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2. Suyo

El muchacho miró incrédulo a, quién muy probablemente, se convertirá en su verdugo y negó con la cabeza como era de esperarse.

-¡Jamás lo haría!

El duque hizo su mayor esfuerzo por no perder la paciencia y analizo la situación. ¿Qué tenía que hacer para que ese humano se le uniera y no pusiera en su contra a los demás? Si bien, no le interesaba lo que dijeran los demás de él. Ni mucho menos un mocoso. Le iba a costar caro, que los cazadores de vampiros dieran con él.

Así que pensó en un trato.

-Mira, yo te doy lo que más quieres en este mundo, y tú... -lo miró con lentitud-. Trabajarás de ahora en adelante para mi. Es fácil de entender.

-P-Pero... Pero usted dijo que yo trabajaría con vampiros y yo... ¡No puedo hacerlo! ¡Va en contra de mis principios señor!

-Escúchame -respondio el duque, agarrando el cuello del menor sin ejercer mucha presión-. Tú no vas a trabajar para los vampiros, vas a trabajar para mi. ¿Entendiste?

-¿Solo eso? -preguntó el muchacho asustado viendo como el vampiro soltaba de poco a poco su cuello.

-Si. Solo eso. ¿Y bien?

El muchacho se lo pensó detenidamente y aunque si bien, no le gustaba la idea tampoco de trabajar para el duque. No tenía más opciones. Por lo que... En contra de su voluntad dijo:

-Acepto.

El duque sonrió satisfecho.

-Bien.

***

-Señor, aquí tiene los nuevos papeleos que necesitan ser revisados. -avisó un hombre de aproximadamente cuarenta años, tras haber sido llamado por el duque.

-Déjalos ahí.

-Si, señor.

Aquel hombre calvo, dejó los papeleos en una fila gigantesca llena de papeleos, documentos, hojas, y demás cosas, que le llegaban al duque a cada hora del día.

-Mi señor... Hoy tiene una reunión importante con los directivos.

-Lo sé -gruñó malhumorado. -Y lo peor de todo, es que tengo que ver de nuevo a ese estúpido de Víctor. 

-¿Y qué hará con ese niño?

-¿Te refieres al mocoso? -repuso el duque con aburrimiento. -Es obvio, vendrá conmigo. Va a trabajar de ahora en adelante para mi. Y necesito que Víctor vea que ya...

Toc Toc

Tocaron la puerta interrumpiendolo sin descaro alguno y el duque apretó sus dientes. ¿Quién diablos tenía la osadía de irrumpirlo, a él, al duque? Pues solo Louis.

Posteriormente la puerta se abrió y se dejó ver al chiquillo.

-D-Disculpen... Necesito ir al baño... Pero no lo encuentro...

El duque lo miro con los ojos aún más oscuros y rojizos que nunca y se levantó. Fue hasta con el chiquillo de 1.73 centimetros de altura. Y lo miro hacia abajo, ya que el duque mide 1.90 centímetros. Un momento después, lo agarro de su camiseta café, y le dejo en claro quien era él.

-No porque estés en mi condominio, significa que puedes hacer lo que te plazca. -espeto. -Todo tiene un momento.

-P-Pero... Es que es urgente señor... Necesito ir al baño.

-¿Crees que eso es lo que me importa ahora? Me interrumpiste en algo realmente importante. 

-Yo... No sabía...

El duque frunció el ceño y miro con mala cara al muchacho.

-Anthony dile dónde quedan los baños a...

-Soy Louis señor, Louis Hamilton. 

-Lleva a Hamilton a los baños. Y no me vuelvas a interrumpir.

-S-Si señor...

.

.

.

Una vez llegada la noche, el duque, ya estaba arreglado para la reunión. Portaba un traje gótico negro, de la época victoriana. Y su cabello plateado, le caía por el lado derecho de su ojo rojo.

Posteriormente, salió de la habitación y fue hacia el cuarto de Louis.

Louis, ya estaba sin camisa, por lo que su torso desnudo, estaba a la vista. Pero sobre todo, su aroma era la perdición del vampiro. Y cuando se dió cuenta, el muchacho que estaba siendo observado se ruborizó.

-Emm... -dijo el pequeño tímido.

El duque sonrió ante el gesto del pequeño pensado que era tierno. Pero al instante, se regaño así mismo.

¿Cómo alguien como él iba a sentir eso? No, no puede. Y sobre todo porque es un vampiro de raza pura, que está destinado a vivir en la soledad por toda la eternidad.

-¿Ya estás listo? -preguntó el duque para alejar esos pensamientos de su cabeza, pero por más que intentó no pudo alejarlos de su corazón.

-Si, ya... Ya estoy listo. -sonrió el pequeño Louis.

-Vámonos entonces.

"Maldición, hasta su sonrisa es..."

Tan jodidamente tierna.

Tanto a el duque, como a Louis, les esperaba una larga noche.

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