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Capítulo 19

Desde su regreso, era la primera vez que tenía a Aurelio tan cerca, con sus brazos rodeándola por la cintura mientras conducía a Soberano, su cara junto a la suya, su pecho haciendo de soporte a su espalda, y el olor de su colonia, era una sensación reconfortante, se sentía protegida como si estando con él nada pudiera pasarle, pero a la vez nerviosa porque no sabía lo que pasaría en el tiempo en que estarían juntos, como si supiera lo que pensaba, Aurelio la abrazó más fuerte y la besó en la mejilla, no pudo evitar sonreír

—No te preocupes todo saldrá bien –susurró en su oído

—¿Cómo sabes que estoy nerviosa?

—Te conozco muy bien Julieta, estamos casados desde hace 8 años, no hemos disfrutado los últimos tres pero es cierto

—Parece una eternidad –contestó admirada

—No tienes idea –dijo mientras besaba su cuello lo que provocó un estremecimiento en Julieta -te pusiste tu perfume

—Eso creo

—No es una pregunta, es una afirmación, reconocería ese aroma en cualquier parte –dijo apretando un poco más el brazo dejando a Julieta sin aire –te lo ponías cada mañana antes de salir del cuarto, mientras yo te veía en la puerta y pensaba en lo hermosa que eras y en lo afortunado que era al ser tu esposo y agradecía a Dios el haberte conocido

—No creo que hayas pensado eso al principio

—¿Por qué?

—Iba a quitarte tu casa, tus tierras, debiste odiarme, jamás lo imaginaste

—Desde el primer momento en que te vi, no hubo ni un solo sentimiento de odio hacia ti Julieta y lo demostré desde el día en que me arrodillé ante ti en aquel restaurante de Sao Paulo

—¿Te arrodillaste?

—Sí, para implorar clemencia y que no nos expulsaras de nuestra hacienda, ahí declaré lo mucho que te admiraba por haber levantado un imperio sola, estabas muy sorprendida

—Puedo imaginarlo, talvez era la primera vez que sucedía en toda mi historia como la Reina del Café

—Claro, según me contaste una vez, ningún hombre se había atrevido a acercarse a ti como yo

—Te creo, siento que tú también me gustaste desde el principio

—¿Quiere decir que ya te estás sintiendo atraída por mí?

—Desde el momento en que te pinté

—Tengo curiosidad, ¿cómo fue que mi rostro llegó a tu lienzo?

—Un día estaba en el instituto, en la clase de pintura y miré al cielo, era tan claro que pensé en cómo sería si alguien tuviera ese azul en los ojos, entonces me puse a dibujar y fuiste el resultado, el encargado del taller y algunos doctores me preguntaron quién era pero no pude contestar porque ni siquiera yo lo sabía, luego vinieron los sueños y el presentimiento de que eras real y me alegra que así sea

—¿Pensabas tratar de encontrarme?

—Sí, pensaba hacerlo, contrataría a un detective en cuanto lograra reunir el dinero suficiente para pagarle, aunque no tuviera ninguna pista, solo ese retrato, pero me encontraron primero y estoy con mi verdadera familia

—Así es mi amor

Aurelio cerró los ojos y juntó su cara a la de Julieta quedando mejilla contra mejilla, siguieron cavalgando durante un rato y entonces vio una cinta roja amarrada a un árbol junto a una desviación, condujo a Soberano hasta el árbol y se detuvo

—¿Qué pasa?

—Hay una cinta amarrada en un árbol Aurelio

—¿De verdad? –preguntó emocionado

—Sí, ¿qué significa?

—Significa que ya casi llegamos, sigue el camino de cintas y tendremos nuestro picnic

Siguieron por el camino, cada dos árboles había una cinta roja amarrada, Julieta estaba curiosa por saber a dónde conducía, cuando llegaron no podía creerlo era un lugar hermoso, había un lago inmenso que parecía un espejo, en un extremo había flores blancas y en una parte con pasto, bajo la sombra de un árbol, un mantel con comida refrescos, ensaladas, platos, cucharas todo listo para comer.

—¿Ya llegamos? –me preguntó Aurelio

—Sí –dijo lentamente –este lugar es hermoso, hay un lago hermoso y flores

—Este es nuestro lugar predilecto

—¿Veníamos aquí seguido?

—Los fines de semana, a veces a almorzar, otras solo a pasear

—Creo que cometiste un error al invitarme aquí

—¿Por qué?

—Porque siento que no voy a querer irme

—Esa es la idea disfrutar, ahora vamos porque cada minuto a tu lado es valioso

Julieta bajó de Soberano y ayudó a Aurelio a bajar también con mucho cuidado para que no se cayera, y caminaron a la mesa de picnic generalmente una persona ciega podía llegar a ser independiente si era enseñada y contaba los pasos, pero Julieta sabía, por su estancia en el instituto que si no sabía que había un objeto en su camino o peor una escalera podía ser fatal, cuando llegaron al mantel lo ayudó a sentarse, después se sentó a su lado

—Emma y los demás se esmeraron, todo se ve delicioso

—Y huele delicioso, Mercedes y Dolores hicieron un buen trabajo, no necesito verlo para saberlo

—¿Ellas siempre hacían nuestra comida para el picnic?

—Sí siempre

—Deben ser muy buenas cocineras porque tengo ganas de comer ese puré de papa y esa ensalada

—Al parecer eso no ha cambiado, porque todavía te gustan, adelante mi amor come lo que quieras

—¿Y tú qué vas a comer?

—Me parece que hay un filete, pan de especias, pero antes me gustaría un refresco de naranja

—¿Cómo sabes que hay un refresco de naranja? –preguntó poniendo el refresco en un vaso

—Mercedes me dio un recuento de lo que prepararían

—Entonces dime lo que hay –preguntó divertida y desafiante

—El puré de papa, la ensalada, el pan de especias, el jugo de naranja, feijoada, carne de res y cerdo, queso, uvas y un flan de maracuyá de sobremesa

—De verdad te dijeron lo que prepararían

—Te lo dije, debía estar enterado de los detalles de nuestro día

—Pues se encargaron muy bien, todo es tan bello, el lago, los árboles, las flores, ya entiendo por qué escogimos este lugar como nuestro refugio, por cierto, ¿cómo lo descubrimos? –dijo entregándole el vaso a Aurelio

—Esa es una buena historia, íbamos de regreso a la casa después de nuestro paseo diario cuando vimos esa desviación, me preguntaste qué había en ese camino, pero no lo sabía, entonces vinimos y encontramos este lago

—¿Cómo no conocías este lugar si vives desde siempre en el valle? –dijo tomando

—A mí también me sorprendió, pero me gusta pensar que estaba reservado para los dos –dijo poniendo el vaso en el mantel –después del rosal, este lago era tu lugar favorito

—Hablando del rosal, cuéntame cuánto tiempo tardaste en cultivarlo y cómo tuviste la idea

—Seis meses tardé y se me ocurrió porque te escuché hablar con Jane y le comentaste que querías tener tu propio rosal y como para mí tus deseos son órdenes, busqué un terreno adecuado en la propiedad y me puse a trabajar, me costó mucho mantenerlo en secreto, siempre estabas por los alrededores

—¿Nunca sospeché?

—No mi reina, porque cuando aparecía frente a ti te olvidabas de todo mi amor y valió la pena porque el brillo de tus ojos y la sonrisa en tus labios cuando te lo mostré no tiene precio, estabas tan feliz, como cuando te di la sorpresa de pétalos de rosa en nuestra cama en la noche de bodas

—¿Pusiste pétalos en nuestra cama?

—Pero no pétalos cualquiera, eran rojos como las rosas que tanto te gustan

—Aurelio, ¿puedes contarme cómo fue nuestra boda?

—Claro, pero primero dame tu anillo

—¿Para qué? –preguntó confundida

—Ya lo sabrás

Julieta dudó un momento y le entregó el anillo a Aurelio

—Fue un día hermoso, la iglesia estaba llena con todos nuestros amigos y familia, yo me sentía muy nervioso

—¿Tenías miedo de que no fuera? –dijo riendo

—No habrías hecho eso, querías casarte tanto como yo Julieta, fuiste tú la que me pidió que nos casáramos

—¿Cómo? –exclamó Julieta

—Sí, un día estaba alimentando a Soberano y tú llegaste a y me dijiste que si todavía estaba con deseos de casarme contigo, por supuesto dije que sí

—Me sorprende saberlo, pensé que tú lo habías hecho

—Lo hice, pero no habíamos hablado del asunto desde hacía mucho tiempo

—¿Por qué?

—Pasaron cosas no muy agradables que después te contaré

—¿Con nosotros dos?

—No mi amor con algunos amigos, nosotros estábamos muy bien, enamorados y deseosos de casarnos y por eso lo hicimos ese día, yo estaba al lado de Camilo esperando por ti y Jane cuando de pronto las puertas de la iglesia se abrieron y aparecieron ella y el señor Felisberto, su padre

—¿Y yo?

—Tú no estabas con ellos, tardaste un momento en aparecer y cuando lo hiciste quedé maravillado, todos estamos, siempre te vi linda pero al verte en ese vestido rojo y con esas rosas rojas en la mano, fue una revelación quedé aún más enamorado de ti, aún puedo imaginar cómo te veías, después avanzaron hacia nosotros, dos rosas, una azul y otra roja, igual de hermosas. Cuando llegaron, le entregaste Jane a Camilo y él te entregó a mí, nos posicionamos frente al sacerdote y después del sermón y su bendición, llegó el momento tan esperado, cuando dijimos las palabras más importantes, Yo Aurelio Cavalcante, te recibo a ti Julieta Sampaio como mi esposa para amarte y respetarte,–dijo tomando la mano de Julieta con su mano derecha mientras le introducía el anillo con la izquierda –te dediqué mi mejor sonrisa mientras lo hacía, parece tan lejano, mi amor –dijo con una sonrisa triste y al escuchar a Julieta suspirar le preguntó -¿todo está bien?

—Sí, es solo que no me acostumbro a que me digan mi amor

—Es lo que eres mi amor y te seguiré diciendo siempre así Julieta

—Gracias

—No, gracias a ti por regresar, porque me estaba muriendo sin ti Julieta, no tienes idea de cómo fueron estos tres años sin ti, sin sentirte, sin besarte, me sentí tan solo sin ti

—Tú tampoco tienes idea de cómo fue para mí estar en Santa Catarina, sola, sin recuerdos, sin familia, a veces pensaba que habría sido mejor si hubiera muerto

—No vuelvas a decir eso, jamás –dijo buscando su rostro y tomándolo entre sus manos –jamás, yo te amo Julieta y nada cambiará eso, ¿me escuchas? Nada –dijo secando las lágrimas que empezaban a correr por las mejillas de Julieta

—Puedo sentirlo

Lentamente Julieta acercó su cara a la de Aurelio y le dio un tierno beso en los labios que tomó al botánico por sorpresa pero de inmediato reaccionó y correspondió a su beso trayéndola más a su cuerpo, como si su vida dependiera de ello, cuánto tiempo hacía que esas bocas no se juntaban, que esos cuerpos no se tocaban, era como cuando se besaron por segunda vez, sin prisa como si tuvieran todo el tiempo del mundo y no tenían ninguna intención de separarse.

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