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Capítulo 25

—Julieta

Estaba en la sala de la mansión con el vestido de fiesta que usé en mi boda cuando se acercó un hombre en silla de ruedas, lo reconocí por la foto de la sala, era mi suegro, Afránio Cavalcante, el Barón de Oro Verde, me miraba con ojos tranquilos y una sonrisa amena

—Me alegra que al fin hayas descubierto tu verdadera identidad y vuelto con mi hijo, él estaba tan triste sin ti y yo también, quería aliviar su dolor, decirle que estabas bien y que fuera a buscarte, pero no podía, él te ama tanto

—Y yo he aprendido a amarlo en estos días, Barón ¿qué debo hacer? No he conseguido recordar mucho, quiero que Aurelio sea feliz pero para eso necesito recordar

—Calma querida, vas a recordar cuando menos lo esperes y será muy pronto

—¿Cuándo? –le dije mirándolo desesperado –deme una pista se lo imploro

—Al volver en el tiempo –dijo sonriendo

—¿Al volver en el tiempo?¿Qué quiere decir con eso?

—Las respuestas vendrán solas Julieta ten paciencia –dijo tomando mis manos entre las suyas

Desperté de ese sueño confundida al día siguiente, ¿qué habrá querido decir mi suegro con que debía volver en el tiempo para recordar? Lo dijo tan seguro como si supiera lo que va a pasar después, quizás era una pista, necesitaba hablar con Aurelio para que me ayudara, él era su padre talvez sabía lo que significaba, entonces me vestí, para ir a su cuarto; sin embargo, él no estaba ahí, sino Dolores quien acababa de acomodar la cama.

—Buenos días Dolores

—Buenos días doña Julieta, ¿necesita algo?

—No, es solo que vine a buscar a Aurelio

—El señor Aurelio salió desde temprano

—¿A dónde?

—No lo sé, no dio detalles pero iba decidido y dejó un recado para usted

—¿Cuál?

—Que la ama

—Gracias Dolores, significa mucho para mí

—Lo sé, ¿quiere que le lleve el desayuno a la cama?

—No, voy a desayunar en el comedor

—Como usted diga doña Julieta

Dejé a Dolores en el cuarto y bajé a desayunar, la casa tenía un aire distinto con las rosas, se veía hermoso, comenzaba a sentirme en casa en ese lugar, cuando llegué al comedor estaba Camilo

—Buenos días Camilo

—Buenos días mamá, ¿dormiste bien?

—Sí, lo hice, ¿y tú?

—También, siéntate, le pediré a Mercedes que traiga el desayuno

—¿Y dónde están todos? –dije mientras me sentaba

—Ernesto en la alcaldía, Emma en la tienda, Afránio, Catarina y Charles en la escuela y Jane fue a visitar a Elisabetta

—¿Y tú?

—Terminando de desayunar para ir a la empresa, pensé que nunca volvería a ver los floreros llenos de rosas rojas –dijo señalando el florero que había en el comedor

—Ustedes me dijeron que me gustaba hacerlo y quise intentar para ver si recordaba más y también porque la casa se veía un poco triste

—Tienes razón, hacían falta

—¿Siempre me han gustado las rosas?

—Desde que tengo uso de razón, cuando era niño y regresaba de la escuela casi siempre estabas podando las rosas, acomodándolas y cambiando el agua

—Camilo cuéntame, ¿cómo era como madre? ¿Éramos cercanos?

—Más o menos, cuando empecé a estudiar me enviaste a un internado y solo nos veíamos en vacaciones y fechas importantes

—¿No quería tenerte cerca?

—No es eso, es que en esa época estabas en proceso de crear el imperio del café y no podías encargarte de los negocios y de mí al mismo tiempo, pero cuando volvía te dedicabas a mí por completo, me transformaba en tu vida

—Era lo justo, aunque no veo necesario haberte enviado lejos de mí, muchas mujeres han criado a sus hijos solas y cerca mientras trabajan, ¿por qué no podía?

—Tú no eres como las otras madres, además pensabas en mi futuro, necesitabas trabajar para tornarte lo que eres ahora: la "Reina del Café"

—¿Era muy estricta? Dime la verdad no importa

—Sí y autoritaria querías imponer tu voluntad

—Lo sé, ya Aurelio me contó que traté de separarte de Jane y también sé lo de las luchas clandestinas, perdóname por haberte obligado a eso –dije sujetando sus manos

—No importa, es más, me hiciste un favor, me torné un hombre de verdad e independiente

—Pero fue injusto, como tu madre debí protegerte, comprenderte y principalmente respetar tu decisión, amabas a Jane y en lugar de ayudarte para que pudieras darle lo mejor, te di la espalda

—Deja de sentirte culpable mamá, eso es pasado y quedamos en vivir el presente y ser felices, pasara lo que pasara

—Jane me contó que tienes esa empresa de café, Tres Mosqueteros, ¿quieres hablarme de ella?

—Claro que sí, es un café artesanal pero con capacidad para ser producida industrialmente, al principio comenzó como un negocio pequeño pero con ayuda de Ernesto, Januario, el Barón y los productores del Valle, se expandió y ahora es un éxito, tiene muchas ganancias, si quieres te llevo

—No Camilo, aún no estoy lista para ser vista por tantas personas, sé que en algún momento tendré que hacerlo pero aún no

—Respetaré tu decisión mamá, todo será a tu tiempo

Mercedes llegó con el desayuno y Camilo y yo seguimos hablando un rato más hasta que debió irse a trabajar y yo recorrí la casa, buscando un indicio que me ayudara a volver en el tiempo, como dijo el Barón en el sueño, comencé por el estudio pero ahí solo estaban registros de contabilidad, libros de administración

—Debe haber algo que pueda ayudarme a reconectarme con mi pasado de una vez por todas

Salí del estudio y cuando me disponía a subir las escaleras la puerta se abrió y apareció él, con su traje y sus ojos que sin poder ver eran los más hermosos del mundo y Tiao, el chofer

—Aurelio, Tiao

—Buenos días doña Julieta

—Buenos días mi amor –dijo sonriendo -¿dormiste bien?

—Sí, muy bien gracias a Dios, ¿y tú?

—Bien gracias

—Qué bien –dije suspirando -¿dónde estabas?

—Fui a visitar al Coronel Brandao, el esposo de Mariana

—¿Estás bien? –dije al notarlo un poco triste

—Sí, solo estoy cansado, perdona que no te haya dado los buenos días

—Descuida, Dolores me dio tu recado, te estaba buscando

—¿Qué pasa mi amor?

—Es que debo contarte algo vamos a mi cuarto –dije guiándolo hasta las escaleras

—¿Qué ocurrió? –dijo cuando estuvimos en la habitación

—Soñé con tu padre, con el Barón

—¿Con mi padre?

—Sí, con el hombre del cuadro de la sala, tu padre

—¿Y qué sucedió en el sueño? –dijo cuando lo senté

—Estábamos en la sala y entonces llegó él, conversamos, le dije que quería recuperar la memoria para poder hacerte feliz y él dijo que recobraría la memoria al volver en el tiempo le pregunté qué quiso decir y me contestó que las respuestas vendrían solas

—¿Mi padre te dijo eso?

—Sí y no tengo idea de lo que quiso decir, ¿tú sí?

—No tengo idea mi amor, si supiera te lo diría, pero debemos confiar en sus palabras, mi padre era un hombre sabio

—Lo heredaste de él –dije poniendo mi mano sobre su cara –eres un hombre tan amoroso y gentil

—No, soy un hombre común Julieta, un padre, abuelo y marido dedicado que lo único que quiso desde que te conoció fue hacerte feliz

—¿Desde que entré en tu casa?

—Desde ese día y hasta ahora

No resistí y lo besé en los labios, como las otras veces Aurelio correspondió, era tan bueno estar en sus brazos, cuando estuve en Santa Catarina siempre tenía la sensación de que faltaba algo en mi vida y no me refiero a la falta de memoria, ahora sé que era, el amor de este hombre que tenía en frente, mi marido.

—Estás aprovechando de que estoy ciego para seguir robándome besos –dijo después de besarnos

—No tengo idea de lo que estás hablando –dije riéndome

—¿Ah no sabes?

—No Aurelio

—Pues yo sí

—¿En serio? Dime

—Estás loca por este hombre y él está loco por ti y que quiere recuperar todo este tiempo que hemos estado separados y seguir con la vida tan maravillosa que teníamos –dijo atrayéndome hacia él besándome otra vez

—Aurelio, ahora que lo mencionas, ¿no hay ningún álbum de fotos de nosotros de todos esos años?

—Sí lo hay, en la gaveta que está en la mesa de noche que está de este lado, es un folder con tapas rojas

Me arrodillé frente a la mesa y abrí la pequeña puerta, el cajón estaba casi vacío con excepción de una caja, un libro y el álbum, lo cogí y después me senté junto a Aurelio y abrí el álbum, encontré fotos de nuestra boda, parecidas a la que me había mostrado Emma en Santa Catarina y como en esa, los dos nos veíamos felices.

—¿De quién fue la idea de hacer este álbum? –pregunté

—De los dos, estábamos escogiendo las fotos que queríamos poner adentro y nos dimos cuenta de que sobraría mucho espacio y decidimos llenarlo de momentos importantes, el primero nuestra boda

—Parece que fue uno de los mejores días de mi vida, en todas las fotos estoy sonriendo e inspiran felicidad

—Porque fue un día muy feliz, de principio a fin

—¿Cómo fue la fiesta? Porque tuvimos fiesta después, ¿no?

—Claro que sí y fue hermosa, aquí en la mansión, un baile de máscaras

—¿Cómo cuando nos besamos por primera vez?

—Exactamente por eso lo hicimos y también para compensar lo ocurrido después del beso

—¿Qué pasó?

—Interrumpiste el baile y les pediste a todos que descubrieran sus rostros

—¿Y por qué?

—Para descubrir a Jane, supiste que estaba ahí después de que Camilo te dijo que habían terminado

—Preguntaría porqué lo hizo pero sé muy bien la razón, me alegra que haya decidido enfrentar a todo y todos para quedarse con ella

—Camilo heredó tu esencia mi amor, él es igual a ti en todos los sentidos –dijo poniendo su cara en mi cuello

—Puedo decir lo mismo de ti y de Emma, son muy parecidos –dije mientras pasaba la página para ver m ás fotos

—Gracias

—Aurelio, ¿dónde estamos en esta foto?

—¿Cuál?

—Estamos en una playa

—Fue en nuestra luna de miel, la misma a la que fuimos cuando sucedió el accidente que arruinó nuestras vidas

—Calma ya pasó, no quiero que estés triste, además estamos repasando nuestra vida y por lo que veo ha sido hermosa, en todas estamos abrazados y sonriendo –dije tocando con cariño las fotos de una vida que no recordaba

—Porque en cada momento quería tenerte cerca de mí como ahora y no soltarte nunca

—Yo tampoco quiero que me sueltes

—Nunca –dijo besando mi mejilla –en esta oportunidad no dejaré que te vayas

—No me iré a ningún lado, puedes estar seguro –dije mientras pasaba otra página me detuve al ver una foto que me impresionó mucho donde estaba cargando a un niño–qué linda foto

—¿Cuál es?

—Una en la que estoy con un bebé

—Debe ser Charles, cuando nació te tomaron muchas fotos cuando nació

—Era un bebé hermoso

—Lo heredó de su abuela

—Se parece a Camilo

—Y Camilo se parece a ti como te dije

Al ver esa foto, se formó una idea en mi cabeza que necesitaba compartirla con Aurelio, entonces después de suspirar le dije:

—Aurelio

—Dime mi amor

—¿Tú y yo no nunca pensamos en tener un hijo propio?

—Para serte sincero no

—¿Y no te gustaría?

—Pues ahora que lo dices, sí claro, ¿pero por qué me estás diciendo esto?

—No lo sé, es que me veo muy bien con mi nieto en mis brazos que se me ocurrió, son tonterías, disculpa

—No es una tontería, un mini Aurelio o una mini Julieta, sería lindo, un pedacito de los dos creciendo aquí –dijo tocando mi vientre

—¿No sería extraño? Después de todo no tenemos veinte

—Para el amor no hay edad y si tenemos esa bendición será muy bien recibido

Seguimos viendo el álbum, hasta que Aurelio dio señales de estar cansado me pidió que lo llevara a su cuarto pero yo le sugerí que se quedara ahí conmigo, mientras él dormía, no podía dejar de pensar en la conversación que tuvimos sobre tener un hijo, sería la coronación de mi regreso, pero aún no estaba segura de entregarme a él, quería estar completa y para eso necesitaba recuperar toda mi memoria, estaba desesperada.

Me levanté un momento para guardar el álbum dentro del cajón y luego tomé el libro que estaba ahí, para distraerme de esos pensamientos, lo abrí y quedé sorprendida con lo que decía en la primera página:

"Amor Surgido del Dolor" por Julieta Sampaio, dedicado a mi amor Aurelio un recordatorio del bien que me has hecho desde que apareciste en mi vida

¿Había escrito un libro para Aurelio? ¿Por qué no me dijo nada? Seguro no sabía, quizás se lo había ocultado, tenía curiosidad por lo que encontraría en ese libro, así que me levanté de la cama para no despertar a Aurelio y me senté en una de las sillas que había junto a la puerta y comencé a leer.

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