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Capítulo 6

—¿Qué dices?

—Sí, él no es producto de tu imaginación, él es tu esposo Aurelio, él te dio ese anillo el día de su casamiento

—No, eso no puede ser, él no puede ser mi esposo, buscaron a mis familiares y mi único pariente era mi madre que murió hace seis años, fui a su tumba, en Sao Paulo en cuanto estuve mejor, me están confundiendo con otra persona

—Jamás podríamos confundirla –dijo Elisabetta –reconoceríamos a la Reina del Café en cualquier parte

—¿La Reina del Café? ¿Habla de mí?

—Sí –dijo Elisabetta – tú te llamas Julieta Sampaio Cavalcante, eres conocida en todo Brasil como la Reina del Café, una gran empresaria, has creado un imperio tú sola, eres una mujer admirable

—Mira si no crees en nuestras palabras, mira esta foto –dijo Emma dándole una foto donde aparecían Julieta y Aurelio el día de su casamiento –ahora mira el retrato que pintaste, es el mismo hombre no te estamos mintiendo

Julieta observó la foto en la que aparecía con el hombre del retrato que ahora sabía, se llamaba Aurelio, tenía una linda sonrisa y un brillo en sus ojos como si fuera el día más feliz de su vida, y volvió a ver el retrato, en verdad lo pintó muy bien, luego se vio a sí misma, llevaba un vestido rojo, parecido al que tenía el día del accidente, el cabello recogido y un ramo de rosas rojas, se veía tan feliz como él; sin embargo, sentía como si viera a otra persona.

—Hace tres años sufriste un accidente con mi padre, desde entonces habíamos pensado que estabas muerta, hasta ayer cuando Elisabetta y Darcy te encontraron y fueron a buscarme –dijo Emma

—Me imagino que esto es muy confuso, hace unos minutos no tenía pasado y ahora se entera de esto –dijo Elisabetta –pero es cierto doña Julieta, la prueba está en sus manos

—¿Por eso actuaron así ayer? –preguntó viendo la foto

—Sí, buscábamos a Victoria San Magno para un libro que estoy escribiendo pero nunca esperábamos encontrarla a usted, fue una impresión muy grande

—Yo tampoco podía creerlo –dijo Darcy –estaba en shock

—No lo entiendo, ¿por qué me llamaban Victoria en Sao Paulo?

—Nosotros tampoco tenemos idea, nos entregaron el cuerpo, pero ya mi marido Ernesto está averiguando lo que ocurrió, ay no tienes idea de cuánto la hemos extrañado sobre todo mi papá y Camilo tu hijo, él –dijo Emma señalando a Camilo

—¿Tú eres mi hijo?

—Sí, mamá, soy tu hijo –dijo acercándose –no sabes cómo te he extrañado

—Yo no recuerdo haber tenido un hijo

—Pues yo sí recuerdo que eres mi mamá –dijo mientras derramaba lágrimas –aunque quizás sí recuerdas hace poco dijiste que mi rostro te resultaba familiar

—Sí, puede ser, me alegra saber que soy madre de un muchacho tan guapo como tú

—Además el hecho de que hayas pintado a mi papá significa que tienes su recuerdo contigo, él ha estado muy triste por tu ausencia se ha limitado a imaginarte en su mente, no solo a ti sino a todos

—¿Por qué?

—Él quedó ciego por el accidente, nos dijeron que era reversible, pero cuando le dijimos que estabas muerta no quiso curarse y quedarse así, limitar sus movimientos, depender de todos como un castigo ya que se siente culpable por ser el de la idea de su viaje

—Pero fue un accidente, ¿verdad?

—Sí, pero él insiste en culparse, él está sufriendo mucho y usted es la única que puede levantarle el ánimo

—Cada vez que miraba ese cuadro sentía que sufría por mí y que tenía una conexión con él –dijo Julieta sentándose mientras veía el cuadro –además he soñado con él

—Porque es cierto, él te necesita mucho, parece que muy dentro de ti el amor por mi padre sigue intacto

—Puede que ahora no lo recuerdes pero como Emma dijo, la hemos extrañado muchísimo y queremos que vuelva –dijo Elisabetta arrodillándose y tomando las manos de Julieta entre las suyas

—La noche antes de que Elisabetta y Darcy me dijeron yo dije que haría todo para que usted volviera y mi papá fuera feliz otra vez y aquí está viva frente a mí

—No, saben lo que ha sido estar todo este tiempo sola, en el instituto llegaban los familiares de los otros pacientes y nadie llegaba a verme, me sentía abandonada y sola, sin que nadie se preocupara por mí –dijo llorando –y saber que alguien me ha extrañado es muy reconfortante

—Si hubiéramos sabido que estabas viva, te habríamos buscado hasta encontrarte mamá –dijo Camilo sentándose a su lado y abrazándola fuerte

—Ahora la pregunta es si está dispuesta a venir con nosotros al Valle del Café y reencontrarse con su familia, obviamente tendremos que prepararlos porque se han hecho a la idea de que murió pero luego estarán felices, ¿qué dice doña Julieta?

—He esperado mucho este día, por supuesto que acepto, ¿cuándo partimos?

Sao Paulo

Ernesto se dirigió al hospital de Sao Paulo y pidió hablar con el doctor que les dio la noticia del fallecimiento de Julieta, por su posición de alcalde fue mucho más fácil.

—Buenos días doctor

—Buenos días señor alcalde, ¿puedo ayudarlo?

—Puede sí, ¿usted fue el médico que atendió a Julieta Bettancourt la noche del accidente?

—Sí, fui yo, lamentamos mucho su pérdida

—¿Recuerda lo que sucedió esa noche?

—Claro, estaba muy mal, tenía lesiones internas, un hematoma que le produjo daño cerebral grave, como dije aquella noche, esa fue la causa de muerte

—Sí, ¿qué puede decirme sobre Victoria San Magno?

—¿Victoria San Magno?

—¿Puede darme información sobre ella?

—No recuerdo haber tenido ninguna paciente con ese nombre

—¿Puede revisar si estuvo en este hospital? Es muy importante, le contaré la razón después

El doctor pidió el registro de ingresos de la noche del accidente, efectivamente una Victoria San Magno había ingresado esa fecha, como Julieta y Aurelio llegó al hospital, casi al mismo tiempo que ellos, su doctor fue Jorge Da Silva y Ernesto pidió hablar con él inmediatamente.

—Sí, Victoria San Magno, la recuerdo, quedó inválida y amnésica, lucía tan asustada, además estaba sola, nadie llegó a buscarla y por eso la trasladamos al instituto de Santa Catarina, además estaba embarazada

—Lo que me dijo Emma –pensó Ernesto -¿según los testigos cómo fue el accidente de Victoria?

—Ella iba conduciendo y un auto se adelantó y chocó

—¿Cómo iba vestida?

—Llevaba un vestido rojo, cabello suelto y un anillo

—¿Es ella? –dijo mostrándole una foto de Julieta

—Sí, Victoria San Magno

—¿Qué sucede señor ? –preguntó el médico de Julieta

—¿Recuerda que se perdieron las pertenencias de doña Julieta y nunca aparecieron?

—Sí, ¿por qué?

—No había ningún error doctor, el cuerpo le entregaron a los familiares era el de Victoria San Magno, la mujer que el doctor Jorge envió a Santa Catarina era Julieta Bettancourt

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