21. El fin
En multimedia - Someone You Loved
DAMIÁN
Sabía de antemano que el momento ya había llegado.
Pero lo había ignorado bastante bien.
-Señor, ya están afuera -dijo mi subordinado.
-Bien. Haz todo lo que pedí y no vengan a salvarme.
-Pero señor...
-¡Es una orden! -sentencie.
-Si, mi señor.
No es ningún secreto para nadie, que yo haya cometido el peor error de todos. Para empezar, inicie y cree una campaña anti-vampiros. Siendo yo, un pura sangre. Y proteger a los humanos, del congreso vampirico.
Y por si fuese poco, me opuse a que matarán a humanos importantes. Mas específicamente al hermano de Louis Hamilton.
Él es un cazador de vampiros realmente importante en el mundo humano, y hacer eso, fue crear mi propia condena.
Y es por eso, que el congreso vampirico, me está buscando para darle fin a mi existencia.
Pero no quería involucrar a nadie.
Ni mucho menos, a la gente que me ha ayudado y apoyado desde el principio.
-Damián Blackthorne -me llamó entonces el líder del congreso vampirico, Lewis, apareciendo enfrente de mi puerta del despacho. -Estas condenado a muerte, por ir en contra de nuestras reglas y condiciones. Has cometido acciones que van en contra de nuestra moral. Entre ellas, traicionarnos.
-Matame si quieres. No tengo nada más que hacer. Ya hice todo lo que tenía que hacer -dije entonces.
-Deshonraste a nuestra sangre, Blackthorne -contestó él mostrando sus colmillos con una sonrisa realmente malvada y sinica.
-Y lo volvería a hacer mil veces más. -dije sin ningún pudor-. Los humanos merecen vivir felices y no con miedo.
Sonreí amenazante y él me golpeó en un abrir y cerrar de ojos, en mi abdomen.
-¿Esa es toda la fuerza que tienes? -me burlee. -Ni sentí...
Recibí un fuerte golpe en mi nariz, que me tumbó al suelo.
Después de eso, empezó a golpearme, más veces. Hasta que perdí la cuenta.
-Llevenselo. -ordeno el líder.
Todos atacaron la orden y me ataron las manos con un material especial hecho de plata.
-Camina, maldito traidor. -me dijeron dándome una patada.
-Sera mejor que se callen, sino quieren que los mate -amenace-. No porque este atado, significa que soy débil. Yo lo acepte por voluntad propia. No se olviden que soy Blackthorne. Y si quisiera podría eliminarlos en un segundo.
Ellos se callaron y me miraron con temor.
-Es solo un pobre y miserable vampiro, de él no queda nada de los Blackthorne -habló entonces, alguien que creí no volvería a ver jamás. Victor Blasking. -No tengan miedo, cobardes. Está débil. Lo miren por dónde lo miren, ya está acabado.
Me reí y le dije:
-¿Eso crees, maldita escoria?
Él me tomó del cuello, y yo lo miré con odio.
-Nunca serás capaz de olvidar que moriste por unos estúpidos humanos. Qué manera más miserable y patética de morir Blackthorne.
Levanté una ceja y respondí: -Al menos tendré una muerte digna. No como tú, Victor. Que siempre fuiste un maldito cobarde. Toda tu vida, vivirás con remordimientos. Y eso, créeme que es mil veces peor.
Él me miro sonriente y me tumbó al suelo.
-No creas que tus palabras causan remordimiento o miedo en mi, Blackthorne -dijo complacido, mientras que yo, lo avente con una patada lejos de mi-. No sabes cuánto espere por este día. Por verte así. Tan débil... Tan miserable y arruinado. Ahora muérete.
-Al menos viví con orgullo. -respondí sin ceder.
-¿De qué puto orgullo hablas, infeliz? -contestó él de vuelta. -¡Si...!
Y entonces llegó el maldito líder del congreso vampirico.
-Mi señor -dijo Blasking haciendo una reverencia.
-Recuerdo haberte dicho que llevarás a Blackthorne, no que perdieras más el tiempo.
-Si, lo sé.
Y entonces Lewis, el líder del congreso, empezó a golpear a Blasking.
-Llevenselos.
***
Frente a todos los seres sobrenaturales, más específicamente vampiros, todos me miraban con odio y repulsión. Son las mismas miradas que Louis me da.
No lo volveré a ver nunca más.
Pero, fui feliz. Qué irónico, ¿no? Alguien como yo, sintiendo felicidad. Pero ahora sé que soy tan humano, como Louis.
-Aquel que se opone al congreso, merece la muerte -empezo a hablar entonces Lewis. -¡¿O me equivoco?!
-¡Merece la muerte! -gritaron varios vampiros.
-¡Si, merece la muerte y condena!
-¡Maldito traidor!
Lo di todo.
Di todo para emendar mis errores.
¿Qué más podría haber pedido? No soy desdichado. Soy simplemente feliz.
Porque defendí en lo que creía, como lo habría hecho él.
Entonces sonreí y esperé lo peor.
Louis, espero que algún día puedas perdonarme.
En cuanto a mis subordinados, deseo que tengan una buena vida.
Hasta aquí llegué.
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