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Capítulo 15

Cuando terminaron de estar con los caballos Aurelio y Julieta regresaron a la mansión y pasaron un tiempo muy agradable con Emma, Camilo, Jane y los niños, ellos le contaron anécdotas divertidas

—Una vez jugamos al castillo encantado, tú eras la reina, yo la princesa y Charles y Afranio los caballeros andantes–contó Catarina emocionada

—¿Y de qué nos defendían esos caballeros? –preguntó cariñosa

—De unos dragones, además asegurarse de que estuviéramos bien mientras volvía el rey

—¿Y quién era el rey?

—Yo –contestó Aurelio –en el juego había una guerra de cruzadas y debí irme y los dejé a cargo de ustedes, mi amada reina y mi princesita

—En realidad debí ser yo –bromeó Emma –pero como vez soy muy grande para jugar

—¿Y cómo terminaba el juego?

—Es un poco asqueroso abuela –dijo Charles

—¿Por qué?

—El abuelo ganaba la guerra, volvía al castillo, se reunía con su reina y la princesa y...

—¿Y qué?

—Yo te besaba –contestó Aurelio –comprenderás que estos niños encuentran los besos asquerosos

—Ah sí

—Yo era así también –dijo Camilo –y ahora no puedo vivir sin mi princesa –se dirigió a Jane besándola

—Papá –protestó Charles

—Cuando tengas novia no lo encontrarás asqueroso, te lo aseguro

—¿Tú tuviste muchas novias hijo? –preguntó Julieta –Jane espero que no te moleste mi pregunta

—Por supuesto que no, fui yo la escogida para casarme con él

—Aurelio me contó que nos conocimos en el valle y eres la hermana de Elisabetta

—Sí, tengo tres hermanas más... Cecilia, Mariana y Lidia

—¿Ellas también viven en el valle?

—Sí, con sus maridos e hijos y mis papás también, Ofelia y Felisberto

—La abuela Ofelia cocina delicioso –dijo Charles –a ti te encantan sus bizcochos

—Qué bien, talvez después pueda probarlos y quizás recordar es lo que más quiero –dijo Julieta –en estos dos días que llevo aquí, siento que aquí hay gente que me quiere

—Por supuesto –dijo Jane

—¿Cómo nos conocimos Jane?

—En una cena aquí en la mansión

—¿Es la cena donde la tía Lidia le lanzó el pastel en la cara a la abuela? –preguntó Afranio

—Sí –contestó Jane

—¿Por qué me tiró un pastel en la cara? –preguntó confundida

—No fue intencional –contestó Jane –Mariana y Lidia tuvieron una pequeña discusión y en un momento Lidia tomó un pastel con cobertura de merengue y se lo lanzó a Mariana pero ella se esquivó y terminó pegándole a usted

—No puede ser –dijo Julieta riendo

—En ese tiempo no te pareció gracioso, decidiste que Jane no era adecuada para mí por su familia –contestó Camilo

—Pero Jane era una persona, tu rmurielación con ella y su familia eran dos cosas aparte, ¿no?

—Sí pero, tú eras algo seria y estricta conmigo

—Espero que todo se haya aclarado rápido

—Abuela, ¿quieres enseñarme a pintar? –preguntó Catarina –mami dijo que sabías

—Claro mi amor, yo te enseño, ¿ustedes quieren niños?

—Sí

—Bueno traje unos lienzos y los tengo arriba, ¿dónde los pusieron? –preguntó

—En la habitación donde dormías antes –contestó Emma –te llevo

—Vamos, niños, espérenme aquí

—¿Por qué no van al jardín? Su abuela los alcanzará ahí después de un rato

—Sí –y partieron donde Emma les había dicho

—Parece que estar con los niños la anima –dijo Camilo mientras veía a su madre y a Emma subir las escaleras

—Sí, les confieso que me puse nerviosa cuando hablamos de la cena con mis papás y las chicas –dijo Jane

—Sí, no es un recuerdo agradable, por lo que pasó después

—Es mejor no decirle las cosas malas –dijo Aurelio

—Ella intentó ocultar información sobre mi padre y terminé descubriéndolo todo quizás es mejor contarle poco a poco, sutilmente

—También me preguntó al respecto cuando estuvimos en la caballeriza

—¿Qué le dijiste?

—Nada, solo que los dejó en la miseria

—¿Y entre ustedes pasó algo? –preguntó Jane expectante

—Sí, tuvimos un acercamiento

—¿En serio? ¿Qué pasó?

—Recordó cosas nuestras y la besé en la mejilla

—Pensé que dirías en la boca –dijo Camilo

—Tiempo al tiempo, juntos lo conseguiremos, ¿Emma ya hizo mi cita con Rómulo?

—No lo sé, después le preguntas, mientras tanto yo escribiré al instituto de Santa Catarina –dijo Camilo –quizás el doctor que atendió a mi mamá pueda venir y ayudarnos con ella

—Sí Camilo, hazlo –pidió Aurelio desesperado –necesito recuperar a mi Julieta no puedo vivir sin ella

—Pasa, esta será tu habitación y ahí están tus materiales de pintura –dijo Emma mientras guiaba a Julieta dentro de la habitación que ocupaba con Aurelio

—Es muy bonita, mucho más grande que el de Santa Catarina

—Te creo, mi cuarto en la Hacienda era mucho más grande que la pensión

—Tu padre me contó que te fuiste con Elisabetta y Jane después de que los expulsé, pero que antes viviste ahí porque lo permití

—Es cierto usted le pidió a Lord Williamson, el padre de Darcy que yo me quedaría, sucede que cuando usted tomó posesión de la casa, se la dio al padre de Darcy, además de que Darcy y Camilo son amigos, luego me fui a Sao Paulo

—¿De qué éramos socios?

—Tenían una sociedad ferroviaria, para el transporte de su café, esa es la razón por la que existe estación de tren en el valle

—¿Lord Williamson vive en el valle o en Sao Paulo?

—No, murió hace 8 años en Inglaterra, Darcy y Charlotte su hermana estaban muy afectados porque no pudieron resolver sus diferencias

—¿Qué diferencias tenían?

—Una similar a la tuya con Camilo, él no estaba de acuerdo con que Darcy fuera novio de Elisabetta porque era de una clase social inferior

—No es posible, todavía me cuesta trabajo pensar que traté de apartar a mi hijo del amor de su vida, no recuerdo a Jane, pero se ve que es una buena mujer dulce y que ama a Camilo

—Lo sé, crecimos juntas, aunque soy más amiga de Elisa que de Jane

Julieta vio la foto que estaba en la mesa de noche y se acercó para verla mejor en ella aparecía con un vestido blanco y con las misma sonrisa de las otras fotos.

—¿Este cuarto era mío?

—Tuyo y de mi padre, él dormía abrazado a esa foto todas las noches desde que llegó del hospital como si su vida dependiera de ello, era una de las pocas cosas que lo hacía feliz, desde tu supuesta muerte se cerró en su dolor y la oscuridad de sus ojos al no querer operarse

—¿Desde el accidente está ciego? –preguntó Julieta

—Sí, yo estaba con él cuando despertó

Flashback on

—Papá, gracias a Dios despertaste

—Aurelio, ¿puedes escucharme? –decía Rómulo a su lado –estás en el hospital sufriste un accidente

—¿Cómo te sientes papá?

—¿Dónde está Julieta? –contestó ignorando la pregunta de Emma

—Ella está bien papá, en cuanto estés mejor la verás, ¿Sientes algún dolor?

—Mi cabeza –dijo arrugando la frente

—Claro, es normal, buscaré un medicamento para el dolor

—¿Por qué todo está tan oscuro? –dijo Aurelio al abrir los ojos -¿es de noche?

Emma vio a Rómulo quien se acercó a Aurelio mientras sacaba una linterna y la acercaba a los ojos del botánico

—Aurelio, ¿ves esta luz?

—¿Cuál luz Rómulo? No veo nada, estoy ciego, ciego –dijo desesperado

Flashback off

—Después de unos estudios, Rómulo nos tranquilizó con la noticia de que podía recuperar la vista, él estaba dispuesto hasta que se dio cuenta del suceso, llevaba tres días en el hospital, yo pedí que no dijeran nada pero en un momento él no quiso hacer nada hasta escuchar la verdad y con todo el dolor de mi alma lo confirmé, todavía duele al recordarlo, días después el doctor llegó para coordinar la fecha de la cirugía pero dijo que no lo haría, que no volvería a ver a ninguna otra mujer, todo por usted, tratamos de convencerlo pero fue inútil

—Dicen que todos tenemos diferentes formas de sobrellevar el dolor de una pérdida y la de tu padre fue quedarse ciego, en un mundo de sombras –dijo Julieta sentándose en la cama aún con el retrato en sus manos

—Sí, a veces cuando lo veo en su cuarto y sentado en la sala, lo siento tan indefenso, con la mirada perdida y un dolor en sus ojos aunque no vea se le nota el sufrimiento

—¿Él iba al cementerio?

—Cada semana, yo lo llevaba y todas las semanas se arrodillaba sobre la tumba y con lágrimas te pedía perdón por haberte matado, dolía y mucho, después lo traía a la casa y permanecía en este cuarto el resto del día, todos sentíamos pena y dolor por él. Ernesto, los niños y yo vinimos a vivir aquí para ayudarlo a sobrellevar el suyo a la vez que cargábamos el nuestro, Camilo estuvo dos semanas sin ir a su trabajo, Jane pasaba todo el tiempo consolándolo, los niños ya no jugaban como antes y de vez en cuando lloraban, yo no tenía inspiración para diseñar y es difícil que suceda, cuando trataba mi mente iba a esa fatídica noche y no podía, solo pensaba en lo injusta que era la vida y rompía a llorar, mojando las hojas, los habitantes del valle hicieron duelo por una semana, honrando a su patrona

—¿Patrona?

—Sí, cuando mi abuelo murió usted se tornó la dirigente del valle y al lado de Ernesto la administraba y muy bien por cierto

—Entonces el barón y yo arreglamos nuestras diferencias antes de que muriera

—Así es, no se volvieron íntimos pero se llevaban mejor

—Me alegra, porque hoy tu padre me dijo que creyó que éramos amantes

—Sí, le tenía mucha rabia, tanto que con ayuda de Xavier puso a todo el valle en su contra, diciendo que usted pretendía expulsarlos de sus tierras

—¿Quién es Xavier?

—Un hacendado que no pasaba de ser un delincuente e imponía su voluntad por medio de amenazas, la veía como un obstáculo porque él tenía interés en comprar las tierras y se alió a mi abuelo para sacarla del valle, estuvieron a punto de matarla una noche en la casa de té, no tuvieron éxito porque en ese instante llegué yo y aclaré que habíamos perdido la casa por las malas gestiones del abuelo y con la ayuda del coronel Brandao enviamos a todos a sus casas

—¿Y volvieron a intentarlo?

—No y más después del baile que ofreció para volver a ganarse su confianza por sugerencia de mi padre

—Perdió todo por mí y seguía ayudándome

—Era un hombre enamorado defendiendo a la mujer que amaba

—¿Y yo?

—Se notaba que había una chispa entre ustedes, sutil, pero había, por la forma en que se miraban

—Siendo la casamentera del valle, era obvio que lo notaras, tu padre me lo contó

—Sí, pero no me di cuenta por eso, mi papá me lo confesó al día siguiente, me puse muy contenta

—¿En serio? ¿No te molestó que estuviera enamorado de otra mujer que no fuera tu madre?

—No, al contrario, me daba mucho gusto que volviera a enamorarse, él estuvo solo durante tanto tiempo

—Aurelio me comentó que tu madre murió cuando tenías 10 años y le prometiste encargarte de él y de tu abuelo

—Sí y yo vi esa misión cumplida cuando se enamoró de usted, porque era un honor tenerla como mi madrastra, no, una segunda madre –dijo sentándose frente a ella

Julieta no resistió y abrazó a Emma tal como ella lo hizo al encontrarla en el parque de Santa Catarina, sintió tanto confort en ese abrazo, mientras una lágrima rodaba por su mejilla, Emma también la abrazó tratando de consolarla

—Disculpa –dijo Julieta cuando se apartó

—No tiene por qué disculparse doña Julieta, ni por ese abrazo ni por nada más, usted no tiene ninguna culpa, ¿sí?

—Cuando estaba en rehabilitación muchas veces pensaba porqué seguía viva si estaba prácticamente sola en el mundo

—Ya sabe por qué sobrevivió porque sí tiene a alguien, una familia, un hijo, una hijastra, un marido, nietos, es cierto no nos recuerda pero, tenga la seguridad de que es amada por todos

—Ya la tengo –dijo sonriendo

Julieta recogió las pinturas bajó y fue con los niños al jardín trasero y así comenzaron una lección de pintura, ella les preguntó qué querían pintar, Catarina una rosa, Charles un perro y Afranio una pelota, Julieta los puso a pintar para saber sus habilidades, no lo hicieron mal, necesitaban práctica pero tenían talento

—Veamos, ¿cómo les fue?

—Me salió horrible –protestó Charles poniendo el perro sobre la mesa del jardín el dibujo estaba un poco disparejo pero no tan horrible como el niño creía, Julieta se acercó y lo besó en la frente

—No mi amor tranquilo es muy lindo, mira solo debes tratar que los dos lados de la cara te salgan iguales la próxima vez, ¿sí?

—Está bien

—¿Qué opinas del mío? –preguntó Catarina levantando su dibujo

—Veamos –se acercó –es una rosa muy linda mi amor

—Como las que a ti te gustan

—Sí –dijo sin saber a lo que su nieta se refería -¿y tú Afranio?

—No quiero que lo veas

—¿Por qué?

—La bola salió mal –dijo desanimado

—No digas eso Afranio –se acercó a donde el niño se encontraba –escucha no está mal, solo hay que redondear un poco el borde para que quede bien, así... -tomó un lápiz y pasó un ligero trazo por la pelota, dejándolo redondeado –está mejor

—Sí, gracias abuela

—¿Cuándo aprendiste a pintar?

—En el tiempo que estuve en Santa Catarina

—¿Dabas clases? –preguntó Charles

—No, solo pintaba, ¿les gustaría tomar clases?

—Sí –exclamó emocionada Catarina

—¿Y ya no serás la Reina del Café? –preguntó Charles

—No lo sé, no sé nada de negocios, prefiero pintar

—¿Y volverás a estar con mi abuelo? –preguntó Catarina

—Mi amor, es complicado

—¿Ya no lo quieres?

—No es eso, es que como sabes me olvidé de él

—Y si él hiciera algo que te enamorara

—Si se esfuerza posiblemente sí

No lo sabían, pero Aurelio estaba escuchando la conversación y supo qué hacer, pero necesitaría la ayuda de todos

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