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El trabajo me persigue

Hola, no sé qué poner como nota inicial así que aufis:

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Durante ese tiempo la diversión con Shota había sido de lo mejor, veían películas, jugaban con recetas, salían de paseo y dormían juntos hasta la hora que quisieran, en resumidas cuentas, se estaban dando la gran vida.

- Hum... Shota -El profesor volteó a ver en dirección a su pareja, tenía la típica postura de jarra, poniéndose una mano en la cadera- Tenemos que ir a comprar, no queda mucho en el refrigerador.

- ¿Quieres ir ahora o después?

- Vayamos ahora, ya que es temprano también podríamos dar un paseo y comer afuera.

- Muy bien.

Después de vestirse fueron en dirección al pequeño pueblo en bicicleta, estaba algo cerca, no mucho, pero cerca, además, llegar era bastante fácil, solo había que subir una colina con un sendero de tierra, este tenía múltiples curvas con tal de facilitar el ascenso y no esforzarse tanto en una sola subida vertical.

Apenas llegar dejaron las bicicletas en casa del dueño de la renta, solía tener una parada allí para turistas que deseasen pasar por el pueblo, dicho lugar era pequeño, no habrían más doscientos cincuenta habitantes; dieron inicio a la labor de las compras, el olor a comida casera inundaba el aire, acompañado de la fría brisa otoñal, algunas personas los invitaban a pasar a sus locales o algunos se detenían interesados a ver a la peculiar gatita de pelaje rosa, aunque no se detuvieron mucho por ello, de momento estaban más concentrados en comprar verduras y carne para la comida, y aún tenían un saco de arroz considerablemente grande que apenas estaba empezado, solo eran dos personas y un gato.

- Oh pero que gatita más linda tienes ahí -Le comentó una señora mayor, mientras les empacaba unas batatas crudas, seguidas de unas asadas para dárselas a Aizawa- Pero... ¿Porqué es rosa?

- Oh bueno, es el shampoo de medicina que le pongo, su piel es un poco sensible y este shampoo aunque la ha dejado toda rosa, es el único producto que no le quema la piel.

- Entonces ella te importa mucho.

- Muchísimo -Sonrió antes de entregarle el dinero.

- Otra pregunta niña ¿En qué trabajan? -Preguntó la señora mientras contaba el cambio para dárselo.

- Soy veterinaria y mi novio es profesor -Dijo aquella palabra tan confiada, "novio", no era algo que Shota hubiese estado preparado para escuchar tan de golpe, pero no se iba a quejar.

- Que maravilla, muy buenos trabajos, disfruten sus batatas, es más toma otra, esta de regalo -Insistió la mujer mayor metiendo otra a la bolsa mientras le daba el cambio justo, sin importarle si su clienta estaba de acuerdo, aunque no le importaba recibir algo de comida gratis.

- Muchísimas gracias, será un placer comerlas -Se despidió la veterinaria con una sonrisa y un par de reverencias educadas, llevándose a un estático Shota del brazo- Que señora más amable, me ha caído bien ¿Y a tí Shota?

- Sí... Muy alegre.

La mujer se rió un poco de él, al ver su reacción, simplemente sacó la comida de la bolsa para que pudieran comer una, las batatas asadas al carbón eran de lo mejor que se podía comer en la temporada, dulces, suaves y humeantes, el complemento perfecto para seguir con su travesía de hacer las compras.

Aprovecharon aquel día para gastar el tiempo de ese paseo tanto como les fuera posible, se divirtieron un poco viendo tiendas de regalos o yendo con una modista que insistió en venderles un par de yukatas además de unos kimonos, cosa que la mujer no pudo resistirse, su cuenta tenía los ceros suficientes para pagarse lo que quisiera, además de que no eran tan costosos, incluso diría que para la buena calidad de estos, estaban bastante baratos.

A la hora de comer se sentaron en un pequeño restaurante de yakisoba, pidiendo platos sencillos y un poco de té helado para acompañarlo, pero, las palabras se corren bastante rápido en las comunidades pequeñas. Mientras esperaban algunos lugareños susurraban entre sí al pasar, era un poco incómodo, pero no hicieron caso al respecto, solo se fijaron en que finalmente les llegó su orden, un par de porciones generosas de yakisoba con verduras frescas, té frío y vasos con hielo, aunque, sin olvidar unos cuantos trozos de pollo en caldo para la gatita rosada, la cual disfrutaba de su comida en el suelo junto a la mesa.

Agradecieron la comida y disfrutaron de sus platos, comentando una que otra cosa al respecto pero no demasiado, simplemente disfrutaban de lo que habían pedido.

Aunque al terminar, el anciano que los atendió los sorprendió con un par de tazas de sopa de frijol rojo como postre.

- Disculpe señor pero... No pedimos esto -Comentó la veterinaria con un tono suave y respetuoso, a lo que el anciano hizo un gesto restándole importancia.

- Eso no importa nada, beban un poco que la casa invita.

Antes de poder decir algo más, el anciano se fué, a lo que Aizawa simplemente se encogió de hombros tomando su taza- Ya nos la dió, sería grosero no tomarla.

- Razón no te falta... Bueno, a comer otra vez -Probó un poco de aquella sopa dulce, a lo que su rostro se ruborizó ligeramente ante la sensación de calor que esta le causó- Está deliciosa, es la mejor que he probado.

- Es bastante buena, me recuerda un poco a la sopa de frijol de mi abuela materna.

No tardaron en beberse el resto, (t/n) se veía realmente encantada con su sabor, el anciano no tardó en volver, viendo la cara contenta de la mujer.

- ¿La disfrutaron? -Preguntó tranquilamente mientras recogía los platos.

- Señor es la mejor sopa de frijol rojo que he probado ¿La hizo usted?

- Oh no, yo no, mi esposa, aunque seguro estará feliz de oír lo que has dicho, está muy orgullosa de su receta -El anciano rió- Enseguida les traigo la cuenta.

Como era de esperarse, salió barato, inclusive no les había cobrado el postre, tal y como había dicho, un regalo, aunque claramente (t/n) no se resistió a comprar más, la anciana le entregó una olla pequeña, diciéndole que ya al día siguiente enviaría a su hijo a buscarla y que no se preocupara por algo tan simple, a lo que un poco apenada, agradeció con amabilidad, aunque ella y Aizawa habían visto el truco de venta detrás de aquello pero simplemente no le tomaron importancia, el hombre y su mujer habían sido buenos vendedores.

Finalizado su cometido, volvieron a la casa, teniendo especial cuidado en no tirar la olla, la cual había sido asegurada por la anciana al entregarla, sabiendo que les vendría una bajada que podría tirar la sopa.

Al volver, un poco más pesados debido a estar algo cansados y haber comido, simplemente dejaron las compras sobre la mesa y se recostaron en la sala a ver televisión, dejando sus abrigos a un lado. No tardaron mucho en dormirse, aunque seguro se despertarían muy temprano.

Demasiado temprano.

Unos golpes en la puerta despertaron a la mujer, miró su teléfono mientras se levantaba a abrir la puerta.

03:45 a.m.

Algo confundida por el sueño, se encontró un hombre de entre cincuenta y sesenta años algo alterado.

- Jovencita por favor, venga es una emergencia, me dijeron que usted iba a poder ayudar, es mi burra está dando a luz y sufre mucho.

Ante la noticia, el sueño se le espantó de inmediato, normalmente los partos animales no eran fáciles pero podría ser de alto riesgo.

- Vamos enseguida.

- Venga, traje mi auto.

Tomó la primera chaqueta que alcanzó mientras se ponía los zapatos como pantuflas y salía corriendo junto con el hombre hacia su auto, este condujo a toda velocidad, llegando un poco más allá de aquel pueblito, yendo hacia una pequeña granja, dónde las luces estaban encendidas y había una mujer de más o menos la misma edad que el hombre, dos chicos de diferentes edades y un par de gemelas.

La guiaron hasta la burra en cuestión, y lo que vió, aunque no la sorprendió, si le preocupó.

- Necesito agua tibia, toallas medianas o pañuelos de cocina, guantes, jabón, un pañuelo para la cara y si hay un estetoscopio tráiganlo porque esto se va a poner desastroso -Indicó mientras dejaba el abrigo a un lado y procedía a acomodarse el cabello y arremangarse el suéter.

- ¡Sí señora! -Los hijos no tardaron en asistirla y la mujer le buscaba un banco, mientras el hombre intentaba calmar a la burra.

- ¿Puede hacer algo sin equipo?

- Siempre existe el método tradicional -Se adentró en el espacio del animal, demostrando cuidado de no querer agobiarla- Tranquila linda... Tranquila soy amigable... No te preocupes.

Con aquella especie de magia animal que la caracterizaba en su trabajo, se acercó con paciencia, permitiendo que la burra pese a su estado, no se viera alterada por su presencia, casi entendiendo que ella venía a brindarle ayuda, lentamente la olfateó y no demostró signos de alteración o agresividad.

- Muy bien... -Los hijos volvieron corriendo, trayendo todo lo que había pedido.

- Es viejo pero cumple su propósito -Dijo una de las hijas, entregándole un estetoscopio un poco oxidado.

- Si cumple, es perfecto.

Revisó con cuidado a la futura madre, escuchando el interior de su vientre, además de sus rebuznos de dolor ante las contracciones.

- Me buscaron justo a tiempo, está a punto.

Se puso el pañuelo, se lavó las manos antes y después de ponerse los guantes, preparó los pañuelos y estuvo lista para asistir el parto.

Fueron unas cuantas horas, entre evitar que la burra la pateara, pese a que la había calmado antes, la pobre reaccionaba al dolor,  y también ayudar a la cría a salir, se había hecho un tiempo largo, limpiaba sus patas y jalaba al bebé tratando de no herir a ninguno en el proceso, la familia miraba con preocupación, inclusive uno de los hijos no pudo aguantar la situación y salió corriendo a vomitar.

- Vamos... Vamos... Ya casi, ya casi.

Hizo un esfuerzo más en jalar, cosa que sacó rápidamente al bebé junto con la placenta, ante el movimiento (t/n) casi se cayó y la burra se movió, la mujer inmediatamente comenzó a limpiar al pollino esperando que este respondiera, no veía signos de respiración o algún movimiento menor, utilizó el estetoscopio y tampoco encontró pulso, preocupada le destapó las vías respiratorias tanto como pudo, y empezó a frotarle el pecho dando también compresiones de diez en diez, mientras le soplaba en el hocico, poniendo su cabeza en una mejor posición para que respirase, pero la cría seguía sin responder.

- No hagas esto... No ahora, acabas de llegar... Tu madre no se rindió por tí, y yo tampoco lo haré -Frotaba su pecho con más vigor y empezaba a soplar un poco más fuerte, mientras la familia miraba con impotencia.

- Doctora... ¿No será que...? -La madre no alcanzó a terminar, pues el llanto le quebró la voz.

- Puede ser, pero no conmigo, no lo voy a permitir... Nunca se me ha ido un paciente y esta no será mi primera vez.

Estaba sudando, y lo único que podían hacer era secarle el sudor y seguir observando, estaban angustiados y hasta empezando a perder la fé, todos excepto (t/n), ella aún tenía esperanza, no estudió seis años de veterinaria para darse por vencida, si algo aprendió de la vida, fué a no rendirse.

Ve más allá, Plus Ultra.

- Señorita por favor... No creo que... No creo que se pueda... -Empezó un hijo, tratando de acercarse.

- ¡Siempre se puede! -Asustándolo un poco, frotó el pecho de la cría con más vigor, mientras que la burra observaba expectante, inclusive... Un poco triste.

En un último esfuerzo, cansada y con los pulmones quemando, tomó un montón de aire y sopló con todas sus fuerzas, una y otra vez, hasta que finalmente, en la que vendría siendo el final de su octava exhalación, lograron escuchar un ruido que la hizo soltar al pollino, finalmente, ahora claramente vivo, el pequeño emitió su primer rebuzno, dando buenas señales de vida, la familia suspiró con alivio, he inclusive lloraron un poco, especialmente la veterinaria, quien se dejó caer sobre el heno en el suelo, observando como finalmente la madre se acercaba a olfatear y lamer a su hijo, lo había logrado una vez más, la madre dió a luz a salvo y el pollino estaba vivo.

- Estará bien, los que se recuperan de esto... Suelen ser muy fuertes -Respondió notablemente cansada, levantándose para sacarse los guantes repletos de sangre y líquido amniótico.

- Gracias Doctora gracias -La madre de familia la abrazó, se notaba que le importaba mucho- Gracias por salvarlo.

- Me alegra que esté a salvo -Dejó salir un suspiro, devolviéndole el abrazo.

Apenas la madre la soltó, el padre apretó su mano con fuerza y la agitó mientras reverenciaba agradecido- Gracias... Muchas gracias, no sabe cuánto significa para mí que lo lograra, es nuestra heroína.

La cosa no terminó ahí, al corroborar los últimos detalles del buen estado de la madre y la cría, la hicieron pasar a la casa, la sentaron con ellos y hablaron un buen rato, le mostraron fotos he inclusive le explicaron sobre la gran importancia familiar de aquellos animales, resultó ser que el linaje de su familia estaba relacionado al de aquellos burros, pues el tatara, tatara abuelo de la familia, había sido salvado de morir gracias a uno de esos animales, este había sido su primer burro y aparentemente el animal lo quería tanto, que durante un accidente talando árboles, los rebuznos tan altos he insistentes del animal, lograron atraer gente que lo rescató, y después de aquello, en la familia siempre llegó a suceder algo en lo que dichos animales los habían ayudado significativamente por no decir que los habían rescatado. Después de aquella introspección en el árbol genealógico del padre, la comida estuvo lista y le sirvieron un muy abundante desayuno, sopa de miso, tamagoyaki, filete de pescado, arroz recién preparado, mucho té, galletas, fruta y verduras frescas.

- Por favor come, come mucho, te has esforzado tanto que debes estar hambrienta -Insistió la madre, sirviéndole una taza llena de arroz.

- Mu-muchas gracias... No negaré que tengo hambre.

- ¡Entonces sírvase mucho Doctora, recupere la fuerza!

No le hizo falta servirse nada, más bien ellos le ponían todo, ella pese a la vergüenza, disfrutó de la comida con gusto, no iba a negar que todo estaba muy bueno.

De alguna forma logró comerlo todo, dejando apenas un sorbo diminuto de sopa, granos de arroz fácilmente contables, y migajas de galletas, inclusive después de comer, la invitaron a quedarse a rezar por sus familiares con ellos, y por invitación se traduce a que básicamente la arrastraron a la sala.

Por otro lado, en la casa que habían rentado, Shota finalmente se despertaba, bostezó cansado, sintiendo un peso caliente en su pecho, al voltear la mirada se encontró con Sakura cómodamente dormida, lo que él claramente encontró como un despertar fantástico, aunque a medida que recobraba la consciencia, caía en cuenta de que (t/n) no estaba, observaba alrededor, sin molestar a Sakura por supuesto, esperando alguna señal de su... Novia, pero no había ninguna, inclusive entre observaciones también se percató de que sus zapatos estaban movidos y que su abrigo no estaba.

En conclusión, (t/n) no pudo simplemente decir que no a una emergencia y salió corriendo tirando sus zapatos y llevándose su abrigo, pero no la culpaba, por algo era una e-mer-gen-cia.

Acarició a la gata rosada, la cual ronroneó de gusto y se estiró sacando sus garras, pero sin lastimarlo, aunque herido o no, no le hubiera importado, primero, era una gata, segundo, estaba medio dormida, tercero, era toda suave y tierna, y cuarto... Lo mismo que lo primero, no podía culpar a un gato.

Sakura no tardó en levantarse y sacudirse algunos pétalos que acababa de generar de entre su pelaje, dejándolos en el suelo, Shota un poco entumecido por la postura que tomó para dormir, se tronó la espalda y el cuello, vió el reloj en la pared, era hora del desayuno.

- Supongo que solo seremos tú y yo por ahora ¿Quieres lata o croquetas? -Preguntó viendo como la felina se restregaba afectuosamente en una de sus piernas- Lata entonces.

La gata maulló de gusto, yendo al sillón a acurrucarse sobre el abrigo de su dueña.

- Eres una maestra de la manipulación.

Preparó su desayuno con calma, algo de arroz de microondas con un huevo crudo y salsa de soya, además de un filete de pescado y café, dejó su comida sobre la mesa de la sala y le sirvió a Sakura una lata de alimento húmedo que (t/n) le daba de vez en cuando, puso algo para ver en la tele y disfrutó de la comida con su felina acompañante, sin evitar pensar un poco en cuánto tardaría (t/n) en volver, había dormido tan profundo que no supo de la hora en la salió de la casa.

Se hizo la una y media y (t/n) aún no volvía, se estaba empezando a preocupar, quizás si esperaba otro poco... No estaba cien por ciento seguro, algo no le convencía del todo. Miró a la gata, que aunque disfrutaba de la ropa de su dueña, llenándola de pétalos y pelo, movía su cola en un gesto de impaciencia.

- Deberíamos salir... -Dijo mirando a la gata, la cual pareció entenderlo y maulló en respuesta- Voy a ponerme...

La puerta se abrió dejando pasar a (t/n) algo despeinada y con el abrigo de Shota, cargando una caja grande- Hola, volví de mi servicio rural.

- ¿Qué sucedió? Ya iba a salir a buscarte -Le retiró el abrigo con una mano y tomó la caja con la otra, se le hizo un poco pesada.

- Me vinieron a buscar en la madrugada -Bostezó cansada por la falta de sueño- Fuí a atender un parto y que bueno porque nació muerto pero no se iba a quedar así en mi guardia, lo reviví -Dijo lo último un tanto orgullosa, otro nacimiento exitoso.

- ¿Hasta tan tarde?

- Bueno, claro que no es todo -Atrapó a su gata en un abrazo, la bola de pelo rosa había saltado sobre ella, restregando su cabeza contra su cuello mientras la veterinaria la acariciaba con cariño- Me tuvieron ahí como hasta las diez y después de eso... Santa paciencia de Buda, estuve entre perros, gatos, patos y gallinas por la más mínima razón, pero por fin volví -Dejó a la gata en el suelo después de darle un beso en la cabeza, para girar el torso y tronarse la espalda- Aunque al menos, fueron detalles que les harán la vida más cómoda -Finalizada su explicación, se dejó caer en el sofá, completamente derrotada, para que justo después, Sakura volviera a subirse en ella.

Shota dejó la caja en la mesa y se dejó caer junto a ella en el sofá- Aún de vacaciones trabajas -Mencionó mientras le hacía cariño a la esponjosa gatita.

- Sí... Pero escucha esto, me llamaron "heroína" ¿Qué tal?

- Bueno, ser héroe es más que una profesión -La rodeó con su brazo, recostando su cabeza entre su hombro y pecho- Consideramos héroes a los que salvan lo que es importante para nosotros, fuiste una valiosa estudiante de la U.A, claro que serías una heroína, no importa que no tengas traje o un nombre popular.

Rió ligeramente, sintiéndose halagada por sus palabras- Me encanta hablar contigo Shota.

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84 años después, volví a actualizar, soy un desastre y solo quiero que me lleve un camión.

Creo que un poco de acción con (t/n) veterinaria hacía falta, ya luego podremos verla también como bióloga.

¡Bye~ bye~!

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