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Capítulo 23

—¿Estás seguro de que quieres hacerlo?

—Sí mi amor, Dolores, Emma y los demás me ayudan todo el tiempo

—Pero yo no tengo experiencia, en el instituto no había escaleras, además era una paciente

—Calma, vamos un paso a la vez y llegaremos al final

—Está bien, pero agárrate de la baranda y de mí

Después de desayunar, Aurelio y Julieta bajaron, lo hicieron con mucho cuidado porque no querían sufrir ningún accidente como tropezar y salir rodando por la escalera, con cada escalón el corazón de Julieta latía fuerte por el nerviosismo y sus manos sudaban, cuando llegaron al primer piso, pudo respirar

—¿Ves que no había nada que temer?

—Lo dices porque no eras tú el que tenía miedo de dejarte caer

—No lo harías mi amor, tengo toda la confianza en ti

—Y yo en ti –dijo besándolo

—¿Y qué tienes en mente? –preguntó Aurelio

—¿A qué te refieres?

—Dijiste que querías tratar de recordar más aquí en la mansión

—Sí, pero no sabría por dónde seguir además, no se me ocurre qué preguntar, siento que ya sé lo necesario, que eres mi marido, Camilo mi hijo

—Entonces cuéntame de ti, ¿qué hacías en Santa Catarina, además de la rehabilitación y pintar?

—Tratar de recordar mi vida Aurelio, pero en ese aspecto nadie podía ayudarme, decían que la memoria es un área todavía desconocida para ellos –dijo mientras caminaban a un asiento

—Me hubiera gustado perder la memoria

—No te lo recomiendo

—Hubiera sufrido menos, porque los recuerdos me estaban matando, aunque pasara encerrado en la casa sin ver, seguían clavados en mi mente y en mi corazón

—A veces, cuando no podía dormir en la pensión, me quedaba viendo el techo haciéndome la misma pregunta, cientos de veces, ¿quién soy? ¿Tendré otra familia además de mi madre?

—¿Tu madre mi amor? –preguntó Aurelio confundido

—Es que antes de que me llevaran a Santa Catarina y como pensaban que era Victoria, me dijeron que mi madre era mi último pariente y que había muerto hace 6 años, incluso me llevaron al cementerio, fue espantoso, sentía que ella era la persona indicada para sacarme de mis dudas y saber que ya no estaba... si yo me sentí así, ¿imaginas cómo se sentía Victoria? Estaba completamente sola en el mundo, sin nadie que la extrañara o se preocupara por ella

—¿Cómo se llamaba su madre?

—María Victoria, le heredó su nombre y su padre no hay ningún registro de él, lo pregunté

—¿Cuánto tiempo estuviste en el instituto?

—Un año y medio, me permitieron quedarme hasta que encontrara un lugar donde vivir, una de las enfermeras me recomendó la pensión, fui a verla, me gustó y estuve ahí todo este tiempo, era un sitio reducido pero cómodo

—Sé lo que es, cuando tuve que vivir en el hotel con mi padre, no se comparaba con la mansión pero era bueno, cuando se nos acabó el dinero nos mudamos a la casa del coronel Brandao, el esposo de Mariana, la hermana de Elisabetta, otro amigo que nos ayudó mucho en esa época, vivimos ahí hasta que fuimos a Sao Paulo y comenzó nuestra relación oficialmente, cuando regresamos vinimos a vivir aquí

—¿Por qué fuimos a Sao Paulo?

—Necesitabas hablar con Camilo, tratar de reconstruir su relación que había quedado frágil después de lo sucedido con Jane

—Y no lo culpo, que tu madre trate de separarte de la persona que amas, es injusto y no hay excusa, debí respetar su decisión

—Camilo ya te perdonó mi amor y Jane también –dijo abrazándola –su relación fue buena en los últimos años y más con la llegada de Charles

—¿Cómo fue su nacimiento?

—Otro día feliz, como cuando nacieron Catarina y Afranio, bueno, una madrugada, estábamos durmiendo cuando Camilo llegó apresurado a nuestro cuarto diciendo que Jane había comenzado el trabajo de parto, estaba muy nervioso, pero tú lo calmaste, fuimos al cuarto, entraste mientras nosotros nos quedamos afuera y tras dos horas de trabajo de parto, escuchamos un llanto y entonces saliste con una sonrisa y lágrimas en los ojos con un bebé en tus brazos.

Flashback on

—Aquí está tu hijo mi amor

Camilo se acercó lentamente y vio al bebé y no pudo asegurar las lágrimas

—Es tan bello mamá

—Sí y está muy sano, ¿quieres cargarlo?

—No lo sé, ¿y si no lo sostengo bien y se me cae?

—No se te va a caer, yo te ayudo

Con las instrucciones de Julieta, Camilo aseguró a su hijo, que dormía, una sonrisa se dibujó en su rostro al ver a su hijo

—¿Jane está bien?

—Muy bien, algo débil por el esfuerzo pero está bien

—Gracias a Dios

—Es hermoso Camilo, felicidades

—Gracias Aurelio y gracias a ti mamá, por ayudar a mi esposa a traer a mi hijo al mundo

—No tienes nada que agradecer mi cielo, ahora ve, entra con tu esposa y disfruten de esa bendición

Camilo no dijo nada y entró, Julieta no podía hablar de la emoción así que Aurelio la abrazó fuerte y ella lo retribuyó

—¿Estás feliz mi amor?

—Sí, mucho, acaba de presenciar el milagro de la vida, mi nieto

—Lo mereces mi amor, lo mereces

Flashback off

—Es hermoso lo que me cuentas, fui la partera de mi nieto, además de Reina del Café y pintora soy partera

—Eres una mujer de muchas facetas, madre, negociadora, esposa y jardinera, tenías la casa llena de rosas, las podabas

—Bueno, quisiera poner unas rosas dentro de la casa, me dijiste que tenía floreros por toda la hacienda y Catarina también lo mencionó cuando estábamos dibujando, si quisieras ayudarme

—Claro mi amor traigamos unas cuantas del jardín

—Sospecho que serán más de unas cuantas, hay muchos floreros vacíos –dijo viendo alrededor

—¿No los quitaron?

—Hay uno en cada mesa, vacíos, pero ahí están

—Pues ya es hora de que vuelvan a estar llenos, ¿vamos?

—Vamos

—Pero primero ve a buscar un paño en la cocina, por los espinos, algunos son muy filosos

—Pensé que tú cortabas las espinas

—Del rosal no, cuando están plantadas necesitan defenderse de los insectos, sino, se arruinaría y no habría rosas sin espinos en el desayuno

—Bien, quédate aquí y voy por uno en la cocina

Cuando Julieta volvió, ella y Aurelio fueron al jardín por las rosas, como la primera vez ella quedó extasiada por la belleza de ese rosal, ayudó a Aurelio a sentarse en el banco y fue seleccionando las rosas más lindas, teniendo cuidado con los espinos, cuando tuvieron los suficientes, volvieron a la mansión y las colocaron en cada uno de los floreros, comenzando desde la sala hasta el comedor

—Creí que nunca volverías a acomodar las rosas

—Bueno, ustedes dijeron que me gustaba poner rosas y quise hacerlo para ver si recuerdo más y también porque la casa se veía un poco triste

—Hacían falta

—¿Siempre me han gustado las rosas?

—Desde que te conozco, cuando venía estabas acomodando las rosas

—No me extraña, son hermosas, delicadas pero a la vez son capaces de defenderse

—Como tú, eres como esas rosas, fuerte pero a la vez frágil que merecía ser protegida y yo quería tener ese privilegio

—Por lo que me has dicho desde que llegué lo has hecho muy bien –poniendo sus manos en su cuello –no has dejado de darme amor, has tenido paciencia conmigo me has regalado momentos hermosos, primero en la caballeriza y ayer tuve el mejor picnic de mi vida, poco a poco has ido conquistando mi corazón que no me sorprende que me haya enamorado de ti la primera vez

Aurelio sonrió y pasó sus manos por la cintura de Julieta, entonces ella lo besó con amor, pasión y él correspondió a su beso, todo era como si el tiempo no hubiera pasado y ella nunca se hubiera ido y hubieran sido felices.

Mientras tanto en la sala, estaba Charles, Afranio y Catarina se habían ido con Emma a visitar a doña Nicoletta, Jane estaba ocupada y Camilo en el café tres mosqueteros, como todo niño necesitaba distraerse, entonces, vio el piano y se puso a tocarlo, lo que atrajo la atención de la pareja que se encontraba en el comedor, se acercaron lentamente y en silencio.

—¿Quién está tocando el piano? –preguntó Aurelio

—Charles, el hijo de Camilo y Jane, se ve muy concentrado

—Nunca imaginé que le gustara tocar

—Lo heredó de ti, cuando tenía 5 años quiso aprender

—¿Yo sé tocar piano?

—Sí, es más, le prometiste enseñarle pero no pudiste porque inmediatamente sucedió ese horrible accidente y bueno ya sabes todo lo demás

—Sí, no tienes que decírmelo

—¿Qué te parece si cumples tu promesa?

—¿Enseñarle a tocar?

—Sí, ¿cuál es el problema?

—Que olvidé como hacerlo

—Dicen que es igual que andar en bicicleta, talvez te sorprendas, siéntame en una silla y acércate a tu nieto, yo me limitaré a escuchar, últimamente soy bueno en eso

—Si desafino una nota será tu culpa

—La asumiré –dijo sonriendo

Charles estaba tan inmerso en las teclas que no notó la presencia de sus abuelos, sus manos tocaban la clave de Sol una y otra vez a lo largo del piano, le gustaba ese tipo de música.

—Muy bien –dijo Julieta cuando el niño terminó de tocar la clave por milésima vez

—Gracias, pero no soy muy bueno

—Si hubieras estado escuchando no lo dirías, tocas muy bien

—Me gustaría aprender más

—Tu abuelo Aurelio me dijo que prometí enseñarte –dijo sentándose a su lado

—Antes de que te fueras –dijo cabizbajo –y nadie tenía tiempo de enseñarme

—¿Y si cumplo mi promesa?

—¿Vas a enseñarme a tocar el piano? –exclamó emocionado Charles

—Sí mi amor, quizás necesite un poco de ayuda, pero lo haré

—Gracias abuela –dijo abrazándola –te prometo ser un buen alumno y seguir tus instrucciones

—Y yo prometo ser una excelente maestra –dijo besando la frente del niño -¿comenzamos?

—Sí

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