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Capítulo 13

—Afranio, Caterina, Charles

Jane, Emma, Mercedes, Dolores y Tiao llevaban horas buscando a los niños, notaron su ausencia, cuando se preparaban para el desayuno, les parecía extraño que estuvieran tan callados, la razón era obvia, no estaban en ninguna parte de la hacienda.

—Ay Jane, si no aparecen debemos llamar a Brandao –dijo cuando estaban en la parte trasera de la casa

—No lo entiendo, ¿Crees que los secuestraron?

—¿Quiénes? El valle es muy seguro desde que Xavier y sus secuaces fueron arrestados

—Sí, eso no impide que haya secuestradores en la zona, debemos decirle a Ernesto también

—Un milagro –dijo Mercedes llegando –un verdadero milagro

—¿Encontraste a los niños? –dijo Emma

—Si pero ese no es el milagro, vengan a la sala,

Emma y Jane fueron detrás de Mercedes y al llegar ahí, se quedaron sin habla, en la sala estaban los niños, Elisabetta y Julieta, Jane no podía creer que su suegra estuviera ahí frente a ella, ya Camilo se lo había dicho pero no dejaba de ser impactante, Tiao también estaba ahí, también sin habla y con lágrimas en los ojos

—¿Dónde estaban? –Emma estaba indignada –Estábamos muy preocupados, casi llamamos a su padre y a Brandao

—Mamá –dijo Catarina a Emma –trajimos a la abuela

—Fuimos a la hacienda Oro Verde–dijo Charles

—La extrañábamos mucho –dijo Catarina –cuando el tío Camilo dijo que no quiso venir fuimos a buscarla

—Estábamos desayunando y tocaron a la puerta, eran ellos –explicó Elisabetta –no los regañen, fueron por una buena causa

—Elisa tiene razón Emma –dijo Jane sin dejar de ver a Julieta –solo querían ayudar

—Sí, pero nos dieron un buen susto –protestó Emma

—Sí, pero ayudaron a que doña Julieta esté aquí con nosotros –dijo Jane acercándose a su hermana y su suegra –doña Julieta, la extrañé mucho –dijo abrazándola –gracias a Dios está viva –dijo apartándose –soy Jane, la esposa de Camilo su hijo

—¿Tú eres Jane?

—Sí, ¿se acuerda de mí? –preguntó expectante

—No, Elisabetta me habló de ti, me enseñó una foto, pero no tengo recuerdos tuyos, ni de esos niños

—¿Nada de esta casa le resulta familiar?

—Tengo la sensación de que he estado aquí antes, pero es confuso

—Usted compró esta casa, hace años cuando estaba en proceso la deuda del barón de Oro Verde, Camilo, Darcy vinieron primero y después usted –explicó Jane

—¿Cómo pude comprar una mansión tan grande?

—Ya se lo he dicho, usted es la Reina del Café tiene dinero suficiente para comprarla –dijo Elisabetta –también tiene una en Sao Paulo

—Deben entender que esto es muy extraño para mí, vivir tres años en una pequeña habitación y saber que soy dueña de esta casa

—Camilo ya me contó todo, no se preocupe, vamos a cuidarla mucho doña Julieta recordará, ya lo verá

—Gracias, decidí que me quedaré aquí

—¿Lo dice en serio?

—Sí, aunque no les prometo recuperar la memoria

—Descuide con tenerla aquí es suficiente –dijo Emma

—Solo quisiera pedirles un favor, no vayan a castigarlos –dijo refiriéndose a los niños

—Descuide doña Julieta, el motivo los disculpa y con creces –dijo Jane

—Gracias

—Doña Julieta, ellos son Mercedes y Tiao, trabajaban para usted

—Doña Julieta, qué gusto verla de nuevo –dijo Mercedes sonriendo

—Mercedes tiene razón –dijo Tiao –la casa estaba tan triste y vacía sin usted

—Gracias –dijo sonriendo

Julieta vio la foto de Afranio en la pared y de inmediato preguntó quién era

—Es el barón de Oro Verde, mi abuelo, tu suegro, Afranio se llama así por él

—Se ve muy serio –dijo acercándose

—Sí, así era pero también era muy cariñoso –dijo Emma –fue el mejor abuelo del mundo

—¿Nos llevábamos bien?

—Al principio no usted no le agradaba por el asunto de la deuda, pero con el tiempo aprendieron a llevarse mejor, principalmente al ver lo feliz que era mi papá a tu lado

—La relación con los suegros a veces es conflictiva ¿Y dónde están Camilo y Aurelio?

—Camilo en su trabajo del café Tres Mosqueteros y Aurelio en su jardín –dijo Emma

—¿Jardín?

—Sí, La llevaré

Emma y Julieta salieron de la casa y se dirigieron al lado derecho de la mansión hasta una puerta que tenía enredaderas, la hija de Aurelio abrió

—Esta es la entrada al jardín, papá debe estar sentado en el centro –dicho esto la dejó sola y ella entró, había un túnel de enredaderas cuando lo atravesó se quedó sin aliento, era un rosal hermoso, todas las rosas estaban abiertas y daban su aroma, no pudo evitar sonreír al ver tanta belleza, recorrió el lugar hasta ver a Aurelio sentado en un banco, tenía los ojos abiertos, eran tan azules que era fácil olvidar que no podían ver, Julieta lo observó unos minutos y después, dudando si acercarse o no, tomando valor se dirigió a donde estaba

—¿Quién está ahí? –preguntó sintiendo pasos

—Soy yo

—Mi amor –dijo levantándose –viniste

—Sí, Emma me trajo, espero no molestar

—No mi amor tú jamás me molestas ven –dijo extendiéndole una mano que Julieta aceptó -¿qué te hizo cambiar de idea? Ayer estabas indecisa

—No qué, sino quién

—¿Quién?

—Nuestros nietos

—¿Afranio, Catarina y Charles?

—Sí, fueron a buscarme a la hacienda y asustaron a Emma y Jane, pensaron lo peor

—¿Por qué Emma no me dijo nada?

—Seguramente no quería preocuparte

—Soy el abuelo de esos niños, ¿cómo no quería que me preocupara?

—Querían traerme y lo consiguieron

—¿A qué te refieres?

—Vine para quedarme en la hacienda

—¿Lo dices en serio? –dijo emocionado

—Sí, voy a quedarme aquí, siento que será más fácil recordar si estoy rodeada de todos ustedes

—Gracias mi amor –dijo sujetando sus manos –te lo agradezco mucho

—No es nada

—Para mí sí lo es

—Este lugar es hermoso –dijo viendo las rosas a su alrededor

—Me alegra que te siga gustando

—¿A quién no le gustaría tener un rosal, cuando estuve en Santa Catarina pasaba por una casa que tenía uno y pensaba en lo lindo que sería tener mi propio rosal?

—Pues te concedí ese deseo, este rosal es tuyo, fue mi regalo en nuestro tercer aniversario, trabajé en él desde el año anterior, estabas tan feliz cuando te lo mostré

—¿Quién no lo estaría? Podría estar mil horas aquí sin cansarme

—Es cierto, cuando no estabas trabajando pasabas la mayor parte del tiempo aquí, a veces tenía que venir a buscarte al anochecer

—¿En serio?

—Sí, perdías la noción del tiempo, te encantan las rosas, tenías floreros por toda la casa, cada mañana te llevaba el desayuno a la cama con una rosa sin espinos

—¿Por qué sin espinos?

—Para que no te lastimaras al tomarla, además ese tiempo ya había pasado en tu vida

—Qué lindo se escucha, pero no vi ningún florero cuando llegué

—Eso fue por mí, mandé a quitarlos, aunque no los podía ver el olor de las rosas me atormentaba, te imaginaba podándolas y no podía soportarlo

—Y mientras tanto yo sin saber nada

—Calma mi amor, no tienes la culpa de nada –dijo tomando su mano

Julieta vio la alianza en la mano de Aurelio, era parecida a la suya pero más gruesa, despacio tomó su mano sobre la de él

—¿Todavía llevas el anillo? –le preguntó Julieta

—Sí, la llevaría conmigo hasta el fin de mis días y pediría que me enterraran con él, iba a guardar la otra, pero la tenías tú

—Sí, me lo dieron después del accidente antes de llevarme a Santa Catarina junto con el vestido y los aretes

—¿Qué pasó cuando despertaste?

—Lo recuerdo como si fuese ayer, desperté con un fuerte dolor de cabeza, sin saber dónde estaba, quién era, una enfermera estaba conmigo y dio aviso al doctor después me di cuenta de que no sentía las piernas era una sensación horrible Aurelio –dijo bajando la cabeza

—Pobrecita mi amor, lo que habrás sufrido, ¿cuánto tiempo estuviste internada antes de que te llevaran a Santa Catarina?

—Dos semanas, intentaron contactar a mis familiares pero no tenía ninguno, bueno, Victoria, me sentía sola y confundida

—Aunque no lo creas yo también me sentía así

—¿Y tú, qué pasó cuando despertaste? ¿Estuviste grave?

—Estuve en coma una semana, Emma estaba a mi lado, apenas recuperé la consciencia pregunté por ti, Emma me dijo que estabas bien, quería protegerme del dolor de tu partida, luego supe que estaba ciego, ninguna luz o color solo oscuridad y sombras

—Ambos perdimos mucho ese día, tú la vista y yo mis recuerdos

—Perdí más que la vista, perdí o creí perder al amor de mi vida, tú –dijo apretando su mano –estaba molesto, confundido, culpable por tu muerte creí que te había matado, cuando nos casamos y te puse ese anillo prometí protegerte y no lo hice

—No digas eso, no fue tu culpa, pudo pasarle a cualquiera, ¿sabes? En medio de mi confusión ese anillo me dio esperanza, consuelo, las fuerzas que necesitaba para recuperarme porque necesitaba encontrar a la persona que me lo había dado, pensaba que quien me lo había dado debió amarme mucho y tenía razón

—Claro que sí

—Quería ganar dinero suficiente para contratar un detective para buscar el fabricante

—Está en Sao Paulo, una semana antes de nuestra boda fui con Emma a escogerlo y pedí que escribieran Mi Reina –dijo sonriendo –te veías tan linda el día nuestro casamiento

—Vi una foto de nosotros es día y debo decir que tú tampoco te veías mal

—Era la felicidad de tenerte como mi esposa Julieta

—Aún no puedo creer que te hayas enamorado de mí, con lo que me contaste ya era una mujer sin corazón

—No, eras una mujer que había sufrido y solo necesitabas descubrir el amor verdadero lo hiciste gracias a mí

—Aurelio quiero recordar, necesito hacerlo tú eres un hombre tan amoroso, siento tu amor y quiero corresponderte, pero tengo miedo de defraudarte

—Nunca lo harías amor, como te dije en la Hacienda Oro Verde vamos a conocernos de nuevo a ver cómo resulta, ven conmigo, quiero presentarte a alguien

—Aurelio, creo que ya fueron suficientes personas por hoy

—Descuida esta no te hará preguntas ni dirá nada que no recuerdes, confía en mi

Julieta dudó, pero aceptó, aunque no lo recordaba confiaba en ese hombre más que en nadie, estar con él le traía paz y se encontraba al tenerlo cerca, con ayuda de Tiao, Aurelio la llevó a los establos, específicamente al del caballo negro que ella amaba, Julieta quedó sin habla al verlo

—Qué caballo más hermoso –dijo acercándose a él -¿Cómo se llama?

—Soberano, tu caballo

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