrumpió Louis al duque cosa que no le pareció-. Ya lo perdí todo. Y si van a decirme que soy un idiota, adelante.

El chófer quiso decir algo, pero la mirada amenazante del vampiro, lo detuvo. Así que, él solo se digno a continuar con su trabajo.

"Qué niño tan más interesante" pensó el vampiro para sus adentro.

Era la primera vez que conocía a alguien tan determinado de esa manera. A alguien dispuesto a sacrificar todo de si mismo, pero no por un medio que venga de una maldad, venganza, o rencor, sino... Como para salvar. «¿Quién es este chico?» Pensó el duque.

-Bájate. -ordeno el duque, cuando llegaron al condominio del vampiro.

El chiquillo en cuanto escucho al duque hablar, se bajo del carruaje y espero órdenes.

-A partir de ahora, dormirás en una habitación con todos los que trabajan para mi -dijo el vampiro, a lo que Louis asintió en silencio-. Ahora ve a cambiarte.

Louis se fue al baño, tras haber ido por su pijama, la cual consistia en una polera gris, y unos pantalones holgados que caían suavemente sobre su figura delgada pero masculina forma.

Y ya cuando termino de cambiarse de ropa, fue hacia la habitación correspondiente.

Tocó la puerta y cuando escucho voces respondiendo, él entro.

-Hola a todos, el duque me mandó a dormir con ustedes -empezó a hablar Louis-. Es un gusto.

-Así que tú eres el famoso Louis Hamilton, ¿verdad? -le pregunto un chiquillo de quince años. Su cabello pelirrojo, y sus ojos verdes eran lo que más resaltaba de él.

-Si, el mismo, un gusto. -contestó con una sonrisa.

-Es un placer conocerte, Louis -dijeron unos niños al unisono, a lo que Louis les sonrió dulcemente.

-Si, si ya todos sabemos su nombre y bla bla bla, pero lo que todos queremos saber, es si tú y el duque tienen algo -de pronto habló una chica de cabello pelinegro, y de estilo tomboy, recostada en una litera con curiosidad.

-¿Qué? ¿Dices qué si el duque y yo tenemos algo? -repitió el muchacho sorprendido y afectado por esa pregunta, ¿como podría siquiera ser posible algo como eso?

Si para empezar lo trata mal. No lo ha golpeado, pero casi que parece que lo hará en cualquier momento.

Además, de que ese hombre, no tiene sentimientos.

-No, no tenemos nada solo soy su asistente -contestó inexpresivo.

-¡No te creo! -farfullo la misma chica pelinegra.

-Solo digo la verdad.

-¿Y es verdad que iniciaste una protesta contra el señor? -se atrevió a preguntar un chiquillo de diez años.

-Sí -respondió Louis sentándose en una cama vacía. -Es totalmente cierto.

Todos se quedaron sorprendidos ante su declaración.

-¿Y como le hiciste para salir vivo? ¡Nadie ha vivido para contarlo! -espeto ese mismo chiquillo de diez años, de cabello grisáceo.

-Ni yo lo sé. Pero supongo que es mi castigo, por haber hecho eso. Ahora vamos a dormir. Que ya es noche.

Los más pequeños reprocharon pero al final fueron convencidos por Louis y se durmieron absolutamente todos y al día siguiente fueron despertados de mala manera.

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