Comienza la primera semana
Aquí les dejo su aufi, para que combine con la imagen de Aizawa.
Lean agusto.
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Era el primer día desde que llegó, y lo único que había estado haciendo era dormir, comer y recostarse en la sala bajo el kotatsu a ver televisión, sentía que apenas se podía mover del dolor que la golpeó de repente al despertar, tal parece que por fin descansar del estrés diario le estaba pasando factura. Por su parte, Sakura dormía con la panza arriba, disfrutando tanto del lugar como su dueña, no le había costado nada acomodarse, siempre y cuando (t/n) esparciera su olor por la casa, no le importaría estar en un lugar extraño.
Estaban pasando una de sus películas preferidas, y además una de las pocas que había visto en su vida, El Castillo Ambulante.
Al momento en el que Sophie limpiaba la casa, tocaron la puerta, inmediatamente puso la película en pausa y aún en contra de las exigencias de su cuerpo, se levantó tan pronto como pudo para ir a atender la puerta, asegurándose de no estar hecha un desastre. Al abrir la puerta se encontró a la anciana, y Aizawa con sus maletas detrás de ella, he hizo una reverencia disimulando su dolor de... Bueno, todo al mismo tiempo.
- Buen día señorita (t/a) recuerdo bien que firmó el contrato para dos personas y una mascota, imagino que es él la otra persona de la que hablaba.
- Sí señora -La mujer de avanzada edad abrió paso al profesor, que dejó sus maletas en la entrada.
- Supondría que es tu esposo pero no te ví ningún anillo y sus apellidos son diferentes -La anciana rió, y diferencia de la inquilina, ella sí tenía uno puesto, de oro con un pequeño zafiro- Disfruten su tiempo y no destruyan la casa.
- ¡A-adiós, ya nos veremos! -Hicieron una reverencia de despedida en lo que ella se iba, y una vez estuvo lo suficientemente lejos, cerraron la puerta- Las señoras mayores son muy analíticas...
- ¿Y no me vas a recibir? -De un segundo a otro, el pelinegro la acorraló contra la puerta, viendo como su rostro se sonrojaba.
- Yo... Hola... -Dejando escapar una pequeña risa malvada, le dió un pequeño beso, antes de levantarla como si nada- Pero Shota estás cariñoso hoy.
- Lo estoy porque me siento muy cansado de tanto estrés y haber viajado, así que quiero pasar el rato contigo.
Y tal y como estaba ella antes, la llevó frente a la tele y se acomodaron bajo el kotatsu entre cojines y un agradable calor, retomando la película para disfrutarla, a Shota no le hacía falta ser un experto para saber que a su pareja le costaba moverse, se notaba tensa y cuando trataba de acomodarse era como mover a una muñeca de articulaciones limitadas. No solo se trataba de su propio cansancio, sino que (t/n) también estaba agotada, y no quería que se forzara a mantenerlo cómodo encontrándose mal por si misma.
A medida que pasaba el tiempo y la producción avanzaba, más se presentaban los bostezos y los párpados pesados, pero a la vez, no querían tomar una siesta antes de terminar la película... Al menos (t/n), quien apenas el filme terminó, cayó rendida en brazos de Aizawa, a lo que este simplemente la acomodó y se levantó a revisar qué podría haber para comer, pero solo se encontró un poco de arroz, fideos instantáneos y una lista plastificada que llamó su atención, tenía algunos números telefónicos y señalaba que vendían comida a domicilio por la zona.
¿Y cómo podría ser eso posible? Fácil.
Las casas de los ancianos y la renta de bicis eran relativamente cerca a un pequeño pueblo que quedaba colinas arriba, y había que pasar por allí para llegar al bosque, por lo que los ancianos dejaban los números de los locales de aquel pueblo a disposición de los huéspedes, y sinceramente no tenía ganas de ir a hacer las compras, por lo que recurrió a estos números he hizo un pedido a domicilio, tras estimarle el tiempo de llegada afirmó y colgó asegurándole a la persona al otro lado de la línea que pagaría en efectivo.
Se recostó junto a la veterinaria, quién se veía realmente cómoda en su lugar, abrazándola con cuidado, acarició su cabeza ¿Cómo era el que siquiera habían considerado tener una relación sin decirse nada? Difícil de explicar, (t/n) era mucho de lo que le gustaba en una persona, pero tenía sus diferencias con él, además de que le sorprendía la idea de lo bien que había aprendido a manejar sus emociones y el como progresivamente mejoraba las secuelas de los sucesos traumáticos en su vida, por sí, pese a la terapia, ella aún padecía ciertas secuelas, pero normalmente podía manejarlo.
Y aunque él no era la excepción a sucesos traumáticos en la vida, era casi una obligación como héroe el tragarse los sentimientos y seguir adelante, pero ella no, era alguien sin familia consanguínea, porque la que solía tener la desechó como a un papel usado para sacarle tinta a un bolígrafo, y aún así estaba seguro de que antes de eso no la consideraban como tal, según palabras de la propia mujer en sus brazos, ella se había integrado a otra por medio de una chica completamente diferente a ella, con los que sentimentalmente contaba como sus padres, y una gatita que amaba más que a su propia vida. Muchos la considerarían "lamentable" por ello, pero él personalmente veía una gran fuerza de voluntad, que pese haberse quebrado una vez, con tan solo una pequeña presencia, fué capaz de reconstruirse poco a poco para seguir y cumplir sus sueños, cosa que incluso los héroes más fuertes y experimentados tendrían difícil, por lo que a su parecer, más bien la convertía en alguien digna de ser reconocida por ello, no solo demostraba ser una persona apasionada, sino también una profesional de corazón noble, y grandes ambiciones.
Aún no lo diría pero estaba seguro de que la amaba, y mucho.
Se tomó su tiempo para apreciarla, estaba seguro de que... Se llevaría muy bien con Oboro, ambos adoraban a los gatos, y seguramente sus personalidades combinaban, y algo dentro de si mismo le decía que él habría estado haciendo bromas sobre como una mujer tan guapa se hubiese emparejado con él, para luego reírse y decir que estaba feliz por ambos.
Sin duda serían muy buenos amigos...
- Shota -Y abrió los ojos aún algo dormida- ¿Sucede algo?
- No nada, solo pedí un domicilio -Desvió la atención de la mujer, a lo que esta arrugó la nariz sin creerle.
- Te creeré que hayas pedido comida, pero, no que no pasara nada -Se abrazó más a él, sintiendo el calor que emanaba- Pero está bien si no lo quieres decir.
Simplemente la abrazó en silencio, estaba sobreentendido que no le había contado hacerca de Shirakumo, pero ese ya era un tema muy personal como para sacarlo tan pronto... Aunque al tan poco tiempo de conocerse ella ya le había contado lo que sería algo tan personal en su vida como lo vendría siendo su intento de suicidio, su depresión y ansiedad. Y no queriendo pensar más en ello, la abrazó un poco más fuerte, hundiendo su rostro en su cabello y pasando una de sus piernas sobre ella, reforzando su agarre encima suya.
- ¿Tanto te hice falta que ahora soy tu prisionera?
- Sí, y no te voy a soltar a menos que sea una obligación.
Rió ligeramente y disfrutó de su abrazo, aunque habían tenido múltiples citas y cuando se veían disfrutaban del afecto, no era algo frecuente, y la verdad, los abrazos de Aizawa le devolvían toda la energía que había perdido, y para qué negarlo, Shota se sentía de la misma manera, sentía un cariño y orgullo innegable por sus estudiantes, pero oh Dios, esos chicos también lo tenían tan cansado que los abrazos de (t/n) eran algo revitalizante, y en esas cortas vacaciones, estaba seguro de que volvería sintiéndose como nuevo.
Habrían seguido de esa forma de no ser por los ligeros golpes en la puerta, aunque no quiso se levantó y fué a recibir el pedido, pagando por la comida para volver con la mujer de (c/o), quien se acomodaba y aplaudía ligeramente, a la par que cierta gata rosa se acercaba ante el delicioso olor del pollo frito recién preparado.
Ver como aquella adorable bola de pelo tocaba a su dueña con su pata a modo de pedido le sacaba una muy pequeña sonrisa divertida, mientras que la mujer moría de ternura, para posteriormente compartirle un poco de la tan ansiada comida que la gatita devoraba con total satisfacción, expresándolo con suaves maullidos y ronroneos.
- La tienes muy consentida.
- Cuando se trata de Sakura, cualquier precio es accesible, cualquier comida que ella también pueda comer se puede compartir, siempre hay tiempo para jugar y un lugar cómodo para una buena siesta, he incluso no te lo he contado pero una vez quisieron llevársela y casi me lanzo a puñaladas para evitarlo.
- Me interesaría escuchar esa historia, no pensaba que fueses así.
- Cuando algo involucra a mi gata me desconozco totalmente, y no solo yo, mi mejor amiga también -Bebió un poco de refresco para terminar de bajar la comida y hacer memoria- A ver, esto pasó cuando...
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Cuando recién compró el apartamento, nadie le había avisado sobre un vecino en particular, este vecino se encontraba en la puerta de abajo a la izquierda de su apartamento, casi nunca salía, a duras penas sacaba la basura los fines de semana, además de que no miraba ni le hablaba a nadie...
O al menos a nadie que no tuviera gatos.
Apenas empezó a presentarse a los vecinos estos solo le dijeron que nunca dejara a Sakura sola, pero nada más, algo extrañada por la situación, apenas tocar su puerta este abrió bruscamente sorprendiéndola, pareció mirarla por un par de segundos antes de fijar su vista en una pequeña Sakura de seis meses montada en sus hombros, la gatita sostuvo su mirada ante el inquietante hombre que parecía fascinado con ella.
- Oh... Buen día señorita -Inmediatamente se convirtió en el extraño más simpático del mundo, generando desconfianza inmediata en ella- ¿Cómo se llama? Nunca la había visto por aquí.
- Soy la nueva inquilina del piso de arriba, venía a presentarme y... -Extendió la pequeña bolsa, identificada como obsequio de mudanza- Quería entregarle mi hikkoshi, perdone si mi mudanza provocó alguna molestia -Y tan cortés como pudo hizo una ligera reverencia antes de dar media vuelta, dispuesta a retirarse.
- ¡Espere por favor! -Fué detenida en el acto, tenía que inventar algo pronto- Su... Quiero decir ¿Puedo ofrecerle un poco de té? Por su obsequio.
- Aunque me encantaría aceptar su propuesta, tengo mucho trabajo por hacer, tal vez otro día, cuando tenga más tiempo -Volvió a hacer una reverencia de disculpa, disimulando sus nervios- Una disculpa y espero pueda darle uso a los regalos.
Y tan pronto como pudo disimular, se fué, nunca le daría su número de apartamento y se esforzaría lo más posible en no cruzarse con él en ningún momento.
Aunque ese sujeto parecía forzar sus encuentros con la veterinaria, preguntándole constantemente por su disponibilidad, con la razón de "tomar una taza de té y charlar con sus mascotas" a lo que siempre encontraba alguna excusa para escaparse de dicha situación, de alguna forma tenía que salir de ese aprieto, no quería, realmente no quería exponer su seguridad y mucho menos la de su gatita solo por un sujeto raro he insistente, después de todo, tenía una percepción aguda cuando se trataba de peligro, y aquí su instinto le decía que se alejase de él, además de que la única advertencia sobre este hombre también era una bandera roja enorme, y aunque debía evitarlo, era difícil puesto que no podía costear una nueva mudanza tan pronto, pues claro, no tenía dinero, lo había gastado prácticamente todo y lo que quedaba estaba más que racionado.
Iban a ser tiempos económicamente difíciles, de por sí ya lo estaba pasando emocionalmente mal, y estaba intentando dar una buena cara ante su situación, apenas estaba empezando la terapia y todo lo que tenía en el departamento era un futón, un cojín grande y algunas pertenencias de valor sentimental aparte de lo esencial, como su ropa y cosas de higiene personal. Su foto con All Might, un álbum de fotos con la familia de Mumu, sus certificados y títulos, y algo de comida instantánea además de comida de gato.
La noche en cuestión se dió cuando por una emergencia en medio de la noche, cerca de la 1:45 y 2am, tuvo que salir a toda prisa, dejando a su gatita en casa para que siguiera durmiendo agusto, sin contar que cierto acosador de felinos se percató de su apresurada salida, por lo que, aprovechándose de aquella salida, se pondría manos a la obra para obtener a esa tan rara y preciosa gatita de aquel llamativo color rosa, no era un tinte, estaba más que seguro que su coloración era totalmente natural y algo más debía tener, que la hacía tan especial.
Por su parte (t/n) yendo a todo lo que podía con una bici reparada múltiples veces, logró llegar a la casa en dónde los dueños de su paciente y Mumu la recibieron, un gran danés de edad un tanto avanzada y pesando alrededor de 70kg con dolor y miedo, recién se había recuperado de una herida de alto riesgo, pero ahora, tan solo queriendo ir a beber un poco de agua en plena noche terminó lastimando su pata casi arrancándose una garra por accidente.
Con un cubre cama en el suelo, croquetas anestesiadas y equipo quirúrgico de mano previamente esterilizado, lograron lidiar con su herida, detuvieron el sangrado, lo limpiaron, curaron y le dejaron algunos medicamentos para prevenir infecciones, además de indicaciones para su cuidado y cita para ir a su casa a verlo en los próximos días.
Ya más tranquila y cansada de nuevo, podría decirse que un poco más que antes, se subió en su bici dispuesta a volver a casa, pero apenas apoyó un pie, el pedal viejo y oxidado, se rompió por completo y la cadena se salió de lugar, menos mal Mumu estaba esperando a que se alejara, por lo que le ayudó a dejar su ya destrozado medio de transporte cerca de la basura, inclusive apenas apoyarla contra la pared, el manubrio terminó rompiéndose, cosa que les hizo preguntarse el cómo pudo resistir su último viaje si literalmente se estaba cayendo a pedazos, sin mucho que decir agradecieron su asistencia, despidiéndose de aquel objeto con su merecido sentimiento, después de todo, había llevado a (t/n) a cualquier lugar que necesitó más de una vez, aunque tuvo que ser reparada varias veces, hizo lo mejor que pudo para transportarla, a lo que sin más que decir, se fué con en auto con Mumu.
Pero apenas llegar, notaron algo sospechoso.
Desde abajo podían notar que la puerta estaba abierta y la luz encendida, por lo que con cautela fueron en dirección al lugar, Mumu llamó a la estación de policía por una denuncia por allanamiento de morada y lo que podría ser un robo, y una vez recibió la confirmación siguió a su amiga al interior del apartamento, y al acercarse se percataron del ruido que provenía del interior, eran maldiciones y un intento de... Llamar a un gato. Las pocas cosas que tenía estaban intactas, más bien puestas a un lado, pero había rasguños en el suelo y pétalos rosas regados por el lugar, sabiendo lo que pasaba se quitaron los zapatos pero en lugar de dejarlos en la puerta, los sujetaron con fuerza y tomaron algún utensilio de cocina, más específicamente un par de sartenes, y no les hizo falta subir, cuando se escuchó un fuerte maullido, más similar a un grito, antes de que la gatita color rosa se lanzara al piso de abajo hecha una nube de pétalos, cayendo encima de su dueña, enterrando sus garras con tal de no soltarla, para que pocos segundos después, el extraño vecino antes mencionado, apareciese todo sudoroso y rasguñado, pero apenas ver la presencia de ambas mujeres, palideció a tal punto que parecía un cadáver, empezando a tartamudear.
- ¡Que te perdone Buda porque yo no! -Y con una precisión increíble, la veterinaria lanzó su primer zapato para atinarle el tiro entre ceja y ceja, haciéndole la cabeza hacia atrás.
- ¡Meterse con ella es meterse conmigo también! -Y Mumu ni lenta ni perezosa igualmente lanzó su primer zapato, golpeándolo justo en la nariz- ¡Ven acá cobarde!
- Pudo ser... ¡Pudo ser por las buenas, pero no lo quisiste mujer ignorante! -Casi a tropiezos fué escaleras abajo a manera de amenaza- ¡Esa gata debería ser mía!
- ¡Sakura-chan no es una propiedad! -Mumu dió el primer sartenazo, haciéndolo caer sentado.
- Puedo decir que es mi mascota... ¡Pero también es mi amiga! -Apenas él se levantó, ella le dió el segundo golpe- Y la policía viene en camino.
- ¡No, no, no! - Se levantó pese a las marcas rojizas, la suciedad y su nariz sangrante, se lanzó contra la mujer vaca, haciéndola tirar su sartén y por poco caer al suelo- ¡Debe ser mía!
- ¡Suéltala! -La (c/p) fué a darle un segundo golpe, pero como si fuesen polos iguales de dos imanes, la sartén voló de sus manos.
- Kosei, Magnetokinesis, la cosa es que solo sirve con objetos medianamente pesados... Un Kosei tan estúpido para alguien como yo resultó ser tan útil.
Y antes de cualquier respuesta, la gata más que acelerada, saltó de la seguridad de la mujer (c/o) a la cara de su perseguidor hecha una bola de pétalos rosas, para que al atacarlo rasguñando agresivamente fuese como ver brotar montones de flores, antes de que este como reflejo intentase sujetarla para que lo soltara, pero no gracias a si mismo, la gata terminó por soltarlo de un salto he ir esconderse afuera.
- Si así lo quieres -Antes de que pudiese reaccionar, entre ambas mujeres le soltaron un puñetazo doble en el estómago, sacándole el aire.
Afortunadamente, las sirenas de policía se aproximaban cada vez más, haciendo que el hombre se sintiera en pánico, sacó rápidamente un objeto extraño de su bolsillo, queriendo lanzarse contra la veterinaria, pero casi como un reflejo Mumu lo empujó lo suficientemente fuerte como para que retrocediera, aunque fuese un par de pasos nada más, la mujer que vendría siendo su objetivo respondió sin vacilaciones, sacó el bisturí de su bolsillo trasero, removiendo un pequeño protector, aquella herramienta era lo suficientemente nueva como para cortar la piel como si fuese mantequilla.
Mumu se apartó y la conflictiva situación terminó convirtiéndose en un enfrentamiento digno de los barrios bajos, dónde un duelo a cuchillos era cosa de todos los días.
- ¿Estás dispuesto a meterte en una pelea contra alguien que aprendió durante años a dónde saber apuñalar?
- ¡Bruja! -Alzó la mano dispuesto a herirla, y antes de que pudiese hacerle algo, Mumu le sujetó el brazo por la espalda, logrando que soltara su arma, mientras que (t/n) posicionaba aquella herramienta quirúrgica hacia su cuello.
- Yo que tú... No me movería, y será mejor que te entregues.
Al final de dicho problema, efectivamente lo arrestaron, ambas mujeres declararon en su contra, y al registrar el apartamento de aquel hombre encontraron múltiples sorpresas de lo más desagradables, fotos de hombres, mujeres y hasta niños cuyo único punto en común, era que tenían gatos, y como no, entre veinte y treinta gatos se encontraban en el departamento, muchos de ellos inclusive se habían reportado como desaparecidos en internet y refugios de mascotas, otros serían callejeros y varias gatas habían tenido crías, cajas de arena sucias, comida regada por todo el suelo y los pobres animales dormían amontonados en una habitación pequeña, mientras que las madres en la habitación de aquel extraño.
Fué llevado por las autoridades y lanzándose inmediatamente al trabajo, la clínica de ambas mujeres se puso manos a la obra, brindaron atención gratuita a aquellos pobres felinos, quienes fueron reportados cómo encontrados y llevados a sus hogares, otros por los cuales no se respondió fueron reubicados en hogares responsables o llevados a refugios en los cuales podrían vivir tranquilamente.
No era el final, puesto que sabían que el desgraciado tarde o temprano saldría de aquel encierro.
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El hombre frente a ella ligeramente desubicado por aquella anécdota alzó una ceja, mientras aprovechaba de beber un poco- Es una historia extraña... Pero como héroe, uno puede encontrarse con cualquier cosa ¿Qué pasó después?
- Lo soltaron tras pagar la multa, es algo así como el marginado de una familia con dinero, no son ricos, pero tienen el suficiente como para salir de uno que otro problema.
Aizawa rodó los ojos un tanto fastidiado, era el tipo de injusticias que ocurrían en todas partes- Lo entiendo, y por eso ya no la dejas sola.
- Nunca más, por eso en mis espacios de trabajo o cuando viajo, le tengo una cama y así puede dormir donde sea y cuando quiera.
- Y pensar que hay quienes creen que los héroes son los únicos que pasan por momentos como ese.
- Por eso no hablo de la vida ajena como si lo supiera todo, nunca sé lo que podría estar pasando ahí.
Chocaron sus bebidas en señal de acuerdo, disfrutando su comida, empezarían por solo eso, ya luego darían paso a lo demás.
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84 años de bloqueo creativo más tarde, aquí estoy otra vez.
Wupsis.
Bueno... No hay mucho más que decir que, una disculpa, que pena con ustedes, todo iba tan bien PAS ladrillazo mental.
Espero hayan tenido feliz navidad, feliz año nuevo y feliz día de reyes (si es que lo celebran claro).
Y feliz cumpleaños si los cumplieron.
Se me cuidan, azotes en la kola.
¡Bye~ bye~!
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