Capítulo 85
Había perdido la cuenta de cuántas veces se sintió al borde de la muerte, momentos en los que retaba al ser divino que se encargaba de las vidas del universo, siempre queriendo que terminara con su miseria por no ser lo suficientemente valiente como para terminarla por si mismo. Anheló que existiera un inframundo en el cual escabullirse sin importar el precio a pagar por entrar ahí.
Cuán tonto había sido al creer que esas precarias situaciones habían sido el nivel más bajo que pudiera tocar. Nunca imaginó que existiera un dolor tan fuerte como aquel que estaba sintiendo desde el momento aquel, en el que sufrió su peor desgracia.
Ahora sabía que en la vida había que morir varias veces, cada vez peor que la anterior para después renacer. Se había sumido en muchas crisis atemorizantes, cancelando una época, una fase para inaugurar otra. Ahora, ya no sabía con certeza lo que le deparaba aquello llamado destino, no obstante no quería seguir llorando e impidiéndole a su esposo ir por el camino que ya había decidido. Quería ser de mayor utilidad, hacer algo más por su Esir, se lo debía.
Cuando las personas están tristes, no hacen nada, se limitan a llorar así como lo había estado haciendo él todos estos días. Pero, cuando la tristeza se convierte en la indignación que estaba acarreando su alma, son capaces de hacer cambiar las cosas.
Taehyung sabía que tanto él como su esposo estaban pasando por el peor de los momentos. Aún así podía notar en su rostro abatido que cargaba con ese dolor junto a otros más. Él solía siempre encerrarse en su propia cueva de sufrimientos olvidándose del hombre con el que compartía su vida.Una actitud egoísta que a la fecha no había sabido radicar del todo.
— Estoy aquí parado, siempre a tu lado. — Susurró abrazando a su esposo por la cintura, quien se encontraba de espalda perdido en sus pensamientos, mirando al cielo. — Sé que no quieres contarme lo que te está atormentando, todo eso que tienes atorado en tu pecho porque sabes de mi lastimado corazón, buscar protegerme. Sin embargo, en él todavía queda amor y fuerza suficiente para afrontar lo que venga a tu lado. Me lastima verte así y saberme ajeno al dolor que ocultas.
Intentó sonreír sin voltearse pero no lo consiguió, sus comisuras no se alzaron y sus ojos dejaban correr lágrimas que había luchado por no derramar. Acarició las manos que lo abrazaban y permaneció así durante varios minutos. El terrestre intentó girar su cuerpo pero reacio a darle más carga a su alma gemela. Kook permaneció en su sitio.
— No ahora, no quiero que me veas así. Tienes suficiente tristeza en tu pecho como para tener que lidiar con la mía también. Ve adentro Tae, yo iré en unos minutos.
— ¿Se trara de tu conversación con Namjoon? No pretendía hacerlo pero pude ver todo lo que pasó en ese lugar, sentí tu dolor y pesadumbre, llegaba hasta a mí. Ya sé todo Kook, sé que él nos traicionó y que según sus plagaras fue por Seokjin.
El lunasio se volteó lentamente en busca del consuelo que solamente aquellos orbes le podían ofrecer.
— Entiendo como te sientes, se trata de tu único amigo, nuestro hijo y nuestra familia. Te comprendo y te apoyo. Aunque una mínima parte de mí logra ponerse por un segundo en su lugar, te entiendo. Agradezco que haya salvado la vida de mi amigo pero, este dolor que tengo no me permite disculparlo o perdonarlo. No sé si pueda verlo sin lanzarme a golpearlo de la misma forma en que lo hiciste, incluso peor. No obstante, muy a mi pesar, sé que tampoco es un mal hombre. Tienes derecho a sentirte confundido. — Apoyó la frente a su pecho un instante. — Respondiendo a la pregunta que ha estado rondando tu mente. No. No te odio por no poder terminar con su vida, no estoy decepcionado de ti como esposo o padre de familia. Eso me demuestra el gran corazón que tiene el luniano del que me enamoré.
— Yo no debería dejar vivir a nadie, a ninguno de los que estuvieron involucrados en este evento que ha detonado nuestro sufrimiento. Esto que ocurrió nos quitó... Se llevó a nuestro frijolito. — Su voz se quebró al llegar a esas últimas palabras. Su frijolito, su hijo...
Todavía quedaba en él un ápice de esperanza, era casi improbable. Quizás era un idiota por aferrarse a esa posibilidad. Correría solo el riesgo porque sabía que si no funcionaba, su esposo su Gariani sufriría doblemente.
— Dru Kim Namjoon será la excepción, el único que gozará de tu benevolencia. Todos los demás, no correrán con la misma suerte. Tú y yo los acabaremos, juntos. Por Esir, por nuestro bebé.
Ninguno se percató del momento en el que sus lágrimas volvieron a descender cual, cascada silenciosa. No escuchaban o sentían nada más allá que sus respiraciones entrecortadas y los latidos de sus corazones mientras sus cuerpos se fundían en un insondable abrazo.
El castaño puso una corta distancia entre ellos y, tomando su mano, caminó hasta la habitación que solían compartir. llevaban tres semanas en las que no compartían un espacio juntos durante mucho tiempo. Los dos tenían un cargo de conciencia demasiado fuerte como para mirar al otro. Uno cargaba con el peso de su desobediencia porque fue aquel lugar incluso cuando le dijeron de mil maneras que se mantuviera alejado. El otro, pues por no saber defenderlo como se debía.
Era duro para ambos mirarse a los ojos a pesar de que en el fondo sabían que ellos no eran culpables. Los causantes de sus tragedias eran los miserables hedios y Hades, que estaban empeñados en hacer sus vidas lamentables.
— ¿Cuándo marchas? — Musitó con su cabeza recostada al hombro del luniano, contemplando sus dedos entrelazados mientras estaban sentados al borde de la cama. — Me gustaría ir contigo, estaría más seguro.
— Ya hablamos de eso y sabes perfectamente que no lo permitiré- Tú aún no puedes pelear como se debe y estás convaleciente tanto física como mentalmente. Viajaré solo. Eso está fuera de discusión. — Tae asintió sin rechistar, después de todo lo ocurrido, no quería volver a desobedecerlo. — Creo que deberías dormir ya, descansar. Me quedaré a tu lado hasta que duermas, una vez que lo hagas, marcharé.
En su pijama, el terrestre recorrió la cama con lentitud hasta quedar en su habitual lado, cubierto con su sábana y palmeando sobre el colchón para que su esposo fuera a su encuentro.
— Ven aquí. — Una petición común pero la mirada del castaño era un mapa en el que el príncipe muy rara vez se perdía.
— No debemos hacerlo, no estamos en condiciones para esto. Ambos estamos aún en duelo, sin cabeza para esta clase de cosas. — Se arrastró hacia atrás para acariciar la cabellera de su desilusionada pareja. No es que quisiera tener sexo en sí, era más que eso, necesitaba el consuelo de su cuerpo, su energía, su esencia. — No podemos hacer desaparecer la pena d perder a...
Fue interrumpido por su compañero, quien se lanzó a su boca para besarlo con comedimiento, limitándose a rozar sus labios sin intentar ir más allá. Kook cerró sus ojos y la imagen de aquella mañana donde se despidieron felices, donde se dieron su último beso familiar y en pareja, sin saber lo que se avecinaba, llegó a su cabeza haciéndolo sollozar. En realidad, los dos compartieron el mismo feliz recuerdo que se convirtió en uno triste y nostálgico.
— Sé que no todo se puede arreglar de esta manera, no es lo que busco o intento. No podría olvidarme de mi hijo ni siquiera en un milenio. — Hipó al contener su llanto. — No sé cuando nos volveremos a ver Eidon. El tiempo en Luna Dorada es relativo y quiero que nuestro "hasta pronto" sea dado de esta manera. — Sus manos se posaron en las ajenas para luego llevarlas hasta su propia cintura. — Quiero que volvamos hacer el amor.
— Tus órganos...
— Si eres gentil, como bien sabes hacerlo, si me amas con delicadeza, si hacemos el amor — lo besó — no creo que haya problema alguno.
Se sentía como un irresponsable dejándose envolver por esa bruma de amor, deseo y necesidad intensa que el roce de sus cuerpos despertó. Su resistencia no tuvo una larga duración y antes de que cualquiera de los dos pudiera procesarlo con detenimiento, se embargaron en ese momento envueltos en lágrimas, desbordando sentimientos.
No se desesperaron, no hubieron movimientos bruscos, poses extravagantes o un sexo pasional y lujurioso como el que muchas veces solían tener. Se amaron con parsimonia, vehemencia, de dejaron llevar por un popurrí de sentimientos que florecían con cada caricia, beso, con cada tímida palabra que era pronunciada.
Sus gemidos salían como la más triste melodía entonada, llegado al punto, no sabían si gemían por placer o tristeza, un llanto que se enmascaraba con ese momento para salir victorioso sin ser visto. Sus lágrimas y pocas palabras dichas, casi nulas, decían todo lo que sus corazones acallaban.
De forma extraña, como hacía mucho tiempo no ocurría, siendo más exactos desde Sokcho, sus marcas brillaron con una intensidad nunca antes contemplada por ambos. Estaban ambos en ese momento cumbre y quien tenía la mayor variedad de genéticas en su cuerpo, comenzó a sufrir cambios que nunca más había vuelto a experimentar. Sus ojos constantemente cambiaban de un color de forma centelleante. Su cabellera larga de igual forma comenzó a emitir una gran luz de variadas tonalidades. En sus labios predominaba el color azul mientras que el resto de su cuerpo era adornado por marcadas venas púrpuras. Todo fue tan lento pero a la vez tan intenso que ambos perdieron el conocimiento.
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Fue el luniano el primero en despertar, contemplando en silencio el maravilloso rostro de su esposo. Con una caricias y un beso que el terrestre no sintió sobre su frente, se despidió. Lo arropó con cuidado, escribió una nota y con una sonrisa triste, salió de la recamara.
El Jungkook que salió por aquella puerta no era más aquel que siempre mostraba, era el caballero dorado de su reino que no solía tener temores ni misericordia. Caminó a paso firme hasta el elevador, dio la orden y volvió a salir de este en la última planta de su casa, esa a la que normalmente nadie tenía acceso.
Su mente no estaba en blanco, tenía claro sus objetivos, lo primero, sería reforzarse en el palacio, ver a su padre, comprobar que todo estaba marchando bien. Armarse con un grupo de hombres era su siguiente paso, ellos serían el señuelo que entretendrían a los hedios mientras él liberaba al mafa de Taehyung. Kore no solamente era el tesoro más preciado de Hedas, era la pieza lave para que, en caso de que él o algo fallara, pudieran derrotar a a ese ser despreciable que había buscado su muerte durante tantos años.
Tomó algunas armas del armamento que allí se encontraba guardado, ubicó las coordenadas más aproximadas de Luna Dorada para su viaje. Podía transportarse de diferentes maneras pero aquella, no revelaba su traslado y evitaría que se preparara, para cuando ellos sintieran su energía, ya él iba a estar dentro del palacio, incluso pudiera que camino a rescatar a su suegro.
Cambió su vestimenta por un traje que le permitiera pelear con mayor soltura y agilidad, volvió a colocar todo en su lugar y caminó hasta lo que simulaban ser tres telescopios que en realidad, con la numeración correcta, abría una puerta hacia su reino por la que solamente el regente actual y heredero podían cruzar. La misma puerta por la que semanas antes su fada había cruzado.
— Eidon... — La voz a su espalda lo hizo voltearse sorprendido. No se esperaba encontrarse con su mafa en un estado tan deplorable. Jimin lo miró con temor, podía ver en él esa mirada triste y llena de dolor que le vio el día en el que perdió a s hijo, mezclada con una aún más aterradora que cuando creyó que él era un enviado de Hedas. — ¿T-Te vas?
— Tengo que hacerlo, ma.
— L-Lo entiendo, no pienso detenerte pero no podía dejarte marchar sin despedirte, sin darte la bendición. — Se acercó cautelosamente con miedo de tocar alguna de las armas que estaban en su cuerpo ya que muchas podrían explotar si la huella que la tomaba no era reconocida. — No tengo muchas palabras para decirte en un momento como este. Quiero que te cuides, que te protejas y pienses en todos nosotros, en tu esposo que te espera y en mí. Para mí tú eres y siempre serás mi bebé. No importa la edad o los hijos que tengas, las cosas que hagas o dejes de hacer. Eres lo más importante y si te pierdo yo...
— Ma, no llore. — Su voz aunque algo seca volvió a ser calmada durante algunos segundos. Unió sus frentes y lo besó con cariño en cada mejilla. — Te amo ma, prometo que aunque me tome una vida, regresaré a ustedes, vivo. No me van a perder, no dejaré que me pierdan a mí también. Es un juramento.
Se abrazaron durante algunos minutos hasta que con la mirada el menor avisó que debía marcharse. A Jimin le costó abrir sus brazos para dejarlo ir. Desde el día en que su bebé recién nacido apretó con su pequeño puño, por primera vez su dedo, desde ese día, lo atrapó para siempre. Él era su mejor obra, su mejor regalo, el fruto del amor con Yoongi. Por eso, entendía perfectamente por lo que estaba pasando, si a él le hubieran hecho algo, hubiera despertado el lado más macabro de su personalidad para arrasar con su mundo. Quería hacerlo también por su nieto pero, bajo la promesa que le hizo, decidió mantener la calma y ser el balance que la joven pareja necesitaba.
— Por tu bebé, por ustedes, lucha, se fuerte y regresa sano. Te amo hijo. — Se estremeció al sentir con la fuerza que era abrazado. Sonrió con lágrimas y palmeó su espalda.
— Te amo, ma.
Musitó aquellas palabras y antes de que sus piernas flaquearan, se perdió en aquel campo luminoso con aspecto de túnel que lo llevaría al mundo donde nació. Al lugar al que hacía poco más de un año no regresaba. Se fue maldiciendo por tenerse que ir, ahora, lo hacía por tener que volver de esa manera.
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Extraño, como un extraterrestre en su propio mundo, así se sentía al pisar aquel mundo. El olor en el ambiente, su palacio, su oscuro y artificial cielo, todo era tan apagado, justo como recordaba aunque en una parte de su cerebro, aquello tenía un poco más de vida. No sabía si era Luna Dorada o él, lo que había cambiado. Se fue sin un propósito o convicción personal que fuera más allá de su reino, ahora, había conocido a su mafa y el resto de su familia, había encontrado su alma gemela e incluso se había vuelto padre. Porque sí, a pesar de lo sucedido con su hijo, él se consideraba el padre de un hermoso y único niño.
Respiró profundamente por los alrededores del palacio hasta llegar a una de sus puertas traseras. Como de costumbre, al identificarlo se desvaneció y pudo avanzar sin inconvenientes. Tenían tantos soldados y personal de apoyo allí trabajando que no entendía por qué todo se sentía aún más vacío que la última vez que estuvo allí. Podía sentir las miradas que le daban debido a la sorpresa de verlo allí pero nada esto pudo importarle menos. Aún más frío que en el pasado, caminó atravesando los grandes pasillos que parecían laberinto sin fin.
— Joven príncipe. — Una voz conocida lo hizo detenerse. — No puedo decir que no esperé verlo aparecer en cualquier momento. Lamento mucho lo sucedido con su familia.
— ¿Dónde está mi padre, Ceres? — Su ayo lo miró algo dolido por el tono frío y la amplia distancia que su pequeño príncipe ponía entre ellos, sin embargo lo entendía. Escondió la sonrisa que afloró en él por la felicidad de volver a verlo y se dispuso a guiarle el camino.
— Lo acompañaré.
— Conozco perfectamente este palacio. Limítate a responder lo que te pregunté, yo me encargaré de llegar ahí por mi cuenta. ¿Dónde está el rey?
— En el salón de generación. Lleva dos meses allí encerrado desde que...
— No te pedí esos detalles. Por personas como tú que van hablando demás es que suceden tantas cosas. Conoce tu lugar y limítate.
— Así lo haré, su alteza.
Por una milésima de segundo Jungkook se arrepintió de tratar a su ayo de esa forma pero con solo pensar en su hijo, la culpa se desvaneció. Pasó por delante de él dejándolo en aquel pasillo solo y tuvo que luchar consigo mismo para no correr hasta donde se encontraba su fada.
— ¡Padre¡ — Exclamó entrando en aquella gigantesca habitación de forma desesperada. Miró en cada rincón hasta que le divisó al final de esta. Por un instante pensó en Taehyung, si él se quejaba que su casa era grande e incluso el palacio de Satilles lo era, si veía el lugar donde creció era probable que perdiera el habla. Tal vez no, en esas circunstancias dudaba mucho que su esposo tuviera mente para cualquiera de esas cosas banales y sin importancia. — Padre...
Vio a Yoongi voltearse lentamente, estaba eliminando la distancia velozmente pero, cuando lo vio completamente girado hacia él, detuvo todo su caminar.
— No hagas mucho ruido y acércate tranquilamente. — Acató la orden del rey y se acercó hasta la inmensa incubadora de más de cinco metros cuadrados que allí se encontraba. El mayor apretó los hombros de su hijo y lo ayudó acercarse. — Quizás aún sea muy pronto para cantar victoria pero... Eidon, saluda a mi hermoso nieto. — Las muecas en su cara no dejaban ver con claridad si lloraba o sonreía, mas las lágrimas en el rostro del regente de Luna Dorada eran un hecho. — Bebé, aquí está tu fada, aunque no lo puedas ver.
— E-Esir...
Jungkook cayó de rodillas al ver como el cuerpo de su hijo volvía a ser uno. La última y única vez que lo sostuvo en sus brazos, su cuerpo estaba dividido en dos, no tenía vida alguna. La imagen que ahora contemplaba, desgarraba triplemente su corazón. Su cuerpo aún estaba regenerando tejidos artificiales pero era compacto, su pecho aunque de forma casi imperceptible, se movía demostrando la vida que allí se escondía. Lloró, lloró de felicidad, esperanzado porque aunque eso era algo muy poco probable y que sucedía por primera vez, su hijo había logrado superar aquella primera face. Era un luchador hermoso, al igual que sus progenitores.
Deseaba cargarlo en sus brazos, hacer fotos y enviárselas a Taehyung pero sabía que nada de eso se podía hacer, no se podía precipitar y empeorar las cosas.
— Tu suegro llegó casi destrozado con él aquí, logramos estabilizarlos a ambos después de casi un mes en el que regresamos a Hoseok a Tellus y nos centramos en este diminuto, valiente y hermoso ser. — Se agachó para levantar a su hijo. — Componte hijo, sé por lo que estás pasando y la felicidad de ver a tu hijo convida. Sin embargo, no tenemos tiempo que perder. Ha sido my difícil mantenerlo sin la energía de ustedes, creamos una artificial siguiendo los patrones de tu genética pero no ha funcionado del todo. Deberás descansar con él durante unos días y después...
— Terminar lo que vine hacer aquí.
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Me debatí mucho en si debía sacar o no este capítulo con todo lo que está pasando. Lo hago con la esperanza de que pronto todo se solucione y que ya sea Wattpad o la chica que plagió mi historia sin autorización la quiten de la plataforma.
No estoy del todo conforme con el resultado pero esto fue lo que salió.
Un saludo a todos
LORED
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