LOUIS

Las cosas parecían marchar muy bien. Pero de repente todo se fue al carajo...

Con la llegada de todos esos malditos chupasangres.

-¡Solo váyanse! -nos dijo Damián, a lo cual, yo me negué rotundamente.

-¡Entiende que no podemos hacer eso, Dami! -pronunció la condesa. -O nos vamos los tres, o no se va ninguno.

-¡No seas terca! -dijo Damián. -¡Llévate a Louis! ¡Rápido!

Damián está arriesgando su vida... Por nosotros...

Pese a que yo lo trate muy mal...

-Damián... -pronuncie su nombre. -Tienes que vivir, aún no me he disculpado...

-Olvidate de eso, Louis -me dijo severo-. Vete y salvate.

Miré al suelo con una expresión afligida.

-Pero... -quise rebatir.

-Pero nada, ¿me escuchaste? -me interrumpió-. Eres importante para mí, y no soportaría verte morir. Por eso... ¡Vayanse y salvense!

-Damián... No puedo hacerlo -refuto la condesa.

-¡Hazme caso Amelie! ¡Por favor! 

-¿El gran duque pidiendo y suplicando? -se burló un vampiro que no conocía de nada. Pero su aura transmitía mucho poder. Y por eso, al instante, me puse en una postura defensiva. 

-Cállate imbécil -le respondió Damián.

-Hablarme de ese modo, te costará muy caro, Blackthorne -amenazo aquel vampiro.

-Me importa una mierda -dijo Damián...

-¡No Damián! ¡Esto no tiene porque ser así! -me hice presente en la conversación. -¡Podemos salvarnos todos! Pero tienes que creer en mi. ¿Si? Te sacaremos de aquí y...

-Tienes razón, pequeño -me dijo cálidamente. -Siempre voy a agradecer el haberlos conocido, sobre todo a ti, Louis. Por eso, quiero que sobrevivas. 

Y antes de que pudiera reaccionar, me apego contra su pecho, me dió una sonrisa, y sin saberlo, esa fue la última sonrisa que vería de él.