LOUIS

Nunca pensé que me arrepentiría de haber odiado a Damián, pero santos cielos, aquí estoy, odiando el haberlo odiado. Qué irónico, ¿no?

La vida es tan irónica.

Y justo ahora, solo quiero encontrar a Damián...

Salvarlo de su cruel destino. 

Porque no se lo merece.

Y, por si fuese poco, lo he tratado de lo peor.

Estoy tan jodidamente arrepentido.

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Corrí en busca de alguien, o algo, que me proporcionará más detalles sobre la carta, pero como era de esperarse, no lo encontré por ningún lado...

-¡No puede ser! -grite en voz alta, y corrí al condominio del duque.

Cuando llegue, lo ví destruido y destrozado en todos los sentidos posibles.

Parece que fue quemado, porque del bello condominio que conocí, ya no queda nada.

Cuánta tristeza y rabia me da... Pero no puedo quejarme de nada. Yo mismo, habría hecho lo mismo... Por idiota.

Aún así, me atreví a entrar, y corrí hacia el despacho del duque.

Y cuando llegue, simplemente no encontré nada...

Salí del condominio y afuera, me encontré con un vampiro.

Pero aunque no sabía si era bueno o malo, no podía darme el lujo de cometer errores frente a él.

¿Quién rayos será?

-Damián está condenado a muerte. Vaya... Qué patético.

Y entonces cuando ví quien era. Abrí los labios sorprendido. Era nada más, y nada menos que la condesa.

Amelie de Clair'mont.

-Sal de ahí. -dijo entonces esa voz femenina dominante-. Puedo oír tu corazón latir como loco.

No me quedó más opción que salir.

-¿Qué demonios haces aquí? -espeto ella.

-Supongo... Que quizás lo mismo que tú -respondí. -Dijiste que Damián está condenado a muerte, ¿no?

-Asi es, hoy mismo le darán fin a su existencia.

La miré afligido.

-¿Y esa expresión? ¿Te duele saber que ya no tendrás a quien te defienda?

Cambie mi expresión de dolor, a una de molestia y fulminante.

-Vengo a salvarlo, no me importa lo que pienses -le dije directamente.

-¡¿Alguien como tú dices que va a salvarlo?! No me hagas reír mocoso.

-No es ninguna broma -aprete los puños-. Lo voy a salvar, cueste lo que me cueste.

-¿Y cómo harás eso, siendo un miserable humano?

Miré al suelo y ella suspiro.

-No puedes hacer nada para salvar a Damián -repuso. -Ahora dejate de tonterías, maldito mocoso.

-Puede... -alce la voz-. Puede que no sea fuerte, o pueda siquiera con ellos. ¡Pero no permitiré que ese sea su destino! Yo... Aunque sea débil, no me rendire. ¡¿Lo entiendes?! Así que me voy a salvarlo, no perderé más el tiempo contigo.

-No tienes posibilidad alguna maldito mocoso -reprendio ella-. Pero... Yo tampoco pienso quedarme a ver cómo muere. Así que te acompañare.

Abrí los ojos como platos ante sus palabras.

-¿Por qué lo harías? -contesté.

-Porque lo creas o no, Damián fue un gran amigo para mí. Y aunque te prefirió a ti primero, antes que a mí, no lo odio. No como tú, asqueroso humano. Que nada más, con enterarte de quién era, decidiste odiarlo así sin más. Sin haberlo escuchado, como él habría hecho contigo.

Me sentí completamente arrepentido al escuchar sus palabras, pero tiene razón...

Ahora voy a remediarlo.