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Capítulo 8

    Ernesto regresó al valle del Café la mañana siguiente para contarle a Emma y a los demás la verdad sobre Julieta, estaba tan asombrado por lo que había descubierto que necesitaba contarlo, se dirigió a la mansión Bettancourt y en la entrada se encontró con Emma, quien se disponía a contarle la verdad a su padre.

—Emma, mi baronesita –dijo abrazándola –te extrañé

—También yo, ni siquiera han pasado 24 horas

—Porque dos personas que se aman no pueden estar separadas, ¿qué pasó, cuando llegaron?

—Ayer en la noche, fuimos a la Hacienda Oro Verde, dormimos ahí

—¿La trajeron?

—Sí, justo iba a contarle a mi padre, ¿qué averiguaste?

Flashback on

Debido a la noticia, le dieron a Ernesto la dirección de Victoria de Sao Paulo, una pensión y como Emma recordó los días que pasaron juntos antes de casarse

—¿Victoria San Magno? Sí la recuerdo, llegó hace cuatro años pero desapareció hace tres y no volví a saber de ella –dijo el administrador –dejó todo en su cuarto

—¿Sus cosas siguen ahí?

—No, debimos limpiarlo para rentarlo, pero las guardamos por si volvía

—¿Puedo verlas?

—Disculpe, ¿usted es un familiar?

—Voy a ser sincero, la madrastra de mi mujer sufrió un accidente y murió pero aparentemente la confundieron con otra mujer y necesito ver si es ella o no, es de vida o muerte, la felicidad de muchas personas depende de ello, por favor

El administrador aceptó y llevó a Ernesto a una bodega, donde guardaba los objetos perdidos, buscó en unos cajones y sacó una caja que entregó a Ernesto, el italiano la abrió y quedó sorprendido, había una foto de Victoria encima, si no supiera diría que era Julieta joven

Flashback off

—¿Cómo puede haber dos personas tan parecidas? –dijo Emma viendo la foto –hasta el mechón tiene

—Todo se trató de un terrible malentendido, la noche del accidente confundieron a doña Julieta con Victoria San Magno

—Eso significa que la persona que está enterrada en la tumba del Valle

—Es la verdadera Victoria San Magno

—No lo puedo creer, ¿cómo pudieron equivocarse?

—No lo hicieron a propósito Emma fue un error

—Un error que ha costado la luz de los ojos de mi papá, lágrimas derramadas por él, Camilo y por todos nosotros Ernesto

—Sí, ha tenido un precio muy alto ese error

—Ay me siento tan culpable

—¿Por qué?

—Cuando la arreglamos para el entierro debimos ver que no era ella, notar un rasgo

—Emma no te culpes, son casi idénticas no podíamos darnos cuenta, seguramente tu padre tampoco si hubiera aceptado operarse

—No sé cómo le voy a decir, ¿si me culpa?

—No Emma, él va a entender y estará muy contento, ve a contarle que su reina volvió

—Deséame suerte

Camilo decidió darle la bienvenida a su madre con una bandeja del desayuno, bajó a la cocina y ahí preparó el café como a su madre le gustaba, algunos bizcochos y subió al cuarto de Julieta quien en ese momento estaba intentando dibujar, mientras Melissa dormía tranquila junto a ella

—Buenos días mamá

—Buenos días –mamá, esa palabra era nueva para ella de otra boca que no fuera la de Melissa

—Traje tu desayuno, imagino que tienes hambre –dijo acercándose –creo que va a gustarte

—Gracias, nunca había recibido el desayuno en la cama

—En realidad sí, Aurelio te llevaba el desayuno todos los días a su cuarto, no me preguntes qué hacían –sonrió

—No es necesario, ya puedo imaginarlo –suspiró mientras veía la bandeja -¿qué es esto?

—Unos bizcochos, pudines y café, tal como te gusta

—¿Café?

—Sí, amas el café, no te llaman la Reina del Café por nada –sugirió divertido –pruébalo

—Es que, no he probado café desde que desperté -¿y si ya no me gusta?

—No dejaremos de quererte por eso mamá –dijo tomando su mano –estoy ansioso por conocer esta nueva faceta de pintora y las demás que tengas

—Hice un buen trabajo siendo tu madre, eres un gran muchacho –sonrió al tiempo que pasaba su mano por el rostro de Camilo

—Aprendí de la mejor mamá, ahora prueba

Julieta tomó la taza de café y probó un sorbo, fue un poco amargo al principio pero luego le gustó, fue como si volviera a probar algo que no degustaba en mucho tiempo y de hecho así era

—Es delicioso

—Más vale que te guste, ese café es de tu marca: Reina del Café

—Pues es delicioso, dijiste que tú también tienes una

—Sí, Tres Mosqueteros, es un café artesanal pero que puede producirse industrial ahora la administro yo, pero al principio lo hacíamos Ernesto, Januario, el Barón y yo

—¿Quiénes son ellos?

—Ernesto es el alcalde y esposo de Emma, Januario es un pintor, amigo de la familia, vive en Europa con Ludmila, otra amiga de la familia y el Barón es el padre de Aurelio, murió hace 8 años

—Lamento escucharlo

—Fue un golpe duro para todos, en especial porque acabábamos de celebrar mi boda con Jane y la tuya con Aurelio

—¿Nos casamos juntos?

—Sí y fue idea tuya

—¿Mía? –preguntó sorprendida

—Sí, salimos a cabalgar y me lo propusiste fue una hermosa boda

—¿Yo cabalgo?

—Sí, y muy bien, tienes un caballo negro, llamado Soberano

—Hay tanto que no sé –dijo frustrada –ni siquiera recuerdo cuando naciste

—Eso no importa, con que sepas que todos te extrañamos basta. Cuando te sientas lista te llevaré a conocer a Charles, Afranio y Catarina, tus nietos

—¿Tengo nietos?

—Sí, Charles es mi hijo, Afranio y Catarina son de Emma y Ernesto

—¿Ellos me quieren?

—Por supuesto y han estado tristes sin ti y por ver a Aurelio tan deprimido y a mí

Julieta no sabía qué decir ante las palabras de Camilo, solo lo abrazó fuerte y le dijo:

—Gracias por tanto cariño, estoy segura de que con su ayuda recordaré, quiero verlos a todos

—Claro pero ahora, ¿podrías enseñarme a pintar? No soy muy bueno

—¿No te necesitan en el trabajo?

—Soy el dueño, puedo darme mis vacaciones y ahora mi trabajo es ser tu hijo, ¿acepta doña Julieta?

—Doña Julieta –repitió saboreando las palabras

—¿Qué pasa?

—Nada es solo que siento que ya me has dicho así antes

—Lo he hecho –dijo emocionado Camilo –parece que ya estás recordando

—No, solo es una impresión

—Es un comienzo y estoy seguro de que con el tiempo vendrán tus recuerdos a tu mente

—Eso espero Camilo porque créeme, es desesperante no poder recordar nada

Hacienda Bettancourt

—Hola papá –dijo Emma entrando al cuarto de su padre, él se encontraba sentado en la cama ya vestido, terminando de desayunar

—Emma, regresaste tan pronto

—Sí, era un viaje corto

—Me doy cuenta, ¿hay alguna casa de modas en Santa Catarina?

—Sí, pero no es de eso de lo que hablar, sino de algo mucho más importante

—Dime qué es

—¿Te acuerdas de que es día del accidente las pertenencias de doña Julieta desaparecieron?

—Sí, ¿cómo podría olvidarlo? Quería guardarlas para recordarla, espera, ¿las encontraron?

—Encontramos mucho más que eso

—¿Qué?

—Papá, primero que nada no es una broma y nunca me burlaría de ti

—Emma por Dios habla de una vez

—Papá, doña Julieta está viva

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