3. Fiesta II
Damián se quedó en silencio durante unos instantes, pensando en absolutamente nada.
No pensaba en nada.
Ni en Louis. O en su peor enemigo.
Esas palabras no habían conseguido el efecto que esperaba Víctor en él. Y eso solo había logrado cabrearlo.
¿Y bien, aceptas o qué?
¿O tienes miedo?
Es entonces que el duque lo miró y sonrió con ironía.
Eres más patético de lo que creí, Blasking. ¿En serio me estás diciendo que involucremos a terceras personas solo por tu puto capricho? Por eso, no eres y serás algún día, alguien más de lo que ya eres. Ellos, no tienen porque pagar nuestros platos rotos. Entiéndelo. Ahora, dejame en paz y lárgate de mi vista.
Blasking retrocede aturdido y el duque, le ordena a Louis que lo siga. Cosa que hace, y se lo lleva a otra parte de la mansión, lejos de Víctor.
Por dentro Blasking se siente arruinado. Pero esto no se quedará así, piensa él mentalmente. "Me la pagarás, Damián Blackthorne, te destruiré, a ti y a todos los que amas".
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La reunión transcurrió con normalidad. Louis veía a su señor ser tan cálido y amigable, hablando con los demás, de cosas triviales y una que otra importante, lo que le achico el corazón. No conocía esa faceta del duque.
Él... Pensaba que era un vil corrupto. Y de hecho, lo sigue pensando.
Pero...
Ahora que lo ve de cerca y sin máscaras de por medio, se siente... De una forma extraña.
-Hola pequeñín -dijo la pelirroja de antes-. Eres Louis Hamilton, ¿cierto?
-Sí -respondió él con una sonrisa. -¿Y usted es?
-Oh, no me tutees -dijo ella sonrojada-. Sé que estoy grande, pero no estoy vieja. Soy Rosaline Carls.
Louis agrandó sus ojos.
-Un gustó Rosaline, y disculpa la pregunta pero... ¿Cuántos años tienes?
-30.
Louis sonrió con nostalgia. Esa es la edad de su difunta madre.
-¿Pasa algo pequeñín?
-No, nada... Es solo que recordé que hoy tengo un asunto importante, pero no quiero que el señor se enoje conmigo por haberme ido...
-Tu ve. Yo te cubro -dijo la pelirroja.
-Pero...
-No te preocupes. Tengo carácter fuerte para confrontarlo. Ahora vete.
Louis sonrió gentilmente y se despidió a lo lejos y se fue.
Pero lo que ellos no sabían, es que el duque los estaba escuchando clara y perfectamente desde la otra punta de la mansión.
***
Louis corrió tan rápido como pudo a su pequeño departamento y cuando llegó, abrió la cerradura con un alambre. Saco su guitarra, y se fue hasta el orfanato más cercano de Inglaterra a pie.
No dejaba de pensar en el duque, y en todo lo que le había ocurrido, pero no tenía que más lamentar. Pensó, que quizás este era su destino por ser tan descuidado.
Y una vez que llegó al orfanato, entró por la entrada y fue hasta hacia los niños que consideraba sus hermanos pequeños.
-Hola Oliver, Sofía, Andy, Guzz, Olí, ¿cómo están chicos? -preguntó él amablemente acariciandole a cada uno su cabeza.
-¡Aburridos! ¡Te esperamos toda la tarde para jugar a la pelota y nunca viniste! -protestó Oliver con un puchero.
Louis sonrió con gentileza y le acarició el cabello rubio a Oliver.
-Perdón chicos, si quise venir, pero se me presentaron contratiempos. Pero bueno, ¿quieren escuchar una canción?
-¡Si! -expresaron los niños felices.
***
Se sentaron todos enfrente de la fogata y empezó a tocar Louis, una canción que le canta a su mamá todos los veinte de noviembre con la guitarra: Talking to the moon.
Sé que estás en algún lado...
Empezó a cantar el muchacho con una voz demasiado angelical.
En algún lugar alejado...
Te quiero de vuelta...
Los niños miraban a Louis con fascinación.
Mis vecinos creen que estoy loco...
Pero ellos no entienden...
Eres todo lo que tenía...
La dulce voz de Louis, cada vez se rompía más con cada entonación.
Por la noche, cuando las estrellas iluminan mi habitación...
Yo me siento por mí mismo...
Hablando con la luna...
Intentando llegar hasta ti...
Pero Louis no se podía dejar derrumbar, quería seguir siendo el chico fuerte y valiente para sus hermanos, que aunque no son de sangre, lo eran todo para él.
Con la esperanza de que estés del otro lado...
Hablando conmigo también...
Louis simplemente no pudo evitar el punzante dolor en su pecho. Miro hacia el cielo estrellado y dijo en sus pensamientos: "Querida madre, aquí estoy de nuevo cantandonte a ti y a mis hermanos. Espero que estés bien, como yo trato de estar desde que te fuiste".
¿O soy un tonto que se sienta solo?
¿A hablar con la luna?
Cuando termino de cantar Louis, varias lágrimas se resbalaron de sus ojos verdosos, llenos de vida, pero los niños no se dieron cuenta por la oscuridad.
Sin embargo, Damián Blackthorne, las vio. Vio cada una desde afuera.
El duque, estaba desconcertado, no podía creer que una simple voz pudiera ponerlo en ese estado. Esa voz tan angelical... Pero llena de dolor, y tristeza, lo estaba consumiendo.
"¿Qué demonios es lo que me está haciendo ese mocoso?" Se preguntó a si mismo Damián, como si estuviera perdiendo la cabeza. Pero no, estaba perdiendo el corazón.
El duque, llevaba décadas, incluso siglos, sin sentir una sensación asi. No tenía porque sentirlo por un humano, tenía que sentirlo por un vampiro de raza pura.
Por eso... Tenía que hacer algo.
Y lo iba a hacer.
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